Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Cristo es nuestra paz, que de los dos pueblos hizo uno y derribó el muro divisorio” (Efesios 2:13, 14).
Tú eres un gentil, un griego, que ha aprendido a estimar al Dios de los judíos. De hecho, has dejado tu adoración a muchos dioses y has abrazado al único Dios verdadero. Mientras recorres los hermosos atrios y las columnas estriadas del Templo de Jerusalén, los sonidos de la adoración invocan tu alabanza. No obstante, en ese momento te encuentras frente a una barricada de piedra de 120 centímetros de altura. Grabado cada pocos metros en latín y en griego está este mensaje: “Ningún extranjero puede entrar dentro de la barrera que cerca el Templo. Todo el que sea sorprendido será culpable de muerte”. En ese momento te sientes excluido, alienado y separado.
En Efesios 2:11 al 22, Pablo ve que la Cruz de Cristo marca una diferencia dramática, ya que destruye esas barreras y muros.
Verticalmente, la Cruz disuelve la alienación, al reconciliar al hombre con Dios.
Horizontalmente, reconcilia a la gente entre sí.
La Cruz quita la enemistad y trae la paz entre judíos y gentiles, haciéndolos “una nueva humanidad” (Efesios 2:15, NVI).
Juntos, se convierten en un nuevo templo, “morada de Dios mediante el Espíritu” (Efesios 2:22, NVI).
¿Qué significa esta verdad para nosotros hoy?
I. ACERCADOS EN CRISTO
Compara
"Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás" Efesios 2:1-3 (la primera descripción de Pablo del pasado gentil de los destinatarios)
"Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo". Efesios 2:11 y 12.
¿Qué enfatiza en su nueva descripción del pasado?
Los gentiles que ahora eran creyentes en Cristo y miembros de su “cuerpo”, la iglesia, en otro tiempo estuvieron totalmente separados de Israel y de la salvación que Dios les ofrecía. Pablo considera que para ellos es importante recordar este pasado (Efesios 2:11). Estaban entonces “sin Cristo”, el Ungido, el Mesías de Israel. Estaban “excluidos de la ciudadanía de Israel [el Estado o pueblo]”. Y eran “ajenos a los pactos de la promesa”, inconscientes de las promesas de salvación que Dios había ofrecido a lo largo de la historia de la salvación. La alienación de Israel y de la salvación ofrecida a través de este pueblo implicaban que en un tiempo estaban “sin esperanza” y “sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12).
Además, en su existencia pasada, los gentiles se vieron envueltos en una gran disputa entre ellos y los judíos. Pablo da una idea de este odio arraigado al referirse a uno de sus síntomas: los insultos. Los judíos ridiculizaban a los gentiles refiriéndose a ellos como “la incircuncisión”, y los gentiles hacían referencia a los judíos con igual desdén como “la circuncisión” (Efesios 2:11).
No obstante, Efesios 2:13 apunta a algo radicalmente diferente ahora. Pablo escribió: “Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo”.
Cuando Pablo describe a los creyentes gentiles como “ustedes que antes estaban lejos” (NVI), toma prestado de Isaías 57:19: “ ‘Paz, paz al lejano, y paz al cercano’ –dice el Señor–, ‘y lo sanaré’ ” (comparar con Efesios 2:17, 18). En Cristo y mediante su Cruz, los creyentes gentiles se habían acercado a todo aquello de lo que estaban separados: Dios, la esperanza y sus hermanos judíos. Esta es la poderosa buena nueva implícita en la descripción de Pablo: el hecho de que la Cruz de Cristo pueda sanar el gran distanciamiento entre judíos y gentiles significa que todas nuestras disputas y divisiones pueden resolverse allí. Esta buena noticia nos invita a considerar las divisiones que existen en nuestra vida y en la iglesia, y a reflexionar sobre el poder de la Cruz para superarlas.
¿De dónde te ha sacado Jesús? ¿De qué condición te ha redimido Jesús?
¿Por qué sería importante que recordaras, con cierta asiduidad, dónde estabas cuando él te encontró y dónde podrías estar ahora si él no te hubiera encontrado?
II. RECONCILIACIÓN: EL REGALO DESDE LA CRUZ
“Cristo es nuestra paz, que de los dos pueblos hizo uno y derribó el muro divisorio [...] para [...] reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la Cruz, matando en ella la enemistad” (Efesios 2:14-16).
¿Cómo describe Pablo la Cruz y el impacto de la obra de Cristo allí en cada uno de estos pasajes de Efesios? ¿Cómo resumirías lo que dice Pablo sobre la Cruz y cómo esta transforma nuestras relaciones?
"En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia". Efesios 1:7, 8
Efesios 4:32;
"Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación" Efesios 2:13, 14.
"Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades." Efesios 2:16.
Efesios 5:2, 25).
En el contexto del pasaje de esta semana, Efesios 2:11 al 22, la Cruz produce tres grandes ventajas para los creyentes:
(1) los gentiles, que estaban “lejos” de Dios y de su pueblo, son “acercados” a ambos (Efesios 2:13), siendo ahora hijos e hijas de Dios y hermanos y hermanas de los creyentes judíos (Efesios 2:19);
(2) la “enemistad” (griego, echthran, relacionado con echthros, “enemigo”) entre los creyentes judíos y gentiles “quedó destruida” (Efesios 2:16, NTV). La Cruz de Cristo elimina lo que parecía ser el estado permanente de hostilidad y guerra en el que judíos y gentiles eran enemigos jurados (Efesios 2:17);
(3) en lugar de hostilidad, llega la reconciliación. El propósito de Cristo era “reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la Cruz” (Efesios 2:16; comparar con Colosenses 1:19–22).
¿Cómo es la reconciliación? ¿Qué se siente al reconciliarse?
Imagina un distanciamiento grave entre una madre y una hija que se ha acentuado por años. Imagina que este rencor se disuelve en un gesto de gracia y perdón, y la consiguiente reunión entre ambas. Eso es reconciliación. La reconciliación se experimenta en el momento en que un miembro de la iglesia deja de lado cualquier problema que lo divida y reconoce al otro miembro de la iglesia como un hermano o hermana amado, que acepta lo que se le ha ofrecido. La reconciliación no es un término mecánico o legal sino interpersonal, que celebra la reparación de las relaciones rotas. Pablo se atreve a imaginar que la poderosa obra de Cristo en la Cruz impactará sobre las relaciones no solo entre personas, sino también entre grupos de personas. Él se la imagina inundando nuestra vida y destruyendo nuestras divisiones, disolviendo nuestras disputas, y renovando nuestra comunión y comprensión mutuas.
¿En qué medida podrías necesitar aplicar estos principios para reconciliarte con otra persona?
¿Cómo ponerlos en práctica?
III. DERRIBAR EL MURO DIVISORIO
Según Pablo, ¿qué hizo Cristo con “la ley de los mandatos y ordenanzas”? ¿Por qué lo hizo? (Ver Efesios 2:14, 15).
Probablemente aquí Pablo esté aludiendo a la barandilla o cerca que rodeaba el atrio israelita en el Templo de Herodes, con su amenaza de muerte. Pablo imagina que este muro se derrumba y que a los gentiles se les otorga pleno acceso para adorar a Dios (Efesios 2:18). La Cruz remueve cualquier muro como este, dice Pablo, porque allí aprendemos que estos dos pueblos, judíos y gentiles, son realmente uno.
Algunos creen que Efesios 2:14 y 15 enseña que la Cruz “abolió” o “anuló” los Diez Mandamientos, incluyendo el mandamiento del sábado. Sin embargo, en Efesios, Pablo demuestra un profundo respeto por los Diez Mandamientos como un recurso para desarrollar el discipulado cristiano. Cita el quinto Mandamiento (Efesios 6:2, 3) y alude a otros (p. ej., el séptimo, Efesios 5:3–14, 21–33; el octavo, Efesios 4:28; el noveno, Efe. 4:25; y el décimo, Efe. 5:5). Esto concuerda con las afirmaciones anteriores de Pablo acerca de la Ley (Romanos 3:31; 7:12). Aborda el mal uso de la Ley, pero honra la Ley misma y asume su continuidad. Por lo tanto, utilizar estos versículos para abolir los Diez Mandamientos, especialmente a la luz de todos los demás versículos de la Biblia acerca de la perpetuidad de la Ley, evidentemente es una mala interpretación de la intención de Pablo aquí.
Al contario, cualquier uso de la Ley para crear divisiones entre judíos y gentiles, y especialmente para excluir a los gentiles de la plena confraternidad entre el pueblo de Dios y el acceso a la adoración, sería anatema para Pablo y un uso inapropiado del propósito divino para la Ley. La “ley” en Efesios 2:14 y 15 son los aspectos ceremoniales de la Ley que dividían a los judíos de los gentiles, representados en la compleja frase de Pablo “la ley de los mandatos y ordenanzas”, o es todo el sistema veterotestamentario de la Ley como se lo había llegado a interpretar, acrecentar y utilizar indebidamente como una cuña para distanciar a los judíos de los gentiles.
¿Qué tensiones entre los adventistas del séptimo día o entre los miembros de la comunidad cristiana en general debemos abordar y superar? ¿Por qué el amor que compartimos por Cristo debería ser suficiente para superar estas tensiones?
IV. JESÚS, PREDICADOR DE LA PAZ
¿Cómo resume Pablo el ministerio de Cristo en Efesios 2:17 y 18?
El concepto de paz es importante en Efesios, ya que la carta comienza y termina con bendiciones de paz “de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” (Efesios 1:2; comparar con Efesios 6:23). Anteriormente, en Efesios 2:11 al 22, Pablo argumentó que Cristo personifica la paz, “porque él mismo es nuestra paz” (NBLA), y que la Cruz crea esa paz (Efesios 2:14-16). Cristo no solo destruye algo (la hostilidad entre judíos y gentiles; Efesios 2:14, 15), sino también crea una nueva humanidad, marcada por relaciones de reconciliación y de paz (Efesios 2:15-17). Esa paz no es solo la ausencia de conflicto, sino además resuena con el concepto hebreo de shalom, la experiencia de plenitud y bienestar, tanto en nuestra relación con Dios (Romanos 5:1) como con los demás.
¿Cómo se imagina Pablo a los creyentes compartiendo el mensaje de paz de Jesús? Efesios 4:3; 6:14, 15. Compara Romanos 10:14 y 15 con Efesios 2:17 al 19 e Isaías 52:7 y 57:19.
Los evangelios contienen ejemplos de Jesús como predicador de la paz. En sus mensajes de despedida a los discípulos, promete a ellos y a nosotros: “ ‘La paz les dejo. Mi paz les doy’ ” (Juan 14:27). Y concluye: “ ‘Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción. Pero tengan buen ánimo, yo he vencido al mundo’ ” (Juan 16:33). Después de la resurrección, cuando se les aparece a los discípulos, les dice repetidas veces: “ ‘¡Paz a ustedes!’ ” (Juan 20:19, 21, 26).
En Efesios 2:17 y 18, Pablo muestra mucho interés en señalar que la predicación de paz por parte de Cristo se extendió más allá del tiempo de su ministerio terrenal. “Anunció la paz” en el presente a los “que estaban lejos” (creyentes gentiles antes de su conversión), y “a los que estaban cerca” (creyentes judíos; comparar con Efesios 2:11-13). Después de aceptar esta proclamación, todos los creyentes experimentan una profunda bendición.
¿Cómo podemos aprender a ser predicadores de la paz en vez de canales de conflicto? ¿Qué situaciones actuales puedes ayudar a sanar?
V. LA IGLESIA:UN TEMPLO SANTO
¿Qué conjunto de imágenes destacadas utiliza Pablo en Efesios 2:11 al 22 para señalar la unidad entre judíos y gentiles en la iglesia?
Al repasar Efesios 2, recordamos que los versículos 1 al 10 enseñan que vivimos en solidaridad con Jesús, mientras los versículos 11 al 22 enseñan que vivimos en solidaridad con los demás como parte de su iglesia. La muerte de Jesús tiene beneficios verticales al restablecer nuestra relación con Dios (Efesios 2:1–10); y horizontales, al cimentar nuestras relaciones con los demás (Efesios 2:11–22). Mediante la Cruz, Jesús derriba todo lo que divide a los creyentes gentiles de los judíos, incluyendo el mal uso de la Ley para profundizar el abismo (Efesios 2:11–18). Jesús también construye algo: un asombroso templo nuevo compuesto por creyentes. Los gentiles, en otro tiempo excluidos del culto en los lugares santos del Templo, ahora se unen a los creyentes judíos para llegar a ser un nuevo templo. Todos nos convertimos en parte de la iglesia de Dios, “un templo santo en el Señor” (Efesios 2:19–22), y tenemos el privilegio de vivir en solidaridad con Jesús y con nuestros hermanos y hermanas en Cristo.
El uso que hace Pablo de la metáfora de la iglesia como templo en Efesios 2:19 al 22 ¿cómo se compara con los usos en los siguientes pasajes? 1 Corintios 3:9–17; 2 Corintios 6:14–7:1; 1 Pedro 2:4–8.
Pablo emplea la metáfora de la iglesia como templo como imagen que corona la inclusión plena de los gentiles en la iglesia. Si bien antes tenían prohibido adorar en el “Atrio de Israel” en el Templo, ahora no solo tienen acceso (Efesios 2:18), sino además ellos mismos se convierten en materiales de construcción para un nuevo templo, diseñado para “la morada de Dios mediante el Espíritu” (Efesios 2:22).
Los autores del Nuevo Testamento emplean la metáfora del templo para visualizar la santidad de la iglesia, el rol de Dios en la fundación y el crecimiento de la iglesia y la solidaridad de los creyentes dentro de la iglesia. La metáfora se utiliza junto con el lenguaje biológico (ver Efesios 2:21, donde el templo “va creciendo”), y el proceso de construcción a menudo se acentúa (ver Efesios 2:22: “Ustedes también son edificados juntos”). En lugar de una imagen estática, la iglesia puede reconocer su identidad como “el templo del Dios viviente” (2 Corintios 6:16).
CONCLUSIÓN
Estudia detenidamente el siguiente preámbulo a las preguntas de debate que se enumeran a continuación:
¿Cuál es el contexto específico en el que Pablo escribe Efesios 2:11 al 22 cuando describe los efectos arrolladores de la Cruz en las relaciones humanas? Se refiere a las relaciones entre los creyentes judíos y los gentiles, que juntos son miembros de la iglesia. Expresa una preocupación obvia de que entiendan y vivan su condición compartida y reconciliada como miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19). Sin embargo, en el contexto general de la carta, Pablo demuestra un propósito amplio y de largo alcance. Su tema es el gran plan final de Dios para unir todas las cosas en Cristo (Efesios 1:9, 10), y su alcance incluye “toda la familia de los cielos y la tierra” (Efesios 3:15).
Es importante señalar que la unidad de los miembros dentro de la iglesia (el tema específico que Pablo aborda en Efesios 2:11-22) en sí misma tiene un propósito más amplio, que Pablo revela en Efesios 3:10: “Para que la multiforme sabiduría de Dios [al crear la iglesia con judíos y gentiles] sea ahora notificada por medio de la iglesia a los principados y potestades de los cielos”. Al materializar la unidad que Cristo obtuvo en la Cruz, los creyentes deben manifestar que el plan último de Dios para unir todas las cosas en Cristo está en marcha. Al reconciliar sus relaciones, resaltan el plan de Dios para un Universo unificado en Cristo. Por lo tanto, es apropiado buscar en Efesios 2:11 al 22, en el contexto general de Efesios, los principios bíblicos relacionados con un tema trascendental en la actualidad: las relaciones entre grupos de personas o razas.
Preguntas para dialogar:
1. ¿Qué principios bíblicos sobre las relaciones étnicas se ofrecen en Efesios 2:11 al 22? ¿En qué sentido el pasaje ofrece un enfoque distintivo y cristocéntrico sobre la temática de cómo deben relacionarse los miembros de un grupo étnico con los miembros de otro grupo?
2. Dado el plan de Dios para el futuro de la humanidad (Efesios 1:9, 10; 2:11-22), ¿cuán importante es para la iglesia ocuparse de sus propios problemas internos y de sus conflictos interraciales?
3. ¿Qué problemas latentes entre los grupos étnicos, que con demasiada frecuencia quizá se oculten y se ignoren, existen en tu comunidad? ¿Cómo podría tu iglesia desempeñar un papel positivo en la ejecución de la obra unificadora que Cristo ya ha realizado en la Cruz? ¿Cómo podrías tú participar en esa obra?
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