El pastor Sergei Petrovich vivía con su familia en la ciudad de Cahul en la
antigua Unión Soviética.
Hoy Cahul es una ciudad de Moldavia. En esa época
estaba prohibido realizar reuniones religiosas. Una madrugada los agentes de la
KGB irrumpieron en su vivienda mientras dormían. Habían acusado a Sergei de
organizar reuniones religiosas en secreto. Lo esposaron, pero antes de salir de
casa, Sergei pidió permiso para despedirse de su esposa. Fue la despedida más
emotiva. Con lágrimas, él y su esposa Lena, se despidieron con la esperanza de
volver a verse.
Al llegar a las oficinas de la KGB, Sergei fue llevado inmediatamente a una
sala de interrogatorios. Le hicieron preguntas para que Sergei delatara a los
otros miembros de la iglesia. Pero Sergei no se rendía. Ante su negativa, el oficial
de la KGB ordenó que lo castigaran.
Entonces, atándolo a un poste comenzaron
a azotarlo. Él cuenta que elevó una oración diciendo: “Por favor, sé conmigo,
Señor”. Con los ojos cerrados, escuchaba el zumbido del látigo en el aire antes
de golpearlo. Pero no sentía mucho dolor. Se daba cuenta de que eso era una
respuesta a sus oraciones.
Sin embargo, después del castigo, los interrogatorios continuaron. Y como
no respondía, fue condenado a la prisión soviética de Briceni. En esa cárcel, lo
volvieron a interrogar, pero Sergei permanecía fiel. Por eso, el alcalde de la cárcel
lo privó de todo tipo alimento. Esa noche Sergei oró a Dios. Estaba con mucha
hambre y frío pero logró dormir un poco. A la mañana siguiente, escuchó un ruido en la pequeña ventana de su celda. Subiendo sobre su cama, extendió su brazo hacia la ventana y comenzó a tantear. De pronto sintió algo suave, lo agarró,
y grande fue su sorpresa: era un pedazo de pan. Así, todos los días encontraba
pedazos de pan en su ventana. Recordó cómo Elías había sido alimentado por
los cuervos y dio gracias a Dios.
Después de varios días, el alcalde fue a ver a Sergei. Y este le mostró la
cantidad de rodajas de pan que había guardado. El alcalde furioso quería saber qué guardia estaba incumpliendo su orden. En ese momento se escuchó a alguien rascando la ventana. Los dos sorprendidos vieron a un gato que dejaba un
pedazo de pan. El Alcalde se sorprendió y creyó en el Dios de Sergei. Además, agregó que era el gato de su hija con el pan era el que hacía su esposa. El alcalde
y Sergei se hicieron amigos. Tiempo después Sergei volvió a casa a encontrarse
con Lena.
La oración sostuvo a Sergei en los momentos más difíciles. Y hoy también podemos confiar que en medio de las circunstancias más complicadas de la vida, no
estamos solos. Quizá no sabemos lo que ocurrirá en el futuro, pero sí sabemos
que allí estaremos acompañados por Dios.
Hoy estudiaremos cómo la oración
puede hacernos invencibles.
I. EL PODER DE LA ORACIÓN
En la Biblia se han registrado más de 650 oraciones. Y dado que la Biblia posee 1188 capítulos, estadísticamente podríamos decir que hay una oración por
cada 2 capítulos. Esto nos muestra la importancia de la oración en la vida de los
personajes bíblicos. Y vamos a revisar brevemente tres momentos o circunstancias en la vida de tres personajes bíblicos donde la oración los hizo invencibles:
1. Oración por un milagro.
En 1 Samuel 1 encontramos una historia realmente sorprendente. Una mujer llamada Ana, que no podía concebir
bebes, se cansó del maltrato, la infamia y la humillación de parte de la
otra esposa de su marido. Por eso, un día cuando fueron a Jerusalén, entró
en el templo para orar. La Biblia dice que ella “oró con amargura de alma
y lloró abundantemente” (1 Samuel 1:10).
El profeta Elí la observó y se acercó diciéndole que ese no era el lugar
para las personas ebrias. Pero ella respondió: “No señor mío; yo soy
una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he
derramado mi alma delante de Jehová” (1 Samuel 1:15).
¿Alguna vez ya has orado con lágrimas? Posiblemente lágrimas de dolor
o desesperación que ahogaban tus palabras. Ana estaba enfrentando no
solo su condición de estéril sino la humillación externa con palabras y acciones.
Quizá tú también estas enfrentando esas circunstancias. Ustedes
como esposos están intentando tener bebés y parece que es imposible.
Este es el momento para unirse en lugar de separarse o culparse. Únanse
en oración y busquen la dirección divina.
La oración de Ana fue, literalmente, un acto de derramar su alma delante de Dios. Si piensas que la oración es inútil, estás haciendo una lectura equivocada del Calvario. A veces pensamos que la oración es solo un instante o solo
cuando estamos en problemas. Pero no, la oración debe ser constante.
Además la oración requiere compromiso, porque así como Dios puede
hacer maravillas, tú ¿qué harás por él? Ana había prometido dedicar al hijo que Dios le diera. Y fue así que cumplido el tiempo, Ana lo llevó al
templo y lo presentó a Elí diciendo: “Por este niño oraba, y Jehová me
dio lo que le pedí”.
Quizás, en este momento tu situación matrimonial no está bien y necesitas
de un milagro. Recuerda que Dios cambió las lágrimas de Ana en gozo.
Porque los que oran son invencibles.
"La oración cotidiana es esencial para crecer en la gracia, y aun para la misma vida espiritual, así como el alimento físico es indispensable para el bienestar temporal" (La Oración, 31).
"La oración es una necesidad porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en público, tienen su lugar, pero es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma" (La Oración, 32).
"Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto" (CC, 87).
"Si se descuida el ejercicio de la oración, o se dedica a orar esporádicamente, entonces perderá la conexión con Dios. La vida cristiana se volverá seca y las facultades espirituales no tendrán ya vitalidad" (La Oración, 45).
"Todos los que no buscan a Dios en oración para obtener el conocimiento de su voluntad, se extraviarán" 5TI, 179.
Oración por perdón.
En el salmo 51 se registra la oración de confesión
más impactante realizada por David después de que sus errores fueran
expuestos por el profeta Natán. Él dijo: “reconozco mis rebeliones, y
mi pecado está siempre delante de mí... Purifícame con hisopo y seré
limpio; lávame y seré más blanco que la nieve” (Salmos 51:3,7).
El pecado de David era horrendo. Había obligado a Betsabé a acostarse
con él y había ordenado, literalmente, la muerte de Urías, su esposo. David pensó que todo acabaría allí, e hizo lo posible para acallar su conciencia pecadora. Sin embargo, Dios envió a Natán para que lo reprendiera.
Después de eso, David se arrepintió.
Quizá hoy, tú también tienes un pecado escondido. Un pecado que te
está llevando a la ruina. Un pecado que está destruyendo tu vida y tu
familia. Quizás, ustedes como pareja se han fallado mutuamente y no encuentran paz en su corazón. No encubras más tu error, confiésalo delante de Dios. El pecado y la culpa pueden acabar con tu paz y con la
armonía de tu familia. Vuelve a los caminos de Dios y arregla tu vida con
él. Dios escuchó la oración de confesión de David y perdonó su pecado.
Dios lo hizo invencible a tal punto que su nombre aparece en la lista de
los hombres de fe en Hebreos. Si hoy te arrepientes, tu nombre podrá
estar escrito en los libros celestiales.
3. Oración por Sabiduría.
En 1 Reyes 3 se registra el dialogo entre Dios
y Salomón. “Dios le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé” (1 Reyes 3:5).
Si Dios te preguntara eso, ¿qué pedirías?
Quizás, pedirías casa, carros,
viajes, lujos, comodidades, dinero en tus cuentas bancarias. Pero estas
seguro que todo eso serían buenos pedidos. ¿Crees que el dinero te va
a devolver la felicidad de tu familia? ¡No!
Salomón era consciente de la responsabilidad que tenía por delante. Él
iba a liderar el pueblo de Dios. Él estaría al frente de los ejércitos de
Israel. Él era el sucesor de su padre David. Por eso el pidió un “corazón
entendido para juzgar al pueblo y para discernir entre lo bueno y malo”
(1 Reyes 3:9).
Esto agradó a Dios y le concedió lo que pidió. Además Dios
le dio lo que no pidió, riquezas y gloria.
Dios desea concederte los deseos de tu corazón, solo que muchas veces
nuestros deseos son egoístas. Pedimos con un corazón orgulloso. Queremos que Dios nos conceda muchas cosas y no queremos entregarle
nuestro corazón. Pedimos solo de labios para afuera y no queremos que él haga un cambio en nuestra vida. Habla con Dios y pídele lo que tu
hogar necesita, lo que tu matrimonio necesita para tener fe, amor, paz y
felicidad. El dinero no compra eso, sino que es otorgado por Dios.
CONCLUSIÓN Y LLAMADO
La oración es el medio por el cual nos comunicamos con Dios. Es en ese momento en que los ángeles del cielo nos rodean para darnos consuelo y seguridad
de que estamos con Dios. Es por eso que cuando oramos, somos invencibles
porque la presencia de Dios nos rodea.
Sergei Petrovich fue separado de su familia y llevado a una prisión muy peligrosa en la ciudad de Briceni. Allí fue interrogado y torturado para delatar a los
demás miembros de la iglesia de la que era pastor. Pero él se negó y prefirió el
castigo. Fue recluido en una pequeña celda para morir sin comida. Pero el oró
a Dios fervientemente y sucedió el milagro. Un gato le traía panes. Este hecho
impresionó al mismísimo alcalde de la cárcel quien llego a creer en el Dios de Sergei. Tiempo después Sergei se reunió de nuevo con su familia, quienes también
estaban orando por su regreso.
Quizás estás pasando por momentos muy difíciles en tu vida, con tu familia,
en el trabajo, etc. Pero no olvides orar, porque en la oración somos invencibles.
Oren por perdón como David. Oren por un milagro como Ana. Oren por sabiduría como Salomón y todo lo demás vendrá por añadidura.
Recordemos que en
la oración somos invencibles. Hoy te invito a tomar la decisión de orar todos los
días junto a tu familia. Levántate y oremos juntos.
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