De todas las promesas de Jesús, la expresada en Juan 14:1-3 es la más personal, consoladora y segura. El tema de la segunda venida de Cristo se relata en las Escrituras por lo menos 2500 veces. Solo en el Nuevo Testamento, existen 328 referencias. Aunque la vida cristiana esté repleta de bendiciones, y “Si bien es cierto que la gran recompensa final será dada en la venida de Cristo, un servicio consagrado a Dios dará una recompensa aun en esta vida” (MB, 327).
Pero no podemos olvidar que el regreso de Jesús representa el fin de las luchas terrenales y, sin embargo, hay una negligencia considerable sobre este asunto tan ampliamente divulgado en la Palabra de Dios.
Esa misma voz sacude los cielos y la tierra. Síguese un gran terremoto, “cual no fue jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra”. Vers. 18. El firmamento parece abrirse y cerrarse. La gloria del trono de Dios parece cruzar la atmósfera. Los montes son movidos como una caña al soplo del viento, y las rocas quebrantadas se esparcen por todos lados. Se oye un estruendo como de cercana tempestad. El mar es azotado con furor. Se oye el silbido del huracán, como voz de demonios en misión de destrucción. Toda la tierra se alborota e hincha como las olas del mar. Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron como Sodoma por su corrupción, son tragados por las enfurecidas olas. “La grande Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira”. Vers. 19. Pedrisco grande, cada piedra, “como del peso de un talento” (Vers. 21), hace su obra de destrucción. Las más soberbias ciudades de la tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante su vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son libertados los hijos de Dios que habían sido apresados por su fe.
Los sepulcros se abren y “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. Daniel 12:2. Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley. “Los que le traspasaron” (Apocalipsis 1:7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes.
La escena final de este mundo retrata a un Dios que no mira inerte el desarrollo de los eventos que suceden en él, pero que en el momento planeado invadirá interfiriendo para siempre en la historia humana.
“Dios terminará interfiriendo en la historia. Pero, cuando eso suceda, será el fin del mundo. Pues, cuando el autor camina hacia el escenario, la obra terminó” (C.S. Lewis).
La Biblia menciona tres tipos de venida del Señor. En este estudio hablaremos sobre la segunda.
1. Primera venida (Lucas 2:1-7). La que se refiere al nacimiento, vida y muerte de Cristo, en cumplimiento de las profecías. Objetivo: Entrar en la historia humana como hombre para cumplir el plan de la redención (en su vida, muerte y resurrección).
2. Segunda venida (Juan 14:1-3). Se refiere al mayor evento, el momento cuando Dios invadirá la historia, en una intervención maravillosa. Con el objetivo de concretar las promesas hechas en la primera venida de Cristo, la gran esperanza del cristiano.
3. Tercera venida (Apocalipsis 20:11-15). Después del milenio, en el desenlace del gran conflicto. La Ciudad Santa desciende, y todo se hace nuevo en la Tierra y el mal finalmente desaparece.
La mente del cristiano debe mantenerse fija en esa promesa, y esta debe orientar su vida. “El regreso de Cristo a nuestro mundo no se demorará mucho. Sea esta la nota tónica de todo mensaje” (6TI, 405). Por eso, estemos atentos para los puntos más importantes sobre él.
1. Promesa: Fue hecha por un Dios que nunca dejó de cumplir ninguna de sus promesas. Jesús aseguró su regreso (Juan 14:3).
2. Señales: Son avisos para que ese gran evento no nos encuentre desprevenidos (Mateo 24).
3. Tiempo: El énfasis bíblico en ese aspecto no está centrado en la fecha, sino en la preparación (Mateo 24:36; 25:13).
4. Forma: Será visible (Apocalipsis 1:7), en las Escrituras no hay ningún indicio de lo contrario.
5. Objetivo: Dónde las promesas de Jesús serán efectivas: victoria contra el pecado; victoria sobre el dolor; victoria sobre la muerte; victoria sobre la desigualdad.
Con relación a su regreso, Jesús dedicó un tiempo relevante a la cuestión de la preparación, porque ese evento será catastrófico si nos encontramos sin preparación.
“Muchos de los que tomaron el nombre de adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido cada vez el fracaso. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser herederos de la salvación no conocen ni el día ni la hora” (1TI, 506).
PAUSA PARA DISCUSIÓN
1. ¿Qué le llama más la atención en el regreso de Cristo?
2. ¿Por qué esa debe ser la gran esperanza del cristiano?
“PARA QUE JESÚS INVADA LA HISTORIA Y REALICE NUESTROS SUEÑOS MÁS NOBLES, DEBEMOS INVADIR EL MUNDO CON LA PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO” Paulo Correia
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