Es un privilegio enorme tenerlos una vez más con nosotros, para estudiar juntos la Palabra de Dios y ser transformados total y perfectamente por Jesucristo. Ayer aprendimos cómo ser puentes de esperanza para las personas que conocemos. Así como la mujer samaritana, necesitamos ser restaurados para transmitir las buenas nuevas de la salvación en Jesús.
Abra su Biblia en Juan 6:48. “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:48).
Introducción
El texto bíblico de esta noche es pequeño, pero muy importante. El pan era el alimento principal de los hebreos desde los tiempos más remotos, y es muy apreciado en todo el mundo. Hay cerca de mil tipos de panes. De esos, más de 300 son servidos a los alemanes. Su origen está unido al inicio del cultivo del trigo en la región de la Mesopotamia, donde actualmente está situado Irak. La Biblia menciona 319 veces el vocablo pan en la versión Reina-Valera, (RVR 1960), usada durante esta semana.
Con la palabra pan nos viene a la mente la idea de satisfacción, sustento y saciedad. En el ajetreo diario, todos los esfuerzos emprendidos por el ser humano parecen centralizarse en un objetivo: “ganarse el pan”, a fin de garantizar la supervivencia propia, de la familia y de los que están bajo su responsabilidad. Por ese propósito, patrones y empleados, líderes y liderados, instructores y aprendices, hombres y mujeres trabajan ardua y honestamente, de sol a sol. Algunos buscan el mayor perfeccionamiento intelectual posible; otros no lo consideran necesario. Otros pretenden ganarse el pan utilizando medios censurables, y hay quien piensa que puede ser adquirido sin trabajo. Es justo y necesario que trabajemos para obtener el pan material. Eso es parte del plan de Dios para la existencia humana. El trabajo honesto fue instituido y bendecido por él. La caída de la humanidad alteró la dinámica de ejecución del trabajo, pero no su valor. Al lado de eso, desde la creación, Dios tomó providencias para la supervivencia humana. Durante la peregrinación de su pueblo, después de la salida de Egipto, se les proveyó el maná diario (Éxodo 16:4, 5, 14-35). Cristo alimentó multitudes, multiplicando milagrosamente panes y peces (Marcos 8:1-9; Juan 6:1-13). A pesar de su importancia, la lucha por el pan material no debe ofuscar la prioridad de la búsqueda por el Pan de Vida que nutre para la eternidad. En los días de Jesús, los habitantes de Galilea sabían lo que significaba trabajar con diligencia, y lo hacían para servir a los ricos propietarios de tierras de quienes recibían sueldos modestos. Aun así, no eran capaces de emplear esfuerzos en la búsqueda espiritual. Por eso, el Maestro aconsejó: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que la vida eterna permanece” (Juan 6:27). Jesús es quien da sentido a todo lo que deseamos, a nuestro trabajo y a nuestras conquistas. Ningún tipo de pan existente en el mundo, ni aun el maná que los israelitas recibieron en el desierto, satisface para vida eterna. ¡Solo Jesús! Que sea él la prioridad en su agenda hoy. Y solo cuando nos alimentamos de Cristo y lo tenemos como prioridad recibimos salvación y sanidad, y somos restaurados.
1. RESTAURADO POR LA FE
Leamos Juan 5:1-14. El relato bíblico presenta tres tipos de enfermos: ciegos, cojos y paralíticos. Este último me llama mucho la atención por su perseverancia de 38 años. Haciendo una explicación espiritual, podemos decir que existen: Los ciegos espirituales, que no ven su situación, sus errores, cómo tratan a las personas, esposas, hijos, amigos, vecinos, empleados, etc. Los cojos espirituales, que tienen mucha dificultad para hacer algo y, cuando lo hacen, no siempre sale como debería. Los paralíticos espirituales, que están imposibilitados de actuar y reaccionar a lo que está a su alrededor. Voy a detenerme en la característica “perseverancia”. Veamos algunos textos de la escritora Elena de White, mensajera del Señor para los últimos días de nuestra historia:
a) El valor de la perseverancia
“Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en el bien hacer” (2MCP, 194).
b) El progreso diario
“Es tarea de la juventud progresar día tras día. Pedro dice: ‘Poned la mayor diligencia en agregar a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas virtudes están en vosotros, y abundan, no os dejarán ociosos, ni sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo’ (2 Pedro 1:5-8)” (MJ, 32).
c) Perseverancia en la oración
“La perseverancia en la oración ha sido constituida en condición para recibir. Debemos orar siempre si queremos crecer en fe y en experiencia” (CC, 98)
“Demuestra lo que es el verdadero espíritu de oración, enseña la necesidad de la perseverancia al presentar a Dios nuestras peticiones, y nos asegura que él está dispuesto a escucharnos y a contestar la oración” (PVGM, 108).
En el contexto de la angustia de Jacob, Elena de White afirma: “Así también serán probados los justos en el día de su angustia, para que manifiesten la fortaleza de su fe, su perseverancia, e inconmovible confianza en el poder de Dios para librarlos” (HR, 99-100).
d) Promesas Veamos algunas promesas de la Biblia:
• Romanos 2:6, 7: […] “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad”.
• Efesios 6:18, 19: [...] orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio”.
• Lucas 8:15: “Mas la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.
• 1 Crónicas 28:6, 7: “Y me ha dicho: ‘Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a este he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre. Así mismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día’”.
• Apocalipsis 14:12: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
• Marcos 13:13: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo”.
e) La salvación es por la gracia
El paralítico también ilustra muy bien la salvación por la gracia. Lo único que él y nosotros podemos hacer es decidir. Él no podía siquiera moverse para entrar en el agua. Solo la sangre de Jesús puede salvarnos, nada más. Escuche bien: la salvación no depende de nuestras acciones. Todos somos como ese paralítico delante del plan de la salvación; no tenemos siquiera condiciones de buscar al Señor. Es una iniciativa totalmente de él. Entonces, ¿cuál es nuestra parte?
2. ¿QUEREMOS SER SANADOS?
“¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). El milagro se realizó un sábado (versículo 9). Si Jesús dio una orden, debemos obedecer. El sábado es un mandamiento hecho para el hombre. Pero los judíos estaban más preocupados con la ley que con las personas. Ellos vieron al hombre y lo reconocieron, pues era paralítico hacía 38 años. Tal vez algunos de ellos tuvieron la infancia juntos… Ahora veían que el ex paralítico estaba andando, y en vez de alegrarse y glorificar a Dios, en vez de hacer una fiesta, estaban preocupados con las “cosas que llevaba” en vez de estar felices con su curación milagrosa.
¿Dónde encontró Jesús al ex paralítico? En la iglesia (v. 14): adorando fielmente al Señor por la alegría de su salvación. Es para eso que vamos a la iglesia. Fue a la iglesia porque estaba salvo, fue a adorar. La iglesia no salva. Jesús es quien salva. “Por la misma fe podemos recibir curación espiritual. El pecado nos separó de la vida de Dios. Nuestra alma está paralizada. Por nosotros mismos somos tan incapaces de vivir una vida santa como aquel lisiado lo era de caminar. Son muchos los que comprenden su impotencia y anhelan esa vida espiritual que los pondría en armonía con Dios; luchan en vano para obtenerla. En su desesperación claman: ‘¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte’ (Romanos 7:24)” (DTG, 172).
En los días de Pablo, en Roma, quien era culpable de asesinato tenía que llevar sobre su espalda el cuerpo del muerto, y “convivir” con él en todo momento y en todo lugar. El apóstol hace la aplicación a la vida espiritual, porque llevamos la carga del pecado; ¿quién nos librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios por nuestro Señor Jesucristo. Él nos libra y nos da vida.
3. CURADOS POR LA FE
Jesús llegó a la vida de Carol en un grupo pequeño de amigos cuando ella tenía nueve años. Carol caminó solo hasta los dos años, cuando tuvo una enfermedad en los huesos de las piernas, que quedaron muy débiles y torcidos. Ella llegó al GP en una silla de ruedas. Después de participar algunos meses, decidió bautizarse y con la fe pura de una niña decía que creía que saldría del bautisterio caminando. El bautismo fue programado para fines de mayo de ese año. Pero, la cirugía para cortarle las dos piernas estaba fijada para agosto. Carol fue bautizada y al salir del agua miró sus piernas y se puso profundamente triste. Nuevamente la pusieron en la silla de ruedas y la llevaron a su casa. La hermana que llevó a Carol a su casa hizo lo que nunca había hecho en su vida: dirigir un GP para niños en la casa de Carol. Pero el GP duró solo una semana, pues en la otra ya no era un GP, sino un “GG”, un grupo grande con 70 niños.
La líder del GP buscó los mejores hospitales del país para intentar evitar la amputación de las piernas de Carol, y encontró un hospital a dos mil kilómetros de distancia que aceptó hacerle nuevos exámenes a la niña. La líder consiguió los pasajes aéreos para que Carol y su madre fueran a ese hospital, y después de diez días la niña llamó desde el hospital y le dijo: “¿No dije que caminaría después de mi bautismo? Pues ahora estoy caminando aquí en el hospital. Los médicos dijeron que voy a usar prótesis de plástico en las piernas hasta que termine de crecer. Después colocarán una prótesis definitiva dentro de los huesos de las piernas. Más de 20 personas de su familia y comunidad fueron bautizadas. La municipalidad donó una casa nueva, y se construyó una iglesia dos calles más debajo de su casa.
CONCLUSIÓN
Y usted, ¿sabe cuándo sucedió todo eso? Fue a partir del momento en el que Jesús llegó a la vida de Carol. Y no solo a la de ella, sino a la de sus amigos, familiares y conocidos. Cuando Cristo entra en nuestra existencia, restaura totalmente. Solo él hace cosas imposibles para el ser humano.
Ahora yo pregunto: ¿Necesita sanidad usted también? ¿Está esperando un milagro como el paralítico del estanque de Betesda o como Carol? Hoy Dios quiere restaurarlo física y mentalmente, quiere restaurar emociones, sensaciones, quiere hacer que venza sus miedos y traumas. Si usted quiere ser restaurado y cree que Jesús puede hacerlo, o mejor, cree que solo él puede hacerlo, póngase de pie. Si usted quiere ser restaurado, acepte a Jesús, estudie su Palabra y prepárese para ser bautizado e incorporado a la familia de Dios. Colóquese en pie, voy a orar por usted. (Pida que entreguen la tarjeta de llamado).
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