Juan 13:23, 25 I. INTRODUCCIÓN Mi vuelo sufrió un retraso de 30 minutos. Haciendo cálculos llegaría otra vez a casa a la media noche después de un largo fin de semana. El día central del evento fue intenso; parte del programa incluía una caminata de más de 2 horas. Todo lo que quería era ubicarme en mi respectivo asiento; sólo tendría que avanzar hasta la fila 15, asiento J; entonces podría dormir en el viaje, mientras retornaba a Lima. Cuando llegué; ubiqué mi maleta de viaje y mi notebook en la cabina; me senté casi sin notar que a mi costado había ya dos pasajeros ubicados; ambas señoritas. Saludé con un “buenas noches” y me abroché los cinturones. Luego estaba listo para cerrar mis ojos y entregarme en un profundo sueño. Pero de repente, delante de mi asiento, se levantó un joven y me procuró. Comenzó diciendo, casi suplicando: por favor ¿podríamos cambiarnos de asiento? Y guardó silencio. En otras ocasiones yo habría cedido inmediatam
Un espacio con sermones que procuran fortalecer la fe y la esperanza en Jesús.