INTRODUCCIÓN
Tal vez el matrimonio de reyes más conocido de la Biblia sea Acab y Jezabel. Un rey moralmente débil y una reina dominadora, sumergieron a la nación de Israel en la más profunda apostasía. El pueblo se apartó de Dios. Buscaba solo los placeres de este mundo y una vida de idolatría. La obediencia a Dios era un artículo raro.
En ese tiempo vivió Elías, cuyo nombre ya era una predicación: “mi Dios es Jehová o el Señor es mi Dios”. Mientras que el nombre de la realeza estaba relacionado a baal o moloc, dios fenicio de la fertilidad, el nombre Elías estaba relacionado con la adoración al Dios de Israel. El nombre del hijo de Dios necesita estar conectado con el Dios verdadero.
Después de anunciar un período de sequía, huir de la presencia del rey y encontrar refugio en el arroyo de Querit, cuyas aguas se secaron (1 Reyes 17:1-7) por indicación de Dios, Elías fue a la ciudad de Sarepta, ciudad costera de Fenicia, situada a 14,4 km al sur de Sidón y a 21,6 km al norte de Tiro. Conocida hoy como Tsarafand.
La palabra Sarepta significa crisol u hornalla de fundición, nombre dado probablemente debido a la actividad de fundición de metales existente en ese lugar en la época del relato bíblico.
A esa ciudad, aun en el corazón de un país gobernado por reyes propicios a Baal, Dios envió a Elías para ser sustentado por una viuda que no era israelita. Con seguridad Acab nunca lo encontraría allí.
Elías fue a Querit por indicación divina. Cuando seguimos lo que Dios ordena no quiere decir que el cielo será siempre azul o el sol siempre brillante. Habrá días de tinieblas. Puede ser que el arroyo se seque. Pero Dios no deja a sus hijos en las tinieblas. Inmediatamente vino la Palabra del SEÑOR a Elías, y lo envió ahora al crisol. Del arroyo seco a la hornalla de la aflicción, Dios nunca abandona a los que le son fieles.
I. DIOS VE LA NECESIDAD
“Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: (1 Reyes 17:8). Cuando el arroyo se secó, Dios no se demoró. Vio la necesidad de Elías. El profeta atendió a la voz de Dios. La Palabra de Dios guía a todo aquel que decide escucharla.
A. Vio la necesidad de Elías
1. “Levántate, y vete a Sarepta [...]” (v. 9). Dios invitó a Elías a salir de su país e ir a un lugar llamado crisol. Allí Dios probaría al profeta, pero especialmente a alguien que también estaba en necesidad.
2. “Le he dado orden allí a una mujer [...]” (v. 9). ¡Una mujer! En esa época había mucho prejuicio en relación a ellas. Pero, Dios desconoce los prejuicios y no trabaja de acuerdo con los complejos humanos.
3. “[...] viuda que te sustente”. (v. 9). ¿Quién? ¿El intendente de la ciudad? ¿Un comerciante rico? ¿Un gran empresario? ¡No! No fue tampoco una viuda rica. En esa época había muchas viudas y la tendencia era que la comunidad se olvidara de ellas. La mujer a quien Dios envió a Elías estaba en quiebra. Había perdido todo. Estaba a punto de morir de hambre. Era la persona menos indicada para ayudarlo. Sin embargo, Dios tiene un propósito en todas sus acciones. El ser humano solo debe creer y permanecer dentro del plan de Dios.
B. Vio la necesidad de la mujer (1 Reyes 17:10-12)
1. ¿Por qué eligió Dios a esa mujer? ¿La preocupación inicial no era Elías? Parece que Dios estaba preocupado por un profeta hambriento y una viuda desamparada.
2. En los días de hoy, Dios ve la necesidad de que su obra avance y el evangelio alcance a todo el mundo. Él sabe que para eso se necesita dinero. Para que el evangelio se predique a todas las personas se necesitan recursos. Pero al mismo tiempo, Dios está preocupado con sus necesidades. Él ve, Él provee. Dios da oportunidad de que usted participe porque él también quiere bendecirlo. Si usted no se involucra, la obra no se detendrá. Dios no está limitado a la acción de una persona, aunque prefiere contar con ella.
3. Los pedidos de Elías (vers. 10, 11, 12)
a) Agua
b) Alimento
c) Se ganó también donde dormir. Casi hizo como el colportor: “Deme un vaso de agua, porque tengo tanta hambre que no tengo dónde dormir”.
d) La mujer le presentó a Elías el último alimento que tenía (v. 12). Dios sabía que esa viuda estaba por morir de hambre. El pedido era una prueba de fe.
II. DIOS LE HACE UN PEDIDO
A. Antes del pedido, tenemos una palabra de ánimo.
1. “No temas...” (v. 13). Me gusta esa expresión. Aparece 365 veces en la Biblia. Una vez para cada día del año. “No tenga miedo, no se preocupe. Yo sé que usted no tiene la misma religión que yo, ni es israelita, es probable que ni sea bautizada todavía. Pero no tema. Yo conozco a un Dios maravilloso”, tal vez Elías le hubiera dicho eso a la viuda.
Quién sabe, si usted habría pensado: “¿Quién es ese extraño que ya comenzó pidiendo?” Pero, Dios nos asegura: NO TEMAS.
2. “[...] ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero [...]; y después harás para ti y para tu hijo” (v. 13, énfasis agregado). Elías, como representante de Dios, le pidió que hiciera primero para él. ¿Quién es este desconocido que se pone como preferencia hasta sobre mi hijo y mi familia? ¿Por qué primero para Dios?
3. Cuando Dios hace un pedido, tiene prioridad. Los pedidos de Dios son para probar nuestra fe. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33). Ese versículo está en el contexto del sermón del monte. Jesús hablaba de la preocupación con necesidades básicas: comer, beber y vestir (Mateo 6:31, 32). Dios pide que separemos la primera hora de la mañana para la comunión con Él. Pide que observemos el sábado exclusivamente para la adoración.
Él pide que separemos en primer lugar el santo diezmo y una ofrenda proporcional, planeada y que represente nuestra gratitud. Las ventanas del cielo se abren cuando ejercitamos nuestra fe en aquel que es el dueño de la plata y el oro (Hageo 2:8).
4. El principio bíblico de la primacía es: Dios tiene la preferencia. Él debe ocupar el primer lugar en nuestra vida. Elegir prioridades es la clave de los cambios.
III. DIOS HACE UNA PROMESA
A. “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así [...]” (v. 14).
1. Un Dios del que tal vez usted desconozca su poder. Que usted nunca haya probado. Puede ser que lo vea lejano. Quién sabe, ni lo haya buscado con frecuencia en oración y comunión a través de su Palabra.
2. ¿Será un Dios exigente? ¿Pide el 10% de sus entradas? ¿Pero lo que usted gana es realmente suyo? La Biblia dice: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmos 24:1).
B. La promesa de Dios fue: “La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra” (v. 14).
1. Dios hace una promesa maravillosa. En la Biblia tenemos 3.573 promesas. La más importante es la de la segunda venida. Aparece más de 300 veces en el Nuevo Testamento. Y el apóstol Pablo nos da una seguridad: “porque todas las promesas de Dios son en él sí, y en él Amén” (2 Corintios 1:20).
2. ¿Qué habría sucedido si esa mujer hubiera dudado? ¿Si no hubiera obedecido? ¿Será que la vasija habría permanecido llena y la tinaja con el trigo? ¿La habría mencionado Jesús en el Nuevo Testamento? (Lucas 4:25, 26). ¿Habría permanecido viva para contar la historia?
3. Si no hubiera creído, tal vez podría haberse escrito el siguiente epitafio en su tumba:
“¡Aquí yace una mujer que no quiso creer en Dios!”
Elena de White dice: “Pero algunos dudaban. Siempre será así. Hay quienes encuentran difícil ejercer fe y se colocan del lado de la duda. Los tales pierden mucho por causa de su incredulidad” (DTG, 758).
Pero ella demostró su fe. ¡Fue fiel al pedido del profeta!
IV. DIOS CUMPLE SU PROMESA
A. La promesa es condicional
1. “Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías [...]” (v. 15). Podemos ver aquí dos aspectos: creer y obedecer. Esa es la condición que Dios espera de sus hijos para que pueda cumplir sus promesas en nuestra vida.
B. La promesa es segura
1. “[...] y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías” (v. 15, 16). Una decisión feliz que resultó en bendición para todos.
2. Dios nos hace otro pedido: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Debemos obedecer por amor y porque ya fuimos bendecidos.
3. Probar no es provocar. Provocar es presunción. Probar la fe. “Pero la fe no va en ningún sentido unida a la presunción. Sólo el que tenga verdadera fe se halla seguro contra la presunción. Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe. La fe se aferra a las promesas de Dios, y produce la obediencia. La presunción también se aferra a las promesas, pero las usa como Satanás, para disculpar la transgresión” (DTG, 101).
CONCLUSIÓN
a) Incluso en los momentos de crisis, cuando el arroyo se seca o cuando pasamos por la hornalla, Dios nos está guiando a través de su Palabra. Obedecer es oír.
b) Dios conoce su necesidad y la mía. Sabe lo que nos falta. Pero, él nos hace un pedido: Separa primero lo que me pertenece, antes de pagar las deudas, de gastar, de hacer cualquier otra cosa. Él dice: “no temas”. Y con el pedido viene la promesa. Él es fiel. ¡Él mismo Dios de Elías y de la viuda es el mismo de hoy y será eternamente! (Hebreos 13:8).
c) ¿Le gustaría continuar recibiendo las ricas bendiciones de Dios? ¿Acepta la invitación de Dios de ponerlo en primer lugar en su vida siempre?
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