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La educación artística y científica - La Educación

 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1).
1. ¿Qué es la belleza? ¿Cómo la definimos? ¿Cómo podría un cristiano definir y comprender la belleza de manera diferente de un no cristiano?

2. Cristo podría haber venido a la Tierra como un científico brillante, para ser compensado ricamente por su investigación innovadora. Podría haber obtenido toda la fama como intérprete musical. En cambio, vino y se formó como un humilde artesano. Estuvo presente en la Creación, pero aprendió como una persona común y cumplió sus deberes obedientemente. ¿Qué estímulo nos ofrece esto, cualquiera que sea nuestra experiencia educativa o profesional?

3. Aunque no todos los cristianos son llamados a enseñar en escuelas, los cristianos pueden enseñar a los demás con palabras y hechos, intencionalmente o sin darse cuenta. Por esta razón, ¿qué hábitos debe cultivar el cristiano, como alumno de Cristo y como maestro del mundo?


La educación incluye lo que se denomina “las artes y las ciencias”. Pero ¿qué implica aprender o enseñar las artes y las ciencias desde una perspectiva bíblica? ¿Estamos simplemente ofreciendo versículos bíblicos selectos que se relacionan con un aspecto particular de la medicina moderna o la historia del arte, por ejemplo? Al hacerlo, podemos relacionar nuestras lecciones prácticas con el asombroso poder de Dios para crear nuestro mundo complejo. Pero una mera incorporación de las Escrituras en una lectura de un libro de texto es solo una pequeña parte de la verdadera educación, la educación que es salvífica y redentora.

Para que esa educación realmente funcione, necesitamos que la Palabra de Dios dé carácter a la enseñanza de cada disciplina, desde las humanidades hasta la biología molecular. Sin la Biblia, podemos perder de vista la enormidad de Dios, de su soberanía como Creador y Sustentador de nuestro mundo. 

Además, las artes, en la medida en que reflejan la belleza o la verdad, pueden ser fuente para ver a Dios y reflexionar sobre su carácter.

Hoy veremos algunos principios relacionados con nuestra manera de enseñar las artes y las ciencias desde la perspectiva cristiana y su cosmovisión.

I. SOLO EL SEÑOR

Hay evidencias del Dios viviente en toda su Creación. Esta declaración se ha repetido tantas veces que se convirtió en un cliché. Cuando consideramos, por ejemplo, el corazón de Dios al crear este mundo, que la humanidad ha dañado y estropeado, podemos aproximarnos más a una mejor manera de enseñar las artes y las ciencias.

Tomemos el período de gestación humana, por ejemplo. La biología nos dice que una nueva vida humana inteligente emerge de un óvulo fertilizado y crece durante nueve meses hasta la gestación completa. Las marcas de un Creador amoroso están en todo este ciclo. El bondadoso amor de Dios se puede ver en el lugar donde se desarrolla un feto: justo debajo del latido constante del corazón de una madre. A medida que el feto va creciendo, también aumenta el vientre de la madre, justo enfrente de su persona. La futura madre es siempre consciente de su hijo, así como nuestro Padre celestial siempre es consciente de sus hijos.

¿Qué nos dicen Romanos 1:18-21; Salmos 19:1-6 y Nehemías 9:6 sobre la obra de Dios como nuestro Creador?

Incluso después de seis mil años de pecado y miles de años después de la devastación mundial mediante el Diluvio, existen evidencias abrumadoramente poderosas no solo de Dios como nuestro Creador, sino también del poder, el amor y la benevolencia de este Dios creador. Por cierto, estas son tan poderosas que Pablo, en Romanos 1:18 al 21, dice que aquellos que rechacen a este Dios “no tienen excusa” para el día del Juicio, porque de su obra creadora se puede aprender lo suficiente acerca de él. Por esta razón, apelar a la ignorancia por no conocer ni seguir a Dios será inadmisible en la evaluación final. En otras palabras, ¡no podrán alegar ignorancia!

Especialmente en esta era en la que muchos han llegado a adorar la Creación en lugar de al Creador, es esencial que la educación cristiana en las artes y las ciencias siempre se base en la premisa de que Dios es el Creador y Sustentador de todo lo que existe. En última instancia, cualquier ideología y presuposición que niegue o excluya a Dios solo puede conducir al error. 

La educación terrenal prácticamente parte del hecho de que no hay Dios; la educación cristiana no debe caer en esa trampa, ni debe trabajar con mayor sutileza sobre la base de principios basados en la premisa de que no hay Dios. De cualquiera de las dos formas, es inevitable que los seres humanos acaben en el error.
Piensa en los increíbles prodigio y belleza de nuestro mundo, incluso después del pecado. 

¿Cómo podemos aprender a obtener esperanza y consuelo de ellos, especialmente en tiempos de pruebas y sufrimientos personales?

II. LA HERMOSURA DE LA SANTIDAD

Salmo 96:9 dice: “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”. 

¿Cómo entendemos este concepto, “la hermosura de la santidad”? ¿Qué debería significar esto para un cristiano y cómo debería impactar en lo que enseñamos sobre el arte, y la belleza que a menudo se relaciona con él?

Aunque se ha dicho que “la belleza está en los ojos de quien mira”, no debemos olvidar quién fue el Creador de los ojos (ver Proverbios 20:12). Si bien debemos tener cuidado de no adorar a la Creación en sí, de la belleza de la Creación podemos aprender acerca de Dios y, de hecho, de su amor por la belleza. 

Si nuestro mundo caído todavía se ve tan hermoso, ¿quién puede imaginar cómo debió haber sido antes de la Caída?

Y esto nos enseña que Dios en verdad es el Creador de todo lo bello, a pesar de que hoy las reflexiones sobre la belleza se han vuelto raras. Principalmente debido al relativismo cultural y moral de nuestra época. 
 ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una discusión sobre el tema de la belleza? ¿De qué manera crees que se debe entender la belleza desde una cosmovisión cristiana, no secular?
La belleza simplemente se considera una preferencia subjetiva. Sin embargo, en lo profundo sabemos que está afirmación no puede ser cierta. De hecho, así como sabemos que existen conceptos fundamentales de lo "bueno", que no se relacionan con el tiempo, la cultura ni el lugar, con la "belleza" sucede igual. Cómo dijo un filósofo: "La belleza es la bondad que se hace manifiesta a los sentidos".

El papel que cumplen las artes en nuestra vida quizá no parezca una prioridad, pero cuando pensamos en los medios y las artes están afectando la moralidad de cada nación (piensa en la tuya), la importancia resulta evidente. Andrew Fletcher llegó a decir: "Déjame componer las canciones de una nación, y ya no interesa quien haga sus leyes"

¿Qué tipo de contribuciones pueden hacer los Adventistas en la música, el arte, la literatura que puedan dar testimonio de Dios?
Por ende, el estudio de las artes y las ciencias puede y debe acercarnos al carácter y al corazón de Dios. Como somos parte de la obra de arte y los fenómenos científicos de Dios, también podemos aprender más sobre nuestra propia identidad en Cristo.

“Dios quiere que sus hijos aprecien sus obras y se deleiten en la sencilla y tranquila hermosura con la cual él ha adornado nuestra morada terrenal. Él es amante de lo bello y, por encima de todo lo que es atractivo exteriormente, ama la belleza del carácter; y quiere que cultivemos la pureza y la sencillez, las apacibles gracias de las flores” (CC, 72, 73).

¿Qué nos enseña Génesis 3:6 acerca de que la belleza en sí no es necesariamente buena ni santa? Ver también Proverbios 6:25 y 31:30.

Como con todo lo que Dios ha hecho, tenemos un enemigo que lo distorsiona y lo explota. Por lo tanto, no es de extrañar que la belleza y los conceptos de belleza también se puedan usar contra nosotros. De este modo, especialmente en las artes, la educación cristiana, guiada por las Escrituras, debe ayudarnos a aprender a tener cuidado al comprender que no todo lo bello es necesariamente bueno o santo.

¿Cuáles son algunas cosas “bellas” que no son necesariamente santas ni buenas? 
O ¿cuáles son las cosas bellas que pueden llegar a ser pecaminosas y malas, según las circunstancias? ¿Qué criterio utilizamos para hacer estas distinciones?

III. EXPERTOS EN EL ERROR

Sabemos que nuestro mundo rebasó con creces su cuota de arte y filosofía que no hace honor a Dios. Muchos argumentarían que los cristianos ni siquiera deberían entrar en estos pabellones proverbiales. Los cristianos adventistas del séptimo día deben considerar cuidadosamente su incumbencia al prestar servicio en determinadas industrias, patrocinar ciertos establecimientos y consumir determinados medios de comunicación.

En 1 Timoteo 6, se nos dan instrucciones claras sobre qué actividades debemos evitar, pero también se nos da una amplia explicación. En los versículos 9 y 10, ¿cuáles son las actividades contra las que advierte Pablo?

Leamos el resto de 1 Timoteo 6. ¿Cuáles son las actividades clave que respalda Pablo?

Observa en 1 Timoteo 6:20 que Pablo advierte en contra de “los argumentos de la falsamente llamada ciencia”. Aunque lo aborda desde un contexto diferente, el principio continúa siendo válido. Es decir, piensa en toda la información, todas las enseñanzas, todas las creencias, no solo ahora sino a lo largo de la historia humana, que estuvieron totalmente equivocadas. 
Por cierto, la gente puede ser experta en el error.

Durante casi dos mil años, las personas más inteligentes del mundo, los expertos, creyeron que la Tierra permanecía inmóvil en el centro del Universo, mientras que todas las estrellas y los planetas la orbitaban en círculos perfectos. Se utilizaron algunas matemáticas y ciencias muy complicadas para reforzar esta creencia, a pesar de que resultó equivocada en casi todos los detalles. Por lo tanto, podríamos decir que estos eran expertos en el error, y que esta enseñanza ciertamente fue “falsamente llamada ciencia”.

La ciencia biológica actual, por ejemplo, se basa en el supuesto de que la vida comenzó hace miles de millones de años, por casualidad, sin Dios y sin ninguna finalidad. Al mismo tiempo, ha surgido una cantidad increíble de literatura científica complicada y detallada basada en esta enseñanza. 

¿Qué lecciones podemos sacar de esto acerca de que puede haber gente experta en el error? 

Lamentablemente, los clichés favorecen a la ciencia y se burlan de ella religión. ¿Qué tipo de Educación necesitan los estudiantes adventistas que ingresan en los ámbitos científicos para mantener la credibilidad de la Biblia y la cosmovisión cristiana?
El hecho de entender esto ¿cómo debería impactar en la educación cristiana en general y en la enseñanza de las ciencias en particular?

IV. LA NECEDAD Y LA SABIDURÍA

¿Qué nos enseña Proverbios 1 acerca de lo que debería ser la verdadera educación cristiana?

La Biblia hace una comparación constante entre la necedad y la sabiduría. El libro de Proverbios hace bien en recordarnos los peligros del comportamiento imprudente y de estar en compañía de los necios. 
La distinción es clara: Dios desea que su pueblo busque la sabiduría, que la atesore y abunde en ella.

Los estudiantes de artes y ciencias utilizan sus talentos para adquirir conocimiento y lograr la excelencia en sus estudios. Los profesores de estas disciplinas hacen lo mismo. Somos capaces de alcanzar el esplendor artístico y de realizar avances científicos gracias al conocimiento y la capacidad. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, ¿qué significa realmente el conocimiento de las artes y las ciencias si no implica conocer la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, lo bueno y lo malo, la verdad y el error? 
Todo lo que tenemos que hacer, por ejemplo, es leer un poco sobre la vida de algunos de los mejores artistas del mundo para advertir que tener habilidades y talentos extraordinarios no se equipara con una vida moral o recta. También se podría argumentar que los grandes científicos que participan en la obra de creación de armas biológicas o químicas de destrucción masiva podrían ser sumamente educados, sumamente dotados; pero ¿cuáles son los frutos de su trabajo? Como se dijo anteriormente, el conocimiento, en sí mismo, no es necesariamente algo bueno.

Según Proverbios 1:7 ¿cuál es la clave de la verdadera educación cristiana?

Un ganador del Premio Nobel, un ateo, un hombre que estudia el Universo y sus fuerzas físicas, escribió: “Cuanto más inteligible es el Universo, más absurdo parece”. ¿Qué debería decirnos esto acerca de que el conocimiento en sí no solo puede llegar a ser inútil sino, peor aún, dar lugar a un grave error?

V. EL SEÑOR LE RESPONDIÓ A JOB

¿Qué nos enseña Job acerca de Dios no solo como Creador, sino también como Sustentador de toda la vida? ¿Cómo debería impactar esta importante verdad en nuestra manera de entender las artes y las ciencias?

“Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales; que a la materia se le impartieron ciertas propiedades, y que luego se la dejó actuar mediante su propia energía inherente; y que las operaciones de la naturaleza se llevan a cabo en armonía con leyes fijas, en las que Dios mismo no puede intervenir. 
Esta es una ciencia falsa, y no está respaldada por la Palabra de Dios. La naturaleza es la sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes, ni tampoco obra contrariándolas; las usa continuamente como sus instrumentos. La naturaleza atestigua de una inteligencia, una presencia y una energía activa que obran dentro de sus leyes y mediante ellas. Existe en la naturaleza la acción continua del Padre y del Hijo. Cristo dice: ‘Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo’ (Juan 5:17)” (PP, 106, 107).

Lamentablemente, como se dijo anteriormente, gran parte de la ciencia trabaja sobre presuposiciones ateas y materialistas. Por lo tanto, esto significa que un científico podría estar contemplando algo de extraordinaria belleza, de extraordinaria complejidad, incluso de extraordinaria belleza y complejidad juntas, y no obstante afirmar que surgió por casualidad, sin ninguna previsión ni intencionalidad.
Esto es, de hecho, lo que la ciencia reclama todo el tiempo. La vida en la Tierra, en toda su belleza y complejidad, desde las mariposas hasta los seres humanos, se explica como nada más que el resultado de un cultivo de productos químicos de hace miles de millones de años que se constituyeron por casualidad en una vida simple que, a través de la mutación aleatoria y la selección natural, evolucionó hasta el estado de todo lo que vive, se mueve y respira hoy.
La ciencia, tal como se la conoce ahora, argumenta que la idea misma de un Creador sobrenatural es “anticientífica”, ya que no puede probarse científicamente y, por lo tanto, es una noción ajena a la ciencia. Esta presuposición no es algo que la ciencia misma enseñe (de hecho, la ciencia parecería enseñar lo contrario: toda la belleza y la complejidad del mundo apuntan a un Creador), sino que es una postura filosófica impuesta sobre la disciplina por los propios científicos.

Sin embargo, el problema es que las Escrituras enseñan que Dios no solo creó todo sino también lo sostiene todo. Esto significa que toda verdadera educación cristiana relacionada con la ciencia tendría que funcionar a partir de supuestos radicalmente diferentes de lo que afirma la ciencia en general. 
Inevitablemente, se producirán conflictos, especialmente en lo relacionado con los orígenes de la vida.

CONCLUSIÓN

Se ha dicho que solo hay dos cosas ciertas en este mundo: La muerte y los impuestos. Pero sabemos que no siempre fue así. Si bien la muerte es una parte natural y afianzada de nuestra vida ahora, originalmente era una condición inexistente (tampoco había impuestos). 
¿Por qué debería ser particularmente razonable tomar con pinzas las verdades científicas, en vez de zambullirse de cabeza en la próxima teoría científica, que quizá caiga en el cubo de basura científico en una Generación?
El mundo físico se vió afectado por una decisión espiritual/moral (Romanos 5:12) La ciencia biológica, en su forma actual, no dan cabida a esta información y, por lo tanto, su modelo para el origen de la vida a menudo es engañoso. La ciencia tiene también una manera de excusarse de sus errores o de ocultarlos cuidadosamente. Por otra parte, toda la ciencia que llega al mercado público ha pasado a través del tamiz humano de la subjetividad, la falibilidad, la parcialidad, el conflicto ético y demás.

El universo tuvo un comienzo. La ciencia debería haberse inclinado ante la iglesia pero no lo hizo.
Y en caso de pretender usar la ilustración de Galileo como victoria de la ciencia sobre la religión (cuando su lucha era contra el aristotelismo académico de su tiempo) es poner a la iglesia cómo un chivo expiatorio y distorsionar la historia.

Hay dos razones por las que la ciencia, que en tantos aspectos es buena, tiene una idea tan errada de los orígenes: 
En primer lugar, la ciencia, que estudia el mundo natural, debe buscar respuestas en el mundo natural; 
En segundo lugar, la ciencia supone que las leyes de la naturaleza deben permanecer constantes. Sin embargo, ambas ideas están equivocadas cuando se trata de los orígenes.
Tomemos la primera, que requiere causas naturales para acontecimientos naturales. Eso está bien para el seguimiento de huracanes, pero es totalmente inútil para los orígenes, que comienzan con: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). 
¿Qué puede enseñarnos la ciencia –que niega lo sobrenatural en los orígenes– sobre los orígenes, que fueron totalmente sobrenaturales? ¿Y la constancia de la naturaleza? 
Esto parece tener sentido, excepto que Romanos 5:12 (“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”) supone un entorno natural discontinuo y cualitativamente 
diferente de cualquier cosa que la ciencia ahora aborde. Un mundo en el que la muerte no existía es radicalmente diferente de cualquier cosa que podamos estudiar hoy; y asumir que eran muy similares, cuando no es así, también conducirá al error.
Por lo tanto, la ciencia se equivoca con los orígenes porque niega dos aspectos cruciales de la Creación: la fuerza sobrenatural detrás de ella y 
la discontinuidad física radical entre la Creación original y lo que tenemos ante nosotros ahora.

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