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El Deseado de Todas las Gentes - El Señor Salva

"Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Isaías 60:3).

“Debemos aprender en la escuela de Cristo. Solo su justicia puede darnos derecho a las bendiciones del pacto de gracia. Durante mucho tiempo hemos anhelado y procurado obtener esas bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos fomentado la idea de que podríamos hacer algo para llegar a ser dignos de ellas. No hemos dejado de mirarnos a nosotros mismos, ni hemos creído que Jesús es nuestro Salvador viviente. No debemos creer que somos salvos por nuestra propia gracia y por nuestros méritos. La gracia de Cristo es nuestra única esperanza de salvación. El Señor promete a través de su profeta: ‘Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar’ (Isaías 55:7). Debemos creer en la promesa en sí, y no aceptar un sentimiento como si fuera fe. Cuando confiemos plenamente en Dios, cuando descansemos sobre los méritos de Jesús como el Salvador que perdona los pecados, recibiremos toda la ayuda que anhelamos” (FO, 48-49).

Aprenderemos hoy más de esta gran verdad según se revela en los escritos del profeta Isaías.

I. LOS EFECTOS DEL PECADO (Isaías 59)

En Isaías 58:3, el pueblo le preguntó a Dios: “¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido?” En cambio, Isaías 59:1 sugiere otra pregunta; algo así como: “¿Por qué pedimos que la mano del Señor nos salve, pero él no nos salva? ¿Por qué clamamos a él, pero él no escucha?”

Isaías responde que Dios es capaz de salvar y escuchar (Isaías 59:1).

Sin embargo, el hecho de que él no lo haga es una cuestión totalmente distinta.

"Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír". Isaías 59:2 responde la pregunta de Isaías 59:1. Dios decide “ignorar” a su pueblo, no porque ese sea su deseo, sino porque “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios”.

Esta es una de las afirmaciones más claras de la Biblia con respecto al efecto del pecado en la relación divino-humana. Isaías dedica el resto del capítulo 59 a explicar este asunto, que está presente en toda la historia humana: el pecado puede destruir nuestra relación con el Señor y, por lo tanto, conducir a nuestra ruina eterna, no porque el pecado aleje a Dios de nosotros sino porque nos aleja a nosotros de Dios.

"Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto." Génesis 3:8.

El pecado es principalmente un rechazo de Dios, un alejamiento de él. El acto de pecar en realidad se retroalimenta porque no solo es un distanciamiento de Dios, sino además el resultado del acto hace que el pecador se aleje aún más del Señor. El pecado nos separa de Dios, no porque Dios no se acerque al pecador (de hecho, toda la Biblia, básicamente, relata que Dios está tratando de salvar a los pecadores) sino porque el pecado hace que rechacemos sus propuestas divinas hacia nosotros. Por eso es tan importante que no toleremos ningún pecado en nuestra vida.

¿De qué manera experimentaste la realidad de que el pecado causa una separación de Dios? En tu experiencia, ¿cuál es la única solución al problema?

II. ¿QUIÉN ES PERDONADO? (Isaías 59:15-21)

Isaías 59 presenta un panorama alarmante del problema del pecado. Afortunadamente, la Biblia también presenta la esperanza de la redención.

Para comenzar, la primera pregunta es: ¿Cuántos de nosotros hemos pecado? La Biblia es inequívoca: todos. Por lo tanto, la redención no puede basarse en la falta de pecado; debe basarse en el perdón.

"Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado." Jeremías 31:34.

Pablo concuerda: todos pecaron (Romanos 3:9-20, 23); entonces, no puede haber distinción sobre esa base (Romanos 3:22). Los que son justificados pueden ser juzgados como justos únicamente porque reciben por fe el don de la justicia de Dios mediante el sacrificio de Cristo.

¿Cómo somos salvos? ¿Qué esperanza deberían darnos en el Juicio? El factor decisivo en el Juicio es: ¿Quién recibió y sigue recibiendo el perdón por tener fe en Jesús?

"Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" Romanos 3:21-24

Es cierto que somos juzgados por las obras, pero no en el sentido de que las obras nos salvan. Si fuese así, entonces la fe no sería necesaria (Romanos 4:14). Al contrario, nuestras obras revelan si realmente hemos sido salvados (Santiago 2:18).

Es demasiado tarde para que las buenas obras, o la obediencia a la Ley, rediman a alguien. El propósito de la Ley en un mundo pecaminoso no es salvar sino señalar el pecado. En cambio, “la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6), amor que el Espíritu de Dios derrama en el corazón (Romanos 5:5), demuestra que una persona tiene fe viva en Jesús (ver además Santiago 2:26).

Las obras son una expresión externa, la manifestación humana de una fe salvadora. Por lo tanto, una verdadera experiencia cristiana es aquella en la que la fe se expresa en un compromiso diario con el Señor, que a su vez se revela mediante la obediencia a la Ley. En el Juicio, Dios se vale de las obras como evidencias para sus criaturas que no pueden leer los pensamientos de fe como él.

III. LLAMADO UNIVERSAL

El cumplimiento de la declaración profética a menudo está muy alejado del ministerio profético del profeta. Este es el caso de Isaías 60. La expresión "Levántate" describe una situación caótica de la caída de Judá. Isaías parece aplicar a la Jerusalén redimida una bendición del pentateuco, que se menciona en la referencia al resplandor del rostro de Dios. El brillo de su semblante expresa su favor.
"Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria." Isaías 60:1, 2.

¿Qué esperanza ofrece este texto?

El pueblo tenía sopor mental y espiritual, y una terquedad de proporciones épicas, por lo que necesitaron el exilio para despertarse. A veces, el arancel económico de querer aprender por medio de experiencias desagradables puede ser costoso.
Se nos brinda una imagen de la liberación del pueblo de Dios, después del exilio, expresada con la descripción de Dios que crea luz de la oscuridad y apunta hacia el cumplimiento final de la salvación por medio de Cristo. En hebreo, este personaje es femenino singular.

Debe ser “Sion”, personificada como una mujer, que se menciona casi al final del capítulo anterior (Isaías 59:20). Entonces, los pueblos de la Tierra, que están cubiertos de tinieblas, vendrán a Sion. Serán atraídos por la luz de la gloria de Dios que ha surgido sobre ella (Isaías 60:2). “Se convoca a Sion para que entre en la luz que es suya, para luego observar y reaccionar ante las naciones mientras se reúnen a la misma luz” (J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction and Commentary, p. 494).

Fíjate que aunque Sion es Jerusalén, se hace más hincapié en la gente que en la ubicación física de la ciudad. El resto de Isaías 60 desarrolla el tema presentado en los versículos 1 al 3: la gente del mundo siente atracción por Jerusalén, que es bendecida por la gloriosa presencia de Dios.

Esta profecía se compara con la promesa del pacto de Dios a Abraham en Génesis 12:2, 3.

"Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra."

¿No están diciendo lo mismo?
Dios tenía un propósito universal cuando eligió a Abraham y a sus descendientes: a través de Abraham, todas las familias de la Tierra serían bendecidas (Génesis 12:3; 18:18; 22:18).
Así, el pacto de Dios con Abraham finalmente, fue un pacto con toda la humanidad a través de Abraham. Él y sus descendientes serían el canal de la revelación de Dios para el mundo.

Isaías trató de restablecer a su pueblo a su destino antiguo y universal. Como representantes del Dios verdadero, eran responsables no solo de sí mismos sino también del mundo. Debían acoger a los extranjeros en busca de Dios (ver además Isa. 56:3-8), porque su Templo sería llamado “casa de oración para todos los pueblos” (Isaías 56:7).

Lo sorprendente es que cuando Jesús cita estas palabras en el NT, no dice: Mi casa será llamada casa de predicación. Alabar, ministrar y evangelizar son coss muy importantes; pero el foco de Jesús reside en el privilegio que tenemos de conectarnos con él.

La temática del resplandor está presente cuando Dios guía a los israelitas durante su experiencia en el desierto para guiarlos por el camino. El mensaje es claro, Dios promete un futuro brillante para Jerusalén. "Los días de tu luto serán acabados. Isaías usa palabras majestuosas: "Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria". Esta nueva era de prosperidad también incluye un nuevo orden en la ciudad. La alegría, la trascendencia y la salvación son otras características de la gloria de Jerusalén. Todas provienen del Señor: "Te llamarán Ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel" (Isaías 60:14)
Isaías consuela a Jerusalén usando la imagen del brillo; pero Jerusalén no tiene brillo propio. Ese brillo lo debe recibir de una fuente externa. La luz que ha venido es la gloria de Jehová, y es su gloria la que le ha dado brillo a Jerusalén.
Cristo viene con poder y grande gloria. Viene con su propia gloria y con la del Padre. Y lo acompañarán sus santos ángeles. Mientras que todo el mundo estará sumido en tinieblas, habrá luz en toda morada de los santos. Percibirán la vislumbre de su segunda aparición. Una luz sin sombra brillará de su resplandor, y Cristo el Redentor será admirado por todos los que lo sirvieron. Mientras que los impíos huyen, los que siguieron a Cristo se regocijarán en su Presencia. 
"Entonces los redimidos de entre los hombres recibirán la herencia que se les prometió. Así tendrá un cumplimiento literal el propósito de Dios para con Israel. El hombre no puede impedir que se cumpla la voluntad de Dios. Aun en medio de las manifestaciones del mal, los propósitos de Dios han estado avanzando constantemente hacia su realización. Así sucedió con la casa de Israel durante toda la historia de la monarquía dividida; así sucede hoy con el Israel espiritual" PR, 531.

Un pastor adventista del séptimo día declaró reflexivamente que el problema número uno en su ministerio es la exclusividad de los miembros de la iglesia, que no quieren que otros se unan a ellos. ¿Cómo pueden los “cristianos” llevar el amor, la esperanza y las buenas nuevas del Reino de Cristo a todo el mundo para que otros puedan tener la oportunidad de ser salvos antes de que llegue el fin (Mateo 24:14), cuando ni siquiera quieren aceptar gente que hace todo lo posible por asistir a su iglesia?

En este contexto, ¿cómo entendemos el papel de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, o más específicamente, tu papel individual en esta iglesia?

IV. “EL AÑO DE LA BUENA VOLUNTAD DE JEHOVÁ” (Isaías 61:2)

El tema principal que abarca todo el capítulo 61 es el Mesías, que trae la redención y la justicia a su pueblo.
¿Quién es el que habla en Isaías 61:1? El Espíritu de Dios está sobre este ungido, lo que significa que él es un mesías o el Mesías. Ungir significa tomar una persona y apartarla para algún oficio o misión en particular. El capítulo 61 testifica que Cristo habría de hacer la misma obra que hacía. Su cometido es “predicar buenas nuevas a los abatidos”, “vendar a los quebrantados de corazón”, “publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1). ¿A quién se asemeja? Compara con Isaías 42:1 al 7, donde se describe al Siervo de Dios en términos muy similares.

El año de su buena voluntad es el momento en que su relación con su pueblo representada por los sacrificios aceptables, sería restaurada.
Isaías 61:2 habla del “año de la buena voluntad de Jehová”. El Mesías, que es ungido como Rey y Libertador davídico, proclama un año especial de favor divino en el momento en que proclama la libertad.

"Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia." Levítico 25:10
En este pasaje, Dios ordena a los israelitas que proclamen la libertad en el año cincuenta, que es santo: “Ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”. Esto significa que los que se habían visto obligados a vender sus tierras ancestrales o a convertirse en siervos para sobrevivir en tiempos difíciles (Levítico 25:25-55) reclamarían sus tierras y su libertad. Debido a que el año del jubileo comenzaba con el sonido de una trompeta en el Día de la Expiación (Levítico 25:9), hemos mencionado este pasaje antes en relación con Isaías 58.

Si bien “el año de la buena voluntad de Jehová” de Isaías 61:2 es una especie de año jubilar, no es simplemente una observancia de Levítico 25. Este año es anunciado por el Mesías, el Rey, al revelarse a sí mismo mediante su ministerio de liberación y restauración. Esto guarda similitud con la actitud de algunos antiguos reyes mesopotámicos que promovían la benevolencia social al proclamar la eximición de las deudas durante los primeros años de sus reinados. El ministerio del Mesías va mucho más allá del alcance de la ley de Levítico 25. No solo proclama “libertad a los cautivos”, sino también venda a los quebrantados de corazón, consuela a los que lloran y los restaura (Isaías 61:1-11).

Jesús vendó a los quebrantados de corazón y consoló a quienes habían perdido un ser querido. También proclamó libertad a los cautivos que estaban esclavizados por el pecado, satanás y los demonios. Estos eran más fuertes que cárceles hechas de piedras o ladrillos y barras de hierro. Jesús ofreció el único sacrificio que realmente puede restaurar nuestra relación con Dios, para que nuestra separación de él pueda sanarse, y algún día él pueda morar con nosotros. Entonces podremos andar y hablar con él cara a cara como lo hicieron Adán y Eva al principio ¿Cuán pronto podremos reunirnos?

Asimismo, además de “el año de la buena voluntad de Jehová”, proclama “el día de venganza del Dios nuestro” (Isaías 61:2). Vemos el cumplimiento de la profecía de Isaías en Lucas 4:16-21:

"Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo, entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros."
¿Qué principios para compartir el evangelio podemos extraer de estos versículos?

El ministerio de Jesús ¿en qué medida cumplió esto? Además, hazte esta pregunta importante: nosotros, obviamente, no somos Jesús. Pero debemos representarlo ante el mundo. ¿Cuáles son las cosas que hace el Mesías, según se expresan en Isaías 61:1-3, que nosotros, con nuestras capacidades limitadas, deberíamos estar haciendo también? Y ¿cuáles son algunas de las formas prácticas en que podemos hacer estas cosas?

V. “EL DÍA DE VENGANZA DEL DIOS NUESTRO” (Isaías 61:2)

En medio de todas las buenas noticias, ¿por qué el Mesías, según se muestra en Isaías 61, proclama la venganza de Dios? En Nazaret, Jesús, el Mesías, leyó Isaías 61 hasta la frase “proclamar el año de la buena voluntad de Jehová” (Isaías 61:2; Lucas 4:19). Luego se detuvo y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:21). Por ende, evitó deliberada y específicamente leer las siguientes palabras del mismo versículo: “el día de venganza del Dios nuestro” (Isaías 61:2).

"Esta frase era tan cierta como la primera de la profecía, y con su silencio no negó la verdad. Pero sus oyentes se deleitaban en espaciarse en esa última expresión, y deseaban ansiosamente su cumplimiento. pronunciaban juicios contra los paganos, no discerniendo que su propia culpa era mayor que la de los demás. Ellos mismos estaban en la más profunda necesidad de la misericordia que estaban listos para negar a los paganos. Ese día en la sinagoga, cuando Jesús se levantó entre ellos, tuvieron la oportunidad de aceptar el llamamiento del cielo. Aquel que es amador de misericordia, anhelaba salvarlos de la ruina que sus pecados atraían." DTG, 107.

En tanto que su ministerio de buenas nuevas, libertad y consuelo comenzaba a liberar a los cautivos de la tiranía de Satanás, el día de la venganza aún no había llegado. En Mateo 24 (comparar con Marcos 13; Lucas 21), predijo a sus discípulos que los juicios divinos vendrían en el futuro. De hecho, en Isaías 61, el día de la venganza de Dios es el “día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2:31; Malaquías 4:5), que se cumplirá cuando Cristo venga nuevamente para liberar al planeta Tierra de la injusticia al derrotar a sus enemigos y liberar al remanente oprimido de su pueblo (Apocalipsis 19; comparar con Daniel 2:44, 45).

¿Cómo conciliamos la noción de un Dios de amor con un Dios que también promete venganza? ¿Son incompatibles estas ideas? ¿O entiendes la venganza como una manifestación de ese amor? Si es así, ¿cómo es eso? Aunque Jesús nos ha dicho que pongamos la otra mejilla (Mateo 5:39), en otros lugares dejó muy en claro que se impondrá justicia y castigo (Mateo 8:12). Aunque Pablo nos dice que “ninguno pague a otro mal por mal” (1 Tesalonicenses 5:15), también dijo que cuando el Señor se revele desde el cielo, como una llama ardiente, “traerá juicio sobre los que no conocen a Dios” (2 Tesalonicenses 1:8, NTV).

Los que albergan sus pecados no deben esperar que el Señor responda sus oraciones. (Salmos 66:18). Debemos estar dispuestos a renunciar a ellos y cooperar con Dios mientras él los elimina por nosotros o nos ayuda a eliminarlos. El Señor salva a su pueblo de sus pecados, no en sus pecados. La noción de que Dios salvará a todos los que son "buenos" quitándoles milagrosamente los pecados acariciados para hacerlos perfectos, es un evangelio caprichoso, antibíblico y falso. No hay ninguna evidencia en la Biblia de que el Señor imponga sobre las personas un carácter que estas no hayan elegido. El juicio de Dios antes de la segunda venida de Cristo, no cambia nuestro carácter; reconoce lo que es. Recibir un cuerpo perfecto e inmortal en la venida de Cristo no cambiará el carácter que hayamos elegido. Mas bien, esto facilitará el perfeccionamiento de ese carácter. Por lo tanto, las decisiones que tomamos son importantes; no solo las grandes decisiones, sino también todas las pequeñas que nos confrontan cada día. Juntas, desarrollan la textura moral de nuestra vida, que conforma nuestro carácter. Demostremos nuestro compromiso con esa decisión con nuestro estilo de vida, decidiendo libremente vivir en armonía con su carácter abnegado. No hay otra alternativa que evite que el pecado vuelva a surgir por segunda vez.

La diferencia, por supuesto, es que el Señor, en su infinita sabiduría y misericordia, solo puede administrar justicia y venganza de una manera completamente justa. La justicia humana, la venganza humana, contiene todas las fallas, debilidades e inconsistencias de la humanidad. La justicia de Dios, por supuesto, no tendrá ninguna de esas limitaciones.

¿Alguna vez un obstáculo se ha interpuesto en tu relación con otra persona? Dios también tiene ese problema.
¿Cuál de los siguientes incidentes te haría más propenso a querer ver venganza contra alguien que hace el mal?
(1) Una persona que lastima a alguien que tú no amas o
(2) Una persona que lastima a alguien que tú amas.

¿Cómo nos ayuda esto a comprender mejor el vínculo entre el amor de Dios por nosotros y las advertencias de venganza?
¿Deseas que la Nueva Jerusalén de Dios y la Tierra Nueva sean vecindarios seguros?¿Serían seguras si Dios salvara a quienes nunca dejaron de lado su egoísmo? ¿Estarían a salvo si tú vivieras allí?

CONCLUSIÓN

La prominencia y la riqueza de Jerusalén no serían restauradas para su propio orgullo o elitismo, sino para revelar a Dios. El pueblo escogido lo había perdido de vista, pero lo que él logró por ellos a pesar de sí mismos, demostró quién era realmente.

Dios quiere restaurar nuestra posición como hijos de su Reino. Al ser restaurados a esa posición, él quiere que reflejemos su carácter. Las naciones y la gente necesitan ver la gloria de Dios a través de su pueblo. Somos llamados a reflejar la gloria de Jehová. Nosotros no somos la luz; solo podemos reflejar la luz del Señor. ¿De qué manera reflejas tu luz a los demás? 
Los pecados que separan a la gente de Dios causan tinieblas y oscuridad, pero su redención trae luz: "Levántate y resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti".
"Jesús estaba delante de la gente como exponente vivo de las profecías concernientes a él mismo. Explicando las palabras que había leído, habló del Mesías como del que había de aliviar a los oprimidos, libertar a los cautivos, sanar a los afligidos, devolver la vista a los ciegos y revelar al mundo la luz de la verdad. Su actitud impresionante y el maravilloso significado de sus palabras conmovieron a los oyentes con un poder que nunca antes habían sentido. El flujo de la influencia divina quebrantó toda barrera; como Moisés, contemplaban al Invisible. Mientras sus corazones estaban movidos por el Espíritu Santo, respondieron con fervientes amenes y alabaron al Señor” (DTG, 210).

“El día de la venganza de Dios, el día del furor de su ira, vendrá. ‘¿Quién podrá soportar el tiempo de su venida?’ (Malaquías 3: 2). Los hombres han endurecido sus corazones contra el Espíritu de Dios, pero las saetas de la ira divina penetrarán donde los dardos de la convicción no pudieron. Muy pronto Dios se levantará para ocuparse del pecador. El falso pastor, ¿protegerá al transgresor en aquel día? ¿Hallará excusa el que se unió a la multitud en la senda de desobediencia? La popularidad o la riqueza, ¿harán inocente a alguien? Estas son las preguntas que los negligentes e indiferentes deberán meditar y responder” (FO, 43).

Dios purifica una sociedad injusta quitando a los rebeldes y restaurando al remanente que se aleja de los pecados que los ha separado de Dios. Debido a las bendiciones de la presencia de Dios, las personas de otras naciones se sienten atraídas hacia Dios y su pueblo para que también puedan disfrutar del “tiempo aceptable” de Dios que es proclamado y provisto por el Mesías.

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