TEXTO BASE
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
INTRODUCCIÓN:
A esta altura, al avanzar en los temas, ha quedado claro que no depende de Dios que seamos rescatados, no hay poder que pueda impedir la actuación de Dios en favor de nuestra salvación, algunas cosas ya quedaron claras:
1. Necesitamos un rescate, fuimos secuestrados con nuestro permiso.
2. Necesitábamos entender cómo funciona ese rescate; entonces, Dios entra en detalles con su pedagogía en el Santuario.
3. El rescate entró en escena en la figura vulnerable de un bebé, Dios mostró cuán serio es para él ese asunto.
En el texto del mensaje de hoy, Pablo deja explícita la necesidad de confesar o contextualizar el tema de hoy, y por qué no decir recibir el Rescate, que en verdad no es un valor monetario, sino una persona: Jesús. El texto presenta la recepción de ese rescate de dos formas:
1. Doblarse: acto de rendición, el reflejo de algo que sucede adentro.
2. Confesar: acto de contrición, que termina siendo verbalizado o muchas veces expresado con la elocuencia del silencio.
Pero ambos hechos giran en torno de Cristo. De hecho, él es el centro innegable señalado por la Palabra de donde nacen los más profundos y genuinos cambios.
Existe una lucha, que a veces es imperceptible por el gobierno de nuestra existencia, una lucha feroz por nuestra atención y principalmente por el centro de control de nuestra vida. Una cosa es segura que quien esté en el centro dará, sin duda, la dirección en cada aspecto. No es una tarea difícil llegar a esa comprensión, siendo que los frutos hablan por sí mismos, Jesús necesita ser más que una mera formalidad en nuestra vida, mucho más que un cuadro o una estampa en una camisa, tiene que ser el Señor de nuestras elecciones y eso solo es posible con una vida centrada en Cristo.
Jesús era el tema preferido de Pablo, en Colosenses 1:13-23 refuerza el concepto de la centralidad de Cristo, allí se sintetiza de manera magistral la actuación de Cristo en los grandes temas del universo, lo que deja claro su protagonismo en la historia humana, porque él precede a la historia humana.
a) Su relación con la divinidad: él es la imagen de Dios invisible, en quien habita toda la plenitud.
b) Su relación con la creación: él es el creador y sustentador. Él es la fuente, el agente y el blanco de la creación.
c) Su relación con la salvación: él es el Redentor y el agente de la reconciliación.
d) Su relación con la iglesia: él es la cabeza de la iglesia. Jesús no es apenas una persona importante entre las demás. Él es el origen de la creación, y también de la nueva creación. Él es antes de la creación, es el origen de la creación, está por encima y más allá de la creación, es el sustentador de la creación y es el banco de la creación. Es la cabeza de la iglesia y el agente de nuestra salvación.
Resumiendo, si no lo recibimos como nuestro rescatador, seremos rehenes de la desesperación. La cuestión no es darle un ascenso de categoría al “viejo hombre”, sino que nazca un “hombre nuevo”. No quiero ser simplista y decir que esa lucha es fácil, y para ser bien honesto, no tenemos por nosotros mismos la capacidad de producir ese ser nuevo; pero tampoco podemos ser derrotistas, porque tenemos un Dios especialista en transformar nuevas historias.
Ese “hombre nuevo” es una imposibilidad hasta que Cristo sea recibido en nuestra historia. Recibir a Cristo (confesión), una entrega irrestricta (traducido por el hecho de postrarse delante de él), es un acto exterior que traduce algo que sucedió en nuestro interior, es el punto de cambio entre el “hombre viejo” y el “hombre nuevo”.
No hay indicios de que él haya dejado algo atrás, algo inconcluso; por eso no podemos descuidar nuestro “papel” porque la parte que le correspondía a Cristo fue hecha sin reservas, por eso continuar espiritualmente en el cautiverio es una elección nuestra, trágicamente nuestra. El deseo de Cristo es que hoy mediante una confesión genuina usted borre su historia e inicie una era de libertad en Cristo.
CONCLUSIÓN
No hubo una lucha pequeña, nadie se perderá porque Dios se cansó, pero Dios no anulará su libre albedrío, sin ese componente el amor se degenera. Por lo tanto, es necesario que haya una elección (confesar y postrarse no es suficiente):
- Impresionarse con el rescate
- Entender el rescate
- Explicar el rescate
- Cantar sobre el rescate.
Cristo debe ser aceptado en su integridad y no solo lo creemos conveniente, necesitamos de su gracia para redimir nos de nuestros pecados y su verdad para pautar en ella nuestro carácter. “¿Será que la verdad elimina la gracia o la gracia elimina la verdad? El mundo aprecia, acepta la gracia de Dios y recurre a ella. Pero, se rehúsa a aceptar la verdad y a recurrir a ella. Tenemos que ofrecer las dos, porque todos quieren gracia plena, completa, abundante, pero cuando se llegan ante la verdad, esta tiene que ser relativa. Cuando nos equivocamos o hacemos travesuras, queremos ser juzgados por la gracia. El otro que sea juzgado por la verdad” (Amilton Menezes).
Llamado
Hoy es día de aceptar nuestra condición de rehenes. No hay forma de negar los efectos del pecado sobre nuestra vida, pero debemos fijar nuestros ojos en Cristo nada más que en él, en nada sino en él. No puede haber decisión más importante, no puede haber nada más particular. El texto de hoy es una invitación a romper las ataduras por medio de una entrega completa a Cristo. Usted ¿desea eso?
Comentarios
Publicar un comentario