Texto: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no. adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2).
Introducción
¿Alguna vez has cargado a un bebé recién nacido en tus brazos? ¿Qué emociones sentiste? Estoy seguro de que la mayoría de las personas sentimos amor, ternura, compasión, alegría y compromiso; todo este conjunto de emociones mezcladas al mismo tiempo. Sin embargo, también hay una sensación muy fuerte de fragilidad y preocupación. Cuando cargamos al bebé nos desconcierta no saber si lo estamos cargando bien, o si estamos colocando mucha fuerza y lo presionamos demasiado; y si comienza a llorar, entramos en desesperación al no saber la razón del llanto. La percepción general es que la nueva criatura es tan frágil y dependiente, que necesitará de mucho apoyo para llegar a convertirse en alguien maduro que pueda valerse por sí mismo y contribuir con la felicidad familiar. Por esta razón, para crecer fuerte y sano, el bebé necesitará de muchos cuidados especiales durante los primeros años de su vida.
Es interesante que en la vida espiritual también existe este tipo de situación. Al momento del bautismo, nacemos a una nueva vida en Cristo. Nos convertimos en bebés espirituales y comenzamos a descubrir un nuevo mundo espiritual, del cual aprendemos a través de la lectura de la Biblia, la relación cristiana con otros miembros y nos fortalecemos ejercitándonos en el cumplimento de la misión. Por este motivo, la iglesia se preocupa mucho en la calidad del alimento espiritual que consumen sus miembros. Este tipo de alimento debe ser de primera calidad, que ayude a desarrollar discípulos de Jesús fuertes y maduros, y que sean capaces de servir poderosamente en la obra de ganar almas para Cristo.
La estrategia divina para criar y formar estos fuertes discípulos es conocida como Escuela Sabática. A través de este ministerio, los miembros pueden aprender y profundizarse en las verdades bíblicas; conocer e integrase fraternalmente con otros miembros y juntos trabajar en las Unidades de Acción para llevar a sus semejantes al bautismo, para llevar almas para Cristo.
Entonces, ahora vamos a conocer brevemente los orígenes de este bendecido ministerio, que ahora cumple 170 años de trabajo ininterrumpido y que, por la gracia de Dios, seguirá trabajando hasta la segunda venida de Jesús.
Una breve historia de la Escuela Sabática La historia registra que Jaime White, en uno de sus viajes misioneros de Nueva York a Maine, pensando en cómo se podría hacer para que los niños y jóvenes de la iglesia sean afirmados en los principios y la fe bíblica, “... escribió y publicó las primeras lecciones de Escuela Sabática a partir de 1852 en el primer número de la revista Youth's Instructor, y organizó la primera Escuela Sabática en Rochester, Nueva York, en 1852” (Enciclopedia de Elena G. de White, p. 874)
El éxito del “Youth Instructor” fue tan grande que pronto se vio la necesidad de crear también lecciones para los más pequeños de la iglesia. Fue así que, en 1861 se comenzaron a producir lecciones para niños llamadas “Preguntas para los pequeños estudiantes de la Biblia”, las cuales eran publicadas dentro de una sección especial del ya famoso Youth Instructor. Cómo todo en la iglesia va mejorando constantemente, de acuerdo con la iluminación que se recibe del cielo, la iglesia vio la necesidad de crear y estandarizar las lecciones para los miembros adultos, los cuales hasta el momento utilizaban el Youth Instructor, y desde 1888 comenzó a publicar las lecciones para las clases de adultos en formato de folletos, en un formato muy parecido al de nuestras lecciones trimestrales actuales.
La expansión de las clases de Escuela Sabática fue muy exitosa. En 1878 ya existían en registro más de 600 clases esparcidas por todo Estados Unidos; y en 1901, cuando la Asociación General oficializó el Departamento de la Escuela Sabática, miles de escuelas sabáticas existían en diferentes lugares del mundo. Se establecieron 4 objetivos fundamentales que aún perduran en el tiempo: (1) el estudio de la Biblia, (2) la confraternización, (3) evangelismo en la comunidad y el (4) énfasis en la misión mundial a través de las ofrendas misioneras. De esta manera, a través de los años, la Escuela Sabática se convirtió en el centro de formación de misioneros para cumplir la misión local y mundial. Por este motivo, la Iglesia Adventista tiene a la Escuela Sabática como uno de los departamentos más importantes. La Escuela Sabática es conocida como “el corazón de la iglesia”. Aquí se prioriza el estudio de la Palabra de Dios y el avance de la misión.
Hoy, 170 años después de aquel viaje de Jaime White en 1852, la Escuela Sabática es la mayor escuela del mundo, con más de 21 millones de alumnos en 209 países. Cada trimestre, la iglesia mundial estudia 13 lecciones de un tema específico de la Biblia. Estos temas son preparados por los más grandes estudiosos y expertos bíblicos que la iglesia tiene en cada época. El folleto de la Escuela Sabática es traducido a más de 76 idiomas mayoritarios; muchos voluntarios trabajan incansablemente para traducirlo también para idiomas y dialectos locales, haciendo que muchas más personas sean beneficiadas con las grandes verdades de la Palabra de Dios.
Importancia del estudio de la Biblia
Después de recapitular brevemente sobre la historia de la Escuela Sabática, vamos a abrir la Biblia en el texto principal de este sermón, 1 Pedro 2:2 – “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. Al inicio hablamos sobre la importancia de la leche materna para el desarrollo saludable de un bebé. Ahora, vemos una aplicación interesante para alguien que está creciendo en la vida espiritual. De acuerdo con versículo, la “leche espiritual no adulterada” se refiere a la Palabra de Dios que brinda el crecimiento espiritual del discípulo; la buena alimentación espiritual lo llevará a alcanzar la salvación, es decir, mientras más una persona aprenda de la Biblia, más espiritualmente fuerte se tornará y podrá discernir correctamente el camino de la salvación. Por este motivo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, antes de tener un nombre o una organización formal, ya tenía una escuela para el estudio de la Biblia: la Escuela Sabática. Desde los inicios, nuestros pioneros se dedicaron al estudio profundo de la Biblia.
Han pasado 170 años y la Iglesia Adventista del Séptimo Día continúa realizando un trabajo muy arduo y sistemático de preparar las lecciones de la Escuela Sabática. Los temas son escogidos con varios años de anticipación y comisionados a los autores que las escribirán. Nada es dejado al azar. Los autores entregan sus manuscritos, y son enviados a una comisión especial en la Asociación General, la cual hace un análisis teológico del contenido y, si no hubiese ninguna observación, se hacen las correcciones lingüísticas necesarias para mandarlo al área de diseño, quienes harán la propuesta para la carátula y la diagramación interna. Sin embargo, el proceso no termina aquí, sino que el manuscrito en inglés es enviado a los departamentos de traducción de cada División alrededor del mundo, en dónde un equipo especializado realiza la traducción a los idiomas oficiales de aquella región del mundo.
Ahora, ¿puede imaginar todo el proceso logístico para distribuir el folleto a todos los rincones del planeta? Desde grandes ciudades, hasta pequeñas islas en medio de los grandes océanos, millones de personas en el mundo estudiarán diariamente la Biblia con estos folletos y se encontrarán cada sábado para hacer el “repaso de la lección” y compartir los conocimientos y experiencias misioneras adquiridas al estudiar aquel tema de la Biblia. La lección de la Escuela Sabática nos unifica como pueblo adventista en forma doctrinal y también ayuda a que todos los miembros en el mundo crezcan en el conocimiento progresivo de la Verdad. Esta es “la leche espiritual no adulterada” que nos ayuda a crecer “para salvación” en Cristo Jesús.
Por este motivo, Elena de White nos exhorta sobre la importancia de estudiar profundamente la Biblia. Ella escribió lo siguiente en Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 17 – “Ningún hombre, mujer o joven, podrá lograr la perfección cristiana si descuida el estudio de la Palabra de Dios”. Al escudriñar cuidadosa y atentamente su Palabra, obedeceremos la orden de Cristo: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi” (Juan 5:39).
Un compromiso con la misión
Elena de White dice: “Todo verdadero cristiano es una fuente viva, que recibe las incesantes corrientes de gracia, una fuente que esta siempre fresca y siempre refrescando a los que le rodean. Aquellos que son colaboradores con Dios manifiestan un espíritu misionero; porque siempre reciben a fin de poder dar a otros la luz y la bendición del cielo. Aquellos que abren su corazón para recibir mucho, también estarán en condición de dar mucho” (Consejos sobre la obra de la escuela sabática, p. 73).
Para que el agua sea pura, necesariamente tiene que fluir. El cristiano que sólo recibe el conocimiento bíblico y no lo comparte con los demás, es como una vertiente de agua que se empieza a empozar y se convierte en un pantano, lleno de olores desagradables y de animales ponzoñosos. Usando esta analogía, el cristiano que no trabaja en la salvación de los demás, se enfría espiritualmente y muchas veces cae en la rutina o el conformismo espiritual y al final, en apostasía. Sin embargo, hay un antídoto para que esto no acontezca en la vida de ninguno de nosotros. Elena de White escribió que “la única forma de crecer en la gracia es estar realizando con todo interés precisamente la obra que Cristo nos ha pedido que hagamos” (Servicio cristiano, p. 127)
Sin lugar a dudas, la obra misionera es la fuerza que mantiene viva la espiritualidad. Por este motivo, el objetivo 3 y 4 de la escuela sabática tiene un gran énfasis en la misión local y en la misión mundial. Si desea tener una clase de Escuela Sabática viva, donde los alumnos sientan que están creciendo espiritualmente, necesitamos entender que “la escuela sabática debería ser uno de los instrumentos más grandiosos y más eficaces para traer almas a Cristo” (Consejos sobre la obra de la escuela sabática, p. 10). Por tanto, cada Unidad de Acción de Escuela Sabática, además de ser un lugar de estudio de la lección, debería ser un centro misionero donde cada alumno acepte el desafío de ganar almas para Cristo.
Un ejercicio saludable para cada miembro, para cada Unidad de Acción es colocarse un desafío misionero. ¿Se imagina qué sucedería con la iglesia si cada miembro se comprometiese a llevar una persona para Cristo cada año? Todos somos llamados a la actividad misionera, “cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero”. Sin embargo, para que esto acontezca, el maestro de Escuela Sabática debe ser consciente de que su misión no es simplemente enseñar o estudiar la lección con sus alumnos, sino también enseñar a cada uno a cómo traer a otra persona para Cristo.
¡Quiera Dios que un día, lleguemos al ideal de no ver a un alumno sentado en la clase, sin la compañía de la persona que él está evangelizando!
Llamado
Hoy se cumplen 170 años de un departamento que sólo ha traído gran bendición a todas las generaciones de adventistas del séptimo día. A través de la Escuela Sabática, millones de personas, a lo largo de los años, han conocido la fe bíblica y las doctrinas de forma sistemática y progresiva. De la misma manera, muchos han descubierto sus habilidades y han perfeccionado sus estrategias misioneras para ganar almas para Cristo en este departamento.
Más allá de celebrar una fecha conmemorativa, celebremos que día a día podemos renovar nuestra comunión con el cielo, estudiando la Biblia a través del folleto de la Escuela Sabática, y al mismo tiempo, celebremos el compromiso con la misión, salvación a las personas más cercanas a nosotros.
¿Quiere renovar su compromiso de estudiar cada día su folleto de la Escuela Sabática? Junto con su Unidad de Acción ¿Quiere comprometerse en el trabajo misionero e involucrarse en la tarea de dar estudios bíblicos y llevar personas a Jesús? Si tu respuesta es positiva... ponte en pie y oremos juntos.
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