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Vidas Conectadas - Multiplique Esperanza

By
José Orlando Silva

Albert Bandura, profesor de Standford, considerado uno de los mayores teóricos de aprendizaje social, formuló un concepto revolucionario llamado modelado.

Una de las cosas que ese concepto demostró, es cómo el niño reconoce la realidad a través del adulto.

A partir de ese concepto podemos afirmar que nuestra visión de la realidad es siempre medida por el otro, porque desde la infancia, nunca aprendemos solos.

La gran verdad es que Dios podría realizar todos sus planes sin mediación. Pero eligió una conectividad de vidas, que conocemos simplemente como “relaciones” para hacernos crecer, multiplicarnos y aprender el conocimiento de la realidad.

Deténgase a pensar quién es usted y lo que hace. Ahora, intente retirar las personas que contribuyeron para hacer de usted lo que hoy es y llegar adonde llegó. Siempre encontrará personas que se conectaron con usted.

Tal vez por eso Vygotski afirmó: “El ser humano se constituye como tal en un medio social”.

Pero, la gran verdad es que todos esos teóricos que establecieron sus respectivos conceptos reflejan lo que Dios estableció desde el inicio al crear al hombre y declarar “No es bueno que el hombre esté solo” (Gén. 1:18). Esta afirmación no es exclusiva para el matrimonio, sino que es para la vida con su red de relaciones.

Seríamos reduccionistas si pensamos en esa afirmación solo para la realidad del matrimonio. Aquí Dios destaca la importancia de la relación interpersonal, de la necesidad de la conexión de vidas y de allí nace la multiplicación.

I. CONEXIÓN DE VIDAS: EL PLAN DE DIOS

Todo plan de Dios para la vida humana incluye la conexión de vidas. Y toda conexión de vidas es antecedida por el paso de fe de la vida que se conecta.

Esa acción puede resultar incómoda y requiere de actitud.

El primer paso para conectarse con nuevas vidas es aceptar el llamado del plan de Dios para usted.

Abraham tuvo que aceptar el llamado para ser el padre de una gran nación. Y todo comienza aquí.
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” Génesis 12:1.

La casa del padre representa nuestra zona de confort, nuestra comodidad, no solo la realidad física, sino también la opinión, las creencias.

Muchos prefieren morir creyendo lo que creen, antes que intentar vivir diferente a partir de la propuesta de Dios. Simplemente porque no quieren salir de la “tienda”, de la casa del padre.

Abram (padre) no se convertiría en Abraham (padre de naciones) si no hubiese salido del lugar donde vivía, que puede también representar una idea fija y convencional de una vida solitaria. Tampoco hubiera visto el plan de Dios si no hubiese elegido mirar hacia arriba y ver las estrellas del cielo.

Cada grupo pequeño que se multiplicó, aceptó el llamado de Dios y salió de su tienda, de su confort; comenzó a contar las estrellas del cielo; y pudo experimentar la multiplicación de personas como fruto de la acción y el plan de Dios.

Esta acción simplemente nos lleva a creer en la victoria de Dios y en su deseo de hacer que la iglesia crezca conectando vidas en cada grupo pequeño que eligió ejercer el pastoreo y el discipulado permanente.

Con Abram no fue distinto, cuando se conectó con Isaac en el monte Moria. Recordemos que cuando Dios cambió su nombre de Abram (que significa “gran padre”) a Abraham (que significa “padre de una gran nación”), él tenía el nombre, pero aun no tenía hijos. Tenía la promesa, pero no la realidad.

Sin embargo, el plan de Dios de la multiplicación siempre se cumplirá, cuando hubiese fe en Aquél que lo estableció. Y el plan de Dios incluía otras vidas conectadas a la vida de Abraham, dentro de ellas, la de Isaac.

Y fue en el monte Moria que el plan fue aprobado. Isaac tenía 14 años y en ese momento él tenía también la opción de estancar el plan de Dios de multiplicación dado a su padre por la promesa de Génesis 12:1-3.

Creo que en ese momento descrito en Génesis 22, Isaac actuó como alguien que fue conectado con la fe de su padre, cuando se entregó (Gén. 22: 9). Ambos, en ese momento conectados, vieron juntos a Jehová Jihré, el Dios que provee.

Fue de esa experiencia que partieron para la multiplicación de la nación.

II. EL CONSEJO DE DIOS A TRAVÉS DE UNA VIDA CONECTADA

Dios nunca cambia o replantea sus planes. El cumplimiento de la promesa hecha a Abraham se consolidó en la vida de Moisés, cuando fue llamado del desierto para liberar a la gran nación prometida por Dios a Abraham. (Ver Éxodo 3:4-7). Y fue una salida triunfante y notoria. (Ver Éxodo 12:37).

En el auge del cuidado de ese pueblo, Moisés, con una sinceridad equivocada, buscaba cuidar y atender las necesidades de ellos él solo. Al punto que la Biblia declara que “el pueblo estaba en pie delante de Moisés desde la mañana hasta la puesta del sol”.

La ignorancia es descarada y el celo sin el debido conocimiento genera caos, en lugar de orden. Por nuestras propias fuerzas, lejos del plan de Dios, nuestros esfuerzos encontrarán contracción en vez de expansión, disminución en vez de multiplicación.

Pero Dios intervino, como siempre lo hace. Él intervino por medio de personas. Aunque Dios también obra por acción directa o por una teofanía, su intervención más común es por medio de personas. Él actuó por medio de su suegro Jetro.

“Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo?” Éxodo 18:14.

Existen personas que siempre contribuyen de forma significativa en nuestra vida. Y en la vida de Moisés fue Jetro. Esas vidas que se conectan a la nuestra, hacen una tremenda diferencia.

Podemos destacar las cualidades esenciales en la vida de aquel que se conecta a la nuestra y efectúa un cambio impactante, a partir de las características de Jetro, descritas en Éxodo 18.

1. Jetro revela gratitud cuando invita a Moisés a cenar, luego de saber lo que él hizo con sus hijas, y exalta el nombre del Señor al oír sus victorias. Éxodo 18:8-12.

2. Jetro antes de aconsejar observaba la realidad. “Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo” (Éxodo 18:14 a) Hacer la lectura previa de la situación es esencial para un consejo acertado.

La observación atenta evita decisiones erradas y precipitadas. Es necesario conocer la realidad para aconsejar con precisión, sabiduría y eficacia.

3. El foco de observación de quien aconseja en nombre de Dios son las personas: Jetro observaba lo que Moisés hacía al pueblo. Las decisiones deben priorizar la felicidad y el desarrollo de las personas. Invertir en las personas, cuidarlas es lo que Dios espera al conectar nuestra vida a otra vida.

La conexión de vida de Moisés con la de Jetro podría ser ineficaz, si Moisés no acatase el consejo y no admitiese que eso traería felicidad para él y para el pueblo. Todo consejo debe tener como objetivo el bienestar de todos los involucrados: en ese caso sería bueno para Moisés y para el pueblo.

Moisés podría escuchar y no hacer nada. Podría continuar con el modelo viejo del cuidado de las personas. Están aquellos que no están abiertos al cambio.

Moisés era sincero en lo que hacía, pero la sinceridad no está exenta de errores. Muchos insisten en el cuidado de otros, en el pastoreo de personas, rechazando la conexión con ellas. Intentan escuchar sin oír, cuidar solo por la amonestación, salvar sin cercanía. Esa actitud, aunque sincera, está completamente equivocada y requiere un cambio. Quien tiene la humildad de oír y cambiar, tendrá la experiencia de crecer.

En el plan de Dios a través de la conectividad de vidas es que habrá pastoreo, discipulado y constante multiplicación. Moisés entendió eso al conectarse con Jetro y acatar su consejo.

Las bendiciones serían innumerables para su vida y liderazgo al oír el consejo y ese fue el llamado de Jetro: “Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo...” (Éxodo 18:19). Moisés oraría más (Éxodo 18:19 b); comenzaría a ser un entrenador y equipador de hombres escogidos. (Éxodo 18:20 y 21); y consecuentemente la vida del pueblo también cambiaría, pues serían atendidos (v. 22); y estarían en paz (v. 23). Veamos la actitud de Moisés:

“Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo” Éxodo 18:24.

Al acatar el consejo, Moisés viviría la experiencia de tener su vida conectada a los hombres capaces que serían escogidos, y estos al pueblo. Y establecería una red de conexión interpersonal amplia, donde todas las necesidades personales serían suplidas por el pastoreo constante y las vidas serían amoldadas por el discipulado permanente.

III. LA ESTRATEGIA DE DIOS: VIDAS CONECTADAS EN RED

El plan de Dios siempre es amplio y no deja brechas. Al proponer que las vidas deben ser conectadas en una relación profunda y de mutuo apoyo, cuyo conocimiento y cuidado debe ser transferible por el constante contacto y vida interpersonal, Dios solo establece el reflejo de su acción estándar para el universo.

El mundo actúa en red, como por Internet que interconecta computadoras en diferentes lugares del planeta, con la capacidad de intercambiar imágenes, información y mensajes, proporcionando un crecimiento ininterrumpido y amplio de las redes sociales.

La naturaleza y el universo, aunque diverso y disperso en su multidiversidad, están interconectados en una red que establece una cohesión y acentúa consecuencias en el todo, si lo específico es afectado. Una inundación afecta la biodiversidad, un sobrecalentamiento global afecta la labranza y así sucesivamente.

Y el cuerpo humano que fue creado y puede ser definido y calificado como un sistema integrado, donde el sistema nervioso desequilibrado afecta el digestivo, que desencadena, a partir de ese desequilibrio, un mal funcionamiento en las neuronas.

Por eso, inspirado y sabiamente, Pablo, lo compara con la iglesia, estableciéndola como una unidad orgánica, sistémica, interconectada y unida, comparando a sus miembros, que son diferentes vidas, a los órganos y miembros del cuerpo humano que trabajan interconectados y tienen interdependencia uno con el otro, sin destacar la importancia entre ellos.

“Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?” 1 Corintios 12:16-19.

Con este razonamiento, Pablo salvaguarda la unidad en la diversidad de la iglesia. Él resalta que, aunque diferentes, los miembros deben estar conectados.

La iglesia solo cumplirá su papel cuando viva ese plan de Dios. El mayor desafío para la iglesia es vivir esa conectividad interpersonal. Su trabajo debe ser en red, en un mundo en red. No se alcanzará ese objetivo fuera de una estructura que proporcione cercanía, pastoreo constante con pocos, acompañamiento y supervisión activa; y discipulado proveniente de encuentros regulares, llevando a una constante capacitación y formación de nuevos líderes.

En el modelo convencional de la iglesia, cuyo micrófono es el principal instrumento y el discurso de uno a 100, 300, 700 y hasta 1500 es la principal estrategia, no es posible experimentar una experiencia de conectividad.

Solo por intermedio de una red de grupos pequeños el corazón de otro puede ser escuchado, sus necesidades atendidas y su vida verdaderamente conectada a otras vidas.

Por eso David Cox afirma: “Todas las iglesias necesitan de una red amplia de grupos relacionales, que ayuden a construir una comunidad verdaderamente cristiana”.

Esa fue la estrategia de Jesús. Él eligió doce vidas. Estableció una estructura en la que pudiese tener su vida conectada a esas vidas. Solo así podría transformarlas y discipularlas. Así establece el discipulado en red.

Sería redundante afirmar que la acción de Jesús es el patrón del plan estratégico de Dios. El método de Jesús se basaba en personas. Su primer paso luego de una noche de oración fue escoger doce hombres para “Estar con él, enviarlos a predicar y expulsar demonios con autoridad” Marcos 3:13-19.

Veamos lo que afirma el versículo para “estar con él”. Después del reclutamiento vino la conexión de esas vidas a él. Jesús, después de convocar a los discípulos, asumió el hábito de permanecer entre ellos. Esta era su estrategia y esencia de su programa de entrenamiento.

A diferencia de lo que hicieron los grandes líderes de la humanidad que buscaban y valoraban la multitud, con el fin de formar ejércitos para acumular conquistas, Cristo simplemente escogió doce para que lo siguieran, para que experimentasen su vida por una conexión íntima y profunda.

Aquí está la marca permanente del discipulado en el ministerio de Jesús. No hay pastoreo ni discipulado sin conexión de vidas.

Es por medio de una conexión de vidas en un círculo pequeño que habrá niveles de liderazgo y personas conectadas entre sí, para que haya pastoreo con pocos en un ciclo de discipulado eficiente y eficaz.

CONCLUSIÓN

Solamente una vida conectada a otra y estas a Dios, puede experimentar y llegar a la plenitud de la madurez de Cristo. En esta experiencia consiste el plan de Dios para cada uno de nosotros.

El primer paso es el ejercicio de la fe.

Como Abraham que salió de su tienda y Moisés que aceptó el llamado para una conectividad con otras vidas, somos, como la iglesia, también llamados para vivir en una red de relaciones sanas en pequeñas comunidades. El poder de la conexión está en las relaciones. Cada grupo pequeño que se reúne debe buscar la multiplicación.

LLAMADO

Nuestra invitación es que usted decida conectarse a esta red de relaciones que lo llevará a una vida en comunidad. Y que cada uno, juntos, multipliquemos esperanza, conectando vidas.

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