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El Círculo del Perdón

Lucas 7:37-47

INTRODUCCIÓN

Hoy en día vivimos en dos círculos:
1) El círculo del amor y
2) El círculo del odio. 

Vivimos en un círculo de odio cuando vivimos en circunstancias de enojo, resentimiento, venganza, depresión, ansiedad. Muchas de las veces vivimos esas situaciones en nuestro matrimonio, con nuestros padres o nuestros hijos, con familiares, con compañeros de trabajo o con enemigos que nos aparecen sin nosotros buscarlos o desearlos.

Las ofensas que recibimos de nuestros progenitores, parientes, vecinos, compañeros de trabajo, o de personas que dicen ser nuestros amigos, pueden llevarnos a tres pos de conductas:

a) Conducirnos al resentimiento y éste puede empezar a crecer, a crecer, a crecer y se puede convertir en una verdadera amargura. Las personas ofendidas, maltratadas, ultrajadas, viven en una situación de estrés y de temor que les hace comportarse con inseguridad, ansiedad. Sufre de insomnio, pesadillas; dolencias físicas; se aísla, se deprime, se daña su autoestima se aleja de sus deberes.

b) Llevarnos a vivir un estilo de vida dentro del círculo de odio, donde el pan de cada día es el anhelo de que se presente la ocasión de desquitarse, y mientras esa situación llega, viven con rencores y deseos de venganza hacia sus ofensores, llenos de resentimiento.

c) Inducirnos, motivarnos al perdón. Perdonar de corazón a alguien que creemos nos ha causado un pesar, es tarea difícil pero no imposible. Es frecuente oír ''pídeme cualquier cosa menos eso''.

¿QUÉ ES EL PERDÓN?

Perdonar es reducir el resentimiento y aumentar el amor hacia quien ha defraudado nuestra confianza, nuestro amor o nuestra amistad, o hacia alguien que nos ha dado un trato injusto. 
El perdón es una cicatriz que embellece; es un regalo inmerecido que al igual que el amor nunca puede ser un premio. 

Perdonar es la única manera de extraer de nuestro cuerpo el veneno que quizá alguien nos ha inyectado pero es a nosotros mismos a quien nos daña. 

¿Quiénes necesitan de tu perdón? 

Puede ser tu cónyuge, tu hijo, tu hija, alguno de tus progenitores, sea tu papá o tu mamá; puede ser alguno de tus compañeros de trabajo o un jefe o jefa arrogante y tirano. Puede ser también alguno de los miembros de tu iglesia o aún tu pastor de iglesia. Quizás seas tú quien necesite ser perdonado o perdonada por ser un ofensor u ofensora.

Robert Enright, psicólogo, creó el Instituto Internacional del Perdón en 1994 con el fin de aplicar años de investigación en la práctica del perdón. 
“Cuando perdonamos puede haber una disminución de la presión sanguínea". 
Otros expertos creen que el estrés producido por los rencores puede disparar o agravar problemas como dolores de cabeza y de espalda, úlceras, arrugas y debilitamiento del sistema inmunológico, con más predisposición a resfríos, gripes y otras infecciones.

Haz una lista de las personas con las que sientes que estás resentido. 
Pregúntate: 
¿Por qué estoy resentido? 
¿Vale la pena estarlo? 
¿Qué lecciones puedo aprender de la situación o hecho que me produjo resentimiento? 
¿Qué he aprendido? 
¿Qué cosas buenas tengo hoy? 

Te presento unas formas para eliminar el resentimiento:
1. Deja atrás el pasado. 
a). Piensa en todas las personas importantes en tu vida pasada y presente. 

b). Haz una lista con las personas que fueron violentas contigo y te causaron una emoción negativa, escribiendo el nombre de cada una y qué sentimientos te originó. Pero si eres el ofensor haz lo mismo, una lista de personas a las que ofendiste y con quienes fuiste violento, violenta, escribiendo el nombre de cada una de ellas y la forma en que lo ofendiste.

2. Escríbeles una carta. No elijas, en un principio, a la persona que te provocó la emoción más intensa, ni envíes la carta. Es sólo para ti.

3. Revisa la carta e identifica los sentimientos, pensamientos y recuerdos que provocaron y mantienen el resentimiento o en su defecto, el espíritu de culpabilidad en ti. Escríbelos o márcalos en la carta.

4. Ahora imagínate que eres esa persona. Concéntrate para identificarte con ella y contesta la carta, explicando la situación desde su punto de vista. Refiriéndote a cada uno de los sentimientos y pensamientos descritos.

5. Al terminar de escribir esta segunda carta, léela y piensa si esa persona estaba consciente del daño y dolor que te provocó o que le provocaste. 

6. Entrega esas cartas a Nuestro Señor Jesús y pide que te dé poder para perdonar o valor para ir a pedir perdón, según fuere el caso.

7. Pide a Dios que te ayude a terminar con la obsesión de sentirte víctima o victimario. Ya no eres ni nunca volverás a ser una víctima o el victimario de esa persona.

8. Pide a Dios que te de fuerzas para proteger tu dignidad y autoestima, evitando que el abuso se repita, de esa persona para contigo o de ti para con esa persona.

9. Entiende que quien te ofendió está marcado por sus propias miserias, traumas, complejos y penas de la infancia. Entiende a la vez si fuiste el que propició la ofensa, el ofensor, que lo hiciste por circunstancias especiales del momento.

10. Compadece a la persona que te hizo daño o a que propiciaste la ofensa. 

11. Reconoce que tú contribuiste en algo al problema existente entre ustedes. 

12. Cuestiona tus prejuicios, preconceptos e ideas erradas sobre lo que sucedió entre ustedes.

13. Mira objetivamente a quien te ofendió, o a quien ofendiste, desligándolo de la ofensa y tratando de ver todo lo de bueno, bello y digno que hay en esa persona.

14. Decide con cuidado qué tipo de relación vas a querer tener de ahora en adelante con esa persona y comienza a trabajar en pos de lograrla. Te perdonas a ti mismo por tu participación en el problema, decides olvidar y borrar de tu memoria ese parte de tu pasado.
Recuerda las palabras de nuestro Salvador: 
"Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. Más si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." Mateo 6:14,15.

Pero si eres el ofensor, recuerda que la sangre de Jesucristo te limpia de todo pecado. 
Hermanos y amigos: hoy tu padre celestial te invita a que haya en tu corazón un espíritu de perdón como el que manifiesta Jesús a nosotros. 
"Soportándoos unos a otros si alguno tuviese queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo, vosotros." Colosenses 3:13.

EL PERDÓN PRODUCE GRATITUD

En el mundo de la perfumería hay perfumes que se elaboran a base de esencias de origen animal o vegetal; existen por lo tanto perfumes florales, maderables y frescos. La fragancia se aplica donde late el pulso, tras las orejas, en la clavícula, las muñecas y tras las rodillas, es lo recomendable. Estas zonas se conocen como difusores de fragancia, ya que son un poco más calientes que las otras áreas del cuerpo.

María Magdalena adquirió en Jerusalén o quizá en Betania, un perfume floral, pues era de nardo (Marcos 14:3); extraído de las raíces de la nardostachys jatamansy, planta que crece a grandes alturas en las montañas de los Himalayas y que en ese tiempo se usaba como perfume y para remedios. 
Este tipo de perfumes provenían del norte de la India, eran muy caros y se guardaban en vasos de alabastro. Un regalo tan valioso, digno de reyes, representó un gran sacrificio para María (DTG 513, 517).

El perfume que adquirió María era muy costoso, su precio era superior a los 300 denarios y equivalía a más de un año de trabajo incansable de un obrero. 
Doce onzas de un costoso perfume de nardo, 400 ml., casi medio litro de perfume derramó María sobre los pies y cabeza de Jesús. 

¿Qué fue lo que llevó a María a realizar este acto a favor de Jesús? 

El amor de Jesús. María pecó mucho, pero mayor que sus pecados era el amor redentor de Jesús, que le devolvió su dignidad humana. La gratitud.

Jesús la había liberado de siete demonios y era una nueva criatura. Jesús le había salvado la
vida cuando una turba de fanáticos trataron de apedrearla. El perdón otorgado por Jesús. Jesús le dio vida eterna perdonando sus pecados. 
La declaró limpia y le dio la motivación para no pecar más.

Cuando hay amor a Dios por su perdón, nada ni nadie nos impedirá expresar la gratitud a nuestro Señor. María compró uno de los perfumes florales más caros y lo derramó en los pies de su Señor para secarlo con su pelo, una de las partes más apreciadas del cuerpo de toda mujer. 

María, al derramar sobre su Maestro nardo puro, nos hace ver que cuando uno tiene gratitud hacia el Señor, nada de lo que hagamos nos parecerá demasiado caro para expresarlo, María derramó en los pies de su Señor el perfume más caro que pudo comprar y secó los pies del Señor con una de las partes más apreciadas de su cuerpo: su cabello.

La adoración que nace de la gratitud no tiene límites. María ofrendó a Jesús lo mejor, producto de un corazón redimido por la gracia y el perdón de Cristo. 
Todo lo que damos o no damos a Dios va siempre en proporción directa a la experiencia que hemos tenido con Cristo. ¿Qué te motiva a adorar a Dios? 

Elena G. de White, en su obra Palabras de Vida del Gran Maestro declara: 
“En su vida personal, los hijos de Dios deben hablar palabras de alabanza y agradecimiento y cuando asisten a la casa de adoración... el servicio y la adoración debiera realizarse con alegría y placer” (pág.100).

CONCLUSIÓN

El gesto de María es el gesto de una profunda gratitud, es el fruto de un corazón comprometido, que no sólo quiere recibir, sino dar agradecimiento. 
Hace de un gesto común, un detalle de amor, de donación personal, de compromiso. Jesús deja que María lo haga, porque él ve en el corazón de María un corazón comprometido, agradecido, que le adora. 

Así es Jesús, cuando ve un alma generosa no la deja en buenos deseos sino que la une a Él. 
Esto es lo que el Señor ve en todas las almas a las que llama a un mayor compromiso, a las que pide un paso más de entrega: Ve un corazón como el de María de Betania.

Llamado

En esta ocasión puede ser que alguno de nosotros haya llegado a este santo lugar cargando algún pecado oculto; 
- Quizás tu relación con Dios esté rota porque esa carga de pecados está taladrándote el alma y enfermando tu cuerpo; 
- Quizás has llegado a este santo lugar porque te trajeron y no porque anhelaras estar aquí. 
- Quizás has venido abrumado, abrumada porque tu esposo o esposa decidió abandonarte por haber encontrado a otra persona a quien dedicar sus afectos y te ha dejado no solo con una carga emocional sino con una carga económica.
Cualquiera sea tu condición, ven a Jesús, tal como estás ahora, dile: He pecado contra el cielo y contra ti. 

Acércate con una actitud de entrega total. Él te cubrirá con su perdón. Y como resultado de ese perdón, tú le adorarás, reconocerás en Él al Hijo de Dios, a un ser superior que todo lo puede, le respetarás, le reverenciarás y le amarás; y a tu prójimo, si le hubieres ofendido, ofrecerás tu perdón. 

¿Quisieras entregarte a Dios y aceptar su ofrecimiento de perdón? 

Si tu respuesta es positiva, habrás hecho la mejor decisión de tu vida y como consecuencia de ello, le adorarás y agradecerás siempre y Él te convertirá en una nueva criatura que no tendrá un pasado de que avergonzarse sino un presente de compañerismo con Jesús y un futuro glorioso que pasaremos con Él por la eternidad. 

Una vez en paz con tu Dios, tendrás la oportunidad de estar en paz con tu prójimo. 
¿Cuántos queremos vivir desde hoy en el círculo del amor y del perdón?
¿Quién será el primero en darle lo mejor de sí, en agradecerle y decidir vivir para adorarle?
¿Quién será el primero en pedir la Paz y el perdón de Dios en su vida?
Que ¡Dios te bendiga

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