Leer Lucas 17:11-19
El ser agradecidos no es una materia que muchos seres humanos estemos pasando con buenas calificaciones.
Al parecer, la gratitud no es una actitud que tenemos a flor de piel o en la superficie de nuestros labios para expresarla o sentirla con frecuencia. El asunto es tan serio que los relatos e historias que muestran el accionar de personas agradecidas, parecieran mostrarlos como personas extraordinarias, no comunes y dignas de imitar.
Aún en la Biblia se reconoce esa tendencia de los seres humanos a olvidarse de la gratitud debida a otros e incluso la que debemos a Dios.
Son muchas las ideas y lecciones de vida en la que podemos pensar al reflexionar en este relato. Pero para esta ocasión nos limitaremos a tres de ellas:
1- NECESIDAD DE LAS BONDADES Y MISERICORDIAS DE DIOS.
1. Samaritanos.
Lucas se asegura de mostrarnos en el relato que hace del incidente, que el grupo de leprosos que salieron al encuentro de Jesús por lo menos contaba entre ellos con un samaritano. Incluso Jesús, cuando se fija que solo uno regresó a expresar su gratitud, destacó que la persona que lo hizo era samaritana.
Ahora bien, siendo que judíos y samaritanos eran enemigos y no se permitían ningún tipo de trato, llama la atención observar que este grupo de leprosos hubiese encontrado la forma de eliminar las barreras que los demás no habían podido quitar.
2. Unidos en la desgracia.
Sin duda Cristo quiere que entendamos algo al enfatizar que judíos y samaritanos estaban unidos en la desgracia, y eso que quería hacernos entender era precisamente que cuando se trata de necesitar que Dios tenga misericordia de nosotros como seres humanos, no hay raza, ni cultura, ni color de piel superior a otra. En eso todos somos iguales, todos necesitamos a Dios, todos estamos afectados por la realidad de la lepra del pecado en este mundo y sus efectos devastadores para nosotros y nuestras familias.
No hay duda al respecto, todos nosotros tenemos una común necesidad de Dios. Uno de los problemas que crea la escasez de gratitud en los seres humanos, es la falsa percepción de que no necesitamos a los demás para existir y ser felices. Pero no es cierto, todos necesitamos ayuda y compañía.
Cuando las personas no se ven como lo que realmente son, es obvio que no sientan necesidad de expresarse gratitud unos a otros, y será más fácil también así, olvidarse de darle las gracias a Dios por todas sus misericordias.
II. A NADIE NIEGA DIOS LA AYUDA Y MISERICORDIA.
1. Aislamiento.
La ley existente para los leprosos los aislaba de la familia y de la sociedad, obligándolos a vivir en lugares apartados, lejos de todos y de todo lo que una vez fue su vida común y corriente. Ese aislamiento no solo quería impedir que contaminaran a otros, sino que también significaba que no había remedio al alcance para solucionar su problema.
Así que, su desgracia les producía un dolor por partida doble, causado por el alejamiento familiar y por otro lado por la angustia de saber que su caso era incurable.
2. Valoración.
Y entonces, tal vez por primera vez en mucho tiempo, alguien los trata con bondad, alguien los trata como si fueran personas valiosas y normales.
Por primera vez, desde que fueron expulsados de la comunidad, alguien les dice que regresen a ella; por primera vez, desde que fue certificada su enfermedad, alguien les habla como si ya estuvieran sanos.
3. Reconocimiento público.
Jesús les dice: “Vayan y muéstrense al sacerdote”. Eso fue todo. Pero fue mucho.
Cristo no les dijo como en otros casos, ya están sanos o limpios, solo les dijo vayan y hagan que el sacerdote los vea. Según la ley para que ellos pudiesen ser reincorporados como personas “normales” dentro de la comunidad, tendrían que ser revisados y certificados como sanados por un sacerdote.
Y Jesús con esto, estaba no solo dándonos ejemplo al obedecer el procedimiento que él mismo había establecido para su pueblo.
4. Sin expedientes pasados.
Fíjese que en ningún momento Jesús les preguntó cuánto tiempo tenían con la enfermedad, qué tan avanzada estaba, o qué parte de su cuerpo les había afectado. Esas cosas no importan cuando se trata de Dios.
Es completamente cierto cuando decimos que no hay un problema que el no pueda resolver. Sin revisarlos, sin tocarlos, sin conocerlos, tan solo al escuchar su pedido de auxilio, Jesús los sanó y les ofreció esa sanidad por fe.
5. Más de lo que pedían.
En realidad, ese día como siempre Jesús estaba yendo más allá de lo que le pidieron los leprosos. Ellos pidieron ayuda con su enfermedad porque eso era lo único que les importaba, pero Cristo tenia interés no solo en ayudarlos sino sobre todo en salvarlos, y por eso les ofreció la ayuda que buscaban, en una forma tal que pudiera también operar la salvación de su alma.
Y precisamente por esto es que tiene tanta importancia lo que ocurrió después.
III. MOSTRAR GRATITUD POR LO QUE DIOS HA HECHO POR NOSOTROS ES UNA SEÑAL DE ACEPTACIÓN COMO NUESTRO SALVADOR.
1. Respuesta al milagro.
El Señor acababa de cambiarles la vida a estos diez hombres con una simple declaración.
La lepra los había lanzado al hoyo de la tristeza, el desconsuelo y la soledad, y de allí los sacó Cristo con el poder de Su Palabra.
Mi pregunta es ¿que habrá pasado por la mente de esos hombres mientras iban viendo cumplirse el milagro? ¿Qué habrán sentido cuando el sacerdote certificó que estaban limpios? ¿A dónde fueron de ahí? ¿Qué sería lo primero que hicieron? No lo sabemos, porque la Biblia no lo dice. Pero por lo menos sabemos lo que pensó e hizo uno de ellos según la Palabra de Dios:
“Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias.”
Es muy claro el relato en este punto:
a. El hombre vio que había sido sanado.
Fíjese que no dice que él vio que se sanó, sino que fue sanado. En otras palabras, reconoció que lo que le pasó fue hecho por alguien fuera de él. Reconoció que había sido objeto de un gran favor y de mucha misericordia.
b. El relato dice que volvió.
Esto significa que regresó a un lugar donde estaba antes. Si ustedes recuerdan, la última vez que supimos de este hombre y de los demás antes de ser sanados, los vimos de pie retirados por la lepra pidiéndole ayuda a Cristo. Así que este “volvió” sin duda significa que este señor volvió al lugar donde se encontró con Jesús.
Todo indica que él le atribuyó el milagro que ocurrió en su vida, a la misericordia y poder de Cristo. Al ver esto volvió.
c. Gratitud.
Fíjese bien, la gratitud no es algo que brota en nosotros en forma natural, pero se espera que, al ver la obra de Dios en nuestra vida, sí sea natural agradecerle.
Pablo dice que como los seres humanos no reconocen esa obra de Dios en sus vidas, no le glorifican ni le dan gracias (Romanos 1: 18-21). Nótelo bien, el leproso que regresó sanado a la presencia de Cristo, hizo exactamente lo que no hace el hombre culpable de Romanos 1, este hombre vio que fue sanado, y por ello regresó glorificando a Dios a gran voz y se postró en tierra a sus pies, dándole gracias.
Tan solo, que Jesús lo resalta y pregunta: ¿No son diez los que fueron limpiados? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo quién regresara a dar gracias excepto este extranjero?
IV. EL ANHELO ESCONDIDO EN EL CORAZÓN DE JESÚS.
1- Dios siempre se fija en cada persona que viene a él.
En el primer encuentro no sabíamos que se había fijado en que eran diez, solo les dijo vayan, no dijo vayan los diez, no les dijo a los discípulos cuéntenlos antes de hacer el milagro a ver cuántos se sanan.
Pero al regresar el que trajo la gratitud, Jesús de inmediato dijo eran diez, ¿dónde están los otros nueve? No hay dudas de que el buen pastor siempre esta buscando la oveja perdida aun cuando tenga que dejar las noventa y nueve en el redil para ir a rescatarla.
2- Es por Jesús que sabemos que todos fueron sanados, es decir los otros no regresaron por cualquier otra razón, pero no porque no recibieron la ayuda divina.
Evidentemente, una vez que se vieron limpios se acordaron de un montón de cosas para hacer y esto ahogó la posibilidad de que glorificaran a Dios y le dieran gracias.
Cuando estaban leprosos, Jesús era un Maestro con poder para ellos, pero ahora limpios no le echaron de menos. Aun así, Jesús sí los extrañó, preguntó por ellos, y mostró que tenía el deseo de verlos limpios y agradeciendo a Dios, porque aún tenía mucho más que darles.
3- Es evidente que a Jesús le gusta y espera que sus hijos muestren gratitud por las bendiciones recibidas.
Vuelva a mirar la pregunta del Señor: ¿No hubo quién regresara a dar gracias...?
Para Jesús la gratitud es parte del proceso de salvación que experimenta un ser humano que ha creído en Él.
Las personas que tienen seguridad de su salvación en Cristo, también muestran un espíritu agradecido hacia Dios. Según Jesús la gratitud es algo que beneficia a quien la da, porque lo que Él preguntó no fue: ¿No hubo quién regresara a darme las gracias?
Lo que llama la atención del Señor es la escasez de gratitud que se ve claramente en personas que tienen razones de sobra para agradecer.
Estos diez hombres le debían la vida y todo lo que ella implica a Dios. Si ahora podían respirar, bañarse, comer, ver a su familia, compartir con ellos, trabajar, dormir en una cama, tener amigos, planificar para el futuro y todo lo demás que hace un ser humano, se lo debían a Dios. Es por lo tanto inexplicable que de estas diez personas solo una regresó.
En la historia de los diez leprosos Jesús nos enseña que es importante tomar el tiempo para dar gracias. Siendo que somos seres humanos necesitados de ayuda y compañerismo, la peor actitud que podemos adoptar mientras vamos por la vida es la de ser ingratos con todos aquellos que han hecho alguna contribución a nuestra vida y sobre todo con Dios.
V. MI DECISIÓN.
“Existimos para servir a Dios y a nuestros prójimos”.
Cuando damos tiempo para servir en la obra de Dios, estamos expresando gratitud por sus bondades, cuando cuidamos nuestros cuerpos para mantenernos saludables, glorificamos a Dios y le expresamos gratitud por sus bendiciones, cuando ponemos los talentos y habilidades que Dios nos dio a su servicio, estamos diciéndole gracias Señor por hacerme útil y darme un lugar donde colaborar, y cuando devolvemos el diezmo y traemos ofrendas generosas, estamos adorando y demostrando gratitud a Dios porque siendo dueño de todo, nos provee de recursos y nos permite administrarlos bajo su dirección.
Este es el único medio que tenemos de expresarle nuestra gratitud a Dios por sus favores y él espera que así lo hagamos.
Invitación.
La invitación para hoy es para aquellos que reconocen que Dios los ha limpiado del pecado y les ha dado una nueva vida con un futuro glorioso asegurado. Este llamado es para aquellos que reconocen esto y están dispuestos a regresar y darle las gracias a Dios y glorificar su nombre compartiendo con otros de todo aquello que Dios les ha dado primero.
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