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Yeury Ferreira
INTRODUCCIÓN
La soledad en las ciudades está pegando fuerte en todo el mundo. Con la movida hacia las ciudades y cambios en cómo funcionan las familias, un montón de gente siente que está sola en esta.
En las últimas décadas, la población en las ciudades ha explotado. En el 2020, según la ONU, más del 55% de la gente en el mundo ya se ubicaba en las ciudades y se espera que esto siga en aumento.
Lo curioso es que, aunque en las ciudades hay gente por todos lados, un buen grupo se siente solitario. Una encuesta de la Cruz Roja Americana dice que más del 20% de los adultos en Estados Unidos se sienten solos la mayoría del tiempo o siempre.
Esta sensación de estar solo pega más fuerte en ciertos grupos. Los abuelitos, los que se aventuran a la ciudad en busca de oportunidades, los adictos al trabajo o los que tienen trabajos ultra demandantes son los que más la sienten.
Y la soledad no es solo estar físicamente solo. Mucha gente que la vive también siente que está en un mundo totalmente distinto a los demás, lo que puede llevar a problemas bien graves como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.
DESARROLLO
1. El problema de la soledad
La soledad es algo que todos hemos sentido alguna vez ¿verdad? Es como esa sensación en el estómago que aparece cuando alguien a quien queremos se aleja o cuando pensamos que nadie se preocupa por nosotros.
Pero es importante entender que estar solo no es lo mismo que sentirse solo. A veces, estar solo está bien. Incluso Jesucristo se retiraba a lugares tranquilos para orar o simplemente para pasar un rato con sus amigos (Mateo 14: 13; Marcos 1: 35; 6: 31). Algunas personas pasan mucho tiempo solas, pero no se sienten solitarias. Por ejemplo, un científico concentrado en su investigación o un artista que crea una obra de arte pueden estar solos pero no se sienten solos.
Estar solo es más un estado físico, como cuando decides estar solo un rato. Pero sentirse solo emocionalmente, es cuando te sientes desconectado, aislado o sin una conexión significativa con alguien más. A veces, estar solo puede ser bueno, como cuando necesitas tiempo para pensar u orar en silencio.
La soledad, por otro lado, generalmentesesientemal.Puede venir después de cosas tristes, como la pérdida de un ser querido, un divorcio, una enfermedad grave o problemas como el desempleo. Todos podemos sentirnos solos en algún momento de la vida porque todos necesitamos relaciones con otras personas. Cuando nos sentimos solos después de una experiencia dolorosa, es cuando realmente necesitamos el apoyo de alguien en quien podamos confiar.
2. El remedio para la soledad
El tema de la soledad se repite mucho en la Biblia ¿sabías? Los estudiosos dicen que la palabra “solo” aparece como 118 veces, pero casi nunca significa sentirse “solitario”. Aquí está lo interesante: la palabra “soledad” ni siquiera tenía su significado actual hasta hace poco, como en este siglo, y ni aparecía en ningún diccionario importante hasta después de la Segunda Guerra Mundial. O sea, la idea de sentirse solo como estado mental es algo bastante nuevo.
Cuando leemos la Biblia, al comienzo nos dicen algo clave: Dios nunca quiso que los seres humanos vivieran solos. Después de que Dios armara el mundo en siete días, dice que todo era “bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Pero hubo una sola cosa que Dios no encontró bueno: “Y Dios dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le voy a hacer una compañera adecuada’” (Génesis 2:18). Si prestamos atención al re- lato de Génesis 1, notaremos de que los animales fueron creados en grupos: “pájaros” (Génesis 1:19), “peces” (Génesis 1:21) y “animales” (Génesis 1:25), pero el ser humano fue hecho solo (Génesis 1:26). Sin embargo, no era el plan de Dios que viviéramos así para siempre. Dios sabía que la soledad no era buena para nosotros, así que decidió hacer una compañera adecuada. En Génesis 2:22, la Biblia nos dice que Dios creó a la mujer a partir de una costilla del hombre. Luego, Dios los bendijo y les dio un mandato: “Sean fértiles y multiplíquense; llenen la Tierra y dominen” (Génesis 1:27-28 DHH).
Como puedes ver, la soledad no estaba en el plan original de Dios para la raza humana. Fuimos he- chos para compartir con Dios y con los demás. Pero el pecado arruinó ese plan, y ahora nos sentimos solos y aislados de Dios y de los demás.
Entonces, cuando hablamos de soledad, tenemos que entender que nos pega en dos partes importantes. Primero, espiritualmente. El primer nivel de soledad que la gente siente es la soledad espiritual. Como ya mencionamos, Dios nos hizo para tener una relación con Él. Pero lamentablemente, mucha gente vive alejada de Dios y se siente espiritualmente sola. Es por eso que, a pesar de estar rodeados de gente y tener todo lo que quieren, se sienten solos. No entienden que ni la plata ni las cosas llenarán ese hueco en sus vidas. La soledad espiritual solo se puede llenar con una conexión personal con Dios.
Cuando tienes una relación con Dios, puedes estar solo físicamente pero no te sientes solo. Mira el caso de José: lo vendieron como esclavo, lo alejaron de su familia y amigos, lo llevaron a un lugar desconocido, donde no conocía ni el idioma ni las costumbres. En resumen, estaba solo en el sentido humano. Pero la Biblia dice que “Dios estaba con José, y José prosperó” (Génesis 39:2). Aunque estaba solo, no se sentía solo.
De la misma manera, Jesús, en los últimos días de su vida en la Tierra, fue abandonado por sus amigos. Al igual que José, fue vendido como esclavo por un precio. Casi todos los que lo habían seguido se fueron. En una ocasión, Jesús dijo: “La hora se acerca, y ahora todos ustedes me dejarán solo” (Juan 16:32). ¡Qué duro, ¿verdad? Pero también dijo: “Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Aunque estaba solo, no se sentía solo.
Y luego está el apóstol Pablo, quien en un momento de necesidad también se encontró solo. Dijo: “En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado; todos me abandonaron” (2 Timoteo 4:16). ¡Imagínate cómo se sintió este campeón de la verdad! El que había fundado un montón de iglesias, predicado a un montón de gente y enseñado muchas cosas. En su hora más difícil, se sintió solo. Pero pudo escribir: “Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:17). Pablo, aunque estuvo solo, nunca se sintió solo.
Así que, al igual que José, Jesús y Pablo, tú también puedes tener una relación especial con Dios. Pue- des vivir y caminar cada día en su presencia. Si tienes esa relación con Dios, disfrutarás de su compañía de tal manera que, aunque te encuentres solo en alguna situación, nunca te sentirás solo.
En segundo lugar, la soledad tiene que ver con las relaciones humanas. A eso le llamamos “soledad relacional”. A pesar de que Adán tenía una relación perfecta con Dios al principio, aún sentía la necesidad de tener compañía de otros seres humanos. Dios no ignoró esa necesidad, tampoco la minimizó. En cambio, hizo a alguien para llenar esa necesidad. Dios sabe que como seres humanos necesitamos estar acompañados. La soledad es como una señal de advertencia: igual que el hambre te avisa que necesitas comida, la soledad te dice que ne- cesitas compañía.
La “soledad relacional” solo se cura cuando construimos relaciones sólidas con otros. Y sabes qué, ¿hay un lugar donde puedes hacer eso? ¡Claro que sí! Puedes hacerlo en tu familia, en el trabajo, en la escuela o en grupos de apoyo. Pero una de las mejores maneras es en la iglesia.
Y espera, déjame explicarte algo antes de seguir. Cuando la Biblia habla de la iglesia, no se refiere a un edificio, sino al grupo de creyentes que han sido salvados por la gracia de Jesucristo (1 Pedro 2:9). Entonces, cuando estudiamos lo que dice la Biblia sobre la iglesia en el Nuevo Testamento, notamos que se trata de una comunidad de cristianos que se cuidan, se aman, se hospedan, se reciben, se sirven, se enseñan, se perdonan, se apoyan y se ayudan mutuamente en un montón de maneras. En pocas palabras, son un equipo que siempre está ahí uno para el otro.
CONCLUSIÓN
En resumen, Dios no quiere que te sientas solo. Puedes tener una conexión con él y con otros, y así, nunca te sentirás solo. Hace un tiempo, en una de nuestras reuniones, llegó una chica joven que había estado luchando contra la depresión y la ansiedad durante años. Tenía muy pocos amigos y, sinceramente, pasaba la mayoría del tiempo sola en su apartamento. Ni siquiera salía, solo para ir al trabajo y a la tienda más cercana a comprar sus cosas. Según ella, su vida era una especie de laberinto sin sentido. La soledad era su única compañera de viaje.
Pero un día, a través de una compañera de trabajo, recibió una invitación para venir a uno de los servicios de nuestra iglesia. Al principio, puso excusas una y otra vez, pero su amiga insistió tanto que finalmente dijo: “Bueno, iré solo una vez, para probar”. Así que vino a la iglesia en un sábado y pasó casi todo el día con nosotros. Compartió un delicioso almuerzo y luego, en la tarde, salió con un grupo de personas de la iglesia para entregar comida a quienes más lo necesitaban. Según ella, ese día fue algo especial. Hacía años que no se sentía tan bienvenida en ningún lugar.
Entonces, la semana siguiente, decidió volver. Los jóvenes la invitaron a una reunión social en una de las casas y ella aceptó. Lo que vio la sorprendió: la gente disfrutaba de la vida de una manera sana, sin necesidad de alcohol ni drogas. No podía creerlo. Se sentía aceptada y valorada. Además, comenzó a recibir mensajes de texto con versículos inspiradores de la Biblia todas las semanas. Un grupo de chicas la incluyó en sus oraciones especiales. Literalmente, no tenía tiempo para sentirse sola.
Seis meses después de su primera visita, decidió bautizarse. Antes de su bautismo, compartió su testimonio y dijo que el amor que había recibido de niños, jóvenes y adultos en la iglesia la había ayudado a vencer la soledad. Hoy en día, está completamente libre, ha dejado atrás completamente sus hábitos de fumar y beber. Pero lo más importante es que disfruta de una relación especial con Dios y con los demás.
Entonces, jóvenes, les cuento esta historia para decirles que hay muchas personas en la ciudad que se sienten igual de solas que esta chica antes de conocer a nuestra iglesia. Pueden estar luchando con cosas como la depresión y la ansiedad, pero una amistad genuina puede hacer una gran diferencia en sus vidas.
Así que la invitación es que busques a esas personas que se sienten solas, que les des una mano amiga y les muestres el amor y la alegría que has encontrado en Jesús. No sabes cuánto impacto puedes tener en la vida de alguien. ¿Estás dispuesto a tomar este reto? Vamos, haz que nuestra ciudad sea un lugar menos solitario para todos. ¡Juntos podemos hacer la diferencia!
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