RESTAURANDO EL TEMPLO
By Marcio Ciseski
TEXTO BASE: LEVÍTICO 22:22; MALAQUÍAS 1:2-8.
I. EL ALTAR DE LAS OFRENDAS Y HOLOCAUSTOS
“En el atrio, y cerca de la entrada, se hallaba el altar de bronce del holocausto. En este altar se consumían todos los sacrificios que debían ofrecerse por fuego al Señor, y sobre sus cuernos se rociaba la sangre expiatoria” (Cristo en su Santuario, 28).
Nada contaminado ni defectuoso debían ofrecer en el altar “Ciego, perniquebrado, mutilado, verrugoso, sarnoso o roñoso, no ofreceréis éstos a Jehová, ni de ellos pondréis ofrenda encendida sobre el altar de Jehová” (Levítico 22:22). Nada inmundo o defectuoso debían ofrecer sobre el altar para que el mismo no fuera profanado.
II. NUESTRO CUERPO COMO EL ALTAR
Creados para adorar. “[…] todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” (Isaías 43:7).
El hombre fue creado con el propósito especial de vivir para la gloria de Dios, para rendir adoración y servir al Creador.
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1ª Corintios 10:31).
Fuimos creados a imagen de Dios, con un propósito sagrado: ser santos. Por eso no podemos vivir para nosotros mismos, pues estaremos deshonrando a Dios. Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo y no tenemos la libertad de hacer lo que bien nos parezca con él. Por lo tanto, antes de hacer cualquier acción que perjudique el santuario de Dios, que es su cuerpo, reflexione: “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:17).
Vivir para satisfacer el apetito o los placeres de la carne es cometer pecado pues nuestra vida es prestada por Dios, es su propiedad. Tengo que seguir sus orientaciones para alcanzar sus propósitos. No fuimos creados por casualidad. Cada acto que practicamos contra nuestro cuerpo tiene sus consecuencias. Con seguridad, más tarde recogeremos los resultados. Al leer su Palabra vemos que Dios exigía sacrificios perfectos sobre el altar. ¿Qué espera de nosotros hoy? ¿Será que podemos vivir despreocupados haciendo lo que queremos, comiendo y vistiéndonos como queremos?
III. ¿QUÉ CAUSÓ UNA TRANSFORMACIÓN TAN GRANDE EN EL SER HUMANO?
Desde la eternidad Dios gobierna el universo, su autoridad es suprema, es juez justo y sus leyes son absolutas. Al entrar el pecado en el mundo, el hombre comenzó a invertir los valores, el egoísmo se apoderó de su corazón y la adoración al yo tomó el lugar del Creador. Dejó los caminos del Señor y atendió sus propios deseos. El hombre que vivía para honrar y glorificar a Dios y lo reconocía como el Señor, se transformó en un ser egocéntrico (todo gira en torno de sí mismo). El pecado produjo otros cambios en el mundo. La razón pasó a dominar y el hombre pecador comenzó a hacer sus propias leyes y ser su propio juez.
IV. CONSECUENCIAS DE LA NUEVA POSTURA HUMANA
Esa nueva postura humana que rechazó a Dios como Señor, como centro de la vida, trajo trágicas y horribles consecuencias. Pablo muestra el resultado que causó en el hombre una vida lejos de la dirección de Dios (Romanos 1:18-32).
“La intemperancia de cualquier clase adormece los órganos de la percepción y debilita el poder nervioso del cerebro de manera que las cosas eternas no son apreciadas, sino que son puestas en el mismo plano de lo común. Las facultades superiores de la mente, designadas para propósitos elevados, son esclavizadas por las pasiones más bajas” (CSS, 104).
V. ¿CÓMO USA EL HOMBRE SU CUERPO DESPUÉS DE LA ENTRADA DEL PECADO?
Después del pecado se perdió el estilo de vida noble, digno y puro del jardín del Edén, con horas dedicadas al trabajo en contacto con la tierra y los animales en perfecta y completa interacción con la naturaleza el aire puro, el agua, el sol. El ser humano creado para honrar a Dios se transformó en una máquina del mal. Planea el mal con su mente y lo ejecuta con sus manos y su cuerpo; todo para destrucción e infelicidad de sus semejantes.
VI. LA RESTAURACIÓN DEL TEMPLO DE DIOS
Dios invita a arrepentirse y volver a él (Apocalipsis 14:6, 7). 1 Corintios 3:16, 17: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Cuando la salvación alcanza al creyente, este es rescatado y restaurado. El Espíritu Santo está presente en la mente y el cuerpo humano y llega a ser el santuario del Espíritu Santo.
CONCLUSIÓN
“La reforma de la salud es uno de los aspectos de la gran obra destinada a preparar un pueblo para la venida del Señor. Se encuentra tan estrechamente unida con el mensaje del tercer ángel como lo está la mano con el cuerpo” (CSS, 20).
“El pueblo remanente de Dios debe ser un pueblo convertido. La presentación de este mensaje debe tener por resultado la conversión y santificación de las almas”. (CSS, 126).
“Todos estamos comprometidos, por el deber más sagrado, a prestar atención a la filosofía sana y a la experiencia genuina que Dios nos está concediendo con respecto a la reforma pro salud. El Señor desea que este tema se presente ante el público de tal manera que las mentes de la gente se interesen profundamente en su investigación; porque es imposible que los hombres y las mujeres aprecien la verdad sagrada mientras son víctimas del poder de los hábitos pecaminosos que destruyen la salud y debilitan el cerebro” (CSS, 21).
Vivamos practicando la pureza de la vida, la honestidad, que nuestro cuerpo y mente estén consagrados a Dios. Ya sea que comamos, bebamos, nos recreemos, hagamos todo con Dios y para Dios. Todos son llamados a restaurar el templo del Espíritu Santo de Dios, renunciando al yo y colocando cada día su vida sobre el altar. Esto es justificación por la fe, vivir la santificación y prepararse para la glorificación. Que el Señor nos ayude a seguir sus consejos y vivir una vida nueva, por medio de su poder obrando en nuestra vida
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