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Vladymir Polanco
Lectura Bíblica: 1 de Samuel 17:32
“Entonces David le dijo a Saúl:—¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él”.
Introducción: Cuando nadie se ánima a ir.
Queridos conquistadores y hermanos que me acompañan en estos momentos, quiero que algunos de ustedes se imaginen por un momento que están en el Staples Center hogar del equipo de los Ángeles Lakers que son un equipo profesional de baloncesto de los Estados Unidos con sede en Los Ángeles, California. Estás sentado en primera fila, cuando alguien anuncia por las bocinas que su mejor jugador LeBron Raymone James quiere jugar un individual con uno de los fanáticos y nadie se atreve a pasar. Entonces tú, qué nunca has jugado baloncesto, levantas tu mano y dices: Yo voy. Todo el mundo se queda asombrado y de inmediato piensan en sus mentes, la gran derrota y humillación que vas a tener.
Quiero poner un segundo ejemplo para ustedes: imagínense que ahora estás con tus amigos en un campamento, cuando llega Cristiano Ronaldo quien ha marcado cerca de 760 goles en su carrera profesional, es un demoledor con sus piernas y mueve el balón con una agilidad única. Él pregunta si hay alguién que acepta el desafío de jugar fútbol en contra de él. Nadie levanta sus manos y tú que nunca has jugado al fútbol, dices: ¡yo voy! Todos los otros piensan que vas a ser destrozado y humillado
Ahora, ven conmigo al campo de batalla y analicemos las dimensiones de un guerrero que está desafiando al pueblo de Dios. Su nombre es Goliat y tiene dos apellidos: el terrible gigante y el quiebra huesos. Su record personal hasta ese momento es que no ha perdido un solo enfrentamiento y los hombres que han peleado con él, no han vuelto a pelear nunca más.
Veamos un poco más sobre él: Goliat era extraordinariamente alto para la media e incluso para los estándares actuales. Los escritos cifran su estatura en seis codos y un palmo (2,97m). Su cota de malla de cobre pesaba 5.000 siclos (57 kg), y la hoja de hierro de su lanza 600 siclos (6,8 kg) (1Samuel 17:4, 5, 7). Era uno de los de Refaím, y puede que haya sido un soldado mercenario del ejército filisteo (1Cr 20:5, 8).
Trasládate ahora al campo de batalla, cuando se hace la pregunta: ¿quién desea pelear contra Goliat? Nadie quiere morir joven y dejar a su familia sin hijos. De paso en las dos competencias anteriores, no hay ningún ofrecimiento para jugar con LeBron y Cristiano, pero quién enfrente al gigante Goliat, el rey Saúl le dará una de sus hijas por esposa. Con dicho ofrecimiento, todavía a nadie le parece interesante la oferta, pues ya han pasado 40 días.
Pero un joven que nunca se había puesto un uniforme militar, que no había estado en un campo de batalla, que no sabia nada acerca de los gigantes, dijo: ¡yo voy a pelear! Te acuerdas de los ejemplos que puse al principio. Aquí pasó peor, todos los que estaban en el campo de batalla, dijeron: UN MUERTO SEGURO.
Para tomar una decisión de esa magnitud tenemos que revisar el historial de David antes de la batalla. (ahí estuvo la clave). ANTES DE IR, TIENES QUE VENIR AL ENCUENTRO CON DIOS.
Desarrollo: El conquistador que Dios desea enviar. ¿qué hace?
1. Antes de llegar a la batalla se asegura que Dios ha estado con él.
1 de Samuel 17:37 – “El SEÑOR, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo”.
Salmos 23:1 – “El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará”.
Salmos 5:3 – “Por la mañana, SEÑOR, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta”.
La preparación de David no comenzó con esa gran batalla, inició a solas con Dios y esas pequeñas victorias espirituales y físicas lo prepararon para los grandes desafíos que mas tarde enfrentó.
2. El conquistador es humilde y obediente
1 de Samuel 17: 34 y 35.
“David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.”
La asignación de David fue cuidar ovejas, mientras que sus hermanos brillaban en el ejército del rey. Pero David tomó una buena decisión. Mientras las ovejas estuvieran en sus manos él lucharía con la ayuda de Dios de no perder una sola de ellas.
Muchas veces queremos llegar a metas elevadas sin un mínimo esfuerzo y eso no está́ en el plan de Dios.
La fórmula es: Dios + esfuerzo + perseverancia = Éxito.
“Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos. Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están bien, y toma prendas de ellos.”
David está como cuidador de ovejas y muchacho de mandados, pero eso no limita sus esfuerzos para hacer lo mejor.
3. El conquistador trae a Dios al campamento.
David dijo en 1 de Samuel 17: 26 ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?
El ejército del Israel tenía 40 días hablando del gigante, David inmediatamente habla de Dios.
4. El conquistador no siente temor si Dios está a su lado.
1 de Samuel 17:26 “Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
Verso 32: “Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.”
Salmos 125:1 “Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre.”
5. El conquistador cuando va en el nombre del Señor no escucha las voces negativas.
Verso: 33 “Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.”
Verso: 37 “Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.”
David no dice: creo que me librará, él dice: me librará, David está seguro de la victoria.
Queridos conquistadores y hermanos quiero presentarles la historia de un gran conquistador: Jackie Robinson.
Su estilo de bateo, su velocidad, la seguridad de su guante, todo parecía indicar que era el jugador que haría ganar al equipo. Solo tenía un problema: el color de su piel. Desde 1892 estaba prohibido que los afroamericanos jugaran en la Liga Profesional de Béisbol de los Estados Unidos. Pero Brach Rickey quería que ese muchacho jugara para los Dodgers. Como cristiano, Rickey estaba dispuesto a poner su grano de arena para derribar las barreras raciales que fraccionaban la nación.
Rickey sabía que contratar a un afroamericano conllevaba muchos riesgos para el jugador, pues a lo largo de la temporada recibiría insultos, amenazas de muerte, pelotazos de los lanzadores, ataques de sus propios compañeros... El asunto no se limitaba a si los Dodgers tendrían el valor de contratar al jugador, sino si el jugador tendría el temple necesario para pagar el precio que conllevaba romper los esquemas de una sociedad carcomida por el racismo. Cuando Rickey le presentó los riesgos, el jugador le preguntó: «¿Usted quiere un negro que no responda a los ataques?» Rickey pensó un momento, y respondió:
«Quiero un jugador que tenga suficientes agallas como para no reaccionar ante los ataques». Se necesitaba un jugador que pusiera de manifiesto una virtud que parece estar en vías de extinción: la humildad.
El muchacho aceptó, y el 15 de abril de 1947 Jackie Robinson se convirtió en el primer afroamericano en jugar en las Grandes Ligas.
Robinson supo manejar los ataques, y durante su carrera demostró que la sabiduría y la honra acompañan a los humildes. En su primera temporada fue galardonado con el premio Novato del Año. Dos años después ganó el título de jugador Más Valioso. Además, participó en la Serie Mundial en seis ocasiones y fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown. Salomón no se equivocó́ cuando dijo: «Para recibir honores, primero hay que ser humilde» (Proverbios 15: 33).
Rabindranath Tagore declaró: «Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande». Si de verdad queremos llegar lejos en esta tierra, y en la venidera tratemos de poner en práctica el siguiente consejo de Pablo: “Sean humildes y amables, tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor” (Efesios 4:2)
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