“A aquel que es poderoso para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos, por el poder que actúa en nosotros; a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones y por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios 3:20, 21). En Efesios 3, Pablo comienza con un tema que ya había mencionado anteriormente: “que los gentiles sean coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efesios 3:6). Y, aunque eso podría no ser una gran sorpresa para la iglesia de hoy, compuesta en su mayoría por gentiles, era algo que parecía radicalmente nuevo para muchos de sus lectores de aquel entonces. Luego, el apóstol Pablo continúa con sus palabras inspiradas, mientras reflexiona sobre su pasión por predicar el evangelio de Jesús a los gentiles. También estudiamos acerca de las dificultades que imperaban en ese entonces para extender ese ministerio; dificultades que abarcan un período en una prisión romana. Y
Un espacio con sermones que procuran fortalecer la fe y la esperanza en Jesús.