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Jugando a ser Dios - Consolaos Pueblo mío

¿QUIÉN ES COMO DIOS?

Los muchos dioses de los antiguos pueblos del cercano oriente formaban parte de una basta comunidad cósmica. Como en la sociedad humana, las relaciones entre dioses eran jerárquicas: Algunos dioses eran más importantes, más poderosos y tenían dominios más amplios que otros. Sin embargo, ninguno de los antiguos dioses del cercano oriente poseía un poder exclusivo.

A diferencia de los dioses de los pueblos del Antiguo Cercano Oriente, el Dios de Israel - cuyo nombre personal es YWYH (Probablemente pronunciado algo así como Yahvéh) y que generalmente se traduce como "el Señor" - es (no solo era) muy diferente. No es meramente el rey de los dioses: el niega el atributo de poder divino e incluso la existencia de cualquier otro ser que pueda llamarse "Dios" (Isaías 43:10; 44:6; 45:5) y tampoco permite que la gente los reconozca como tales (Éxodo 20:3)

“He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isaías 25:9).

“Después de que un pastor predicó un sermón penetrante sobre el orgullo, una mujer que lo había escuchado lo esperó y le dijo que estaba muy angustiada y que le gustaría confesar un gran pecado. 
El pastor le preguntó cuál era el pecado.
“–El pecado del orgullo, porque hace unos días me senté frente al espejo admirando mi belleza –respondió ella.
“–Ah –respondió el pastor–, eso no fue un pecado de orgullo, ¡fue un pecado de imaginación!” (C. E. Macartney, compilado por Paul Lee Tan, p. 1.100). 

Desde que el pecado nació en el corazón de un ángel poderoso, el orgullo no ha respetado los límites de la realidad (ni en los ángeles ni en la gente). Los peores casos de este problema se ven en quienes albergan orgullo espiritual, un rasgo bastante lamentable en seres tan corrompidos que su salvación solo se halla en las obras que otro realiza en favor de ellos.

Hoy, entre otras cosas, analizaremos el origen del orgullo y la altivez, los dos verdaderos pecados originales.

I. CONDENACIÓN SOBRE LAS NACIONES (Isaías 13)

Isaías 13:1 tiene un encabezado que menciona a Isaías como el autor (comparar con Isa. 1:1; 2:1); también parece iniciar una nueva parte de su libro. Los capítulos 13 al 23 contienen predicciones de juicio contra varias naciones. Veamos.

¿Por qué las profecías contra las naciones comienzan con Babilonia?
El juez de toda la tierra ha procesado a todas las naciones y las ha encontrado culpables de grandes faltas contra él y contra la humanidad. Isaías 10:5 al 34 ya había anunciado un juicio contra Asiria, que representaba el mayor peligro en los días de Isaías. Dios no responsabilizó a los asirios por no haber guardado todas las leyes de su pacto con Israel, que no conocían. Los juzgó por su orgullo y brutalidad, que vulneraban las leyes universales (Levítico 18; Romanos 1:18-32). Si bien Isaías 14:24 al 27 reitera brevemente el plan del Señor para poner fin a Asiria, los capítulos 13 al 23 tratan principalmente de otras amenazas, siendo Babilonia la más importante y con un enfoque especial sobre esta.
Dotada de un rico y antiguo legado cultural, religioso y político, Babilonia surgió después como la superpotencia que conquistó y exilió a Judá. Pero, desde la perspectiva humana de la época de Isaías, no se podía deducir fácilmente que Babilonia amenazaría al pueblo de Dios. Durante gran parte del ministerio de Isaías, Asiria dominó Babilonia. Desde 728 a.C., cuando Tiglat-pileser III tomó Babilonia y fue proclamado rey de Babilonia bajo el nombre de Pulu (o Pul; ver 2 Reyes 15:19; 1 Crón. 5:26), los reyes asirios volvieron a tomar Babilonia varias veces (710 a.C.; 702 a.C.; 689 a.C. y 648 a.C.). 
No obstante, con el tiempo Babilonia se convirtió en la gran superpotencia de la región, el poder que destruiría el reino de Judá.

Si leemos Isaías 13 pensamos: ¿Por qué un Dios amoroso hace estas cosas, o permite que sucedan? Indudablemente, habrá inocentes que también sufrirán, ¿no es así (Isaías 13:16)? ¿Cómo entendemos este accionar de Dios?

Aún si los oráculos de Isaías no hubieran llegado a las naciones gentiles a las que fueron dirigidos, sus mensajes debieron haber recalcado a sus compatriotas varios puntos que son muy relevantes para los cristianos modernos del "nuevo pacto". 
En primer lugar, como parte de la raza humana, no somos mejores que nadie, porque nosotros también hemos pecado. 
En segundo lugar, si incluso aquellos que están fuera del pacto de Dios, con conocimiento limitado de los principios correctos, son responsables, entonces nosotros, que estamos dentro del pacto y a quienes se nos habían confiado revelaciones divinas especiales en los escritos inspirados, tenemos mucha más responsabilidad.
En tercer lugar, dependemos totalmente de la misericordia de Dios, no de la ayuda de otras personas (Isaías 20:1-6), para nuestra supervivencia, por lo que nuestro mejor curso de acción es confiar en él y aceptar el remedio para nuestros pecados que nos ofrece (Romanos 3:21-26)
En cuarto lugar, si tenemos una relación positiva con él, no debemos tener a nada ni a nadie, porque él tiene poder absoluto para cuidarnos. (Romanos 8:31-39).

¿Qué deberían decirnos estos textos, y todos los textos de la Biblia que hablan sobre la ira de Dios contra el pecado y el mal, acerca de la naturaleza atroz del pecado y el mal? 
El simple hecho de que un Dios de amor responda de esta manera ¿no es evidencia suficiente para mostrarnos cuán malo es el pecado? 
Tenemos que recordar que es Jesús el que pronuncia estas advertencias a través de Isaías; el mismo Jesús que perdonó, sanó, prometió y amonestó a los pecadores para que se arrepintieran. En el ámbito personal, ¿cómo has llegado a comprender este aspecto del carácter amoroso de Dios? 
También hazte esta pregunta: ¿Podría esta ira realmente originarse en su amor? Si es así, ¿cómo es eso? O, míralo desde otra perspectiva, la de la Cruz, donde Jesús mismo, al cargar con los pecados del mundo, sufrió más que cualquier otra persona, incluso más que los “inocentes” que sufrieron a causa de los pecados de la nación. 
¿Cómo ayuda el sufrimiento de Cristo en la Cruz a responder estas preguntas difíciles?

II. LA ÚLTIMA GRAN CIUDAD DE BABILONIA (Isaías 13:2-22)

En 626 a.C., el caldeo Nabopolasar restauró la gloria de Babilonia al ascender como rey de Babilonia. Inició la dinastía neobabilónica y participó (junto con Media) de la derrota de Asiria. Su hijo, Nabucodonosor II, fue el rey que conquistó y exilió a Judá.

En 539 a.C., cuando Ciro, el persa, capturó a Babilonia para el Imperio Medopersa (ver Daniel 5), la ciudad perdió su independencia para siempre. 

En 482 a.C., Jerjes reprimió brutalmente una revuelta de Babilonia contra el dominio persa. Quitó la estatua de Marduk, el dios principal, y aparentemente dañó algunas fortificaciones y templos.
Alejandro Magno tomó Babilonia de los persas en 331 a.C. sin tener que pelear. A pesar de su sueño efímero de hacer de Babilonia su capital oriental, la ciudad declinó a través de varios siglos. Para 198 d.C., el romano Séptimus Severus encontró a Babilonia completamente desierta. De modo que la gran ciudad llegó a su fin por abandono. 
Hoy, algunos aldeanos iraquíes viven en partes del antiguo sitio, pero no han reconstruido la ciudad como tal.

La condenación de Babilonia, descrita en Isaías 13, libera a los descendientes de Jacob, que han sido oprimidos por Babilonia (Isaías 14:1-3). El acontecimiento que logró esto fue la conquista de Babilonia por parte de Ciro en 539 a.C. Aunque no destruyó la ciudad, este fue el principio del fin para Babilonia, y esta nunca más amenazó al pueblo de Dios.
Isaías 13 dramatiza la caída de Babilonia como un juicio divino. Los guerreros que toman la ciudad son los representantes de Dios (Isaías 13:2-5). 
El tiempo del juicio se llama “el día de Jehová” (13:6, 9), y la ira de Dios es tan poderosa que afecta las estrellas, el Sol, la Luna, los cielos y la Tierra (13:10, 13).

Compara con Jueces 5, donde el cántico de Débora y Barac describe a Jehová saliendo con temblor de tierra y con lluvia de los cielos (Jueces 5:4). 
Jueces 5:20 y 21 describe los elementos de la naturaleza, incluidas las estrellas, como una lucha contra el opresor extranjero.
Imagina que alguien que vivía en Babilonia en el apogeo de su gloria hubiese podido leer estas palabras de Isaías 13, especialmente Isaías 13:19 al 22. ¡Qué ridículas e imposibles habrían sonado! ¿Qué otras profecías, aún no cumplidas, nos parecen ridículas e imposibles ahora? Sin embargo, ¿por qué seríamos necios si las descartáramos como imposibles?

III. CAÍDA DEL “REY” ENCUMBRADO (Isaías 14)

En respuesta a la caída de Babilonia (Isaías 13), que libera al pueblo de Dios (14:1-3), Isaías 14:4 al 23 pronuncia una ironía figurada (ver además Miqueas 2:4; Habacuc 2:6) contra el rey de Babilonia. Esta es poética; no pretende ser literal, obviamente, ya que retrata a reyes muertos que reciben a su nuevo colega en el reino de la muerte (Isaías 14:9, 10), donde los gusanos y las larvas son su cama (Isaías 14:11). 
Esta es simplemente la forma dramática del Señor de decir al rey altivo que será humillado, como otros orgullosos monarcas antes que él; ¡No es un comentario sobre el estado de los muertos!

¿Cómo podría Isaías 14:12 al 14 aplicarse a un rey de Babilonia?
Los reyes de Babilonia no sufrían de falta de estima propia (Daniel 4, 5). 
Pero aspirar a ser “semejante al Altísimo” (Isaías 14:14) estaría por encima incluso del ego más inflado. Si bien los reyes afirmaban tener fuertes vínculos con los dioses, estaban subordinados a ellos. Esto se demostraba en forma dramática cada año en el quinto día del Festival Babilónico de Año Nuevo, en el que el rey tenía que quitarse sus insignias reales antes de acercarse a la estatua de Marduk para que su realeza pudiera reafirmarse. La idea de desplazar incluso a un dios menor se hubiese considerado una locura o un suicidio.
Al igual que en Isaías 14, Ezequiel 28 identifica la arrogancia contra el Cielo con el gobernante de una ciudad. Aquí también, la descripción va más allá de la de un monarca terrenal, y el punto de mira de Dios se enfoca con mayor nitidez: el orgulloso potentado estuvo en el Jardín del Edén, un querubín ungido, protector del santo monte de Dios, perfecto desde el día que fue creado hasta que se halló pecado en él, expulsado por Dios, y quien finalmente será destruido con fuego (Ezequiel 28:12-18). 
Si se los aplica a cualquier ser humano, los términos específicos de esta retórica son tan figurados que no tienen sentido. Pero Apocalipsis 12:7 al 9 habla de un ser poderoso que fue expulsado del cielo junto con sus ángeles: “Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9), el que engañó a Eva en el Edén (Génesis 3).
Satanás tiene una imaginación orgullosa: “Dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios)” (Ezequiel 28:2). Su muerte demostrará que no es un dios. A diferencia de Cristo, Satanás perecerá en medio de un mar de fuego (Apocalipsis 20:10), para nunca más atormentar al Universo.

¿Qué nos dice Isaías 14:13, 14; Mateo 11:29; Juan 13:5 y Filipenses 2:5-8 sobre el contraste del carácter de Dios, en oposición al carácter de Satanás? 
¿Qué nos dice este contraste acerca de cómo el Señor ve el orgullo y la arrogancia?
¿Por qué el orgullo y la arrogancia son pecados tan peligrosos? 
¿Por qué son tan difíciles de erradicar? 
¿Será porque, por su propia naturaleza, impiden que la gente perciba la necesidad de erradicarlos? Después de todo, si eres orgulloso, crees que estás haciendo las cosas bien, y si crees que estás haciendo las cosas bien, ¿por qué molestarte en cambiar? 
Meditar sobre la Cruz y lo que esta representa (el único medio para salvar a cualquier persona). ¿En qué medida puede ser una cura poderosa para el orgullo y la arrogancia de una persona?

IV. PUERTA DEL CIELO (Isaías 13, 14)

En Isaías 14, una ironía contra Satanás, el caído “Lucero [“Lucifer”, NBV], hijo de la mañana” (Isaías 14:12), se entremezcla con una ironía contra el rey de Babilonia. ¿Por qué? Compara con Apocalipsis 12:1 al 9, donde un dragón identificado como Satanás (Apocalipsis 12:9) intenta destruir a un niño apenas nace.
En Apocalipsis 12:5, el Niño evidentemente es Cristo. Pero fue el rey Herodes quien intentó matar a Jesús cuando era niño (Mateo 2). El dragón es tanto Satanás como el poder romano representado por Herodes, porque Satanás trabaja a través de agentes humanos. Del mismo modo, Satanás era el poder que estaba detrás del rey de Babilonia y del príncipe de Tiro.

BABEL VS BETEL
¿Por qué “Babilonia” alude posteriormente a Roma (1 Pedro 5:13) y a un poder maligno en el libro de Apocalipsis (Apocalipsis 14:8; 16:19; 17:5; 18:2, 10, 21)?
Al igual que la Babilonia literal, Roma y la “Babilonia” del Apocalipsis son poderes orgullosos y despiadados que oprimen al pueblo de Dios. Especialmente Apocalipsis 17:6, porque está “ebria de la sangre de los santos”. 
Se rebelan contra Dios, una idea implícita en el nombre mismo, “Babilonia”. 
En el idioma babilónico, el nombre es bab ili, que significa “Puerta de dios(es)”, en referencia al lugar de acceso a la esfera divina. Compara con Génesis 11, donde la gente construyó la torre de Babel (Babilonia) para que mediante su propio poder pudiera elevarse al nivel divino de inmunidad de cualquier responsabilidad ante Dios.

Cuando Jacob despertó de un sueño en el que vio una escalera que conectaba el cielo y la Tierra, exclamó: “No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo” (Génesis 28:17). Fíjate que la “casa de Dios” es “la puerta del cielo”; es decir, la forma de acceder a la esfera divina. 
Jacob llamó “Betel” a aquel lugar, que significa “casa de Dios”.
La “puerta del cielo” en Betel y la “puerta de dios(es)” en Babilonia eran formas opuestas para llegar al Reino divino. 
La escalera de Jacob se originó en el cielo, Dios la reveló desde lo alto. Pero Babilonia, con sus torres y sus templos en Zigurat, fue construida desde cero por seres humanos. 
Estas formas opuestas representan caminos contrastantes hacia la salvación: la gracia como iniciativa divina versus las obras humanas. Toda religión verdadera se basa en el humilde modelo de Betel: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8, 9). 
Toda falsa “religión”, incluidos el legalismo y el humanismo “secular”, se basa en el orgulloso modelo de Babilonia. Para un ejemplo del contraste entre los dos enfoques, ver la parábola de Jesús sobre el fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14)

Isaías ¿ve esperanza para gente de otras naciones? Ver, por ejemplo, Isaías 25:3 y 6; y 26:9 (comparar con Apocalipsis 19:9).

V. TRIUNFO FINAL DE SION (Isaías 24–27)

Después de las predicciones en contra de algunas naciones en Isaías 13 al 23, Isaías 24 al 27 describe a escala mundial la derrota culminante de los enemigos de Dios y la liberación de su pueblo.
¿Por qué la descripción que hace Isaías de la desolación de la Tierra (Isaías 24) se asemeja a la descripción que hace Juan de los acontecimientos relacionados con los mil años posteriores a la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 20)?

Al igual que en Isaías 13 y 14, los aspectos de la Babilonia literal se aplican a los poderes posteriores, y el “rey de Babilonia” representa la fusión de los gobernantes humanos con la mente maestra que está detrás de ellos, Satanás mismo. Por lo tanto, el mensaje de que Babilonia ha caído (Isaías 21:9) puede repetirse posteriormente (Apocalipsis 14:8; 18:2), y Satanás finalmente es destruido después de la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 20:10). Mientras que la destrucción de la Babilonia literal fue un “día [de juicio] de Jehová” (Isaías13:6, 9), otro “día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2:31; Malaquias 4:5; comparar con Sofonías 1:7) está en camino.

¿Realmente Dios destruye a los impíos?
Pon atención en Isaías 28:21, donde la obra de destrucción de Dios es su extraña “obra”. Es extraña para él, porque no quiere hacerlo; sin embargo, es una acción o una obra. Es cierto que el pecado lleva las semillas de la autodestrucción (Santiago 1:15). Pero, debido a que Dios tiene el poder supremo sobre la vida y la muerte, y determina el momento, el lugar y la forma de la destrucción final (Apocalipsis 20), no tiene sentido argumentar que él finalmente acaba con la maldición del pecado de una manera pasiva, simplemente permitiendo que causa y efecto sigan su curso natural.

Lo que vemos en Isaías 24 al 27 es lo que se refleja en toda la Biblia, y es que más allá del sufrimiento, el dolor y la desolación actuales, finalmente Dios y la bondad triunfarán sobre el mal. 
Entonces, ¿qué es lo único que podemos hacer si nosotros mismos queremos ser parte de esa victoria final? (Proverbios 3:5-7; Romanos 10:9).

CONCLUSIÓN

"Surgirá la pregunta: ¿Cómo es? ¿Es mediante condiciones que recibimos la salvación? Nunca mediante condiciones es que acudimos a Cristo. Y si acudimos a Cristo, entonces ¿cuál es la condición? La condición es que al vivir la fe nos aferremos total y completamente a los méritos de la sangre de un Salvador crucificado y resucitado. Al hacer eso, entonces hacemos las obras de justicia. Pero, cuando Dios llama al pecador de nuestro mundo, y lo invita, no hay ninguna condición allí; él llama mediante la invitación de Cristo, y no es: ‘Ahora tienes que responder para venir a Dios’. El pecador viene, y al venir y ver a Cristo sobre esa cruz del Calvario, cosa que Dios impresiona en su mente, hay un amor que sobrepasa todo lo imaginable” 
(MR 6:32).

Observa en su declaración los dos elementos de la experiencia cristiana: fe y luego obras. ¿Qué diferencia marca ella entre las dos?

Isaías vio que, después de Asiria, Babilonia conquistaría Judá. Pero también vio que, a pesar de que los gobernadores sobrehumanos de las tinieblas de este mundo (Efesios 6:12) obraban mediante los enemigos humanos de Dios y presumían de ser Dios, el Señor prevalecería decisivamente y traería paz eterna a nuestro planeta en problemas.


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