“Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos’ ” (Lucas 11:1).
La creencia de que únicamente la oración espontánea es real (no la oración de memoria) parece prevalecer entre algunos cristianos. Sin embargo, los discípulos de Jesús se sintieron inmensamente recompensados cuando le pidieron que les enseñara a orar. Dios colocó un devocionario, Salmos, en el corazón de la Biblia, no solamente para mostrarnos cómo oraba el pueblo de Dios en la antigüedad, sino también para enseñarnos cómo podemos orar hoy.
Desde la antigüedad, Salmos ha dado forma a las oraciones del pueblo de Dios, incluyendo las de Jesús (1 Crónicas 16:7, 9; Nehemías 12:8; Mateo 27:46; Efesios 5:19). Esta semana, analizaremos el papel que desempeñaron los salmos para ayudar al pueblo de Dios a transitar su vida de peregrinaje y a crecer en su relación con Dios. Debemos recordar que los salmos son oraciones y, como tales, tienen un valor incalculable, no solo por su información teológica, sino también por el modo en que pueden enriquecer y transformar nuestras oraciones individuales y colectivas.
Orar los salmos ha ayudado a muchos creyentes a establecer y afianzar una vida de oración habitual y satisfactoria.
Esta semana, seguiremos examinando Salmos, especialmente en el contexto de las ocasiones en que las cosas no nos van muy bien.
I. FOMENTAR EL USO DE LOS SALMOS EN LA ORACIÓN
Lee Salmo 105:5, Colosenses 3:16 y Santiago 5:13. ¿Cuál es el lugar de los salmos en la experiencia de adoración del creyente?
Una manera sencilla de introducir los salmos en la vida diaria es dedicar un tiempo cada día a la lectura de un salmo, comenzando por Salmo 1, y siguiendo el orden dado en el salterio. Otra manera es leer los salmos que corresponden a la situación actual, sea cual fuere: hay salmos de lamentación, salmos de lamento comunitario, salmos de acción de gracias, himnos, salmos penitenciales, salmos sapienciales (que buscan la sabiduría y la guía de Dios), salmos históricos, salmos que contienen enojo y furia, y salmos de peregrinación. Durante este trimestre, nos ocuparemos de muchos de ellos y estudiaremos estos salmos en el contexto en el que aparecen.
¿Cómo debemos leer los salmos?
En primer lugar, leemos el salmo haciendo una sencilla reflexión, y luego oramos. Meditar en el salmo implica reflexionar sobre sus diversos aspectos: el modo en que el salmista se dirige a Dios y los motivos de la oración. Piensa en cuánto se asemeja tu situación a la experiencia del salmista y cómo podría ayudarte el salmo a articular tu experiencia. Te sorprenderá la frecuencia con la que te sentirás identificado con lo que lees.
Si algo en el salmo te desafía, reflexiona; por ejemplo, si el salmo corrige tus falsas esperanzas actuales con respecto a algo a lo que te enfrentas. Contempla el mensaje del salmo a la luz de la persona de Cristo y su obra salvífica, y de la esperanza a largo plazo que la obra de Cristo nos ofrece. Como sabemos, o deberíamos saber, siempre ayuda mirar todo lo que hay en la Biblia bajo la perspectiva de Cristo y de la Cruz.
Además, detecta nuevos motivos de oración que te ofrece el salmo, y piensa en su importancia para ti, para tu iglesia y para el mundo. Pide a Dios que ponga su Palabra en tu corazón y en tu mente. Si el salmo corresponde a la situación de alguien que conoces, intercede en oración por esa persona. La cuestión es que los salmos abarcan muchos aspectos de la vida, y podemos enriquecernos al leer y asimilar en nuestro corazón lo que nos dicen.
¿Qué significa “La palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes” (Colosenses 3:16)? ¿Por qué la lectura de la Biblia es el primer paso para que Cristo habite en abundancia, y el más crucial?
II. CONFIANZA EN TIEMPOS DIFÍCILES
Todos los cristianos entienden de momentos de desesperación y sufrimiento, y los han vivido; momentos en los que se han preguntado qué hace el Señor, o por qué el Señor permite que les sucedan estas cosas. Los mismos salmistas pasaron por experiencias parecidas. Y, por inspiración divina, registraron lo que les había acontecido.
Lee Salmo 44. ¿Qué nos dice y por qué es relevante para los creyentes de todas las épocas?
A menudo, solo elegimos salmos para los cultos de adoración en las iglesias que reflejen ciertos estados de ánimo ideales. Esta restricción puede ser una señal de nuestra incapacidad o recelo para enfrentarnos a las oscuras realidades de la vida. Aunque a veces sintamos que Dios nos trata injustamente cuando el sufrimiento nos golpea, no nos parece apropiado expresar nuestros pensamientos en el culto público o incluso en la oración privada.
Esta reticencia puede hacernos perder el sentido de la adoración. El hecho de no expresar honesta y abiertamente nuestros sentimientos y opiniones ante Dios, en la oración, a menudo nos deja esclavizados a nuestras propias emociones. Esto también nos impide sentir seguridad y confianza al acercarnos a Dios. Orar los salmos nos da la seguridad de que, cuando oramos y adoramos, no se espera que censuremos o neguemos nuestra experiencia.
Salmo 44, por ejemplo, puede ayudar a los fieles a articular libre y adecuadamente su experiencia de sufrimiento inocente. Orar los salmos ayuda a la gente a experimentar la libertad de expresión en la oración. Los salmos nos dan palabras que no encontramos ni nos atrevemos a pronunciar. “Nuestro corazón no se ha vuelto atrás, ni se apartaron nuestros pasos de tu camino. Pero tú nos quebrantaste, nos diste por presa a los chacales, nos cubriste con densa sombra” (Salmos 44:18, 19).
Sin embargo, fíjate en la manera en que comienza Salmo 44. El escritor habla de cómo, en el pasado, Dios había hecho grandes cosas por su pueblo. De ahí que el autor exprese su confianza en Dios y no “en mi arco” (Salmos 44:6).
A pesar de ello, el pueblo de Dios sigue sufriendo. La lista de ayes y lamentos es larga y dolorosa. No obstante, incluso en medio de todo esto, el salmista clama a Dios para que los libre: “Redímenos a causa de tu constante amor” (Salmos 44:26). Es decir, incluso en medio de los problemas, conoce la realidad de Dios y su amor.
Recordar tiempos pasados en los que la presencia de Dios se sentía muy real ¿cómo puede ayudarte la Biblia a afrontar los momentos en los que los problemas te hacen pensar que Dios está lejos?
III. UN SALMO DE DESESPERACIÓN
Orar los salmos no solo permite que los fieles articulen sus oraciones libremente. Los salmos supervisan su experiencia según las normas de Dios, y la hacen llevadera al introducir la esperanza y la seguridad de la presencia de Dios.
Lee Salmo 22. ¿Qué podemos aprender de este salmo con respecto a la confianza en Dios en medio de un gran sufrimiento?
Las palabras de lamentación de Salmo 22:1 pueden ayudar a los que sufren a expresar su dolor y su sensación de soledad: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás lejos de mi salvación y de mi clamor?”
Estas palabras, por supuesto, se han hecho famosas entre los cristianos porque fueron las mismas que pronunció Jesús mientras estaba en la cruz, lo que nos muestra la importancia que tuvo Salmos en la experiencia de Cristo (ver Mateo 27:46).
Con todo, incluso en medio del sufrimiento y las pruebas, también se expresan estas palabras: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la congregación te alabaré” (Salmos 22:22).
En otras palabras, aunque estos sentimientos exactos no coincidan con el dilema actual del autor, el salmista sigue expresando su fe en Dios y declarando que, sin importar lo que pase, seguirá alabando a Dios.
En resumen, al darnos palabras para orar, Salmos nos enseña a mirar más allá de nuestra situación actual y, por fe, a ver el momento en que nuestra vida será restaurada por la gracia de Dios.
De este modo, la oración de los salmos lleva a los fieles a nuevos horizontes espirituales. Los salmos permiten que los fieles expresen sus sentimientos y concepciones, pero no los deja donde están en ese momento. Los adoradores son guiados a dejar en manos de Dios sus cargas de dolor, decepción, ira, y a confiar en él, sean cuales fueren sus circunstancias.
El cambio del lamento a la alabanza que se observa en muchos salmos sugiere la transformación espiritual que experimentan los creyentes cuando reciben la gracia y el consuelo divinos en la oración.
¿Cómo podemos aprender a ver más allá de nuestras pruebas inmediatas y, así, confiar en la bondad de Dios, sea cual fuere la situación que enfrentemos ahora?
IV. DE LA DESESPERACIÓN A LA ESPERANZA
Probablemente todos nos hemos enfrentado a momentos en los que la presencia de Dios parecía estar muy lejos de nosotros. ¿Quién no ha pensado alguna vez: ¿Cómo ha podido suceder esto?
Los salmistas, seres humanos como el resto de nosotros, seguramente se han enfrentado a cosas similares. Aunque, sí, a veces nuestros pecados nos traen pruebas, otras veces nos parecen sumamente injustas, y nos sentimos como si no mereciéramos lo que ahora se nos presenta. De nuevo, ¿quién no ha pasado por eso?
Lee Salmo 13. ¿Qué dos estados de ánimo principales puedes distinguir en este salmo? ¿Qué decisión crees que provocó el cambio radical en la perspectiva general del salmista?
“¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Salmos 13:1). Una vez más, ¿quién no puede identificarse con estos sentimientos, por más que sean equivocados? (¿Puede olvidarse Dios de nosotros alguna vez?)
Por tanto, Salmo 13 señala el camino para evitar otro error común, que es centrarnos en nosotros mismos y en nuestros problemas al orar. Este salmo puede transformar nuestra oración al llevarnos a reafirmar la naturaleza fiel e inmutable del trato de Dios hacia su pueblo.
Aunque el salmo comienza con lamentos y quejas, no termina ahí. Y ese es el punto crucial.
El salmo nos lleva a elegir deliberadamente confiar en el poder redentor de Dios (Salmos 13:5), de modo que nuestro temor y ansiedad (Salmos 13:1-4) puedan dar paso gradualmente a la salvación de Dios, y comencemos a experimentar el paso del lamento a la alabanza, de la desesperación a la esperanza (Salmos 13:5, 6).
Sin embargo, la mera repetición de las palabras de los salmos con solo una escasa comprensión de su significado no producirá la auténtica transformación que se pretende con su uso. Al orar los salmos, debemos buscar al Espíritu Santo para que nos capacite para actuar del modo que exige el salmo. Los salmos no solo transmiten información: son la Palabra de Dios que transforma el carácter y las acciones de los creyentes. Por la gracia de Dios, las promesas de los salmos se manifiestan en la vida de los creyentes. Esto significa que permitimos que la Palabra de Dios nos moldee según la voluntad de Dios y nos una a Cristo, quien demostró perfectamente la voluntad de Dios y, como Hijo de Dios encarnado, también oró los salmos.
¿Cómo pueden tus pruebas acercarte más a Dios? ¿Por qué, si te descuidas, pueden alejarte de él?
V. OH! RESTÁURANOS OTRA VEZ
Lee Salmo 60:1 al 5. ¿Para qué ocasiones crees que este salmo sería una oración adecuada? ¿Cómo podemos beneficiarnos de los salmos de lamento incluso en momentos alegres de la vida?
Los salmos de lamento suelen entenderse como oraciones de personas que viven tiempos difíciles, ya sean físicos, psicológicos o espirituales. O las tres cosas.
Sin embargo, esto no significa que debamos evitar estos salmos, incluso en los buenos tiempos. A veces, puede haber una divergencia total entre las palabras del salmo y la experiencia presente del adorador. Sin embargo, los salmos de lamento pueden ser beneficiosos para los adoradores que no están en dificultades.
En primer lugar, pueden hacernos más conscientes de que el sufrimiento forma parte de la experiencia humana general, y que le llega tanto a justos como a injustos. Los salmos nos aseguran que Dios tiene el control y que nos da fuerza y soluciones en tiempos difíciles. Incluso en este salmo, en medio de la angustia (“Hiciste temblar la tierra”, Salmos 60:2), el salmista muestra su esperanza final en la liberación de Dios.
En segundo lugar, los salmos de lamento nos enseñan a ser compasivos con los que sufren. Al expresar nuestra felicidad y gratitud a Dios, especialmente en público, debemos tener en cuenta a los más necesitados. Claro, puede ser que ahora la estemos pasando bien, pero ¿quién no conoce gente, a nuestro alrededor, que sufre terriblemente? Orar estos salmos puede ayudarnos a no olvidar a quienes pasan por momentos difíciles. Los salmos deberían evocar en nosotros la compasión y el deseo de atender a los que sufren, como lo hizo Jesús.
“Este mundo es un vasto lazareto, pero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que quienes le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo, no se negaba a sanarlos. Y, cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados?” (MB, 27, 28).
¿Qué revela Salmos acerca de la complejidad de la peregrinación humana de la fe y del poder de la gracia sanadora de Dios?
¿A quién conoces, en este momento, que necesite no solamente tus oraciones, sino también que lo ayudes de manera práctica?
CONCLUSIÓN
¿Por qué la oración espontánea, no guiada, no es la única manera de orar? ¿Cómo puede beneficiarse nuestra vida de oración con los salmos, las oraciones bíblicas?
Elena de White describe los salmos penitentes de David (por ejemplo, Salmos 51) como el lenguaje de su alma y las oraciones que ilustran la naturaleza del verdadero dolor por el pecado (CC, 37, 38). Anima a los creyentes a memorizar textos de Salmos como medio de fomentar el sentido de la presencia de Dios en la vida de ellos, y destaca la práctica de Jesús de elevar su voz con salmos cuando se enfrentaba a la tentación y el miedo opresivo. También señala: “¡Cuán a menudo, por medio de las palabras de una canción sagrada, brotan en el alma manantiales de penitencia y fe, de esperanza, de amor y gozo! [...] En realidad, más de un canto es una oración” (Ed, 152).
Cuando oramos y cantamos los salmos, asumimos la persistencia, la audacia, el valor y la esperanza de los salmistas. Estos animan a continuar nuestro peregrinaje espiritual y nos reconfortan diciéndonos que no estamos solos. Otras personas, como nosotros, han pasado por momentos oscuros y, sin embargo, han salido triunfantes por la gracia de Dios. Al mismo tiempo, los salmos nos revelan los destellos de la ferviente intercesión de Cristo en nuestro favor, pues él siempre vive para orar por nosotros (Hebreos 7:25).
Incluir los salmos en la oración y la adoración hace que la comunidad creyente sea consciente de toda la gama de la experiencia humana y enseña a los fieles a participar en las diversas facetas de esa experiencia en el culto. Los salmos son oraciones y cantos divino-humanos. Por esa razón, incluir los salmos sistemáticamente en la adoración lleva a la comunidad creyente al centro de la voluntad de Dios y de su poderosa gracia sanadora.
¿Cómo pueden enriquecer los salmos nuestra experiencia de oración comunitaria? Analiza algunas formas prácticas en que tu iglesia local puede fomentar el uso de Salmos en sus cultos de adoración.
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