Hetty aprendió a amar el dinero desde su infancia. Cuando su padre murió le dejó un millón de dólares en efectivo y cuatro millones en propiedades e inversiones. Llegó a preocuparse tanto por el dinero, que se convirtió en su esclava. Hetty tenía miedo de los ladrones, asaltantes, y tomaba siempre extremas precauciones. Tendía la cama y dormía debajo de su catre por si alguien intentaba asesinarla. En viajes cortos usaba un coche construido de madera, en viajes largos usaba el tren, viajaba de pie, porque le costaba más barato. Hetty comía la avena remojada en agua fría porque no quería gastar en combustible. Cuando su hijo se hirió una pierna pasó tanto tiempo buscando atención médica gratuita, que tuvieron que amputarle la pierna. Cuando Hetty murió dejó una fortuna de 100 millones de dólares que la heredó a su hija, que era tan avarienta como ella. Fue una de las mujeres más ricas del mundo, que nunca aprendió a compartir, ni a administrar su d
Un espacio con sermones que procuran fortalecer la fe y la esperanza en Jesús.