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Débora la valiente Profetisa - Fe y Acción

Gran parte de la poesía moderna en letra de música menosprecia a las mujeres de las peores formas. Sin embargo, hay un poema en la Biblia que eleva a las mujeres al máximo. Ese poema se encuentra en Proverbios 31 y comienza haciendo una pregunta: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?”. 
Esa pregunta puede llevarlo a pensar que es otra rima despreciativa. Pero continúa leyendo, y encontrarás algo maravilloso. El poema le canta loores, hablando de su espiritualidad, inteligencia, lealtad, diligencia (o dedicación), modestia, valentía y piedad. Dice que ella vale más que los rubíes. Es una mujer determinada, que adoptó buenos principios y es firme y estable en ellos. No se asusta ante los desafíos de sus responsabilidades. Es conocida por ser una ayuda capaz de su hombre. Esa es una mujer virtuosa, es decir, una mujer de poder, riqueza, estatus. 

Sin embago, el relato sugiere que las buenas mujeres son escazas y muchas que parecen ser buenas prueban ser lo contrario.

Sin embargo, había un ejemplo brillante de feminidad virtuosa mucho antes que los Objetivos de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas recordaran al mundo que “la igualdad de género no es solo un derecho humano fundamental, sino también una base necesaria para un mundo pacífico, próspero y sustentable”.

Aunque las mujeres en el liderazgo nacional e internacional sean raras hoy en día, solo una de cada cinco, en el siglo XII lideraba a su nación. Antes que el valor de la mujer hubiese avanzado poco más allá del fracaso de la Madre Eva, antes que hubiese modelos de referencia, hubo una mujer que Dios capacitó y llamó para liderar a su pueblo. La definición bíblica de igualdad de género puede encontrarse en Génesis 1:26-28.  

Poco se sabe sobre su infancia, sus padres o linaje y cómo fue criada. No sabemos cómo fue educada ni como sus talentos y dones se desarrollaron. No sabemos cuál era su edad cuando Dios la llamó. Pero podemos pensar que ella era joven cuando Dios la llamó, pues la Biblia dice que después que Israel derrotó a los cananeos “la tierra reposó cuarenta años” (Jueces 5:31).

Los historiadores judíos nos dicen que “Por cuarenta felices años los judíos vivieron en paz bajo el sabio liderazgo de Débora y Barac”.
¿Será que ella nació exhibiendo un don profético o será que el don profético le fue concedido más tarde? 

Algo en lo que la mayoría concuerda es que esa mujer singular y notable era esposa, madre, líder política, guerrera, comandante en jefe de la fuerza militar de su nación, poetisa, cantante, profetisa y consejera suprema de su nación subordinada a Dios. 

Su nombre significa “abeja”, una etiqueta muy apropiada que contrasta su combinación de diversos rasgos: inteligencia, valentía, gracia, tenacidad, fidelidad, fuerza, humildad, asertividad, y más. Pero lo más importante es que estaba completamente comprometida con Dios y su servicio. 

Eruditos bíblicos e historiadores la conocen como Débora, jueza de Israel que lideró al ejército israelita hacia la victoria contra los cananeos. Algunos especulan que le pusieron Débora por otra Débora, que era la ama de Rebeca, que a esa altura había muerto, pero que todavía era muy admirada por su lealtad y su don de cuidar a otros. “Su vida es una ilustración maravillosa del poder que las mujeres tienen para influenciar a la sociedad para bien”. 

Ella era una mujer rara en su época y en la nuestra también. Tal vez esa sea una de las razones por las que la Biblia contiene dos relatos de su historia. Primero, el capítulo 4 del libro de Jueces, que cuenta su historia de forma narrativa, y el capítulo 5 provee una versión poética en la letra de una canción. Veamos su historia, por lo menos en parte. 

HISTORIA EN LA BIBLIA: JUECES 4:4-8 
Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio. Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos? Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. 

DÉBORA, JUEZA DE ISRAEL 
Débora fue la cuarta persona en ocupar el cargo de juez antes de elegir a un rey. Ella fue nombrada jueza durante una época en que Israel había sido oprimido, incluso esclavizado, por el rey Jabín de Canaán durante 20 años (Jueces 4:2-3). Ella es la única jueza en este libro que es descrita como realmente decidiendo procesos judiciales. 
Sin embargo, el término “juez” significa más que una función judicial; significa “jefe”. Su posición era equivalente a una combinación entre profeta, primer ministro o presidente, y jueza de la Corte Suprema; todo eso en una mujer. Ciertamente Débora era una mujer fuerte y su fuerza provenía de su sabiduría y gracia, y del temor a Dios. 
El lenguaje que describe su fuerza es el mismo usado en Éxodo 18:21 describiendo el carácter de los buenos jueces: capaces, calificados, veraces, y temerosos de Dios. Ella era una mujer de espíritu que controlaba su propio espíritu y sabía cómo influenciar a otros. 

El Comentario Bíblico Adventista indica que juzgaba como profeta, corrigiendo abusos y remediando males en Israel.
Las responsabilidades eran terriblemente desafiantes en una época muy difícil para Israel, pero, por medio de la dependencia de Dios y por su gracia, ella asumió la responsabilidad. Una fuente dice: Las personas estaban abatidas y con miedo, pues su espíritu estaba quebrantado y toda su esperanza de liberación había desaparecido. Pero Débora hizo más que profetizar. Ella despertó a la nación de su letargo y desesperación. La suya era una devoción intrépida y no solicitada a la emancipación del pueblo de Dios; y ella despertó en ellos una determinación para libertarse de su cautiverio y degradación miserable. Salió su llamada y desafío para la ayuda del Señor contra sus enemigos. 

Día tras día, ella animaba a aquellos que se reunían para escuchar sus palabras de sabiduría divina con la certeza de la liberación del enemigo pagano si solo ellos dejaban su insesatez y miedo y salían a luchar. 

¿Puedes imaginar esta escena? 
Mira quién era ella y como lideraba. Se sentaba a la sombra de la Palmera de Débora (llamada “árbol de luto”, bajo la cual la ama de Rebeca, Débora, había sido enterrada [Génesis 35:8]).

Su tribunal se encontraba en los calientes y áridos montes dorados de Efraín, entre Ramá y Bet-El. Soplan vientos calientes; tanto los estacionales como los vientos de conflicto. Ella era paciente y sabia, saludando a cada uno con una sonrisa maternal, aunque su corazón estuviera lleno de preocupación. 
Muchos creen que Débora nunca dio a luz, pero fue la madre de todo Israel, una madre espiritual. Ambos la calificaban para la designación de madre. Su pueblo iba a ella tanto como a una madre amorosa como a una jueza firme para aconsejarlos, para resolver sus problemas o para ser juzgados por sus errores. Sabían que ella era justa y precisa en sus juicios, pues su sabiduría venía del Señor, y ellos se sometían a su gobierno. Desde su punto ventajoso, tanto físico como profético, discierne los problemas en Israel. Estos son mayores que pequeñas disputas diarias sobre las divisiones de terrenos, el costo del grano, o dinero adeudado. 
Ella veía por medio de los ojos físicos y espirituales que las condiciones políticas estaban empeorando. Su nación, su pueblo, está en problemas. Habían perdido su camino espiritual y, como resultado, cayeron en las garras de los enemigos de su nación. En el valle de abajo, grupos armados de cananeos perseguían a los campesinos israelitas. Las caravanas de viajeros ahora estaban evitando esa región. Tenían mucho miedo de usar las rutas principales de esa región. Eso es trágico, porque el comercio con los viajeros era la fuerza vital del pueblo de Débora. Aún peor, era una época de caos, un momento que requería un fuerte liderazgo. 

Al responder al llamado de Dios al liderazgo para resistir y eliminar esas amenazas devastadoras, Débora ascendió a un lugar extraordinario en la historia de la Biblia. Ella se convirtió en una líder militar femenina. 
Algunos dicen que, para una mujer, la vida es una elección entre familia y ministerio o servicio público, y que el liderazgo es solo para los hombres. Todas las que trabajan para Dios deben tener los atributos de Marta y María combinados. 

La Biblia es clara sobre que la vida puede ser todo eso si ese es el llamado de Dios a la mujer. 
“Dios puede hacer lo que quiera, y si él quiere trabajar por medio de los no soldados, esto es, mujeres, él puede.”

DÉBORA, GUERRERA EN ISRAEL 
Ese era el momento de oscuridad espiritual y caos después de la muerte de Josué, cuando Israel sufrió bajo el dominio hostil y opresivo de los cananeos y el colapso nacional. Finalmente, bajo el liderazgo de Débora, se arrepintieron y clamaron al Señor por liberación. 
Ahora estaban listos para resistir, y la guerra alcanzaría su cima en una batalla final. Toda la historia es descrita con vívidos detalles en Jueces 5, que retrata el desorden y la derrota que existía hasta que Débora se levantó como “una madre en Israel” (5:7).

Entre la identificación de Débora en Jueces 4:4 como “profetisa” y “mujer”, otro identificador, normalmente traducido como “mujer de Lapidot”, indica que Débora estaba casada con Lapidot. Algunas traducciones, sin embargo, tienen la frase ”mujer de espíritu o fogosa” o literalmente, “mujer de antorchas”.

Eso sugiere que Débora era una líder carismática; no una “versión domesticada de la mujer guerrera”.
Vemos a esa mujer de antorchas, esa mujer de fuego, en sus interacciones con Barac, un general militar de Neftalí. 
Primero, bajo la dirección del Espíritu Santo, Débora llamó a Barac para reunir y equipar un ejército para salir a la guerra. La respuesta de Barac es reveladora (Jueces 4:6, 14) en la medida en que él no dudó en responder a su llamado. 
Él confiaba y respetaba a Débora. Sin embargo, otros factores probaban su fe. Barac era un líder militar experimentado, valiente e inteligente, pero, obviamente, él entendió las condiciones de su pueblo, y eso desbarató su confianza. Ellos no estaban organizados o armados como una unidad militar. No demostraban tener las habilidades, valentía y esperanzas necesarias para enfrentar a un enemigo fuerte y bien preparado como los cananeos. 

A decir verdad, ellos estaban desanimados, tal vez hasta deprimidos como para reunirse para luchar; y Débora había dicho que ellos tenían que luchar para la liberación de Dios. 
Ciertamente, Barac creía que Dios lo había elegido para liderar la liberación de Israel. Eso no fue ninguna sorpresa para él. Tenía seguridad que Dios iría con él a la batalla. Además de eso, se le aseguró que Dios conquistaría al enemigo. 
Sin embargo, Barac, un guerrero feroz, de pronto se encontró a sí mismo escéptico y con miedo. Él aceptó el mensaje de Débora como la Palabra de Dios. No había necesidad de preocuparse o dudar. Sin embargo, simplemente no confiaba en sus compatriotas. No tenía confianza en la habilidad de Israel para unirse, y mucho menos en su capacidad para vencer al fuerte ejército cananeo. Como si eso no fuese suficiente, él temía que, aunque se pudieran superar esos problemas, el ejército no obedecería sus órdenes. Pero sabía que ellos obedecerían a Débora y a su profecía de victoria. Entonces, Barac se apoyó en Débora para fortaleza, esperanza y determinación. Él fue firme al declarar que si ella iba con él a la batalla, él iría, de lo contrario, él no iría. Fielmente, reunió a un ejército de diez mil hombres y marchó con ellos al monte Tabor, como el Señor había ordenado. Sus tropas estaban aterrorizadas al ver a los cananeos equipados con las últimas máquinas de guerras esparcidos por todo el valle. 
Los israelitas se posicionaron en las montañas, esperando la oportunidad para el ataque. Alentado por la seguridad que le dio Débora, Barac condujo a su ejército hacia la abierta planicie y atacó audazmente al enemigo. El Dios de los ejércitos luchó a favor de Israel y venció al enemigo superior en aquel día (ver The Signs of the Times, 16 de junio de 1881).

Barac necesitaba de la dirección profética de Débora y necesitaba la garantía de su fuerza y convicción. Incluso necesitaba que ella le dijera cuándo comenzar la batalla (Jue. 5:14). Ella le dio todo y aseguró la victoria. Pero todo eso no era suficiente para Barac. Él no se arriesgaría. Necesitaba de la presencia real de Débora en medio de la batalla. La expresión “subir” (también usada en Jueces 6:3; 15:10; 18:9) indica que Débora físicamente participó en la batalla junto a Barac. No le falló. La valentía de Débora posibilitó que Barac derrotara al enemigo. 

“Si ella se hubiese negado a seguir la voluntad de Dios, la nacion habría permanecido oprimida. Si ella no hubiese sido el ejemplo de confianza y total obediencia, entonces Israel no habría recibido bendiciones.” 

Ellos formaron un gran equipo en la batalla. “Barac, cuyo nombre significa ‘relámpago’, y Débora, cuyo nombre significa ‘abeja’, trabajaron juntos como un equipo. Sus tropas debían atacar como un relámpago y herir como abejas”. Ellos fueron victoriosos. 

RESUMEN 
Débora aceptó y fue fiel a su llamado como madre, profetisa, jueza y guerrera. Ella era respetada por ser sabia, decisiva, valiente, inspiradora y audaz. Su confianza estaba en la Palabra y en la promesa de Dios. Ciertamente era la persona de Dios para esa hora. Ella había venido al reino para un momento como aquel en israel. 

Hoy, la iglesia y la sociedad necesitan de mujeres como Débora, que respondan al llamado de Dios. Su vida es una ilustración maravillosa del poder que las mujeres tienen para influenciar a la sociedad para el bien. 

Débora era un verdadero ejemplo de la mujer virtuosa. La “mujer virtuosa” es literalmente “una mujer de poder”. Ella es fuerte, vigorosa y posee excelentes cualidades. Las palabras hebreas pueden ser interpretadas con el significado de “una mujer de caracter firme”. 
La mujer ideal de Proverbios 31 es el modelo para la mujer consagrada y Débora encaja en ese modelo. Las lecciones de vida de Débora confirman el papel fundamental de las mujeres en la iglesia y en el mundo. 
Las mujeres son vitales para el éxito de la iglesia y de las sociedades productivas. Dios llama mujeres para la comisión evangélica en general y a algunas específicamente para el liderazgo. 

La causa de Dios necesita que las mujeres superen las crisis de hoy (Jueces 4:14b). Cualquier persona que recibe las bendiciones de Dios debe responder involucrándose en el servicio. Todos deben usar los dones para el avance del reino de Dios y la gloria de su nombre. 

LLAMADO AL SERVICIO 
Débora, la abeja, buscaba la belleza y se esforzaba para traer dulzura a su mundo, en relaciones internacionales, cuestiones cívicas, dinámicas famililares y circunstancias de la vida individual. Pero ella podía picar cuando era necesario. “La ciencia confirma la creencia antigua de que, de todo el reino animal, la abeja se clasifica entre las más inteligentes”. 

Elena de White dice: “Nuestras hermanas se han excusado con facilidad de llevar responsabilidades que requieren esfuerzo mental; y sin embargo esta es la disciplina que necesitan para perfeccionar su experiencia cristiana”. HD, 90.

Muchas veces, las circunstancias de la vida disuaden a las mujeres de responder al llamado de Dios al servicio, especialmente al ministerio y al liderazgo. Se sienten sobrecargadas por las responsabilidades típicas de la vida o son desanimadas por la desvalorización de las mujeres en la sociedad e incluso hasta en la iglesia por la tradición. 

La señora White incentiva: “Hermanas, no os canséis de la obra misionera vigilante. Este es un trabajo en el cual todas podéis ocuparos con éxito, si solamente os relacionáis con Dios." SC, 20. 

"Si las compenetra el sentimiento de su deber y si trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán el dominio propio que este tiempo demanda. El Señor hará brillar la luz de su rostro sobre esas mujeres animadas por el espíritu de sacrificio, y les dará un poder superior al de los hombres”. SC, 20

“Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, […]” SC, 20

"Desempeñad fielmente vuestra parte en el puesto del deber que se os ha asignado. Trabajad fervorosamente recordando que Cristo está a vuestro lado planeando, proyectando y construyendo para vosotros."

“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. 2 Corintios 9:8. […] 

Si estáis en estrecha relación con Dios estaréis dispuestos a realizar cualquier sacrificio con tal de colocar la vida eterna al alcance de los que perecen”.
Lucas nos recuerda en Hechos 2:17-18 (DHH): “Sucederá que en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad; los hijos e hijas de ustedes comunicarán mensajes proféticos, los jóvenes tendrán visiones, y los viejos tendrán sueños. También sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días, y comunicarán mensajes proféticos”. 

Eso te incluye. 
La promesa es para que todos reciban el Espíritu de Dios ¡y que todos los jóvenes, hombres y mujeres profetizarán! No hay nada más emocionante. Sin distinción de género, edad o estatus social, Dios derramará su Espíritu en estos últimos días. La pregunta es: 
¿Recibirás el Espíritu de Dios? 
¿Aceptarás el llamado de Dios para el ministerio y el servicio? 
Él tiene un trabajo especial solo para ti. Él te concedió dones para que puedas realizar su trabajo. 
¿Aceptarás su llamado hoy?

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