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Salvación y Servicio - El Señor Salva

“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42:1).

“Muchos sienten que sería un gran privilegio visitar los escenarios de la vida de Cristo en la Tierra, caminar por donde él anduvo, mirar el lago en cuya orilla se deleitaba en enseñar, y las colinas y los valles en los cuales sus ojos tan a menudo reposaron. Pero, no necesitamos ir a Nazaret, Capernaum o Betania para andar en las pisadas de Jesús.

Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones humanos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la Tierra, andaremos en sus pisadas” (DTG 595).

Isaías habló de un siervo del Señor con una misión similar de misericordia: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. [...] Para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isa. 42:3, 7).

Démosle un vistazo a este Siervo. ¿Quién es él y qué lleva a cabo?

I. UNA NACIÓN DE SIERVOS (Isaías 41)

En Isaías 41:8, Dios habla de “Israel, siervo mío”, y en 42:1 presenta a “mi siervo”. ¿Quién es este siervo?

¿Es Israel/Jacob, el antepasado de los israelitas? ¿La nación de Israel? ¿El Mesías/Cristo, identificado en el Nuevo Testamento como Jesús?
Hay dos tipos de referencias a los siervos de Dios entretejidas a lo largo de Isaías 41 al 53. Un siervo se llama “Israel”, o “Jacob”, como en Isaías 41:8; 44:1, 2 y 21; 45:4; y 48:20. Debido a que Dios se dirige a Israel/Jacob en tiempo presente, está claro que él, Jacob, representa a la nación que desciende de él.
Esto lo confirma el hecho de que la redención de “Jacob su siervo” se lleva a cabo en el momento en que debe salir de Babilonia (Isaías 48:20).
En otros casos, como Isaías 42:1; 50:10; 52:13; y 53:11, el siervo de Dios no se menciona. Cuando se lo menciona por primera vez en Isaías 42:1, su identidad no es evidente de inmediato. Sin embargo, a medida que Isaías desarrolla su perfil en pasajes posteriores, queda claro que es alguien que restituye las tribus de Jacob (Israel) a Dios (Isa. 49:5, 6) y muere en sacrificio en favor de los pecadores (Isa. 52: 13–53:12; ver además Isa. 49:5, 6). Por lo tanto, no puede ser el mismo que la nación. Entonces, es evidente que Isaías habla de dos siervos de Dios. Uno es colectivo (la nación) y el otro es individual.

¿Cuál es el papel de la nación como sierva? Isaías 41:8-20.

Dios le asegura a Israel que la nación continúa siendo la sierva del Señor:
“Te escogí, y no te deseché” (Isa. 41:9). Entonces, Dios da a Israel una de las promesas más formidables de la Biblia: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). En este y en los versículos siguientes, uno de los roles básicos de Israel es confiar en que el Dios verdadero lo salvará (como no confió el rey Acaz), en vez de confiar en otros dioses y sus imágenes como lo hacen otras naciones (Isaías 41:7, 21-24, 28, 29).

Fíjate que en Isaías 41:14 el Señor dice que la nación es un gusano. ¿Qué quiso decir? Lee el texto completo para obtener una mejor respuesta. ¿Qué debería enseñarnos esto también sobre nuestra necesidad de depender totalmente del Señor?

II. SIERVO INDIVIDUAL ANÓNIMO (Isaías 42:1-7)

¿Cuál es el papel y el carácter del siervo anónimo de Dios, a quien Dios elige y sobre quien pone su Espíritu? Isaías 42:1-7.

Elige la mejor respuesta o combinación de respuestas:
1. Imparte justicia para las naciones.
2. Cumple sus objetivos en silencio y con mansedumbre, pero con éxito.
3. Es un maestro.
4. Sirve como un pacto entre Dios y el pueblo.
5. Da luz/esperanza al curar la ceguera y liberar prisioneros.

¿Cómo se compara el papel y el carácter de este siervo con el de la “vara del tronco de Isaí”, en quien también descansa el Espíritu del Señor (Isaías 11)?

Al igual que en Isaías 42, el gobernante davídico de Isaías 11 actúa en armonía con Dios, impartiendo justicia y liberación para los oprimidos, así como sabiduría y conocimiento de Dios. Descubrimos que este “vástago” y “raíz” de Isaí es el Mesías, el hijo divino de Isaías 9:6 y 7; que también trae “paz [...] sobre el trono de David y sobre su reino”, “en juicio y en justicia” (Isaías 9:7). El siervo de Isaías 42 es, obviamente, el Mesías.
¿Cómo identifica el Nuevo Testamento al siervo de Isaías 42:1 al 7, que imparte justicia? Mateo 12:15-21.

Mateo 12 cita Isaías 42 y lo aplica al silencioso ministerio de curación de Jesús, el Hijo amado de Dios, en quien él se deleita (Isaías 42:1; Mateo 3:16, 17; 17:5).
Es el ministerio de Jesús el que restablece la conexión del pacto de Dios con su pueblo (Isaías 42:6; Daniel 9:27).

Jesús y sus discípulos lograron justicia para la gente librándola del sufrimiento, la ignorancia de Dios y la esclavitud a los espíritus malignos, causados por la opresión de Satanás (Lucas 10:19). Finalmente Jesús murió para ratificar el “nuevo pacto” (Mateo 26:28) e impartir justicia al mundo, al expulsar a Satanás, el forastero que había usurpado la posición de “príncipe de este mundo” (Juan 12:31–33).

Observa la representación de Cristo en Isaías 42:1 al 4. Dedica tiempo a meditar sobre la vida de Jesús. ¿Qué características específicas de su ministerio cumplió tan acertadamente esta profecía? ¿Qué lecciones extraemos sobre cómo deberíamos suplir las necesidades de los demás también?

III. EL “MESÍAS” PERSA (Isaías 44:26-45:6)

¿Dios conoce el futuro? ¿No sería útil conocer el futuro?

Las revelaciones que Dios hace acerca del futuro a los seres humanos son selectivas: Revela lo suficiente como para que confiemos en él como el Dios verdadero, comprendamos su obra salvífica y cooperemos con él siguiendo sus instrucciones.

¿Qué asombrosa predicción aparece en Isaías 44:26 al 45:6?

El ministerio de Isaías duró desde 745 a.C. hasta 685 a.C. aproximadamente. Después de mencionar a un conquistador del este y del norte (Isaías 41:2, 3, 25) e insinuar que esto sería una buena noticia para Jerusalén (Isaías 41:27), Isaías predijo con precisión a Ciro por su nombre y describió sus actividades. En efecto, él vino del norte y del este de Babilonia, y la conquistó en 539 a.C.; sirvió a Dios al liberar a los judíos de su exilio en Babilonia; y autorizó la reconstrucción del Templo de Jerusalén (ver Esdras 1).
Pon esta predicción en perspectiva. Dado que hay unos 146 años desde el momento de la muerte de Isaías hasta la caída de Babilonia, esta profecía se adelantó un siglo y medio a su cumplimiento. Y dado que no hay evidencias sólidas de que más que Isaías de Jerusalén haya sido el autor humano del libro que lleva su nombre. ¡Sería como que George Washington predijera que un hombre llamado General Dwight Eisenhower ayudaría a liberar Europa en 1945!

Debido a que las acciones de Ciro están bien documentadas en varias fuentes antiguas, incluidas las crónicas babilónicas, su propio informe en el “Cilindro de Ciro” y la Biblia (2 Crónicas 36:22, 23; Esdras 1; Daniel 5; 6:28; 10:1), la exactitud de la profecía de Isaías es incuestionable. Esto confirma la fe de los que creen que Dios conoce el futuro con mucha anticipación.

¿Por qué Dios distingue a Ciro como “su ungido” (Isaías 45:1)?

Este término hebreo para “ungido” es el vocablo del que proviene la palabra Mesías. En otra parte del Antiguo Testamento, esta palabra podría referirse a un sumo sacerdote ungido (Levítico 4:3, 5, 16; 6:22), a un rey israelita ungido (1 Samuel 16:6; 24:6, 10; 2 Samuel 22:51), o al Mesías, un Rey y Libertador davídico futuro e ideal (Salmos 2:2; Daniel 9:25, 26). Ungir a alguien indicaba que Dios la escogñia para una tarea específica. El significado principal de la unción era dedicar a la persona a Dios: era santa para él y debía cumplir una función santa, como lo demuestra la unción de objetos para darles un estatus sagrado. 
¿Cómo podría Ciro un  rey persa, recibir esta elevada investidura?
Desde la perspectiva de Isaías, Ciro era un rey futuro, enviado por Dios para liberar a su pueblo. Pero él era un mesías inusual, porque no era israelita. No fue un libertador israelita, tal como los reyes Saúl y David, pero fue un libertador de Israel. Haría algunas cosas que haría el Mesías, como derrotar a los enemigos de Dios y liberar a su pueblo cautivo, pero no podía ser el mismo que el Mesías, porque no descendía de David.

Al predecir a Ciro, Dios demostró su divinidad única al demostrar que solo él conoce el futuro (Isaías 41:4, 21–23, 26–28; 44:26).
Piensa en algunas otras profecías bíblicas que se han cumplido según lo previsto (como todos los reinos de Daniel 2, salvo el último; Daniel 7; o sobre los tiempos proféticos referidos a Cristo en Daniel 9:24–27). ¿Qué clase de esperanza nos ofrecen estas profecías personalmente?

ESPERANZA POR ANTICIPADO

El hecho de que Isaías predijera con precisión el nombre de Ciro inquieta a quienes no creen que los profetas reciben predicciones de Dios.

Para afrontar la situación, aceptan la teoría de que otro profeta, un “segundo Isaías”, que vivió en la época de Ciro, escribió Isaías 40 al 66. Por lo tanto, el libro de Isaías está “serruchado en dos”, el mismo destino que tradicionalmente se cree que tuvo el profeta (ver Hebreos 11:37).

Sin embargo, no hay testigos históricos de la existencia de un segundo “Isaías”. Si existió, sería extraño que la Biblia no lo mencionara, porque su mensaje es profundamente importante y su arte literario es fenomenal.

Ni siquiera el manuscrito bíblico más antiguo, el pergamino de Isaías descubierto en Qumran, tiene alguna interrupción entre Isaías 39 y 40, que indicaría una transición a la obra de un nuevo autor.
El mensaje básico de Isaías es coherente a lo largo de su libro: confía en el Dios verdadero, incluido su Libertador mesiánico, no en otros poderes.
Los eruditos enfatizan con razón el cambio de enfoque del período asirio, en Isaías 1 al 39, al período babilónico, en los capítulos 40 y posteriores.
Pero hemos visto que Isaías capítulos 13, 14 y 39 ya prevén un cautiverio babilónico. Es cierto que Isaías 1 al 39 enfatiza el juicio, e Isaías 40 al 66 enfatiza la consolación. Pero, en los capítulos anteriores, la seguridad y el consuelo divinos son abundantes también, y los pasajes posteriores, como Isaías 42:18 al 25; 43:22 al 28; y 48:1 al 11, hablan de los juicios de Dios sobre Judá por abandonarlo. De hecho, las predicciones de Isaías del consuelo futuro implican sufrimiento en el ínterin. Aquí aparecen 2 problemas:

1. Si Dios ya sabe qué decisiones tomarán los seres humanos, ¿no anula esto el libre albedrío humano, de modo que el destino de todos está predestinado porque nuestra decisiones son irrelevantes? No, toda la Biblia afirma en forma reiterada y enfática que las decisiones humanas son cruciales. Por ejemplo, Dios no obligó a nadie a subir o bajar del arca, sino que aceptó las decisiones que la gente tomó. El hecho de que Dios conozca las decisiones que tomaremos no significa que determine esas decisiones. Por ejemplo, si sabes que tus hijos aceptarán tu oferta de  llevarlos por un día al parque o acuario, ¿Los estás obligando a ir? ¡Por supuesto que no!
2. Si el carácter de Dios es verdaderamente amor, como lo afirma explícitamente la Biblia, ¿Por qué no evita el sufrimiento si conoce de antemano lo que va a suceder? Negar el preconocimiento divino no resuelve el problema de la teodicea, porque no soluciona la cuestión de por qué Dios no detiene el sufrimiento en progreso que él puede ver ahora, incluso si no pudiera predecir el futuro. La Biblia explica que el sufrimiento y la muerte son el resultado de las malas decisiones de los seres creados por Dios, incluyendo a los seres humanos; son producto del gran conflicto cósmico entre el amor divino (que abarca tanto la justicia como la misericordia) y el egoísmo rebelde. El amor es imposible sin el libre albedrío; no puede ser forzado. Pero el libre albedrío conlleva riesgos: la capacidad de elegir oponerse a él. En última instancia, Dios pondrá un punto final y definitivo al egoísmo, el sufrimiento y la muerte. El amor triunfará al final.

El conocimiento previo único de Dios tiene cuatro implicaciones importantes:
1. Tenemos esperanza para el futuro porque podemos estar seguros de que el Señor es el único Dios verdadero, el Creador Soberano, quien puede salvarnos. (Isaías 44:1-45; 46:3-13; 48:3-21)
2. Dios puede cumplir providencialmente su voluntad en nuestro favor con sabiduría y eficacia. Él no fuerza las decisiones humanas, pero trabaja con ellas y a pesar de ellas. (Génesis 50:20; Romanos 8:28)
3. Cuando un verdadero mensajero del Señor hace una predicción en su nombre, la predicción se cumple (Isaías 44:26); esta es una prueba de un verdadero profeta. (Deuteronomio 18:22) Sin embargo, no invalida a un verdadero profeta cuando este hace una predicción condicional en el nombre del Señor. (Jonás 3:4-10).
4. Los que confían en Dios recurrirán solo a él, para conocer el futuro; no recurrirán a fuentes ocultas alternativas.
Aunque la nación enfrentó una terrible calamidad debido a los pecados del pueblo, algunos no perdieron la esperanza. Se aferraron a las promesas de Dios, como las que se encuentran en Levítico 26:40 al 45.
Lee los versículos cuidadosamente. Ponte en el lugar de los hebreos que sobrevivieron después de que Babilonia derrotara a la nación. ¿Qué esperanza podrías encontrar en estas palabras?

¿Qué principio espiritual ves obrando en esos versículos de Levítico? ¿Qué le está diciendo el Señor a Israel allí? ¿Cómo funciona el mismo principio en nuestra vida?

UN SIERVO QUE SIENTE Y SUFRE (Isaías 49:1-12)

¿Quién es el siervo de Dios en Isaías 49:1 al 12?

Dios lo llama y le pone nombre antes de que nazca, hace que su boca se asemeje a una espada, y se gloriará en él. Dios emplea al siervo para recuperar a la nación de Israel para sí, a fin de que sea una luz de salvación para todo el mundo, para que sea un pacto y liberar prisioneros. Hay una gran superposición entre esta descripción y la de Isaías 42, donde identificamos al siervo como el Mesías. El Nuevo Testamento encuentra los atributos del siervo en Jesucristo, en ambas venidas: Mateo 1:21; Juan 8:12; 9:5; 17:1-5; Apocalipsis 1:16; 2:16; 19:15.
Estas predicciones indican que es divino; que nacería de una virgen que llegaría a ser un gobernante poderoso, sabio y eterno. Sería el siervo de las naciones, no gritaría y sería amable, no se cansará ni desmayará. estas palabras indican que el siervo necesitaría la protección del Señor

Si este siervo es el Mesías, ¿por qué Dios lo llama “Israel” aquí (Isaías 49:3)?

Anteriormente encontramos que, en esta parte de Isaías, el siervo de Dios “Israel/Jacob” se refiere a la nación. Pero aquí el nombre “Israel” (sin una referencia paralela a “Jacob”) se aplica claramente al siervo individual, el que restaura la nación a Dios (Isaías 49:5). El siervo individual se ha convertido en la personificación o el representante ideal de la nación (Isaías 48:1).

¿Qué nuevo elemento aparece aquí? Isaías 49:4, 7.

Cada uno de los 4 cantos del Siervo: (49:1-13; 50:4-9; 52:13
Esta es la primera indicación de la dificultad que implica la tarea del siervo. Se lamenta: “Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas” (Isaías 49:4), una idea que se refleja en Daniel 9:26: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí”. Pero se aferra a la fe: “Pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios” (Isaías 49:4).

Isaías 49:7 es sorprendente. El siervo es “menospreciado de alma”, “abominado de las naciones”, “siervo de los tiranos”. Pero el Señor le dice: “Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió”.

Recuerda el ministerio de Cristo. Hasta el mismo fin, ¿no tuvo razones para desanimarse? Sin embargo, se mantuvo fiel, a pesar de las apariencias externas. ¿Cuál es la lección para que nosotros hagamos lo mismo, a pesar de las apariencias externas?

CONCLUSIÓN

“En la obra de ganar almas, se necesita mucho tacto y sabiduría. El Salvador no suprimió nunca la verdad, sino que la declaró siempre con amor. En su trato con los demás, él manifestaba el mayor tacto, y era siempre bondadoso y reflexivo. Nunca fue rudo, nunca dijo sin necesidad una palabra severa, nunca causó una pena innecesaria a un alma sensible. No censuró la debilidad humana. Denunció sin reparos la hipocresía, la incredulidad y la iniquidad, pero había lágrimas en su voz cuando pronunciaba sus penetrantes reprensiones. Nunca hizo cruel la verdad, sino que manifestó siempre profunda ternura hacia la humanidad. Cada alma era preciosa a su vista. Se portaba con divina dignidad y se inclinaba con la más tierna compasión y consideración sobre cada miembro de la familia de Dios. En todos veía almas que era su misión salvar” (OE 120, 121).

1. Como clase, lean lo que Elena de White escribió anteriormente acerca de cómo Cristo suplió las necesidades de los demás. Analicen estos principios y luego, como clase, determinen en qué medida su propia iglesia refleja esos principios de manera colectiva.

2. ¿Conocen a alguna “caña cascada” o a algún “pábilo que hume[e]” (Isaías 42:3)? ¿Cómo pueden ayudar a esta persona sin “quebrarla” ni “apagarla”? ¿De qué manera pueden dar a conocer al Señor a esa persona? En un sentido práctico, ¿qué le dirían que haga para recibir sanidad y ayuda?

3. El argumento de los diferentes autores de Isaías se originó a partir de la premisa de que las personas no pueden predecir el futuro como lo hizo Isaías. ¿Cuál es el problema fundamental con este argumento, y por qué nosotros, como cristianos, debemos rechazar esa premisa?

La liberación requiere un Libertador. La nación sierva de Dios sería liberada por dos libertadores: Ciro, que rescataría a los cautivos del exilio de Babilonia, y un Siervo sin nombre, cuya identidad como el Mesías se revela progresivamente. Este Siervo restauraría la justicia y recuperaría a la comunidad de sobrevivientes para Dios.

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