By Cid Gouveia
Texto bíblico: Marcos 10:46-52.
INTRODUCCIÓN
Sean todos bienvenidos a un día más en esta semana especial, donde aprenderemos cómo ser personas renacidas.
Me gustaría comenzar hablando sobre John Ponder, un joven que creció sin su padre. Tenía una buena madre, pero ella no fue lo suficientemente fuerte para impedirle juntarse con malas compañías y así encaminarse hacia el crimen. De esta forma, de delito en delito, acabó arrestado por asaltar un banco. Fue arrestado por Richard Beasley, quien lo animó a vivir una vida con Dios y lo trató con gentileza.
En prisión, tuvo un comportamiento violento y fue puesto en aislamiento. Allí comenzó a leer la Biblia y a escuchar una radio cristiana y esto hizo renacer la fe en su corazón.
Luego de seis años, con 44 años de edad, salió de la cárcel y comenzó a trabajar en forma productiva siendo ayudado por Richard. La fe en Jesús hizo que un criminal renaciera a una vida nueva.
La historia de John Ponder nos enseña una lección importante: la fe en Dios marca el inicio de una vida nueva.
A pesar de nuestro pasado y nuestros fracasos, Dios está dispuesto a hacernos renacer si confiamos en Él.
En la Biblia tenemos la historia de un hombre ciego que también renació. Su nombre era Bartimeo y podemos encontrar su historia en Mateo 10:46-52. Jesús estaba en la parte final de su ministerio, yendo a Jerusalén a pasar su última Pascua, cuando sería crucificado. En el camino pasó por Jericó y por donde estaba ese hombre pidiendo limosnas.
La vida de un ciego en aquel tiempo era mucho más difícil que hoy, pues no había asistencia social y si la persona no tenía familia que lo ayudara dependía de las limosnas para sobrevivir.
Al oír el barullo de la multitud que acompañaba a Jesús, sintió que era su oportunidad y gritó con todas sus fuerzas para que Él lo escuchara.
Al inicio, las personas le decían que se callase, pero él continuó insistiendo y Jesús lo escuchó, pidiendo que lo trajesen a él. Al oír el pedido de Bartimeo, Jesús rápidamente lo atendió y este comenzó a seguir a Jesús. Es interesante notar que el Señor dejó claro que él no fue salvo por su esfuerzo en clamar, por ser necesitado, o por su osadía de enfrentar a todos, sino que fue salvo por su fe. Y después de salvo comenzó a seguir a Jesús.
¿Cómo Bartimeo desarrolló esa fe que hizo que su vida renaciera?
¿Qué podemos aprender de esta historia sobre el desarrollo de esa fe?
En este relato encontramos tres pasos que pueden fortalecer la fe que hace renacer nuestras vidas:
I. ÉL CLAMÓ A JESÚS A PESAR DE LOS OBSTÁCULOS
Bartimeo escuchó que Jesús estaba cerca de él y no lo pensó dos veces: comenzó a gritar con todas sus fuerzas “¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!”
No sabía si Jesús lo atendería; no sabía si Jesús le prestaría atención en medio de una multitud que lo cercaba por todos lados. Incluso algunas personas que estaban cerca lo desanimaron a seguir gritando de esa manera, y el texto bíblico muestra que eso lo hizo gritar cada vez más alto. Él no se detuvo hasta que Jesús lo escuchó.
La fe crece cuando clamamos al Señor. Elena de White dice: “La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a él” (Or, 335).
Existirán obstáculos a nuestro clamor; las dudas sobre qué camino seguir, las críticas externas e internas, el miedo y muchas otras cosas. Con todo, independientemente de lo que sentimos, aunque no logremos ver a Jesús, siempre debemos clamar. Podemos no ver delante de nosotros como Bartimeo; pero Jesús estará dispuesto a valorizar la fe de aquel que clama.
Bartimeo no presentó méritos al clamar, no presentó argumentos, solo su gran necesidad por la misericordia del Señor.
Ese es un tipo de clamor que Jesús siempre escuchará. Sin duda alguna, nuestra fe se fortalecerá a medida que perseveramos en clamar a Jesús.
II. BARTIMEO DEJÓ EL MANTO AL OÍR EL LLAMADO DE JESÚS
El manto era importante para un ciego necesitado. Todos los pobres tenían en su vestidura una túnica exterior que los cubrían en los momentos de frío. Bartimeo tuvo que librarse de él para poder encontrar a Jesús.
Para Bartimeo, dejar su manto era dejar lo mejor que tenia para poder tener algo muchísimo mejor en su vida.
Para tener la fe que hace la vida renacer a veces necesitamos librarnos de cosas que entorpecen el desarrollo de nuestra fe.
Cuando alimentamos pecados en nuestra vida de forma consciente, pecados que podemos dejar de practicar, pero que no lo hacemos por decisión propia, cuando estamos alimentando odio en nuestro corazón o infidelidad a Dios.
Estas y otras cosas pueden estorbar el desarrollo de nuestra fe. Pero, no solamente los pecados necesitan ser abandonados para crecer en la fe.
A veces, las cosas aparentemente buenas, vistas de manera equivocada también pueden apartarnos de Dios.
Recuerdo un joven devoto que amaba la música al punto de pasar horas y horas ensayando y escuchando a sus cantantes favoritos. Con el tiempo, la música pasó a ocupar un espacio tan grande en su vida que comenzó a faltarle tiempo para ir a la iglesia, tiempo para leer la Biblia y orar, y por último, tiempo para ser cristiano.
¿Cuál es el manto que tenemos que dejar para ir en dirección a Jesús?
Existen momentos en la vida en los que necesitamos dejar algunas cosas para estar con Jesús. La fe que trae el renacer necesita de renuncia.
III. BARTIMEO FUE CLARO Y ESPECÍFICO EN LO QUE QUERÍA
Podemos encontrar algunos detalles interesantes en este pedido:
En primer lugar, al ser llevado a Jesús, Bartimeo fue claro en lo que quería, fue específico. Él quería volver a ver.
En segundo lugar, decidió ser valiente y arriesgarse.
Quería la restauración de su visión, algo que desde el punto de vista médico era imposible en su tiempo.
Como Bartimeo, debemos ser osados en nuestros pedidos a Dios. Él no pidió de forma vaga: “Señor, bendíceme”, sino que fue directo al punto. Dios quiere que pidamos para que así Él pueda ser glorificado. Él es honrado cuando creemos en Él al punto de pedirle grandes cosas.
Recuerdo la ocasión cuando estaba dirigiendo una reunión de oración, desafié a las personas a pedirle a Dios lo que más querían. Algo específico que desearan mucho. ¡Para mi sorpresa muchos no sabían qué pedir! ¡Y la gran mayoría pidió de forma vaga y superficial! Parece que algunos de nosotros nos acomodamos de tal manera que desistimos de soñar, de tener una vida nueva. Y ni siquiera pedimos algo especial a Dios pues estamos dormidos en nuestra comodidad.
¡Necesitamos tener más valentía para pedir!
Necesitamos tener valentía para buscar a Jesús, a fin de que él pueda realizar lo imposible en nuestras vidas.
Bartimeo pidió algo que realmente mostraba cuánto creía en el poder de Dios. ¿Y nosotros? ¿Qué le muestran nuestros pedidos a Dios sobre nuestra fe?
Comentando sobre eso, Elena de White declara: “¿Qué pueden los ángeles del cielo pensar de unos seres humanos pobres y sin fuerza, sujetos a la tentación, y que sin embargo oran tan poco y tienen tan poca fe, cuando el gran Dios lleno de infinito amor se compadece de ellos y está pronto para darles más de lo que pueden pedir o pensar?” (CC, 94).
CONCLUSIÓN
Bartimeo, a través de la fe, experimentó un renacimiento en su vida.
De igual manera, nosotros también podemos experimentar un renacimiento en nuestra vida. Si confiamos en Jesús, Él está dispuesto a darnos nuevo aliento de vida.
¿Recuerda la historia de John Ponder al principio del mensaje? Él sintió un llamado de Dios a su vida: un ministerio para ayudar a ex convictos que como él necesitaban de apoyo para reintegrarse en la sociedad.
Así, él fundó la ONG Esperanza para los prisioneros que ha ayudado a más de 2000 personas a reintegrarse a la sociedad. Su trabajo atrajo tanto la atención que el presidente estadounidense Donald Trump lo invitó como ejemplo de fe en el día de la oración, un feriado estadounidense.
La fe de Ponder renovó su vida. Se convirtió de un hombre perdido desde el punto de vista humano, a un héroe nacional. Dios también puede renovar su vida. Podemos renacer por la fe en Cristo.
LLAMADO
En esta semana ¿está dispuesto a permitir que Jesús haga renacer su vida?
Usted no necesita ser bueno, ni perfecto. Jesús solo espera que usted lo busque y clame sinceramente. Si usted lo busca por fe, él hará su vida renacer.
Él hará que usted comience de nuevo. Él hará lo imposible por usted.
¿Está dispuesto a renacer por la fe?
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