José estaba a punto de encontrarse cara a cara con Jesús. Así como todo discípulo
necesita definir personalmente quién es Jesús para mi y que es lo que el hizo en mi vida.
José necesitaba de una fe que fuese de él mismo y no la fe de su padre Jacob.
“Entonces sus pensamientos se dirigieron al Dios de su padre. En su niñez se le había enseñado a amarle y temerle. A menudo, en la tienda de su padre, había escuchado la historia
de la visión que Jacob había presenciado cuando huyó de su casa desterrado y fugitivo. Se
le había hablado de las promesas que el Señor le hizo a Jacob, y de cómo se habían cumplido; cómo en la hora de necesidad, los ángeles habían venido a instruirle, confortarle y protegerle. Y había comprendido el amor manifestado por Dios al proveer un Redentor para
los hombres. Ahora, todas estas lecciones preciosas se presentaron vivamente ante él. José
creyó que el Dios de sus padres sería su Dios. Entonces, allí mismo, se entregó por completo
al Señor, y oró para pedir que el Guardián de Israel estuviese con él en el país adonde iba
desterrado”. PP, 215
Decidió permanecer fiel a Dios y leal delante de todos los obstáculos que pudieran
venir por delante.
“Su alma se conmovió y tomó la alta resolución de mostrarse fiel a Dios y de obrar en cualquier circunstancia cómo convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor con
corazón íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le deparara su suerte, y
cumpliría todo deber con fidelidad. La experiencia de ese día fue el punto decisivo en la vida
de José. Su terrible calamidad le transformó de un niño mimado que era en un hombre reflexivo, valiente, y sereno.” PP 215
Los diez años que trabajó al mando de Potifar José fue bendecido por el Señor en
todas las cosas al punto de Potifar confiar a José todo el cuidado de su hacienda.
Potifar tenía confianza y no se preocupaba a no ser de pan que colocar a su boca.
Pero cierto día la
mujer de Potifar se enamoró de José Y le hizo una propuesta indecente. Este hijo
de Dios le respondió de manera fantástica:
¿Cómo podría yo traicionar la confianza
de alguien que tanto me amó?
Su marido me compró en el mercado de esclavos,
me trajo para su casa, me dio alimento, un techo y un trabajo. Me ha puesto como
mayordomo de todas sus cosas ¿cómo podría yo pagarle con mal todo el bien que
él me ha hecho?
Existen muchas personas en nuestra vida; personas queridas de
nuestra familia que si pudieran apostar, apostarían en nosotros todos sus fichas
para que fuésemos felices. Esas personas que oran todos los días por nosotros,
personas de nuestra familia, nuestras esposas, Nuestros hijos, no merecen nuestra traición.
¿Cómo podríamos traicionar a Alguien que tanto nos amó?
En segundo
lugar la respuesta de José contenía el gran amor que él tenía por Dios. José dijo:
¿Cómo podría pecar Contra mi Dios que me ama tanto?
En otras palabras José está
diciendo que Dios ha sido tan bueno, ha sido tan misericordioso, tan leal , que sólo
se merece nuestro amor, nunca nuestra traición.
Por esta respuesta de José, todos
nosotros sabemos que él fue echado a la cárcel y sufrió una acusación injusta delante los los ojos de los hombres pero no delante los ojos de Dios.
Hay situaciones en que Dios permite pruebas difíciles para sus hijos, pero su protección y cuidado
son absolutas en todo tiempo aún más en los días difíciles. Aún José estando en la
cárcel Dios estaba trabajando en su vida; estaba construyendo su futuro pero no
para la gloria de José, sino para la gloria de Dios.
Un verdadero discípulo no vive
para buscar sus intereses. Un verdadero discípulo vive para buscar los intereses del
reino de Dios.
Los años pasaron y José salió de la cárcel fue colocado como el segundo en el
reino.
“José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron.” Su nombre hebreo había
sido cambiado por el que le había puesto el rey; y había muy poca semejanza entre el primer ministro de Egipto y el mancebo a quien ellos habían vendido a los ismaelitas. Al ver
a sus hermanos inclinándose y saludándole con reverencias, José recordó sus sueños, y las
escenas del pasado se presentaron vivamente ante él”. PP 225
Hubo una gran hambre en toda la tierra. Personas de todos los lugares venían a comprar alimento a Egipto.
Un día, entre los compradores, llegaron los hermanos de José,
los mismos que lo habían vendido como un esclavo hace 20 años atrás.
José podría
haber devuelto el odio, podría haber devuelto el mal con mal; pero el escogió el
camino del perdón.
José estaba seguro que no eran sus hermanos que lo habían
vendido a Egipto, José miraba por encima del plan humano. Él dice claramente que fue
Dios para salvarles la vida a ellos mismos.
El problema de José no era con los seres
humanos, la esfera donde José se movía era el ámbito divino. Él sabía que era Dios y
no los hombres, que dirigía su vida.
CONCLUSIÓN
Dentro de la familia muchas veces, suceden episodios que pueden traernos tristeza o hasta incluso, desesperación. Muchas veces somos tentados aguardar sentimientos de
rencor, de rabia o resentimiento contra una persona incluso de nuestra familia. Pero este no es el plan de Dios.
Dios quiere que vivamos en paz. Dios quiere que
nuestro corazón esté aliviado todos los días para que podamos recibir el Espíritu
Santo nuestra vida.
Porque sólo lograremos ser felices si nuestro corazón está en
paz. Sólo lograremos felicidad en nuestro hogar si ejercitamos el verdadero perdón
que sólo Dios puede otorgar y este es un fruto del Espíritu Santo. Es fruto de alguien
que camina con Dios todos los días. Porque comunión no es lo que yo hago, es lo
que Dios está haciendo mi vida.
“Un carácter recto es de mucho más valor que el oro de Ofir. Sin él nadie puede elevarse
a un cargo honorable. Pero el carácter no se hereda. No se puede comprar. La excelencia
moral y las buenas cualidades mentales no son el resultado de la casualidad. Los dones
más preciosos carecen de valor a menos que sean aprovechados. La formación de un
carácter noble es la obra de toda una vida, y debe ser el resultado de un esfuerzo aplicado y perseverante. Dios da las oportunidades; el éxito depende del uso que se haga
de ellas. PP, 224.
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