En los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Derek Anthony Redmond no ganó ninguna medalla, pero nos dejó una historia inspiradora. Esa sería su última olimpiada, llegaba como favorito para el oro en los 400 metros, con un buen estado físico y mental. Su carrera comenzó cuando solo tenía 19 años, con un récord nacional. Entre los años 1985 y 1987, ganó varias competiciones en su país y en Europa. Pero sus victorias iban siempre acompañadas de lesiones. Él se preparó para las olimpiadas de 1988 en Seúl. Todo parecía estar bien, hasta que cinco semanas antes de las olimpiadas empezó a sentir un fuerte dolor en el tendón de Aquiles. Tomó todas las medidas para estar bien, pero no fue suficiente y, minutos antes de comenzar la carrera, tuvo que abandonar porque el dolor que sintió era insoportable. Todo eso no lo detuvo. Apoyado por su padre, siguió entrenando y en el mundial de Atletismo en Tokio en 1991 ganó la medalla de oro en los 400 metros con relevos. Y él tenía en mente participar de
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