El príncipe era el soltero más codiciado del reino. Heredero de grandes fortunas, educado en las mejores escuelas, brillante, bonito, fuerte y lleno de carisma, era la persona más popular en el palacio. Claro, algunos sabían que solo era el hijo adoptivo de la princesa. Habían oído la historia de cómo ella lo había salvado de una muerte segura, y lo llamó Moisés porque fue “sacado” del río, lo había tomado como suyo y había contratado a una mujer hebrea para cuidar de él hasta que tuviese edad suficiente para vivir en el palacio. Pero cuando llegó al palacio, Moisés se volvió el orgullo del reino, destinado a ser Faraón, la persona más poderosa de la Tierra. Llegar a ser Faraón no era fácil. Involucraba intenso entrenamiento militar, social y diplomático y educación religiosa. Se exigía que todos los faraones fuesen miembros de la casta sacerdotal egipcia. Pero Moisés era un “celoso e incansable estudiante, no pudieron inducirle a la adoración de los dioses. Fue amenazado co
Un espacio con sermones que procuran fortalecer la fe y la esperanza en Jesús.