Un saludo para todos los que vinieron hoy y para los que vienen todos los días y participan de la serie “Jesús, el Restaurador de la vida”. Ayer aprendimos sobre la importancia de la restauración por medio del bautismo para ser hijos e hijas de Dios.
Abramos nuestras Biblias en Juan 2:1-11.
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’. Jesús le dijo: ‘¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora’. Su madre dijo a los que servían: ‘Haced todo lo que os dijere’. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purifi cación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: ‘Llenad estas tinajas de agua’. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: ‘Sacad ahora, y llevadlo al maestresala’. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: ‘Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora’. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él”.
Introducción
En el comienzo de este capítulo se menciona el primer milagro, la primera señal pública del ministerio de Jesús. Los hechos ocurren en una fiesta de casamiento en Caná de Galilea, cuando Cristo transformó el agua en “buen vino” (Juan 2:10). La Biblia muestra que la primera institución creada por Dios en el Jardín del Edén fue la familia. Jesús comenzó su ministerio por la familia y eso es algo significativo. Nada fue registrado en la Biblia por casualidad. Al realizar esta señal, Jesús estaba dejando bien claro la importancia que le daba a la familia. Cuando le damos prioridad a la familia y ponemos en primer lugar a Dios en nuestro hogar, nuestros lazos familiares se restauran y disfrutamos de plena felicidad. Por desgracia, las estadísticas recientes señalan que el 60% de los matrimonios terminan en divorcio y el 35% no tiene valentía para separarse, aunque no vivan una vida conyugal feliz. Ahora pregunto: ¿Dónde están los sueños, las alegrías, las conquistas y el amor de la vida matrimonial?
La clave de nuestro estudio de hoy, es uno de los más importantes de la semana, y me gustaría que ustedes prestaran atención es lo que está en el versículo 5 del capítulo 2 del Evangelio de Juan, que terminamos de leer. Al dirigirse a los sirvientes de la fiesta, la madre de Jesús aconsejó: “Haced todo lo que os dijere” (Juan 2:5). Todo lo que estamos diciendo y lo que diremos a lo largo de esta semana deriva de consejos bíblicos inspirados por Dios. Usted y yo podemos seguirlos o no. La elección es suya. La elección es mía. Hoy veremos lo que sucede cuando seguimos lo que enseña la Biblia y hacemos “todo” lo que Dios dice en su Palabra. El consejo de María es sencillo, pero está lleno de significado y sabiduría. En primer lugar, veremos algunos principios del matrimonio:
1. NADIE CAMBIA A NADIE
Un pastor de experiencia contó la siguiente historia: “Al comienzo de mi matrimonio, después de algunos meses de trabajo en un distrito con muchos desafíos, formado por 28 ciudades, mi esposa dijo que estaba orando para que Dios cambiara algo en mí. Le pedí que me dijera, pero ella me contestó que le preguntara a Dios. Entonces fui a orar y a preguntarle a Dios qué le había pedido mi esposa que cambiara. Un mes después, le pregunté a ella si Dios ya había respondido su oración. Ella dijo que no. Entonces oré durante dos meses más. Ahí me animé y le pregunté otra vez. Esta vez ella dijo que Dios ya había respondido su oración. Yo no sabía lo que Dios había cambiado. Entonces, para resolver la curiosidad le pregunté qué era. Ella dijo: “Querido, ya está resuelto, y eso es lo que importa”. Ese episodio sucedió hace 18 años, y hasta hoy no sé qué era. El año pasado le dije a mi esposa: “Estoy orando a Dios para que cambie algo en ti”. Ella me dijo: “Dime qué es”. Entonces fue mi turno de responder: “No, pregúntale a Dios”.
a) Solo Dios puede cambiar a su cónyuge (y a usted) Este pequeño y verdadero relato nos deja una lección poderosa: solo Dios puede cambiar al ser humano, solo él puede cambiar al esposo, a la esposa, al hijo, a la hija, al nieto, a la nieta, al hermano, a la hermana. Solo Dios puede hacer feliz su hogar y su matrimonio. Juan 2:3 tiene el secreto para que ocurra, para que un hogar sea feliz. María dijo: “Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’”. María recurrió al Único que puede resolver las cosas y transformar la situación. Ella no recurrió a cualquiera de los discípulos o invitados, ni siquiera a los novios o sus padres. María sabía que solo Jesús podría restaurar el honor y la dignidad de ese matrimonio.
b) Solo Dios restaura la honra y la dignidad del matrimonio ¿Qué tiene que ver eso con usted y conmigo? Así como esa pareja que se estaba casando, hay muchos aquí hoy que necesitan que el honor y la dignidad de su matrimonio sea restaurados. Hay matrimonios que viven de apariencias, otros sufren violencia en el hogar, algunos enfrentan diariamente el desprecio y la opresión. Otros están seguros de que el “vino del amor” se terminó. Así como María, digamos a Jesús en humildad y con énfasis “…no tenemos vino”. Jesús hará milagros en su hogar y su vida matrimonial.
c) La oración y la fe son la clave para el cambio Como María, acerquémonos a Cristo de manera sencilla y directa. Si oramos como dice Elena de White en el bellísimo libro El camino a Cristo, “Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo”, María oró cuando informó a Jesús “como a un amigo” la gran necesidad que tenía: “Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’”. El texto de Elena de White sigue: “No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirle. La oración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos eleva a él” (p. 93). Contémosle a Dios nuestros problemas y lo habilitaremos a actuar en nuestra vida, como lo hizo María. Veamos otros principios del matrimonio:
2. CÁSENSE TRES, CUATRO VECES, CAMBIEN DE CASA, DE AUTOMÓVIL, DE IMAGEN, PERO SIEMPRE CON LA MISMA PERSONA. PRESENTO AQUÍ ALGUNOS PUNTOS DESTACADOS DE LAS BODAS DE CANÁ
a. Invite a Jesús a sus bodas (v.2).
b. Jesús era sociable. Él se mezclaba con las personas, aceptaba invitaciones.
c. Busque a Jesús incondicionalmente, cuando falta y cuando no falta algo. Primero Dios (v. 3).
d. Obedezca totalmente: María dijo: “Haced todo lo que os dijere” (v. 5).
e. Sigan las instrucciones: “Llenad estas tinajas de agua” (v. 7). Le pregunto ahora y usted responde solo para sí mismo: ¿Qué se terminó en su matrimonio?
f. ¿Qué necesita ser restaurado? No hay nada que Dios no pueda hacer. No hay agua que él no pueda transformar en vino. El Cristo de Caná de Galilea vive y está cerca de usted, aunque usted no pueda verlo.
g. Pruebe, experimente (v. 9).
h. Crea. Es necesario creer (v. 11).
3. LA PRESENCIA DE JESÚS HACE LOS MILAGROS EN EL MATRIMONIO Y EN LOS HIJOS
a) “¿Vive Jesús en esta casa?”
La primera historia de hoy fue de un pastor de experiencia, y la última es de un pastor joven en el comienzo de su trabajo de visitación. Él fue a una casa en la cual solo estaban la esposa y los hijos. Leyó un texto de la Biblia y antes de orar preguntó: “¿Vive Jesús en esta casa? La señora no respondió. Él preguntó otra vez: “¿Vive Jesús en esta casa?” Entonces, oró y se fue. Cuando el esposo volvió, ella le contó que el pastor los había visitado y les hizo una pregunta que ella no sabía responder. El marido preguntó qué había dicho el pastor, y ella respondió: “¿Vive Jesús en esta casa?” El esposo dijo: “¿No le dijiste que somos líderes de la iglesia?” La esposa respondió: “Pero el pastor no preguntó lo que hacemos”. Entonces, el esposo insistió: “¿No le dijiste que nuestros hijos son Conquistadores?” Finalmente, la esposa dijo: “Pero el pastor preguntó si Jesús vive en esta casa”. ¿Vive Jesús en su vida y en su casa?
b) Jesús quiere entrar
Gracias a Dios por la existencia de Jesús. Pero él necesita vivir en nuestra casa. El apóstol Juan escribió sobre la maravillosa invitación de Jesús a la iglesia de Laodicea, en Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Esta invitación se le hace a usted y a mí también. ¿Cuál será su respuesta? ¿Abrirá la puerta de su casa para que Jesús entre y restaure todas las cosas? Por medio del alimento somos restaurados espiritual y mentalmente. Jesús no se contenta con pasar, él quiere entrar, posar, habitar, vivir, morar, quedarse a vivir para siempre.
c) Acciones diferentes, resultados diferentes
El gran genio alemán Albert Einstein dijo: “Es insensatez continuar haciendo siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Parece obvio, pero seguimos perjudicando y arruinando nuestras relaciones al hacer lo “mismísimo” y esperar otros resultados. Leamos y pongamos en práctica Efesios 5:33: “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. Jesús en el hogar es amor y respeto entre los cónyuges. Esta es la diferencia: ¡el amor! Solo el amor puede restaurar su matrimonio. ¿Ha intentado amar y respetar de verdad a su cónyuge?
CONCLUSIÓN
Basado en lo que leímos en la carta de Pablo a los Efesios, entendemos que respetar es siempre correcto cuando él, el esposo, se equivoca. Amar es siempre correcto cuando ella, la esposa, se equivoca. De acuerdo con un consejo de Elena de White “Cuando el esposo tiene la nobleza de carácter, la pureza de corazón y la elevación mental que debe poseer todo verdadero cristiano, ello será puesto de manifiesto en las relaciones matrimoniales.... Procurará mantener a su esposa con salud y buen ánimo. Se esforzará por pronunciar palabras de consuelo, y por crear en el círculo del hogar una atmósfera de paz” (El hogar cristiano, p. 205). Según Juan 2:10, el amor reserva lo mejor para el final. Leamos “[…] y le dijo: ‘Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora’”. Solo Dios puede transformar agua en un delicioso jugo de uva de altísima calidad. Él deja lo mejor para el final. ¿Su matrimonio necesita lluvias de bendiciones, de agua que hace milagros? Jesús es la única respuesta. “El don de Cristo en el festín de bodas fue un símbolo. El agua representaba el bautismo en su muerte; el vino, el derramamiento de su sangre por los pecados del mundo. El agua con que llenaron las tinajas fue traída por manos humanas, pero sólo la palabra de Cristo podía impartirle la virtud de dar vida. Así sucedería con los ritos que iban a señalar la muerte del Salvador. Únicamente por el poder de Cristo, obrando por la fe, es como tienen eficacia para alimentar el alma” (DTG, 122)
Estoy seguro de que usted entendió todo lo que dijimos hasta aquí hoy. El mensaje de restauración de matrimonios y hogares es sencillo de entender, pero no es fácil de vivir. Para formar una familia, para restaurar relaciones, para fortalecer vínculos necesitamos de Cristo y su Espíritu para tener éxito en nuestras relaciones. Si usted quiere, por medio de la fe en Cristo, pedirle a Dios que restaure su matrimonio y sus relaciones, póngase en pie o levante la mano. Voy a orar por usted. Acepte a Jesús, estudie su Palabra, prepárese para ser bautizado e incorporado a la familia de Dios. (Complete y entregue la tarjeta).
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