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David El Matador de Gigantes - Fe y Acción

Texto Bíblico: 1 Samuel 17:32-37 

Nuestro mensaje para hoy es David, el “Matador de Gigantes”. 
La historia de David y Goliat siempre me fascinó desde que era niño. Fue una de las historias que aprendí en mi Escuela Sabática y quedó siempre en mi mente. Esta historia es muy familiar para los cristianos. Leemos sobre ella, hablamos sobre ella, y cantamos sobre ella. 
¿Recuerdan la canción: “Solo un niño llamado David, solo una pequeña honda”? 

Hoy vamos a ver las lecciones que David nos enseña acerca de cómo vencer grandes obstáculos o gigantes en nuestras vidas y cómo Dios puede usarnos como jóvenes para hacer grandes cosas para él. Todos nos enfrentamos a todos los tipos de gigantes. 

¿Cuáles son los gigantes que estás enfrentando hoy? 
Tal vez sea una enfermedad, depresión, abuso, pornografía, rechazo, relaciones rotas, tentaciones, miedo, fracasos del pasado, ira, sexo o desanimo. 
Tu gigante no será Goliat, pero hay gigantes que tenemos que enfrentar todos los días. Los problemas y las preocupaciones pueden parecer gigantes. 
Problemas de salud, problemas financieros, y problemas conyugales pueden parecer gigantes. Problemas de empleo, problemas con los hijos, y problemas con y en el gobierno pueden parecer gigantes. 

Pueden tener diferentes nombres: Visa, MasterCard, American Express, deudas o financiamientos, etc. Nombres como cáncer, envejecimiento, calvicie, muerte, deshonestidad, falta de perdón, falta de amor. 
¿Qué gigantes enfrentas hoy? 
¿Escuchas a tus gigantes gritando en tu mente? 

Lo mismo ocurrió con los hijos de Israel, el pueblo de Dios, y los filisteos, que eran sus enemigos en guerra. Todas las mañanas durante 40 días, Goliat gritaba a los hijos de Israel. Podías escucharlo gritar “¿Para qué han salido en orden de combate? Puesto que yo soy un filisteo, y ustedes están al servicio de Saúl, elijan a uno de ustedes para que baje a luchar conmigo. Si es capaz de pelear conmigo y vencerme, nosotros seremos esclavos de ustedes; pero si yo lo venzo, ustedes serán nuestros esclavos. En este día, yo lanzo este desafío al ejército de Israel: ¡Denme un hombre para que luche conmigo!” (1 Samuel 17:8-10 DHH). 

La voz de Goliat asustaba hasta la muerte a los hijos de Israel. 
Goliat era un gigante de casi tres metros de altura. 
Usaba un casco de bronce y estaba armado con una cota de malla de bronce que pesaba sesenta kilos. 
La punta de su lanza era de hierro y pesaba unos siete kilos. Su escudero iba al frente de este. Ese gran gigante estaba bien protegido y aparentemente Israel no tenía a nadie dispuesto a luchar con él. Solo el mirar al hombre ya paralizaba a los hijos de Israel. Goliat sabía eso, y por eso, se volvió más osado al gritar a los hijos de Israel. 
Ese dia en particular, Goliat, el gigante, dio un paso al frente cuando vio al pequeño David parado frente a él, y gritó su desafío usual, y David lo oyó. Cuando los israelitas vieron al hombre, todos corrieron de él. 

Cuando parece que no hay esperanza en la vida, cuando parece que no hay salida, Dios es capaz de abrir un camino donde no lo hay. 
Por cuarenta días, Goliat pedía a alguien que lo enfrentase. Durante cuarenta días, él provocó al pueblo de Dios. 
El pueblo de Dios estaba con miedo. La cosa más improbable ocurrió: un niño llamado David se presentó. 

David no era un soldado; solo era un niño. No tenía casco, ni lanza. Solo era un niño, pero este niño no tenía miedo de pelear. 
“Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” (1 Samuel 17:42-45). 
David hizo lo que tenía que hacer. El ejército no estaba haciendo lo que tenía que hacer. 

Mi primer pensamiento es: No tengas miedo.

David fue al rey y le dijo en el versículo 32 de nuestro texto: 
“No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo”. 
Le estaba diciendo al rey Saúl: “No te preocupes por nada. Yo me encargo de ese filisteo”. 
Cuando nos enfrentamos con nuestros gigantes, queremos escuchar buenas noticias. Saúl estaba escuchando buenas noticias; las personas tenían miedo, pero parece que las buenas noticias venían de la fuente equivocada. Venían de un niño que no estaba entrenado para la guerra. David estaba por hacer algo extraordinario, pero en el versículo 28 su hermano mayor trata de detenerlo. 

Los grandes líderes ven las cosas de forma diferente. Cuando estás a punto de hacer algo para el Señor, algo que puede parecer imposible para el hombre, no dejes que nadie te lo impida. 
Como joven, no dejes que nadie te impida hacer lo correcto. En la vida, cuando enfrentes a tus gigantes, algunas personas, incluso tu propia familia, se reírán de ti, pero no permitas que te detengan. Hablarán de ti, pero no dejes que te detengan. Esto puede pasar en tu familia, en el trabajo, o en la iglesia. Muchas veces serás defraudado por personas que conoces muy bien. David estaba peleando con su hermano mayor que lo miraba con desprecio. 

Una y otra vez parece que Dios se deleita en cambiar nuestra percepción del mundo, para hacernos ver que todo esta bajo su control. Con su ayuda los débiles son invencibles, los fuertes son vulnerables y los pobres son ricos. Dios se deleita en la justicia poética y se complace en usar pastores de ovejas o adolescentes inexpertos para llevar a cabo sus propósitos.
David debe haber pensado, “sí, eres mi hermano mayor, pero hay un gigante que enfrentar”. Puede haber pensado que había una batalla que ganar, y no permitiría que nada se pusiera en su camino. 
Si alguna vez te has sentido ridículo o ridiculizado, anímate Dios quiere usarte con propósitos elevados. ¿Siempre te eligen el último en la clase de gimnasia? ¡Genial! Jesús te quiere en su equipo, y tú serás el capitán. ¿Sientes que nunca has logrado encajar en ningún lugar? ¡Perfecto! El Espíritu Santo tiene una lección que enseñar, y tú serás la piedra angular. Resulta que Dios no está interesado en los orgullosos; el quiere contar con los don nadies. Una vieja expresión Yiddish, afirma: "Con Dios, hasta una escoba puede disparar" Mientras tengas la humildad de un siervo dispuesto, él te usará.

Cuando el Señor está de tu lado, no tienes por qué tener miedo, y serás capaz de enfrentar al gigante, y destruirlo. Recuerda que como joven cristiano, el Señor siempre peleará por ti. Solo debes dejarlo que pelee la batalla por tí. Dios no quiere tu interpretación de la perfección, ni quiere escuchar lo que este mundo cruel considera "sabio". Las peculiaridades que él nos da superan con creces nuestra propia sabiduría.

Observa con atención: 
“Una de las primeras cosas que debemos hacer si queremos matar a los gigantes en nuestra vida es vencer al desanimo”. 

Habrá personas a tu alrededor, personas en las que confías, que intentarán convencerte de que contigo no será diferente. Un aviso para todos: ten cuidado de quién recibes consejos. Hay personas que te dirán que no puedes vencer al sistema. Dirán que el gigante es muy grande y tu eres muy pequeño; pero estoy feliz porque con Dios todo es posible. Dios puede transformar cosas imposibles en posibles. Algunas personas pueden haberte dicho y tal vez todavía digan que no lograrás nada, pero puedo escuchar a Pablo decir en Filipenses 4 versículo 13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, entonces no te desanimes. 

Ser muy joven es, muchas veces, motivo suficiente para no dejar que los jóvenes hagan muchas cosas. No se espera que sean responsables por asuntos de adultos porque todavía son inmaduros y sin experiencia. Es injusto para ellos y para los otros que pueden depender de su desempeño. 
¿Pero será que David no estaba preparado para ese encuentro? 
Nuestra habilidad para enfrentar los problemas de la vida depende de cuán preparados estamos. Las batallas se ganan o se pierden en la fase de preparación. Para David, fue el carácter desarrollado primero antes de enfrentar a los gigantes. Al comentar sobre la preparación de David, Elena de White dice: 
“Su experiencia en estos asuntos probó el corazón de David y desarrolló en él valor, fortaleza y fe” (PP, 633). 

Con la mente y el temperamento bajo control, teniendo confianza en el Señor que ya le había concedido varias victorias, con fe en Dios que sustenta todo, ningún “Goliat” nos hará entrar en pánico y quedar con miedo, confusos y desanimados, como la mayoría de Israel cuando fue desafiada con lo que pensaban era una muralla impenerable (el gigante). 

En lugar de eso, debemos ser como David. Incluso cuando tenemos lo que parecen ser armas inadecuadas y no tenemos una armadura de construcción humana. Seremos capaces de luchar contra nuestros gigantes y matarlos. Elena White nos recuerda: 

“Aun antes de haber sido llamado a la corte de Saúl, David se había distinguido por actos de valor. El oficial que lo recomendó al rey dijo que era “valiente y vigoroso, y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso”, y añadió: “Jehová está con él” (PP, 663). 

Además dice “David era sensible a la influencia del Espíritu Santo, y el Señor en su providencia lo preparó para su servicio, capacitándolo para llevar a cabo sus propósitos...” (Manuscrito 163, 1902). 

Cristo era el maestro constructor de su caracter. Dios eligió y preparó a David para su obra. 

La crítica lastima cuando viene de alguien que está por encima de nosotros; en este caso, Eliab sobre David. La crítica lastima cuando cuestiona nuestros motivos. 
La crítica duele cuando es continua. 
La crítica duele cuando viene de personas que conocemos hace mucho tiempo. Escucharás críticas que señalarán tus errores. “Solo eres un joven, vienes a mi con palos, daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo”. 

Joven, aprende una lección con David. 
Hay personas que se sienten agobiadas cuando son confrontadas por gigantes. 
Agobiadas por gigantes que tienen reputación. 
Agobiadas cuando siguen apareciendo. 
Agobiadas cuando otros a su alrededor tienen miedo. 
Agobiadas, pero nunca lidian con el gigante. 

David no estaba agobiado y tenía una pasión por Dios a ser honrada. David estaba muy irritado por la manera como Dios estaba siendo deshonrado. Elena de White dice: 
“Se encendió [el] celo [de David] para salvar el honor del Dios viviente y el crédito de su pueblo” (PP, 698). 

Él confiaba en Dios. ¡No podía dejar que el gigante Goliat deshonrara a Dios! David no intentó ser como Saúl. En otras palabras, los matadores de gigantes no intentan ser algo que no son (ver 1 Samuel 17:38-40). 

Durante una crisis, las personas intentan hacer que tú actúes y pienses como ellas. 
Recuerda: una armadura pesada te sobrecargará. Nunca podrás vencer a los gigantes en la vida con armas humanas. Como jóvenes, Dios espera que confiemos en él y usemos lo que él nos dio para derrotar nuestros gigantes. 
¿Y si hubieras escuchado las cosas negativas que decían las personas? 
¿Y si hubieras creído esos comentarios desanimantes que se hicieron? 
¿Dónde estarías hoy? 

Entonces, David, oyó al rey Saúl, y yo creo que David pudo haber dicho “¡Oh, rey! Viva para siempre, hay algo que debo decirle”. 
Así, en los versíulos 34 al 36 de nuestro texto, David comienza a explicarle a Saúl lo que ocurrirá con él (lee los versículos 34-36 y explica). Dice:
- Rey Saúl, yo maté un león y un oso, y estoy listo para enfrentar al gigante Goliat. 
- Rey Saúl, puedo dar testimonio de cómo Dios me salvó del león y del oso, y ese Dios que me libró en ese entonces, también me librará de este gigante. 
- Rey Saúl, no estoy desanimado. Este gigante ha provocado al pueblo de Dios. Este gigante ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo y ahora es hora de luchar. 

Llega un momento en nuestras vidas cuando tenemos que enfrentar al gigante y decirle que ya es suficiente. 
Llega un momento en nuestras vidas cuando tenemos que defender la verdad. 
Llega un momento en nuestras vidas cuando tenemos que enfrentar al gigante y decirle que llegó la hora de luchar. Ya no es hora de balbuceos, ya no es hora de conversación casual. Es hora de luchar, pero solamente en los términos del Señor y para su honra y no la nuestra. 

El corazón de David no estaba intimidado en lo absoluto, pues sabía en quien estaba su confianza. David, sin embargo, dijo al filisteo: 
“Tu vienes a mi con espada, lanza, y jabalina; mas yo vengo a tí en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel a quien tú has provocado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos”,
“Y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (The Signs of the Times – 1886. 9. Título del artículo: El pecado de la presunción). 

Joven, no desanimes. 
Vamos a enfrentar al gigante y acabarlo. 
Tal vez estés fracasando, pero vamos a enfrentar al gigante y matarlo. 
Tal vez estés a punto de rendirte, pero vamos a enfrentar al gigante. No es el fin. Hay algo más. 
No tengas miedo; no desanimes, y la victoria final será tuya. 

Después que Saúl oyó a David contar sus historias de cómo él mató al león y al oso; después de oír sobre el cuidado protector de Dios con David, Saúl se convenció de lo que Dios haría, y entonces, en la última parte del versículo 37, Saúl dijo a David: “Ve, y Jehová esté contigo”. 

Todos sabemos cómo terminó la historia y lo que ocurrió con Goliat, sabemos lo que ocurrió con el gigante que provocó al pueblo de Dios. En Leemos las siguientes palabras: 
“Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra”. (1 Samuel 17:49)

CONCLUSIÓN

Leamos Romanos 8:32. 
"El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"

Cuando Goliat provocó, amenazó e instigó miedo al pueblo de Dios, David no huyó con miedo ni dudó. En lugar de eso, él corrió a la batalla. Él actuó. 

¿Qué gigantes enfrentas hoy? 

"Mas Jehová esta conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión, que jamás será olvidada". Jeremías 20:11.

Hay muchas leyendas acerca de los gigantes. Una de las más conocidas intenta explicar las 40.000 columnas de piedra que se encuentran en el nordeste de Irlanda y a las que se llama precisamente la "Calzada de los Gigantes".
Cuenta la leyenda que había dos gigantes, uno en Irlanda y el otro en Escocia. Lo cierto es que no tenían una buena relación, y constantemente se tiraban piedras. Tantas rocas lanzaron, que se podía cruzar de una isla a otra por el camino creado. En esas, el gigante escocés, que era mucho más fuerte que el irlandés, decidió atacar a su adversario. La esposa del gigante irlandés, temiendo lo peor, disfrazó a su marido de bebé. Al verlo, el gigante escocés pensó que si el niño era así, cómo sería el tamaño de su padre. Y huyó hacia Escocia intentando hundir la calzada. Curioso, pero leyenda.
En los relatos hebreos, los hijos de Anac eran una raza de gigantes que vivía en Canaán. Cuando los espías enviados por Moisés volvieron de su investigación, reconocieron que ante esos guerreros se sentían como diminutos saltamontes. Goliat tenía casi tres metros de altura y su coraza pesaba cincuenta kilos. Cuando
desafió a los soldados hebreos, todos se acobardaron y temieron por sus vidas. En una batalla en Gat, un descendiente de los gigantes no solo era de gran altura sino que tenía seis dedos en cada extremidad. De nuevo, el temor se hizo patente. Eran grandes, pero perdieron frente a los que confiaron en Dios. Los hebreos conquistaron la tierra de Canaán, Goliat murió ante David, y el gigantón de 24 dedos cayó ante el sobrino de David porque el Señor es más poderoso que cualquier gigante.
Jeremías fue un profeta que lo pasó realmente mal. No sé si la mayoría de nosotros hubiéramos resistido lo que él soportó. ¿Dónde residía el secreto de su resistencia? 

Muy fácil, se ponía bajo la protección del Gigante más poderoso: Jehová. Nadie se iguala a su tamaño y, mucho menos, a su capacidad de resolver problemas. Nosotros también tenemos nuestras tribulaciones, situaciones que nos parecen insolubles. Y posiblemente sea así. Pero a nuestro lado está el mejor de los paladines. Cuando nuestros adversarios se levanten y vociferen contra nosotros, cuando nos atemorice el tamaño de sus amenazas, ponte del lado del Señor y vencerás.

"Todos los gigantes contra quienes peleamos tienen el propósito de aproximarnos a Dios. No podemos ir a la batalla para construir un registro impresionante de victorias o pensando que lucharemos la batalla con nuestra propia fuerza”. 
David sabía la voluntad de Dios para Israel porque Moisés había explicado claramente: ellos poseerían la tierra de Canaán, y sus enemigos no podrían resistirlo. 

Leamos Levítico 26:7-8:
"Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros"

Pero todo eso dependía de que Israel guardara los mandamientos de Dios, incluyendo el sábado, y reverenciar su santuario (lee v. 2-3). Esa era la Palabra de Dios, su promesa solemne, su promesa que no fallará porque su promesa es verdadera. Ella permanece firme para siempre.

“Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaias 40:8). 

Por otro lado, si ellos no obedecían a Dios ni guardaban sus mandamientos, entonces Dios diría:
“Pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga” (Levítico 26:17). 

Hoy, Dios está llamando a los jóvenes para que enfrenten los gigantes en sus vidas. Él nos está llamando para ser fieles a él en nuestra vida y fieles a él al luchar contra tentaciones y pruebas. 
David dice que la batalla pertenece al Señor. ¿Por qué? Porque Dios estaba siendo desafiado. La voluntad de Dios estaba siendo bloqueada. ¿Ya entregaste tus batallas al Señor, o todavía estás luchando solo contra tus gigantes? 

Que este día nos posicionemos al lado del Supremo Poderoso Gigante de modo que podamos decir: Si Dios con nosotros ¿Quién contra nosotros?

Si es esa tu decisión, te invito que oremos juntos.

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