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La Propiedad del amigo



LA PROPIEDAD DEL AMIGO

Texto Bíblico: “El amigo del dueño jurará ante el Señor no haberse adueñado de la propiedad de su amigo” Éxodo 22:11

INTRODUCCIÓN

Leslie M. Grant fue un canadiense nacido el año 1917. A la edad de 25 años inició una relación de estudio de las Escrituras tan fructífera, que hicieron de él un prolífico escritor cristiano. 

Uno de sus ambiciosos proyectos literarios fue lograr resumir de la manera más comprimida posible el contenido de cada uno de los 66 libros que ene la Biblia. 

En el caso del libro de Éxodo logra su propósito resumiéndolo en tan solo dos breves párrafos; una proeza. Sin embargo, a pesar de la brevedad de su resumen, tiene suficiente espacio y cuidado en mencionar textualmente, que el acto mediante el cual el Señor le entrega a los israelitas su santa ley, "simboliza la autoridad de Dios siendo establecida entre su pueblo redimido".

Sobre la base de esta autoridad es que Dios promulga sus Diez Mandamientos, la ley moral. Pero éstas no son las únicas leyes que encontramos en el libro de Éxodo. 

Por ejemplo, todo el capítulo 21 es un conjunto de leyes relacionadas con la esclavitud y las injurias personales. El capítulo 23 contiene leyes de justicia y misericordia, leyes sabáticas y las que ordenan las tres fiestas anuales. 

Si revisamos el capítulo 24 encontraremos que allí Dios establece un pacto con su pueblo cuyo fundamento es la ley; Moisés lo pone por escrito, y en el versículo 7 leemos que 

"Después tomó el libro del pacto y lo leyó ante el pueblo, y ellos respondieron: Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos".

Pues bien; es en el contexto de la ley de los Diez Mandamientos y estas otras leyes que encontramos la ley que nos ha servido de lectura bíblica para el sermón de hoy. 

Esa ley dice: "El amigo del dueño jurará ante el Señor no haberse adueñado de la propiedad de su amigo". 

Esta ley la hallamos en el capítulo 22, el cual hasta ahora no habíamos mencionado. Es en este capítulo que encontramos una serie de leyes relacionadas con la protección de la propiedad. Nos preguntamos, ¿qué tanta importancia tiene la propiedad como para que se establezca toda una legislación que la proteja? 

I. LA PROPIEDAS ES DE GRAN VALOR

Precisamente por ser valiosa, la propiedad es codiciada. 

A esto se debe que en el sistema legal de la Biblia se haya incluido una ley para protegerla: "No robes", dice el mandamiento bíblico en Éxodo 20:15. 

Es debido a la codicia de quedarse con algo que pertenece a otro que algunos se arriesgan a violar las leyes que protegen la propiedad, pues por lo valiosa que es buscan despojar a su dueño legítimo y quedarse con el bien ajeno. 

El capítulo 22 de Éxodo describe varias de estas situaciones, y utiliza la palabra "robo", para explicar la conducta de quien traspasa las leyes que garantizan la propiedad a su dueño legítimo. 

Veamos algunos ejemplos.

En el versículo 1 dice, que "Si alguien roba un toro o una oveja, y lo mata o lo vende, deberá devolver cinco cabezas de ganado por el toro, y cuatro ovejas por la oveja". 

Tome nota de lo fuerte del castigo: por un toro robado había que devolver cinco cabezas de ganado. 

Pero leamos el versículo 2, también bastante fuerte. Dice: "Si a alguien se le sorprende robando, y se le mata, su muerte no se considerará homicidio..."; pero ahora leamos cómo concluye este versículo: "El ladrón está obligado a restituir lo robado. Si no tiene con qué hacerlo, será vendido para restituir lo robado". 

Vender al ladrón para restituir a la persona afectada lo que aquel se robó. ¿Puede usted creerlo? 

Estamos de acuerdo en que el asunto escandaliza. 

El castigo por el robo es fuerte: cinco cabezas de ganado había que devolver por un toro robado; pero, si la persona que había violado la ley que protegía la propiedad del otro no tenía con qué pagar, no había excusa, tenía que pagar, y para hacerlo entonces debía ser vendida. 

Lo importante era que se restituyera lo robado. ¿Es fuerte esto? Y si lo es, ¿por qué un castigo tan drástico? 

Respuesta: Porque la propiedad es un bien muy valioso. De hecho, la propiedad es tan valiosa, que con alguna variación en el nombre, en todo país existe un Registro Nacional de la Propiedad, cuya función es garantizar la legalidad de la posesión de los bienes inmuebles de los individuos. 

En cuanto a la propiedad intelectual, esta se considera tan valiosa, que para protegerla se fundó en 1968 una institución llamada Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), con su sede en Ginebra, Suiza; auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una de sus dependencias. 

Sus leyes protegen la propiedad intelectual de naciones e individuos. Además, recuérdese que todas las naciones cuentan con un código penal con leyes que protegen la propiedad. ¿Por qué? 

Porque la propiedad es valiosa. Si usted viola las leyes que la protegen, le cae encima todo el peso de la ley; y el castigo es drástico. 

En los tiempos bíblicos el ganado era una de las propiedades más valiosas, si no la más valiosa.

Por eso la riqueza era medida en el número de cabezas de ganado que se poseía, no en millones de billetes de dólar. 

Por ejemplo, en Job 1:3 leemos, que el patriarca "era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas". 

Cuando esta riqueza se le duplicó, en el capítulo 42 y versículo 12 dice, que "llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas". 

Como esa propiedad era lo más valioso que se poseía, había leyes que la protegían, ya sea que se fuera dueño de miles de ovejas o de una sola.

Volviendo a Éxodo 22:11, dice que "el amigo del dueño jurará ante el Señor no haberse adueñado de la propiedad de su amigo". 

¿En qué consistía esa propiedad? 

Ya lo sabemos; era ganado, un toro, una oveja u otro animal. 

Veamos como el versículo 10 lo describe. Dice: "Si alguien deja al cuidado de algún amigo suyo un asno, un toro, una oveja, o cualquier otro animal, y el animal muere, o sufre algún daño, o es robado sin que nadie lo vea...", y en seguida continúa el versículo 11, que ya citamos, estableciendo la ley del juramento que debía hacer el amigo, mediante el cual juraba que no se había adueñado ilegalmente de la propiedad de su amigo. Así es como se protegía la propiedad en los tiempos bíblicos.

II. JESÚS ES EL MEJOR AMIGO

Pero el texto de Éxodo 22 profundiza aun más el principio del respeto a la propiedad del otro. 

Leamos lo que nos dice en los versículos 7 y 8: "Si alguien deja dinero o bienes en la casa de un amigo y esos bienes le son robados, el ladrón deberá devolver el doble, en caso de que lo atrapen. Si no se atrapa al ladrón, el dueño de la casa deberá comparecer ante los jueces para que se determine si no dispuso de los bienes del otro". 

Notemos, el principio es el mismo; lo que cambia es la especie dejada al cuidado del amigo, pues en el versículo 11 se trataba de ganado, en tanto que en los versículos 7 y 8 se trata de dinero o bienes. 

Repitamos el principio: si una persona le confiaba a su amigo dinero o bienes, y si el dinero era robado, al no hallarse al ladrón, entonces el amigo debía comparecer ante los jueces, y estos determinaban si había dispuesto o no del dinero y los bienes de su amigo. 

Noten, todo esto ocurría entre dos amigos. Esta ley tenía que ver con la supuesta confianza que debía haber entre dos amigos. 

En Juan 15:15 Jesús se dirige a todos los miembros de su pueblo y les dice: "Ya no los llamó siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos". 

Detengámonos unos segundos y reflexionemos bien: ¡Jesús nos has llamado amigos! 

Es una declaración que para algunos puede resultar difícil de creer, pero eso no la hace menos cierta. 

Jesús dice que nosotros, usted y yo, somos sus amigos. ¿Cuántos lo creen? ¡Amén! ¡Es un privilegio! 

Lo extraordinario de todo esto es que a la luz de Éxodo 22:11 a veces aparece algún amigo de Jesús que se adueña del dinero o ciertos bienes que el Señor le confió, y eso es en extremo peligroso. 

Pero antes de seguir, veamos qué clase de amigo es Jesús.

La Biblia abunda en pasajes que describen lo bueno que es nuestro amigo Jesús, pero si tan solo usamos el contenido del himno 111 en nuestros himnarios, tenemos que admitir y decir, que “como Jesús no hay otro amigo, ni uno hay, ni uno hay”. 

Ahora bien, 

¿Por qué no hay otro amigo como Jesús? 

El mismo himno nos da la respuesta. 

Dice que no hay ni uno como Jesús para “que lleve nuestro dolor consigo”; agrega que “nuestras luchas conoce todas”, y que “nos guiará hasta el mismo fin”. 

Luego añade que “no hay amigo tan noble y digno, que es a la vez justo y benigno”, y que no “hay santo que haya desamparado”, ni “pecador que haya rechazado”. 

Por lo tanto, “como Jesús no hay otro amigo, ni uno hay, ni uno hay”. 

Ahora preguntamos: 

¿quién se atrevería siquiera a pensar en robarle a un amigo como Jesús el dinero o los bienes que nos ha confiado? 

Después de todo lo que ha hecho por nosotros, ¿tendríamos el atrevimiento de quedarnos con su dinero y sus bienes? ¡Jamás! ¡Es insólito! 

Pero algunos lo hacen. Por ejemplo, en Malaquías 3:8,9 encontramos evidencia de eso. 

Sabiendo que se estaban quedando con un dinero de su propiedad, Dios se dirige a su pueblo y les hace una pregunta que tiene la intención de hacerles ver a quién le están robando. 

Les pregunta: "¿Acaso roba el hombre a Dios?"; es decir, ¿será posible que el hombre se atreva a robarle a Dios? 

En seguida Dios les señala abiertamente su pecado: "¡Ustedes me están robando!", les dice con una exclamación llena de asombro por semejante atrevimiento de robarle a Dios. 

Pero el asombro de Dios aumenta cuando su pueblo se hace el ignorante de aquello que se le acusa. 

Así que aparentando perplejidad por la acusación de Dios le preguntan: "¿En qué te robamos?" Y entonces, para ya no dejar dudas, Dios se los dice con total claridad: "En los diezmos y las ofrendas. Ustedes, la nación entera, están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando". 

CONCLUSIÓN

Mis hermanos, el dinero del diezmo y la ofrenda es un dinero que pertenece a Dios. Es de Dios, de su propiedad, y él ha dispuesto para qué debe ser usado. 

En relación con esto Elena G. de White escribió en el libro El evangelismo en la página 67 lo siguiente: "El dinero de Dios ha de ser empleado para realizar, de la manera en que él lo indica, la obra que él ha declarado que debe ser hecha en nuestro mundo". 

Sabemos que esa obra es la predicación del evangelio del reino para testimonio a todas las naciones. El dinero de Dios se usa para cumplir esa misión.

Recordemos nuestra lectura bíblica: "El amigo del dueño, jurará ante el Señor, no haberse adueñado de la propiedad de su amigo". 

Todos somos dueños de algo, y hay leyes que protegen esa propiedad. Pero también sabemos que Dios, nuestro amigo, es el dueño del mundo y de todo cuanto contiene, y eso incluye nuestros diezmos y ofrendas. 

Él nos ha confiado ese dinero y todos los bienes que poseemos para que se los administremos fielmente, y se espera que lo hagamos con total honestidad.

También leímos en los versículos 7 y 8, que si una persona dejaba en casa de un amigo dinero o bienes, y si estos eran robados y no se atrapaba al ladrón, el dueño de la casa debía "comparecer ante los jueces para que se determine si no dispuso de los bienes del otro". 

Sería muy vergonzoso que se nos haga comparecer ante los jueces y estos determinen que nos hemos quedado con un dinero que no es nuestro sino de nuestro amigo Jesús. Es la propiedad de él, y como tal es sagrada y no nos pertenece. 

Recordemos, el propietario es Dios, no cualquier ser humano. 

"Mío es el mundo, y todo lo que contiene", dice el Señor en el Salmo 50:12. 

¿Cuántos de los aquí presenten deciden en esta hora respetar la propiedad que pertenece a Dios, nuestro amigo? ¿Quieren ponerse en pie? 

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