INTRODUCCIÓN
“La vida del cristiano es una lucha. Pero ‘no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes’ (Efesios 6:12).
En este conflicto
de la justicia contra la injusticia, sólo podemos tener
éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita
debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad
humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu
Santo en ayuda nuestra, y cada conquista tenderá a la
recuperación de la posesión comprada por Dios, a la restauración de su imagen en el alma” (MJ, 53).
A través de la oración Cristo vivió el cielo aquí en la
tierra. En medio de las tempestades, decepciones y persecuciones, mantenía una calma y serenidad celestiales
profundamente incomprensibles. Estaba en el mundo,
pero no permitía que las cosas del mundo le afectaran
su santidad.
Todos los días, tenemos luchas y desafíos, pruebas
y oportunidades, alegrías y tristezas, pero si buscamos
a Dios en incesante oración, podremos tener días con
muchas sorpresas y singularidades, sin embargo, jamás
un día solitario, pues la mano de la Omnipotencia nos
guiará y nos protegerá y al fin del mismo podremos decir “Ebenezer”, “hasta aquí nos ayudó Jehová”.
Por lo tanto, una de las mayores necesidades en estos días conflictivos es restaurar la oración.
Al restaurar
la oración alcanzaremos victorias jamás imaginadas;
pues la oración nos da poder, protección y paz.
I. EL PODER QUE VIENE DE LA ORACIÓN
“La oración es el aliento del alma. Es el secreto del
poder espiritual” (OE, 268).
Una de las oraciones más poderosas de la Biblia es la
oración que hizo Josué en ocasión de la famosa batalla
contra los amorreos y el sol y la luna se detuvieron. Esta
es una de las oraciones clásicas de la Biblia y está registrada en Josué 10:12, 13. El versículo siguiente muestra
el asombro frente al gran milagro de Dios (vers. 14).
“El Espíritu de Dios inspiró la oración de Josué, para que se manifestara otra vez el poder del Dios
de Israel. Por consiguiente, la petición no evidenciaba
presunción por parte del gran caudillo. Aunque Josué
había recibido la promesa de que Dios derrocaría ciertamente a los enemigos de Israel, realizó un esfuerzo
tan ardoroso como si el éxito de la empresa dependiera solamente de los ejércitos de Israel. Hizo todo lo que
era posible para la energía humana, y luego pidió con fe
la ayuda divina. El secreto del éxito estriba en la unión
del poder divino con el esfuerzo humano. Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo Todopoderoso. El hombre
que exclamó: “Sol, detente en Gabaón, y tú, Luna, en el
valle de Ajalón”, es el mismo que durante muchas horas
permanecía postrado en tierra, en ferviente oración, en
el campamento de Gilgal. Los hombres que oran son los
hombres fuertes” (PP, 485).
Observen la última frase, “Los hombres que oran
son los hombres fuertes”. Los grandes héroes de la fe
tenían una comunicación viva y abierta con el cielo,
ellos tenían en mente que sin la oración no conseguirían aliento para “completar la carrera”. Ellos vencieron
las pruebas día a día, pues,
“Las mayores victorias de la
iglesia de Cristo o del cristiano no son las que se ganan
mediante el talento o la educación, la riqueza o el favor
de los hombres. Son las victorias que se alcanzan en la
cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa y
agonizante se aferra del poderoso brazo de la omnipotencia” (PP, 179).
La oración de Josué no fue fruto de la arrogancia o
la presunción, sino el fruto de la fe que tienen solo los
que poseen una vida de oración. Josué necesitó de más
que un día; un día bien empleado haciendo la voluntad
de Dios, y recibió la victoria de Dios. Necesitamos poder
para vencer el mal; necesitamos poder para resistir las
tentaciones, necesitamos poder para cumplir la misión;
necesitamos poder para testificar; necesitamos poder
para vencer en el gran conflicto.
II. PROTECCIÓN CONTRA EL MAL
“Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo los
incitan al pecado” (CC, 95).
El área que más inversiones recibe en las empresas
es sin duda el área de la comunicación. La comunicación
es para el mundo moderno como el agua es para el pez.
El mundo es comunicación: cada actitud, cada comportamiento, nuestra personalidad, los hábitos, el éxito o el
fracaso en el trabajo, todo es comunicación o esfuerzo
para alcanzarla.
Un ejemplo de la importancia de la comunicación,
especialmente en una guerra, fue publicado en un artículo de la revista Newsweek, y comentado por Jon
Pauline en su libro “Dios en el mundo real”.
La historia trata sobre la Guerra en el Golfo.
Tres soldados estadounidenses fueron aerotransportados a unos 250 km dentro de Irak un poco antes de
comenzar la guerra. El objetivo del equipo era observar
los movimientos iraquíes y mandar el informe vía radio.
Cuando oscurecía los soldados usaban lentes para
visión nocturna y se movían en los alrededores para
hacer las observaciones. Al amanecer cavaban una pequeña trinchera en un buen lugar para observar, entraban en ella y la cubrían con vegetación como camuflaje.
Permanecían en silencio en el pozo todo el día y después
salían nuevamente por la noche para hacer más observaciones.
Cierta mañana, localizaron un buen puesto de observación en los alrededores de una villa iraquí. No mucho
después del amanecer, uno de los miembros del destacamento estaba curioso por saber que sucedía del lado
de afuera del pozo. Esto fue un error grave. Cuando el
hombre se levantó entre una de las ramas que servía de
camuflaje, se encontró cara a cara con una niña iraquí
de unos siete años de edad. Su mente recorrió de inmediato las opciones disponibles. Las reglas de compromiso bajo las cuales servía exigían que la matara en el acto
y arrastrara el cuerpo dentro de la pequeña trinchera.
Permanecer sin ser detectado por el enemigo era la
prioridad principal de la misión. Pero cuando vio esos
ojos infantiles tan llenos de vida, simplemente, no pudo
hacer lo que debía. Ella podía ser una “enemiga”, pero en
ese momento también vio la humanidad de una niña.
Pensó en arrastrarla dentro de la cueva, pero aunque lograra meterla quieta, muy pronto notarían su ausencia.
Así, intentó una tercera opción: decirle por medio de
mímicas que estaba haciendo un juego y que no debía
contar a sus padres ni a ninguna otra persona que él estaba allí. Entonces dejó que se fuera.
Es lógico que la niña fue directo a su padre y señaló
el lugar donde estaban los soldados. En cuestión de minutos, la pequeña trinchera que contenía los tres hombres estaba rodeada por la presencia de varias centenas
de iraquíes. Las balas volaban alrededor y equipos más
pesados ya se encontraban en camino.
La situación de
los tres soldados parecía totalmente perdida, con excepción de un detalle: comando y control. Uno de los soldados habló por radio y transmitió un desesperado pedido
de socorro.
Un helicóptero Blackhawk con armas pesadas bajó
y en menos de un minuto partió a 320 km/h, volando
sólo algunos metros del suelo para evitar ser detectado
por los radares iraquíes. El Blackhawk llegó a la trinchera en menos de una hora después que la niña los hubo
descubierto, y voló en círculos alrededor del pozo varias
veces, esparciendo municiones hacia todos lados. Entonces se posó rápidamente y los tres soldados embarcaron de un salto, realizando un recorrido arriesgado
de vuelta para Arabia Saudita, al estilo de las películas.
Cuando el helicóptero aterrizó en la base, ninguno de
los hombres estaba herido.
La comunicación es la clave de las operaciones bélicas modernas. La diferencia entre la colisión de los aliados y los iraquíes estuvo en la capacidad de comunicarse y coordinar las fuerzas en el momento decisivo.
Estamos en una guerra llamada “El gran conflicto”,
la Biblia dice ““
Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”
(Efesios 6:12).
III. LA PAZ QUE VIENE DE LA ORACIÓN
Es verdad que no existe un tiempo exclusivo para
la oración, pero la Biblia nos da algunas indicaciones
sobre cuándo orar. Por ejemplo:
David y Daniel oraban
tres veces al día (Salmo 55:17; Daniel 6:10);
Antes de las
comidas como lo hacía Jesús (Juan 6:10, 11);
Cuando somos tentados (Mateo 26:41; I Tesalonicenses 5:17);
Antes
de las decisiones difíciles (Lucas 6:12, 13);
Antes de iniciar el día, la oración
hecha por la mañana (Salmo 5:3).
De Hudson Taylor, el hombre que evangelizó China,
se dice que “El sol nunca surgió en el horizonte de China, sin encontrar a Hudson Taylor de rodillas” (Smith
Oswald J., Paixão pelas almas [Pasión por las almas], pág.
27).
En relación con Martín Luther King Junior, se dice
que él no comenzaba el día sin orar por lo menos una
hora, excepto los días cuando se encontraba más ocupado, en esos días oraba tres horas.
“La primera respiración del alma por la mañana
debe ser la presencia de Jesús. “Sin mí”, dice él, “nada
podéis hacer” (Juan 15:5).
Necesitamos de Jesús, su luz,
su vida, su espíritu; deben ser nuestros continuamente.
De él necesitamos cada hora” (Bible Echo, 15 de enero de
1892).
Comenzar el día con oración es comenzar el día en
paz. Es buscar en la fragancia de la comunión con Dios,
serenidad y tranquilidad tan infrecuentes en el día de
hoy. Es dejarse rodear de la atmósfera celestial y dejar
que ella nos acompañe a lo largo del día.
CONCLUSIÓN
Dios espera que experimentemos una vida de oración. La oración es una señal de vida espiritual. Nuestra
espiritualidad y productividad en la obra del Señor estarán siempre en proporción directa con la consistencia
de nuestras oraciones. Si estamos fallando en este punto
es el momento de tomar la siguiente decisión: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré [...]” (Lucas 15:18). Ir y
estar con el Padre, hablar con el Padre, es nuestra mayor
necesidad. La historia presenta los hombres de oración,
ellos eran hombres de poder. Cuando oraban el tiempo
cambiaba, cuando oraban las personas sanaban, cuando
oraban el cielo se abría, cuando oraban la tentación se
apartaba, ellos oraban y alcanzaban fuerza, poder y paz.
RESTAURE HOY MISMO EL ALTAR
DE ORACIÓN EN SU VIDA.
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