Marcos 10:17-22
Sabías que hubo un tiempo en que no existían leyes sobre los asientos de seguridad para niños y los sistemas de retención en los automóviles? Trágicamente, muchos niños pequeños no llevaban puesto el cinturón de seguridad y murieron en accidentes de tránsito. Hoy en día, sin embargo, las leyes prohíben que los niños viajen en coche sin un asiento infantil orientado en la dirección correcta y adecuadamente instalado; incluso las madres primerizas deben instalar el asiento antes de llevar a su hijo a casa desde el hospital.
De todas las expresiones del amor humano, probablemente no haya amor más puro y hermoso que el de un padre por su hijo. Sin embargo, cuando la seguridad de un niño está en juego, parece que el amor de los padres no siempre es suficiente. Los padres no siempre hacían lo que era mejor para sus hijos; muchos padres necesitaban una ley o un límite para asegurarse de que su amor por sus hijos no se quedara corto del amor perfecto.
Dios sabe que lo mismo ocurre con nuestro amor y devoción hacia él y hacia los demás. Sabe que nuestros sentimientos no son suficientes. Necesitamos leyes y límites, en forma de mandamientos, que nos ayuden a amarle plenamente a él y a los demás.
DESARROLLO
¿Por qué se dice que puede existir obediencia sin amor, pero nunca existirá amor sin obediencia?
Queridos muchachos, el amor siempre estará unido a la obediencia; y es verdad que puede existir obediencia sin amor, pero nunca existirá amor sin obediencia. El evangelio de Marcos cuenta una historia que ilustra de manera perfecta dicha verdad. El relato cuenta que en cierta ocasión un joven extremadamente rico vino a Jesús. Con humildad se postró a sus pies y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Marcos 10:17-22
Esta pregunta, estimados jóvenes, es la pregunta más importante de la vida y, debido a esto, nos detendremos por algunos minutos para destacar una sencilla pero significativa verdad. El joven que se acercó a Jesús tenía un concepto errado sobre la salvación; según su creencia, la salvación es el resultado del trabajo o el esfuerzo humano. Para él, la vida eterna era el pago que Dios daba a aquellos que eran obedientes. ¡Lamentablemente son muchos los jóvenes que siguen creyendo esta mentira!
¿Por qué somos salvos?
¿Qué nos dice la Biblia acerca de por qué somos salvos y qué le hacía falta al joven de la historia para lograr la salvación?
La Biblia enseña que la vida eterna no se logra, sino que se recibe como un regalo. Efesios nos dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8, 9.
Estimados jóvenes, la salvación se basa en lo que Dios ha hecho por nosotros, no en lo que nosotros hacemos por él; así que el joven rico necesitaba cambiar su forma incorrecta de ver la salvación. ¡Si quería tener la vida eterna, tenía que desaprender todo lo que por años había aprendido!
Para guiarlo por el camino correcto, Jesús respondió su pregunta, diciendo: “Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre”. Marcos 10:19
Cuando el joven rico escuchó la respuesta a su pregunta dio un salto de alegría y con desbordante emoción dijo: “Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud”. Marcos 10:20 Pero justo en ese momento, Jesús lo miró y con amor le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven sígueme, tomando tu cruz”. Marcos 10:21.
Puede que te preguntes: ¿Qué pasó aquí? ¿Cómo es que a un joven que había obedecido los mandamientos todavía le faltaba algo más? ¿Qué le faltaba? ¡Le faltaba lo más importante! Elena de White escribió que...
“Cristo leyó el corazón del príncipe. Una sola cosa le faltaba, pero esa cosa era un principio vital. Necesitaba el amor de Dios en el alma. Esa sola falta, si no era suplida, le resultaría fatal; corrompería toda su naturaleza. Tolerándolo, el egoísmo se fortalecería. Con el fin de que pudiese recibir el amor de Dios, debía renunciar a su supremo amor a sí mismo”. DTG, 478.
¡Lo que al joven rico le faltaba era el amor de Dios! ¡Le faltaba entender que la obediencia nunca debe separarse del amor! Con frecuencia escucho a muchos jóvenes decir:
“Soy una buena persona y eso es lo más importante”. Pero ¿es eso cierto?
Imaginemos a una mujer, a una viuda pobre con un hijo único a quien le enseña cómo quiere que viva: a decir siempre la verdad, a trabajar duro y a ayudar a los pobres. Gana muy poco dinero, pero con sus escasos ahorros logra que vaya a la universidad. Imagina que cuando se gradúe, apenas volverá a hablar con ella; de vez en cuando le enviará una tarjeta de Navidad, pero no la visitará y ni siquiera responderá a sus llamadas telefónicas o cartas; no le hablará. Pero vivirá como ella le enseñó: honesto, trabajador y caritativo. ¿Dirías que esto es aceptable? Por supuesto que no". (Timothy Keller. Shaped by the Gospel: Doing Balanced, Gospel-Centered Ministry in Your City, Zondervan: 2016, p. 3.
Queridos jóvenes, no basta con cumplir normas, mandamientos y principios; es necesario tener una relación de amor con Dios, que nos guíe a una profunda vida de obediencia.
CONCLUSIÓN
¿Qué ocurrió con el joven de nuestra historia? ¡Cuánto me gustaría decir que este joven siguió a Jesús! Sin embargo, la historia termina diciendo: “Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. Marcos 10:22
¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley y por qué?
Queridos jóvenes, puede que exista la obediencia sin amor – como en el caso del joven rico–, pero nunca existirá el amor sin obediencia. Amar es obedecer. Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el mandamiento más importante de la ley, sin rodeos dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22:37, 38.
Queridos jóvenes, el amor y solo el amor debe ser la base de tu obediencia, pues tal como dice la Biblia: “El amor es el cumplimiento de la ley”.
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