En la ciudad de Orlando, EE.UU., el matrimonio cristiano de Fernando y Alicia tenían un solo hijo a quien amaban muchísimo. Este hijo, cuando llegó a la adolescencia, se transformó en un joven rebelde, desobediente, ingrato y a veces desafiante.
Esto les ocasionaba mucho sufrimiento a sus padres. Un día, el joven venía de su colegio, como de costumbre, y al llegar a su casa, el padre le pidió que, en lugar de jugar con la bicicleta, cortara el césped.
El joven hijo desobedeció a su padre y salió a jugar con la bicicleta. De pronto, apareció un camión, a toda velocidad, y lo atropelló. Casi sin vida, el chofer del camión lo llevó al hospital.
Desde allí, el médico llamó por teléfono a su casa para darle la no cia a su padre. Muy angustiado su padre fue al hospital. El médico le mostró las múltiples fracturas que tenía su hijo, y le recomendó trasladarlo a un hospital especializado, donde podrían, después de un largo tratamiento, ayudarlo a recuperarse.
Su padre aceptó, a pesar de los elevadísimos costos, lo que todo esto significaría.
A medida que su hijo pasaba por diferentes cirugías y tratamientos, el padre tuvo que vender la casa, el auto, los objetos de valor, y empeñar muchos meses de sueldo para pagar sus cuentas.
Se deshizo de todo lo que tenía, porque en él sólo había amor para su hijo. Cuando el muchacho se recuperó completamente, le preguntó a su padre: ¿Qué hiciste para pagar esta deuda tan grande?
El padre contestó:
- Lo vendí todo, porque te amamos hijo. Ahora no tenemos posesiones, pero te tenemos a ti, lo que más queremos.
Esta demostración de renuncia y amor transformó a este hijo de rebelde ingrato a obediente y agradecido.
Así también, hoy puedo presentarles el modelo mejor y perfecto de amor abnegado, que vemos de la vida de Jesús. Leamos Filipenses 2: 5-9.
HAYA ESTE SENTIR EN VOSOTROS (Filipenses 2:5)
1. Sentir y pensar lo mismo que Cristo experimentó
El Espíritu Santo tiene poder para aplicar en nosotros el mismo sentir y pensar de Jesús. Él tiene poder para revelar y aplicar en nosotros los atributos del carácter de Cristo (Juan 15:26).
2. ¿Qué sentir hubo en Cristo Jesús?
De todos los atributos hermosos del carácter de Cristo, destacaré dos, y gracias a ellos ahora somos salvos en Cristo Jesús:
a) Su amor abnegado
b) Se dio a sí mismo
Filipenses 2:6
En tres entregas, tres renuncias, y en los tres, despojos de Cristo.
SE DESPOJÓ A SÍ MISMO (Filipenses 2:7)
1. Se despojó a sí mismo de seguir siendo igual a Dios (Filipenses 2:6).
Se vació a sí mismo en forma voluntaria. Renunció a usar sus atributos divinos en beneficio propio.
a) De todos los rasgos característicos de su divinidad, renunció a:
• Su omnipotencia.
• Su eternidad.
• Su omnipresencia.
• Su igualdad con Dios el Padre y Dios Espíritu Santo.
• Su gloria. Decidió abandonar la gloria celes al de su al sima condición y la adoración de los ángeles.
Él no retuvo todos estos rasgos característicos de la divinidad, no se aferró a ellos, se despojó a sí mismo. Esto es amor abnegado.
2. Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, semejante a los hombres. Filipenses 2:7
Cristo era un ser humano en el sentido más completo de la expresión. Se cubrió con la forma humana más humilde. Así se ocupó de las cosas más modestas para salvarnos.
Hay una enorme diferencia y contraste entre forma de Dios con la forma humana de siervo. Él asumió los atributos de un esclavo. ¿Cuáles son estos?
a) El esclavo debe obedecer totalmente. Es una obediencia dócil. Él se comprometió a obedecer al Padre (Hebreos 5:8; Romanos 1:1).
b) El esclavo debe servir y servir. Pertenece a su amo. No tiene derecho a su vida. Cristo vivió para servir. (Mateo 20:28) No se aferró a su soberanía divina, se dedicó a servir hasta que eso se convirtió en la pasión que dominaba su vida. Toda su vida estaba subordinada al Padre.
3. Se despojó a sí mismo hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8
a) Cristo estaba sometido a los mismos deseos humanos, a conservar la vida. Pero su amor era tan grande que su obediencia lo llevó a entregar su vida por nosotros.
b) Se despojó de la eternidad de su vida. Ahora, como nosotros, estaba sujeto a la muerte.
c) Se despojó de su paz y poder, para someterse al dolor y la angus a que produce la muerte.
d) Se despojó de la unidad y sociedad con los seres celestiales, para luego sentir la separación, soledad y desesperación que produce el pecado.
e) Su muerte de cruz. Él se sometió a la muerte más oprobiosa, que ocasionaba gran vergüenza e intenso sufrimiento. Este tipo de muerte era usado sólo para:
- Los esclavos.
- Los no romanos.
- Los más viles criminales.
Aquel que produjo la vida y la existencia de los mundos en el universo, ahora estaba sujeto a la mortalidad. Él se despojó a sí mismo.
CONCLUSIÓN
1. Nosotros podemos tener este mismo sentir (Filipenses 2:5).
a) El profundo e intenso amor a Cristo, nos puede llevar a despojarnos a nosotros mismos de:
- El Egoísmo.
- El Orgullo.
- La codicia.
- La vanidad.
- La avaricia.
b) Cuando nos despojamos de estas cosas, también podemos despojarnos de las cosas materiales.
- Dinero.
- Posesiones.
Para dar todo a la causa de Dios.
2. “Haya este mismo sentir en nosotros”, es el llamado de Dios a nosotros ahora.
Al comprender cómo Cristo descendió de la gloria a la humillación; de la vida eterna a la muerte vil, nos ayuda a comprender lo que son la renuncia, la abnegación y el dar de acuerdo a este Modelo que es Jesús.
El sermón más difícil de predicar y practicar es el de la negación propia. El avaro, el yo, cierran las puertas al bien. Cristo no se agradó a sí mismo, sino que gastó y apagó su vida en servicio a los demás. Era rico, pero por amor a nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuésemos enriquecidos.
LLAMADO
Cristo todo lo hizo por usted y por mí, por amor. Usted y yo podemos tener este mismo sentir que tuvo Cristo Jesús. Por amor, podemos ofrendar generosamente. Hagámoslo hoy. Que el Espíritu Santo nos dé este mismo sentir.
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