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El Costo del descanso - El Descanso

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:10).

Muchos se desesperan por encontrar un poco de paz y tranquilidad. También están dispuestos a pagar por ello. En muchas grandes ciudades hay habitaciones sin Internet, que se pueden alquilar por hora. Las reglas son estrictas: nada de ruidos, nada de visitas. La gente está dispuesta a pagar para poder sentarse tranquila y simplemente pensar, o dormirse una siesta. Hay cápsulas para dormir que se pueden alquilar en los aeropuertos, y los auriculares con reducción de ruido son artículos habituales. Incluso hay capuchas de tela o protectores de privacidad plegables que se pueden comprar para colocarse sobre la cabeza y el torso, para un descanso rápido en el lugar de trabajo. El verdadero descanso también tiene un costo. Si bien a los especialistas en trucos de autoayuda les gustaría hacernos creer que podemos determinar nuestro destino y que el descanso es solo una cuestión de decisión y planificación, no obstante, cuando lo consideramos honestamente, nos damos cuenta de nuestra incapacidad de darle verdadero descanso a nuestro corazón. Agustín de Hipona (siglos IV-V d.C.), uno de los llamados “padres de la iglesia”, lo expresó de manera sucinta en sus famosas Confesiones (Libro 1), al considerar la gracia de Dios: “Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”

I. AGOTADO Y CANSADO 

En una cálida tarde primaveral, el inquieto rey David paseaba por la terraza de su palacio. Debía haber estado con su ejército al otro lado del Jordán. Debía haber estado guiando al pueblo de Dios para derrotar a los amonitas y finalmente llevar paz al reino. El hecho de no estar donde debía haber estado abrió la puerta a la tentación para David. Lee la historia en 2 Samuel 11:1 al 5. ¿Qué sucedió y qué gran pecado cometió David? David vio a una “mujer muy hermosa” que se estaba bañando en el techo de su casa. Sus impulsos pecaminosos se apoderaron de él esa tarde, y durmió con Betsabé, la esposa de un oficial de confianza del ejército. Como todos los reyes de la antigüedad, David tenía un poder absoluto. Como rey, no tenía que seguir las reglas que gobernaban a todos los demás. Y, sin embargo, la dolorosa historia de la familia de David después de este momento que cambió la historia nos recuerda el hecho de que, incluso como rey, él no estaba por encima de la Ley de Dios. De hecho, la Ley existe como una protección, una salvaguarda, y cuando incluso el rey se desvió de ella, enfrentó terribles consecuencias. Tan pronto como David transgredió los límites de la Ley de Dios, comenzó a sentir sus efectos en todos los aspectos de su vida. David pensó que su apasionada aventura había pasado desapercibida; sin embargo, Betsabé ahora estaba embarazada... y su esposo estaba lejos. Lee 2 Samuel 11:6 al 27. ¿Cómo trató David de encubrir su pecado? Incluso los planes más intrincados de David de hacer volver a Urías a casa con su esposa, Betsabé, fracasaron. Urías era un hombre de reputación estelar, que responde a las sutiles insinuaciones de David: “El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer?” (2 Samuel 11:11). Finalmente, un David desesperado recurre al asesinato por “control remoto” para encubrir su pecado. Es difícil creer que David, a quien Dios le había dado tanto, pudiera haberse rebajado tanto. Sin importar quiénes seamos, ¿qué advertencia deberíamos extraer todos de esta historia?
¿Cómo podemos encontrar el equilibrio entre reconocer nuestra pecaminosidad inherente y nuestra necesidad de perdón y, al mismo tiempo, vivir como hijos e hijas perdonados del Rey del Universo? 0

II. LLAMADO DE ATENCIÓN 

En medio de uno de los momentos más oscuros de la vida de David, hay buenas noticias: Dios envía a su profeta. Natán y David se conocían bien. Anteriormente, Natán había aconsejado a David sobre sus planes para construir un templo (2 Samuel 7). Sin embargo, ahora el profeta viene con una tarea diferente que realizar para su rey. ¿Por qué crees que Natán decide contar una historia, en vez de mencionar a David y avergonzarlo inmediatamente? Lee 2 Samuel 12:1 al 14. Natán contó una historia con la que David, el expastor, podía identificarse. Sabía que David tenía un sentido de justicia e integridad sumamente desarrollado. Por ende, en cierta forma, se podría decir que Natán le tendió una trampa y que David cayó directo en ella. Cuando David, sin saberlo, pronuncia su sentencia de muerte, Natán le dice: “Tú eres aquel hombre” (2 Samuel 12:7). Hay diferentes formas de decir “tú eres aquel hombre”: gritando, acusando a la otra persona y apuntándola con el dedo directamente a la cara, o expresando preocupación y cuidado. Las palabras de Natán debieron de haber estado mezcladas con gracia. En ese momento, David habrá sentido el dolor que Dios siente cuando uno de sus hijos conscientemente se aparta de su voluntad. Algo hizo clic en la mente de David. Algo le partió el corazón. ¿Por qué David responde con “pequé contra Jehová”, en lugar de “pequé contra Betsabé” o “soy un homicida” (2 Samuel 12:13; ver también Salmos 51:4)? David reconoció que el pecado, que inquieta nuestro corazón, es principalmente una afrenta contra Dios, el Creador y Redentor. Nos hacemos daño a nosotros mismos; afectamos a los demás. Acarreamos deshonra a nuestras familias o iglesias. Sin embargo, en última instancia, hacemos daño a Dios y clavamos otro clavo en el áspero madero que apunta hacia el cielo en el Gólgota. 
¿Por qué todo pecado, en última instancia, es pecado contra Dios? ¿Qué significa pecar contra Dios? 
“El reproche del profeta conmovió el corazón de David; se despertó su conciencia; y su culpa le apareció en toda su enormidad. Su alma se postró en penitencia ante Dios. Con labios temblorosos, exclamó: ‘Pequé contra Jehová’. Todo daño o agravio que se haga a otros se extiende del injuriado hacia Dios. David había cometido un grave pecado contra Urías y Betsabé, y se daba perfecta cuenta de su gran transgresión. Pero mucho más grave era su pecado contra Dios” (PP, 781)

III. ¿PERDONADO Y OLVIDADO? 

Después de que David, inadvertidamente, pronunció juicio sobre sí mismo (2 Samuel 12:5, 6), Natán lo confrontó con la enormidad de su pecado. El corazón de David estaba destrozado, y confesó su pecado. Inmediatamente Natán le aseguró que “Jehová ha remitido tu pecado” (2 Samuel 12:13) y que lo perdonó. No hay un período de espera para el perdón de Dios. David no tiene que demostrar que es realmente sincero antes de que se le extienda el perdón. Sin embargo, Natán, quien ya predijo las consecuencias del pecado de David en 2 Samuel 12:10 al 12, a continuación declara que el niño por nacer morirá. ¿Qué significa que Dios haya quitado el pecado de David? ¿Acaba de hacer borrón y cuenta nueva? ¿Todos nos olvidamos de eso? Lee 2 Samuel 12:10 al 23 mientras consideras estas preguntas. David también debió haberse hecho estas preguntas al ver que su mundo se desmoronaba: la muerte del bebé, su familia sumida en el caos (las historias de Amnón y Absalón son dos buenos ejemplos de problemas familiares de la vida de la realeza), su futuro incierto. Y, sin embargo, a pesar de las consecuencias de su pecado, que afectó a personas inocentes como Urías y el bebé recién nacido, David también comienza a comprender que la gracia de Dios cubrirá esto y que algún día se acabarán todas las consecuencias del pecado también. Mientras tanto, puede hallar descanso para su conciencia atribulada en la gracia de Dios. Tarde o temprano, nos damos cuenta de nuestra incapacidad de darle verdadero descanso a nuestro corazón, porque el verdadero descanso está entrelazado con la salvación. La salvación es un maravilloso regalo que no es barato, aunque sea gratis. Viene con una etiqueta de sumamente caro. Del mismo modo, el verdadero descanso tiene un costo. Solo al apreciar el don de la salvación podremos encontrar descanso.

"Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" Agustin de Hipona
Cuando somos adolescente nos cuesta entender este amor. Para muchos, solo comenzamos a comprender y apreciar el amor de nuestros padres cuando nos convertimos en padres. Entender la salvación es igualmente incomprensible.

¿Qué podemos decirle a alguien que no es creyente que lucha con el sufrimiento de personas inocentes, como Urías o el hijo recién nacido de David y Betsabé? ¿Cómo explicamos el amor y la justicia de Dios en esa situación? El enfoque del Gran Conflicto ¿en qué medida ofrece una perspectiva útil? 

¿Qué cree David que necesita realmente? Lee Salmo 51:1 al 6. Con el Salmo 51, David reconoce todo esto públicamente al abrir el corazón y confesar sus pecados. El clamor de misericordia de David apela al amor inagotable de Dios y a su gran compasión. Anhela la renovación. Cuando consideramos el costo del descanso en Jesús, primero debemos reconocer que necesitamos ayuda externa. Somos pecadores, y necesitamos un Salvador; reconocemos nuestros pecados y clamamos al único que puede lavarnos, limpiarnos y renovarnos. Cuando hacemos esto, podemos cobrar valor: aquí hay un adúltero, un manipulador, un asesino y alguien que transgredió al menos cinco de los Diez Mandamientos, que pide ayuda y reclama la promesa del perdón de Dios. Si Dios perdonó a David por lo que hizo, ¿qué esperanza hay entonces para ti?

IV. ALGO NUEVO 

"Mientras callé, se envejecieron mis huesos. En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado." Salmos 32:3-5.

Después de que David confesó su pecado sin tratar de excusarlo ni pasarlo por alto, a continuación rogó a Dios. ¿Qué le pidió? Lee Salmo 51:7 al 12. La referencia de David a la purificación con hisopo utiliza terminología conocida por todos los israelitas que alguna vez visitaron el Santuario. Al referirse a los actos rituales de purificación descritos en la Ley de Moisés (Levítico 14:4), reconoció el poder de un sacrificio, el Sacrificio, que vendría en el futuro para quitar los pecados del mundo. David también pidió “gozo” y “alegría”. Frente a la enormidad de su pecado, ¿no es esto un poco audaz? Quizá sea útil escuchar esta paráfrasis: “Dime que me perdonas para que pueda entrar de nuevo al Santuario, donde puedo escuchar el gozo y la alegría de quienes te adoran”. Cuando Adán y Eva pecaron, se escondieron de la presencia de Dios (Génesis 3:8). ¿Por qué crees que la petición de David, incluso después de su pecado, es tan diferente? Lee Salmo 51:11 y 12. David no quiere perder el sentido de vivir en la presencia de Dios. Se da cuenta de que sin el Espíritu Santo no tiene poder. Sabe que podría volver a caer en el pecado tan fácilmente como cayó en el pecado con Betsabé. Su autoestima está hecha añicos. David comprende que las victorias futuras no provendrán de él; vendrán solo de Dios mientras él dependa totalmente del Señor. La vida cristiana victoriosa no depende solo de nosotros. Depende de Jesús. Anhelamos su presencia; ansiamos su Espíritu; queremos el gozo de su salvación. Reconocemos nuestra necesidad de renovación y restauración. Necesitamos su descanso: el acto divino de re-crear. El descanso de la Creación no está lejos del perdón. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:10) utiliza terminología de la Creación. En el Antiguo Testamento, solo Dios puede “crear” (bara’), y una vez que somos re-creados, podemos descansar. Si no has experimentado el gozo y la alegría de la liberación de una conciencia culpable, ¿qué te detiene? Si sientes culpa, ¿qué podrías aprender de esta historia que debería ayudarte?

V. REFLECTORES DE LA LUZ DE DIOS 

Probablemente, lo más natural que podamos hacer después de superar un fracaso vergonzoso y experimentar el perdón sea tratar de olvidar que el hecho haya ocurrido alguna vez. Estos recuerdos pueden ser dolorosos. 

¿Qué quiere hacer David con su dolorosa experiencia? Lee Salmo 51:13 al 19. Cuando un cuenco o un jarrón precioso cae y se rompe en pedazos, normalmente suspiramos y tiramos los pedazos rotos, pues ya no sirven. En Japón existe un arte tradicional llamado kintsugi, que se especializa en recrear cerámica rota. Se utiliza un metal precioso, como el oro líquido o la plata, para pegar las piezas rotas y convertirlas en algo de gran belleza y valor. Cada vez que Dios perdona nuestras transgresiones y nos vuelve a crear, algo cambia. El precioso perdón de Dios une nuestros pedazos rotos con preciosidad, y las roturas visibles pueden llamar la atención sobre su gracia. Podemos convertirnos en los altavoces de Dios: “Cantará mi lengua tu justicia” (Salmos 51:14). No pretendemos repararnos a nosotros mismos ni mejorar por nuestra cuenta (ni siquiera gradualmente). El espíritu quebrantado, el corazón contrito, son suficientes alabanzas para Dios, y son rayos de luz que el mundo puede ver a nuestro alrededor. Nuestra experiencia de ser perdonados atrae a otros en busca de perdón. ¿Qué relación hay entre el Salmo 51 y 1 Juan 1:9? Primera de Juan 1:9 es un breve resumen del Salmo 51. Mientras David sabe que “al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:17), 
¿Cómo te sentiste cuando el pecado te separó de Dios? ¿Cómo le explicarías a alguien cómo es esta separación y por qué es tan incómoda? ¿Por qué la promesa de gracia es el único remedio?
Podemos dudar de nuestra dignidad; podemos dudar del poder de Dios; incluso podemos dudar de su presencia, pero nunca debemos dudar de su gracia, porque la cruz continúa hablando en voz alta a través de milenios. El Dios que estuvo dispuesto a colgar de una cruz y morir, llevando los pecados y la culpa de su creación rebelde, está más que dispuesto y es capaz de renovar nuestro corazón.
En Efesios 2:8-10 todo comienza con la costosa gracia; la gracia divina aparece en la retaguardia y, en el medio, está la obra de Dios que se hace visible en nuestra vida.
En Números 6:24-26 se nos recuerda de que nuestra paz y bienestar son el resultado de las bendiciones de Dios.
Y en Tito 2:11, 12 se nos muestra que su tiempo fue perfecto y su ofrenda está disponible para todos los hombres. Una vez que comprendemos el valor de la salvación que Dios nos ofrece, nos comprometemos a vivir una vida centrada en Dios que señalará al dador de todos los buenos dones.
Juan nos asegura que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). 

Podemos confiar en lo que Dios dice. Nuevamente, David no pudo reparar el tremendo daño que había causado a su familia con su accionar y su ejemplo. Sufrió las consecuencias de sus decisiones y acciones. Y, no obstante, David sabía que había sido perdonado. Sabía que necesitaba confiar en que un día el verdadero Cordero de Dios vendría a ocupar su lugar. ¿Cómo puedes aprender ahora mismo a aplicar las promesas de 1 Juan 1:9 en tu vida? ¿Cómo deberías sentirte al saber que la promesa también es para ti?

CONCLUSIÓN

¿Por qué la Biblia dedicaría dos capítulos completos a la sórdida historia de David y Betsabé? ¿Para qué sirve contar esta historia? 

“El arrepentimiento de David fue sincero y profundo. No hizo ningún esfuerzo por aminorar su crimen. Lo que inspiró su oración no fue el deseo de escapar de los castigos amenazantes. [...] vio la depravación de su alma; aborreció su pecado. No solo oró pidiendo perdón, sino también pureza de corazón. [...] Vio la evidencia de su perdón y aceptación en la promesa hecha por Dios a los pecadores arrepentidos. [...] ‘Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios’ (vers. 16, 17). “Aunque David había caído, el Señor lo levantó. [...] “David se humilló y confesó su pecado, en tanto que Saúl menospreció el reproche y endureció su corazón en la impenitencia. “Este episodio en la historia de David [...] es una de las ilustraciones más poderosas que se nos hayan dado de las luchas y las tentaciones de la humanidad, y de un arrepentimiento genuino [...]. A través de todos los siglos [...] miles de los hijos de Dios han sido los que, después de haber sido entregados traidoramente al pecado [...] recordaron [...] el arrepentimiento y la confesión sinceros de David [...] y también cobraron ánimo para arrepentirse y procurar nuevamente andar en los caminos de los mandamientos de Dios. “Quienquiera que [...] humille su alma con confesión y arrepentimiento, tal como lo hizo David, puede estar seguro de que hay esperanza para él. [...] Jamás rechazará el Señor a un alma verdaderamente arrepentida” (PP, 785, 786). 

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