"Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu". 1 Corintios 12:13.
INTRODUCCIÓN
a. El Espíritu Santo obra en el ámbito individual y en la vida de cada creyente de forma personal, pero también de manera comunitaria en la iglesia. De hecho, el Espíritu Santo es el responsable final de la existencia de la iglesia. A menudo nos vemos tentados a pensar que la iglesia existe y crece gracias a nuestras diversas actividades evangelizadoras y misioneras. Pero la verdadera razón de ser de la iglesia no yace en lo que hacemos; sino en lo que Dios ya ha hecho y hace por medio del Espíritu Santo. Veamos de qué maneras el Espíritu nos une a la iglesia.
I. NOS UNE POR MEDIO DE LA BIBLIA Y LA VERDAD
a. Puesto que el Espíritu Santo, inspiró las Escrituras (2 Pedro 1:19-21), este es el principal recurso que el usa para unir a los creyentes en una comunidad de fe y verdad.
b. Por medio de las Escrituras podemos llegar a conocer a Jesús (Juan 5:39) y los planes que él tiene para nosotros. Y al ser la fuente especial de verdad a través de su estudio podemos discernir la verdad espiritual del error (Hechos 17:11). Eso significa que no hay verdad o diversidad de doctrinas, sino una sola (Efesios 4:5, 6), y es en esa verdad que la iglesia debe permanecer asentada para permanecer unida, sin importar nacionalidad, raza o clase social.
c. El fundamento teológico de esta unidad es la Palabra de Dios. Cualquier apelación al Espíritu sin la Palabra escrita puede llevar a doctrinas y prácticas dudosas. Al mismo tiempo, cualquier apelación a la Palabra de Dios sin el Espíritu Santo seca la Palabra y la vuelve inútil.
II. NOS UNE CON CRISTO
a. Uno de los propósitos del Espíritu Santo es dar testimonio de Cristo (Juan 15:26), por eso, cuando los creyentes aceptan a Jesús somos unidos en la iglesia, en una comunidad que adora a Jesús (1 Corintios 12:12, 13).
b. Por medio del Espíritu tenemos acceso al Padre (Efesios 2:18), y al fundamento de la iglesia que es Cristo (v. 20). Cristo es la base de todas las bendiciones que recibimos de la salvación. Nuestra adopción como hijos e hijas de Cristo, nuestra justificación al igual que nuestra santificación, nuestra vida victoriosa sobre el pecado y nuestra glorificación; todo lo recibimos gracias a nuestra unión con Cristo. Por ello, él debe ser el fundamento de nuestra experiencia cristiana entera, y es hacia a él que el Espíritu Santo nos guía de manera personal.
c. Después del nivel personal, el Espíritu nos lleva a una comunidad específica de fe: la iglesia. Solo cuando hemos experimentado la salvación por fe en Cristo Jesús, y hemos sido tocados por el amor de Dios, es que hay una dulce “comunión del Espíritu Santo” en la iglesia (2 Corintios 13:14). Cuando hay esa comunión, los creyentes individuales son continuamente edificados en una nueva morada espiritual de Dios “en el Espíritu” (Efesios 2:22).
III. NOS UNE EN LA TAREA EVANGELIZADORA
a. Una de las razones por las cuales el Espíritu Santo llegó en Pentecostés, fue para dar poder a la iglesia para que pudiera cumplir la misión “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). A partir de ahí, el Espíritu llevó a los creyentes al esfuerzo misionero más poderoso que la historia había presenciado hasta ese momento.
b. La iglesia del Nuevo Testamento creció a partir de la unidad en la vida y la misión de los creyentes. Un pequeño y tímido grupo de creyentes fue transformado hasta conformar una tropa poderosa que se convirtió en una herramienta efectiva que alcanzó a personas de diferentes culturas e idiomas. Se unieron al proclamar “las maravillas de Dios” (Hechos 2:11). La iglesia de hoy tiene el mismo privilegio de disfrutar de la unidad y el poder del Espíritu al predicar al mundo el mensaje de los tres ángeles, justo antes de la 2da venida de Cristo (Apocalipsis 14:6-14).
CONCLUSIÓN
a. Es el Espíritu Santo el que crea una comunidad espiritual y de compañerismo que tiene la Palabra escrita de Dios, inspirada por el mismo Espíritu, como su autoridad de fe y práctica. La Biblia inspirada por el Espíritu es el fundamento para la unidad teológica de la iglesia. Sin la obra del Espíritu, la iglesia no existiría y no podría continuar cumpliendo su misión unida.
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