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La Universidad Adventista de Southern está localizada en las afueras de Chattanooga, TN.
Chattanooga es una ciudad amigable al ambiente, hermosa, y que sigue las tendencias modernas, con un antecedente históricamente rico y valioso. La mayoría de sus habitantes disfruta de una gran variedad de deportes al aire libre y de los deliciosos restaurantes locales, sin apenas imaginarse lo que queda bajo sus pies.
Es que hay dos Chattanoogas: la que vemos y la que no vemos. Lo que no vemos está debajo de las calles – un laberinto del comercio de la historia enterrado hace un siglo. Éste se puede ver solamente en muestras que se hallan en los sótanos y en los pasajes que una vez fueron los primeros pisos de la ciudad. No podemos ver el pueblo que Chattanooga enterró para poder salvar al que hoy vemos.
Después de unas inundaciones devastadoras a finales del siglo XIX y a principios del XX, el pueblo que comenzó como un puesto comercial en Ross’s Landing se reinventó a sí mismo. Con el tiempo, elevaron una sección de la ciudad de unas cuarenta manzanas cuadradas a una altura aproximada de 10 pies, o sea, más o menos a la altura del primer piso de los edificios. Los primeros pisos se convirtieron en sótanos, y los segundos pisos llegaron a ser el nivel de la calle. Las ventanas altas llegaron a convertirse en decoraciones de los fundamentos o en respiraderos.
Estructuralmente, esto ha dejado la ciudad en una situación algo precaria, porque las vigas se enmohecen y los edificios anteriores están colapsando bajo el peso de los edificios nuevos sobre ellos. Y sin embargo, este hecho asombroso de levantar una ciudad ha quedado prácticamente ignorado en los anales históricos de la ciudad. Apenas hay alguna documentación somera y parcial de esta realidad, y la mayoría de la población de la ciudad no sabe de su existencia. Mientras tanto, día por día viven en una falsa seguridad, caminando sobre unos fundamentos que no saben en qué descansan ni qué tienen debajo.
Visibilidad versus Invisibilidad
¿Qué ocurriría si un día, la sala en la que descansan colapsa y cae cuarenta pies hacia adentro de la tierra? ¿Qué significaría esto para su percepción de la realidad? ¿Cambiaría esto la manera en que ellos caminan? ¿Se sentirían, de pronto, inseguros de caminar por Chattanooga, o por cualquier otra parte?
Le atribuimos mucha confianza a las cosas que vemos, a las estructuras que fueron erigidas alrededor nuestro. Entre tanto, hay otro mundo transcurriendo en derredor del que no nos hemos dado cuenta.
¿Saben ustedes que nuestros ojos pueden ver las cosas a la velocidad de 1/24 de segundo? La televisión se ve a la velocidad de 15 cuadros por segundo. Vemos lo que nos parece ser como un parpadear. Esto significa que hay 15 instantes que el ojo no puede percibir, ni es capaz de procesarlos.
Las galaxias se mueven a velocidades pasmosas, pero aparecen como si estuvieran quietas, debido a la perspectiva nuestra. Un insecto volador que pase a una pulgada de nuestro rostro puede moverse tan rápidamente que nuestros ojos no pueden seguir sus movimientos. Esto nos dice que un objeto se considera invisible si se mueve más rápido a cierta distancia nuestra de lo que los ojos y el cerebro pueden procesar.
¿Pero es el objeto realmente invisible? ¿Es el insecto que pasa frente a nuestro rostro invisible al halcón, cuya visión es entre 3 y 4 veces mejor que la nuestra?
Así que, concluimos que la invisibilidad se basa en nuestra percepción. ¡En tal caso, la alegada invisibilidad no es ni siquiera real!
Si algo existe, algo puede verlo, pero no tendríamos que ser nosotros los que lo vemos. Sin embargo, estamos obsesionados por y con las cosas que podemos ver, que podemos sentir, que podemos oír; con lo que podemos percibir por nuestros sentidos, como si estos fueran la última autoridad universal, cuando en realidad, la tierra esto de hundirse debajo de nuestros pies.
Por favor, vayan conmigo a Lucas 17:20-21. “Los fariseos preguntaron a Jesús, cuándo había de venir el reino de Dios. Y Él respondió: ‘El reino de Dios no vendrá con manifestación exterior. Ni dirán: ‘Aquí está, o allí’, porque el reino de Dios ya está entre vosotros’”.
Adentro o afuera del reino
Así que, aquí tenemos a los fariseos que vienen a Jesús y en esencia sarcásticamente retándole. Hace tres años que Juan el Bautista salió del desierto proclamando en alta voz que “el Reino de los cielos se ha acercado”. Y, desde entonces, Jesús había estado constantemente hablando acerca del reino de Dios –“el Reino de los Cielos es como una perla ... como un grano de mostaza ... se ha acercado...”
Así que los fariseos dicen: “Bueno, Jesús, entonces ¿dónde está este reino del que has estado hablando por tanto tiempo? ¿Y cuándo va a llegar? Porque hasta ahora, ¡no lo VEMOS!”
Están totalmente tratando de subestimar el ministerio de Jesús y su reclamo de la autoridad de Dios. Están insinuando completamente que la misión de Jesús ha fracasado.
Durante el tiempo de Jesús había muchos judíos que estaban “esperando el Reino de Dios.” Pero cuando llegó el Rey, no parecía un rey. Y cuando dijo que el Reino había llegado, éste no se VEÍA como un reino. ¡Por esta razón les parecía a los fariseos tan absurdo que la gente le creyera!
Era tan irritante... porque Jesús era obviamente un farsante (según la interpretación de ellos). ¡Pero, resulta que ellos estaban mirando exteriormente!
Terrenalmente, Jesús no era un rey, ni tenía reino alguno. Hoy, se le hubiera ubicado con los locos por las cosas que decía (Cf.: Marcos 3:21).
Por esta razón, en la cruz se burlaron de Él colocando una pancarta más arriba de su cabeza, que decía [en tres idiomas]: “Éste es Jesús – El Rey de los Judíos.”
El propósito era que fuera una aseveración muy sarcástica. Querían demostrar cuán insensato era que la gente creyera en Él, con el propósito de destruir cualquier esperanza que alguno todavía pudiera albergar de que Él se levantara proclamándose Rey. Pero, Él sí se levantó – no como un rey de este mundo, sino como una nueva forma de Rey por venir, para aquellos que pertenecen a una nueva clase de reino, a un reino invisible, porque no es tiempo aún de que sea revelado.
Volvamos a Lucas 17:21. ¿Cómo respondió Jesús?
El dijo: “El Reino de Dios no vendrá con manifestación exterior.”
El Reino de Dios NO ES algo que ustedes pueden VER. Por eso nadie podrá decir: “Mírenlo aquí” ni “Mírenlo allá”. ¡Porque el REINO de DIOS está EN ustedes!
¡¿Qué?! Esto parece ser muy confuso.
No solamente para los judíos, sino también para los eruditos cristianos modernos. Comencemos con los eruditos cristianos modernos.
Dependiendo de la versión de la Biblia que ustedes están leyendo, estará traducido de manera distinta, diferente.
Algunas versiones dirán: ‘entre vosotros’, otras dirán: ‘en medio de vosotros’. ¿Hay alguna versión que dice otra cosa?
La palabra que usa el griego es el adverbio “entos”, que se traduce literalmente como “en” o “adentro”. El único otro lugar donde se usa esta palabra en el Nuevo Testamento es en Mateo 23:26, donde se traduce “interior” hablando del interior de un vaso, de modo que tomando solamente el lenguaje, la traducción de ‘adentro’ parece la más adecuada. La razón por la cual algunos traductores bíblicos tienen problemas con la traducción de esta palabra es porque no creen que Jesús les dijera a los fariseos que el reino de Dios estaba adentro de ellos, porque es obvio que no lo estaba; de modo que los traductores interpretaron el significado según su entendimiento. Pero si se fijan en el contexto del versículo, verán que Jesús está contrastando lo externo con lo interno.
Él dice que el Reino de Dios no es algo que puede verse, significando que es algo que no se ve. No es algo que está entre ellos, porque podría entonces verse.
El Comentario Bíblico Adventista lo traduce de esta manera: “El reino de Dios no es algo que pudiera esperar verse con observación detenida, con su vista natural. Lo descubrirá, si lo descubre, dentro de su propio corazón.”
Elena G. White nos ayuda a clarificar este texto proponiendo lo siguiente:
“El reino de Dios comienza en el corazón. No miren aquí o allá esperando manifestaciones terrenales de su poder para señalar su venida.”
El misterio del reino de Dios
Y Jesús, al decirles esto, está atendiendo directamente el pensamiento erróneo de los fariseos –que el Mesías debía venir para elevar la nación judía por sobre todas las naciones en la esfera política terrenal. Los judíos habían malinterpretado todas las promesas espirituales de Dios en promesas de poder terrenal y riquezas. De esta manera, Jesús les corrige diciéndoles: “No estoy hablando de un reino de ladrillos y argamasa; estoy hablando de un reino de carne y sangre; no estoy hablando acerca de quién gobierna en la tierra; estoy hablando acerca de quién gobierna en el corazón; no estoy hablando de cosas temporales; estoy hablando de cosas eternas. El reino de Dios no tiene nada que ver con la ambición vana, ni con derechos de nacimiento, ni con posición teocrática, ni con ricos o pobres, ni con hermosos o feos, ni con licencias de manejar o con boletos para el autobús, ni con la lista de honor o con la hora de estudio obligatoria al terminar las clases, ni con el estilo de la barba de Justin Bieber ni con el cabello facial, ni con los de nuevo ingreso a la universidad o al colegio, ni con los graduandos o los que están por recibirse. El reino de Dios tiene que ver con su corazón.”
¿Hay alguien más que se sienta aliviado con esto?
Dios no decide quién le pertenece basándose en lo que los demás ven en usted, porque nuestra visión está limitada por nuestro punto de vista o nuestra perspectiva. Dios les escoge en base a lo que cada uno es y en base al potencial que descansa en cada uno. Justo como cuando le dijo a Samuel que fuera a ungir al jovencito adolescente insignificante David; Dios le dijo al profeta: “El hombre mira lo que está ante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.” (1 Samuel 16:7up). ¡Increíble!
Vean, los fariseos basaban su percepción del reino de Dios en lo que ellos podían ver. El corazón humano y la mente son invisibles para ellos y para nosotros, pero el Señor, como el halcón o el águila, tiene una mejor visión que la nuestra. Él conoce verdaderamente lo que hay debajo de nuestros pies y si caminamos con seguridad o si estamos por caer al vacío. Jesús les está diciendo que tengan fe, que es creer en las cosas que no podemos ver, porque Dios puede ver TODAS LAS COSAS.
La realidad es que, aun si los fariseos hubieran entendido exactamente de
lo que estaba hablando Jesús, a ellos no les interesaba esa clase de reino. Ellos procuraban posiciones y poder en la esfera humana. Ellos querían un reino terrenal.
En contraste con esto, Jesús toma el Reino de Dios de un mundo visible y tangible, a un mundo invisible, intangible, interior, del que otros podrían o no testificar, con la excepción de Dios. De este Reino de Dios puede que no hayan beneficios terrenales.
El reino externo tiene los beneficios de prestigio, de poder, y de popularidad; el interno solo tiene los beneficios de humildad y de amor – lo que no es muy atrayente para los que se enfocan en esta vida aquí. Esto nos trae a una pregunta: ¿Qué clase de reino están procurando ustedes? Porque lo que busquen, eso van a encontrar. ¡Y sin duda que lo van a encontrar! Y los registrará como siervos. Porque estos dos reinos no son aliados.
Pueden ser ciudadanos de uno o del otro. Con gran frecuencia el reino terrenal ofrece gratificación instantánea, y apela más a nuestros sentidos, haciéndonos sentir lo que queremos sentir, pero está engañosamente hecho de estructuras que no son seguras ni reales (como Chattanooga).
El reino terrenal busca para sí mismo, resultando en relaciones empobrecidas, personas heridas, chascos, muerte, destrucción, esclavitud, encarcelamiento, y odio.
El Reino de Dios se basa en promesas que son seguras, aunque su gratificación sea retardada.
El Reino de Dios es gobernado por el Espíritu Santo, y les da la oportunidad de ver y de entender la esfera invisible del universo interior donde reside la vida, la creación, la libertad, y el amor.
Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente.
Es por esto que
- El reino terrenal envía el ladrón a la cárcel, pero el Reino de Dios le da la camisa y también los zapatos.
- El reino terrenal devuelve el ataque y la agresión, el Reino de Dios voltea la otra mejilla.
- El reino terrenal procura continuamente reafiemarse a sí mismo, el Reino de Dios procura elevar a los demás por sobre sí mismo.
- El reino terrenal te usa y te descarta cuando ya no le eres útil. El Reino de Dios te ama incondicionalmente y te aprecia, y te ayudará a crecer hasta la medida completa de lo que puedes llegar a ser.
¿Cómo llega a ser así la gente de este Reino invisible? Éste es el misterio del Reino de Dios. ¿Cómo es que algo tan inmensamente grande cabe en alguien tan in nitamente pequeño? Como el agua en una taza, frecuente- mente el contenido se amolda y toma la forma del recipiente; pero con Dios no es así. Cuando el Espíritu Santo llena nuestros corazones, Él nos amolda a Su semejanza. Se esta manera se retan y se invierten las leyes de la física, y el recipiente se amolda al contenido. Cómo otros le vean a usted puede o no cambiar. Las circunstancias personales pueden permanecer inalteradas, pero su perspectiva, su punto de vista del mundo, habrá cambiado.
En el volumen 7 de los Testimonios, Elena G. White dice: “El Reino de Dios no viene con demostraciones externas. Viene con la suavidad de la inspiración de Su Palabra, con el trabajo interno del Espíritu Santo, con la camaradería del alma con Aquel que es su vida. La más grande manifestación de Su poder se ve en la naturaleza humana llevada a la perfección del carácter de Cristo.”
El reino es ahora
Finalmente, este versículo revista tanta importancia porque es uno de los pocos logares donde se coloca el Reino en el presente. Ya no es algo por lo que estamos esperando, sino algo en lo que podemos participar AHORA.
Cuando decidimos unirnos al Reino, AHORA experimentamos paz en vez de la tormenta, gozo en vez de desesperación, amor en vez de soledad. Y tenemos una legión de ángeles listos para pelear a favor nuestro en contra de los demonios, cuando levantamos la armadura de Dios, porque en el mundo REAL no peleamos contra carne y sangre; los armamentos terrenales no funcionan en el reino invisible.
Tenemos que tener la Espada del Espíritu, el escudo de la fe, el yelmo de salvación, el cinto de la verdad, el peto de justicia, y nuestros pies cubiertos con las grebas del evange- lio de paz. Entonces estaremos rmes en la batalla. Entonces tendremos todo un Reino que nos apoya en oración, con ángeles, y con Dios mismo. ¿Quién podrá entonces levantarse en contra nuestra? ¡Somos un Reino invencible, invisible!
Hay muchas personas que escogen servir a Dios por temor al más allá. Quieren ir al Cielo. Pero ¿cómo será el Cielo un lugar mejor entonces, si es un lugar en el que no quiere vivir ahora?
La gloria del Cielo es estar con Jesús. Ahora puede disfrutar de esa gloria. El Reino de Dios puede comenzar en usted ahora – sanándolo, cambiándolo, gobernándolo, protegiéndolo, sirviendo y amando por medio suyo, y preparando una eternidad para pasarla con usted.
El Cielo es una continuidad de lo que ocurre ahora; no comienza a la Segunda Venida – ésa será la manifestación eterna del Reino invisible en el presente. ¡Y será una esta que usted no se querrá perder! Pero, hasta entonces...
He aquí un relato verídico:
Recientemente, a Jessica Eaves, de Githrie, Oklahoma, un hombre le robó la cartera mientras ella compraba comida en un supermercado. En esas circunstancias, la mayoría de las personas involucraría inmediatamente las autoridades, pero Jessica encontró la manera de resolver el problema ella misma. Ella luego compartió lo siguiente:
“Yo vi a este caballero en el mismo pasillo donde yo estaba. Él caminaba detrás de mí. Un par de pasillos más adelante me di cuenta que mi cartera no estaba. Lo vi parado en una la larga, y me le acerqué. Soy de personalidad extrovertida, pero estaba calmada y sosegada. Le dije:
- ‘Yo creo que usted tiene algo que me pertenece. Yo le voy a dar a escoger. Usted me da mi cartera, y yo lo perdono ahora mismo, y es más, lo llevo al frente y pago su compra.’
La alternativa era que Jessica lo iba a acusar con la policía.
“Él sacó mi cartera del bolsillo de su chaqueta y me la dio.”
Jessica añade que el hombre estaba muy agradecido por su perdón y por su generosidad.
“Mientras íbamos hacia el frente, él comenzó a llorar. Me dijo que lo sentía como veinte veces en el transcurso de ir del pasillo de las conservas hasta el frente. Me dijo que estaba desesperado.
Ella gastó US$27.00 en la compra de él que incluía leche, pan, un embutido, galletas, sopa y queso.
“Lo último que él me dijo fue: ‘Nunca me olvidaré de esta noche. Estoy sin dinero, y tengo niños. Estoy avergonzado. Lo lamento.’”
“Algunas personas me critican porque yo no lo acusé, pero hay ocasiones en que lo que uno necesita es una segunda oportunidad” – concluyó Jessica.
Éste es un ejemplo del Reino ahora – no solamente lo que ella hizo por él, sino el cambio que ocurrió en el corazón de él como resultado de la gracia que ella le ofreció. Él se transformó instantáneamente de un ladrón en un amigo.
¿Cómo sería el mundo ahora si el Reino invisible se tornara visible por medio del derramamiento del Espíritu Santo en nuestras vidas?
¿Quiere usted ser parte de ese Reino?
Lo que usted ve y experimenta en el mundo jamás podría compararse con lo que Dios puede hacer desde su perspectiva omnisciente. Nada es invisible para Él. Para comenzar, nada es verdaderamente invisible. Todo depende de nuestra percepción.
¿Confía usted en la percepción de Dios o en la suya propia?
¿Vive usted en el mundo externo, terrenal o en el mundo interno?
Únase ya a los que viven en el Reino invisible, porque el Reino de Dios está aquí, ahora, y es accesible.
Pero quiero dejarles la pregunta:
¿Está el reino dentro de usted? Y si es así,
¿Qué hará usted con él?
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