¿Es fácil perdonar? ¿Es esta una de las enseñanzas más difíciles de aprender?
¿Es más fácil ofrecer el perdón o recibir el perdón?
INTRODUCCIÓN
¿Cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano que me ofende? ¿Hasta siete? Los rabinos enseñaban que tres veces era suficiente, y siete era más que el doble, perdonar es lo más difícil que aguna vez hayamos tenido que hacer. Como la de Pedro, nuestra capacidad de perdonar es limitada. Abunda en nuestra vida el rencor, el odio y el resentimiento y estos muchas veces son barrotes de una prisión que nos encierra como esclavos, limitando así nuestra capacidad de acción.
TEXTO PARA ESTUDIO: Mateo 18:23-35
"Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas."
I. CONOCIENDO EL TEXTO
Queremos siempre que nos perdonen, pero nos cuesta sobremanera perdonar, tal vez aprender a perdonar sea una de las lecciones más difíciles de la vida, es posible que Dios nos esté llamando a vivir mas allá de lo razonable. Aquí hay un poder que desencadena, que libera, que ayuda a superar cualquier pasado, porque debemos también reconocer que hasta nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos.
“Todos conservamos, en algún lugar de la conciencia una deuda impagable. Un error cometido cuyo daño irreparable no podemos negar, una ingratitud cruel o estúpida ante la que nuestro arrepentimiento nos parece tan sincero como inútil para borrar el mal realizado”. PCMP, 71.
Discusión en grupo:
¿Qué significa perdonar? ¿Qué deberíamos tener en cuenta cuando tenemos que perdonar a quien nos ha ofendido?
Para pensar:
Si Dios tomase en cuenta todas nuestras maldades, todo el sufrimiento que hemos realizado o causado, ¿quién lo podría pagar? Pero, es interesante saber que para con Dios no existen deudas impagables, nuestra deuda ha sido pagada totalmente, no queda nada por pagar. Lea Isaías 53:4-6.
II. INTERPRETANDO EL TEXTO
Si estamos dispuestos a recibir perdón, deberíamos también estar dispuestos a darlo, por otro lado “la posición del que perdona es noble y honrosa, mientras que al perdonado la suya le parece penosa y humillante, hasta el punto de que en algunos casos suele provocarle un inexplicable rencor contra su perdonador. Hay perdones tan altivos, tan exasperantes ¡Que los perdonados no los pueden perdonar jamás! PCMP, 73.
Discusión en grupo:
Si he sido perdonado, ¿Por qué me cuesta perdonar? Si he recibido gracia, ¿por qué me cuesta darla u ofrecerla?
Para pensar:
Nadie puede dar lo que no tiene, sólo quien ha experimentado realmente lo que significa ser perdonado es capaz de perdonar a otros y viceversa, sólo quien se siente comprendido es capaz de comprender. Sólo quien se ha sentido realmente aceptado es capaz de aceptar. Sólo quien se siente amado puede amar plenamente. PCMP, 74
III. APLICANDO EL TEXTO
La gran lección de esta parábola es que: el que se niega a perdonar a otros, desecha la esperanza de ser perdonado el mismo, antes de considerar cuanto nos debe el prójimo o cuanto nos corresponde, deberíamos considerar como nos ha tratado Dios y como nos gustaría que nos traten otros en iguales circunstancias.
Ten en cuenta lo siguiente: “lo que determina la naturaleza de cualquier acción es lo que la motiva” entonces, las palabras de perdón, si bien son importantes, no son decisivas a la vista de Dios. Más bien, es importante la actitud del corazón que imparte a las palabras esa plenitud de significado que de otro modo no tendrían” CBA, 439.
Perdonar trae esperanza, trae paz a nuestro corazón, ser perdonados y perdonar no sólo nos reconcilia con Dios, también lo hace con nosotros mismos y con nuestros semejantes, el perdón nos libera del rencor, la amargura, y del odio: nos saca de nuestra propia esclavitud, nos hace libres, nos pone en una plataforma de lanzamiento y perspectivas que nos llevan a madurar, crecer y avanzar, entonces el perdón no es una opción sino una necesidad.
Comentarios
Publicar un comentario