"Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?" 1 REYES 19:13.
INTRODUCCIÓN
Hogares sin esperanza, vidas marcadas por el dolor, destruidas por las drogas, por la violencia, por el racismo y la injusticia. Las personas se preguntan: ¿vale la pena vivir? Algunos terminan su propia existencia porque el sufrimiento es insoportable. Otros viven en profunda tristeza y depresión. Personas sin techo, sin recursos, sin alimento. Vidas destruidas, destrozadas, vidas con amargura, vidas angustiadas, vidas sin fe, vidas sin esperanza.
I. EL MUNDO NECESITA ESPERANZA
El mundo político está uniendo fuerzas para resolver, o por lo menos amenizar, las perspectivas que causan desesperación. Existe una preocupación en cuanto al calentamiento global, la destrucción de la vegetación, la perspectiva de la falta de agua potable, etc. Además, la desestructuración de la familia contribuye al sufrimiento de muchos. Hijos sin padre ni madre, adoptados por los marginados.
¿Qué será de nuestros hijos cuando crezcan? ¿Seguirán nuestras enseñanzas o las del mundo? La muerte se acercará y preguntaremos hacia dónde vamos. ¡Cuánto necesitamos de esperanza! Cuando miramos a las familias notamos que también necesitan esperanza.
II. CADA FAMILIA NECESITA ESPERANZA
Investigaciones recientes demostraron que los índices de divorcio aumentaron de manera alarmante. La familia está en proceso de degradación. El matrimonio está siendo ridiculizado, la sociedad moderna ya no cree en él, sin embargo, todavía es posible tener un matrimonio feliz. Las estadísticas de divorcio son alarmantes. De cada dos casamientos que se realizan en los Estados Unidos, uno termina en divorcio dentro de los siete primeros años. (The Divorce Myth, [El mito de divorcio]). Imagine los resultados de un divorcio: El sufrimiento de los hijos, la falta de la presencia materna o paterna que afecta de manera negativa la educación de los mismos. El nombre de Dios deshonrado, al final de cuentas él instituyó el casamiento y dijo que era bueno. Las familias necesitan de esperanza. Además de la familia podemos percibir que cada ser humano necesita de esperanza.
III. CADA SER HUMANO PRECISA DE ESPERANZA
Una canción cristiana dice así: “Cada día puedo ver, percibir en su mirada, las personas tan vacías, llenas de pesar. Viven cada vez más solas, mueren sin amor. Una sonrisa esconde el dolor. Sólo Jesús lo ve”. Un mundo individualista, egoísta, donde las cosas tienen más valor que las personas. Las estadísticas muestran que en Brasil, cerca de un tercio de la población vive por debajo de la línea de la pobreza. Pero la riqueza está concentrada en manos de pocos. El amor está en extinción. El amor no busca sus propios intereses. “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Las personas necesitan esperanza. Cada ser humano necesita esperanza. Para curar sus traumas emocionales, para vencer las dificultades en diversas áreas de la vida.
IV. PARA QUE LAS PERSONAS TENGAN ESPERANZA, ALGUIEN DEBE LLEVARLES EL MENSAJE DE SALVACIÓN DE JESÚS
Cuando contemplamos nuestra misión de evangelizar el mundo, llegamos a la triste conclusión de que humanamente es imposible. Pero Dios necesita la participación humana. Los que tienen en el corazón el deseo de salvar a las personas, se desgastan, invierten tiempo, dinero y la propia vida. Pero los resultados son todavía pequeños, frente al desafío que tenemos. Dios necesita de mí y de usted para llevar esperanza al mundo, a las familias y a cada persona que vive una vida solitaria, sufriendo, gimiendo y llorando. El profeta Elías era un gran evangelista, reformador y alentador, aceptó el llamado de Dios, experimentó el poder de Dios y sucedieron grandes milagros. Pero el desafío era tan grande que entró en desesperación y depresión. Se escondió en una caverna y pidió la muerte. En su diálogo con Dios le expresó que buscaban quitarle la vida; además, estaba cansado porque al mirar a su alrededor se dio cuenta de que él solo servía a Dios.
Pero aquel que conoce los corazones le dijo que todavía había “en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:18). Elías estaba en una caverna y los siete mil fieles también escondidos en otros lugares. Dios le hizo una pregunta a Elías: “¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Reyes 19:9).
La época de Elías era muy semejante a la nuestra. Se daba valor a la razón humana despreciando lo que dice la Palabra del Señor. La Ley de Dios era rechazada. Muchos vivían una religión de apariencias. En medio de este caos están los fieles de Dios llamados remanentes. Para el apóstol Pablo los “siete mil fieles” de hoy son el remanente de Dios (Romanos 11:5).
¿Cuál es el propósito de la existencia de este el remanente?
Apocalipsis 12:17 dice que Satanás está airado contra el remanente.
“[…] Satanás hace cuanto puede para impedir que el propósito divino sea realizado mediante los obedientes. Induce a algunos a olvidar su alta y santa misión y a hallar satisfacción en los placeres de esta vida. Los mueve a buscar la comodidad o a dejar los lugares donde podrían ser una potencia para el bien y preferir los que les ofrezcan mayores ventajas mundanales. A otros los induce a huir de su deber, desalentados por la oposición o la persecución. Pero todos los tales son considerados por el Cielo con la más tierna compasión. A todo hijo de Dios cuya voz el enemigo de las almas ha logrado silenciar, se le dirige la pregunta: “¿Qué haces aquí?”(PR, 126).
En este momento Dios nos pregunta: “¿Qué haces aquí?” ¿Qué haces aquí en la iglesia? ¿Desanimado, sin hacer nada por la salvación de las personas, solo como observador y consumista de programas religiosos que ofrece la iglesia?
Dios llamó al remanente para que llevara el evangelio a quienes viven perdidos sin esperanza. El papel de los siete mil fieles era representar el nombre de Dios. Con seguridad tenían algunos hábitos que los ayudaban a permanecer fieles a Dios. Estaban solos y eran perseguidos debido a su fidelidad, pero cada mañana, cuando comenzaba el día, los siete mil fieles estaban en comunión con Dios, en la jornada espiritual. A medida que se consagraban e intercedían por la salvación de las personas, los siete mil fieles entendían que Dios necesitaba de ellos para evangelizar con sus vidas y también con sus palabras. Los siete mil fieles se unieron en parejas misioneras.
“Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí […]” (1 Reyes 19:19). Eliseo acompañó a Elías hasta que partió al cielo, recibió instrucciones y ánimo para servir a Dios. Debemos levantar en nuestra iglesia personas como los siete mil fieles.
“Alguien debe cumplir la comisión de Cristo; alguien debe continuar realizando la obra que él comenzó en la tierra; y a la iglesia se le ha concedido este privilegio. Con este propósito ha sido organizada” (SC, 19).
Ilustración:
Cuando Nicolás Winton tenía solo 29 años viajó a Checoslovaquia en compañía de un amigo, en las vacaciones de fin de año. Allá quedó impresionado con el clima de miedo. Checoslovaquia ya estaba bajo el dominio de la Alemania Nazi. Él logró salvar a 669 niños.
El bien que Winton hizo rindió frutos. La lista es enorme. Winton solo lamenta que el último tren que traía 250 niños no consiguió salir de Checoslovaquia. El comienzo de la guerra el día 1º de septiembre de 1939 no permitió que el viaje se realizara. La TV descubrió este acto heroico y entrevistó a Nicolás. Primero, la presentadora del programa le avisó a Winton que la mujer sentada a su lado era uno de los niños que él salvó. La presentadora anunció:
- “Quién de los que están presentes salvó su vida por Nicolás Winton, póngase en pie, por favor”. Todos los que estaban reunidos habían sido salvados por Nicolás. La presentadora hizo algunas preguntas.
Presentadora: ¿Con qué frecuencia usted piensa en los niños que no pudieron escapar?
Winton: Siempre pienso en ellos, porque pocas horas hicieron la diferencia entre morir o iniciar una vida nueva. No se oyó una palabra entre los presentes.
Presentadora: Si tuviera la oportunidad de dirigirse ahora a los que usted salvó, ¿qué les diría? Winton, ¿usted cree que hizo del mundo un lugar mejor?
Winton: Se necesita más que un Nicolás Winton para hacer del mundo un lugar mejor. Casi todos los niños que salve están integrados hoy en trabajos de caridad. Están haciendo el bien. Lo importante no es llegar a casa por la noche y decir pasivamente: “Hoy no hice nada malo”. Lo importante es llegar a casa y decir: “Hoy hice el bien”.
Querido hermano, la iglesia ya realizó muchos eventos. Especialmente con el objetivo de atender las necesidades de los que ya conocen el evangelio. Pero piense en cuál es la razón de ser de la iglesia. ¿Nutrir a los creyentes? Sí. ¿Entretener a los jóvenes para que permanezcan lejos del mundo? Sí. Todo eso es importante. Pero, la razón de ser de la iglesia es la misma que tenía Jesús al venir al mundo: “buscar y salvar lo que se había perdido”.
CONCLUSIÓN
El mundo necesita esperanza, la familia necesita esperanza, cada ser humano necesita esperanza. Pero, ¿cómo la encontrarán si nadie se las lleva? Sea un mensajero de esperanza. Restauremos juntos el altar en la comunidad.
LLAMADO
¿A cuántos les gustaría ayudar a través de los frentes misioneros, y de sus dones, a restaurar el altar en la comunidad? ¿A usted le gustaría hacer la diferencia en la vida de la comunidad en la cual vive?
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