DIOS DESEA DARTE VIDA
DANIEL 4
INTRODUCCIÓN
El cuarto capítulo de Daniel presenta una de las más bellas historias de conversión de toda la Biblia. En él, el propio Rey Nabucodonosor escribe y cuenta su historia impactante de cómo pasó de un pagano a un adorador del verdadero Dios Yahweh.
El contacto del soberano con el SEÑOR había comenzado con la llegada de los jóvenes cautivos de Judea. Por poco tiempo Nabucodonosor se había rendido al Dios Todopoderoso. Cuando Daniel interpretó su primer sueño, el de la estatua de varios metales y posteriormente en el horno de fuego, con Sadrac, Mesac y Abed-nego, ya había dado un testimonio de fe en el verdadero Dios.
Fue, sin embargo, sólo una experiencia personal que hizo que el rey de Babilonia se entregase al dominio del Señor de los señores.
Él mismo declara:
"Me pareció bien, hacer conocidas las señales y maravillas que Dios, el Altísimo, ha hecho para conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán poderosas sus maravillas! Su reino es un reino sempiterno, y su dominio de generación en generación." (Daniel 4:2,3).
I. EL SUEÑO DEL REY (DANIEL 4:1-18).
Una vez más, Nabucodonosor despertó afligido. Una vez más un sueño perturbaba su mente. Aunque esta vez pudiera recordar vividamente de cada detalle, le perturbaba cuál sería el significado de este sueño.
Entonces llamó a los magos y encantadores, pero éstos no pudieron interpretar el sueño. Finalmente, entró el profeta Daniel, ya un hombre de mediana edad, ahora un siervo de confianza del Rey, era él jefe de los sabios de Nabucodonosor.
El rey entonces contó su sueño:
"Yo estaba así mirando, y vi un árbol en medio de la tierra, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, de manera que su altura llegaba hasta el cielo; y era vista hasta los confines de la tierra. Su follaje era hermoso, y su fruto abundante, y había en ella sustento para todos; debajo de ella los animales del campo hallaban sombra, y las aves del cielo hacían morada en sus ramas, y toda la carne se mantenía de ella. Estaba viendo eso en las visiones de mi cabeza, estando yo en mi cama; y he aquí que un vigilante, un santo, descendía del cielo, clamando fuertemente, y diciendo así: Derribad el árbol, y corten las ramas, sacudan sus hojas, esparciendo su fruto; giman los animales de debajo de ella, y las aves de sus ramas. Pero dejen en tierra el tronco con sus raíces, atada con cadenas de hierro y de bronce, en la hierba del campo; y sea mojado del rocío del cielo, y sea su porción con los animales en la hierba de la tierra; sea cambiado su corazón, para que no sea más corazón de hombre, y le sea dado corazón de animal; y pasen sobre él siete tiempos. Esta sentencia es por decreto de los vigilantes, y esta orden por mandato de los santos, a fin de que conozcan a los vivientes que el Altísimo tiene dominio sobre el reino de los hombres, y lo da a quien quiere, y hasta al más humilde de los hombres constituye sobre él." (Daniel 4:10-17).
El semblante de Daniel quedó inmediatamente turbado.
Al percibirlo, el rey conjuro a Daniel a decir la verdad ante él, sabía que podía contar con su seguro consejero.
Treinta y cinco años habían pasado desde que el joven Daniel interpretara el sueño de la estatua. En este largo tiempo se había convertido en amigo personal de Nabucodonosor.
Muchas veces había orado por su conversión y ahora veía que Dios estaba respondiendo sus oraciones, pero probablemente no de la forma en que él quisiera.
Nosotros también, como Daniel, necesitamos orar por las autoridades de nuestro país. Orar para que tengan sabiduría en administrar y permitir la libertad religiosa que proporciona la oportunidad de predicar el evangelio y acelerar el cumplimiento de la misión. Debemos respetar y honrar a las autoridades, pues fueron puestas por Dios.
"Te insto, pues, ante todo, que se hagan ruegos, oraciones, intercesiones, y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes, y por todos los que están en eminencia, para que tengamos una vida quieta y sosegada, en toda piedad y honestidad "(1 Timoteo 2:1,2).
II. LA INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO. (DANIEL 2:19-27)
Con el semblante entristecido Daniel reveló al rey la interpretación del sueño. El gran árbol simbolizaba al poderoso monarca. Como el árbol daba sombra y abrigo en toda la tierra, el poder de Nabucodonosor se extendía por casi todo el mundo conocido.
El vigilante que descendió de los cielos es un poderoso ángel. Él venía con el decreto del Altísimo de que el rey sería juzgado por su arrogancia y orgullo y por siete años vivía entre los animales, hasta que reconociese el poder y el dominio de Dios.
Junto con la interpretación Daniel hizo una advertencia personal a su amigo. Que él se arrepintiera y tratase con humildad y respeto a los más débiles, y tal vez Dios cambiara su suerte.
El orgullo es la raíz de todos los pecados. Es el verdadero pecado original, por él Lucifer cayó en el cielo. La idea de que yo soy superior a mi prójimo, sea en belleza, inteligencia, poder o cualquier otra cosa nos hace tratar con desprecio y muchas veces groseramente aquellos que imaginamos estar en posición en inferioridad. Nos hace también rechazar la ayuda divina y sentirnos auto suficientes.
III. LA CONVERSIÓN DE NABUCODONOSOR (DANIEL 4:28-37).
Aparentemente, Nabucodonosor siguió el consejo del profeta. Él tuvo un año increíble, logró vencer a los egipcios, lo que no había conseguido cuando era joven. Una tarde él miraba a la bella ciudad que había construido, la mayor ciudad de la antigüedad llena de esplendor y riqueza.
Ya vimos esta semana como era esta magnífica ciudad. Nabucodonosor había construido tres palacios mientras su padre había hecho sólo uno. El orgulloso monarca había mandado grabar su nombre en todo ladrillo que usó para hacer sus construcciones.
Fue entonces que de sus labios salieron las palabras que sellaron su condenación:
"¿No es ésta la gran babilonia que yo edifiqué a la casa real, con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi magnificencia?" (Daniel 4:30).
Tan pronto se pronunciaron estas palabras y una voz del cielo pronunció la sentencia contra el rey. La razón se fue de la mente del monarca. Nabucodonosor fue a vivir con los animales del campo. Sus cabellos crecieron y desgranaron, sus uñas más parecían garras, él comía y vivía como un animal.
Cuántas veces ignoramos las advertencias de padres, amigos y líderes que enviados por Dios nos previenen de las consecuencias de nuestras propias acciones. Entonces, pagamos el caro precio de la desobediencia, cuando las secuelas podrían haber sido evitadas si humildemente hubiéramos aceptado los consejos.
"Presta mucha atención a los sabios consejos, y recibe de corazón la orientación, así alcanzarás la sabiduría" (Proverbios 19:2).
La enfermedad que afligió a Nabucodonosor es conocida por la ciencia moderna. Su nombre es Licantropía o síndrome del hombre lobo o disforia. En ella, el enfermo piensa ser un animal y pasa a vivir como uno. Era relativamente común en la antigüedad.
Así permaneció por siete años conforme al oráculo del Mensajero Celestial. Pasado el tiempo, su mente volvió al estado normal, y él fue reconducido al trono.
"Pero al cabo de aquellos días, Nabucodonosor, levanté mis ojos al cielo, y me volvió a entender, y yo bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es un dominio sempiterno, y cuyo reino es de generación en generación." Daniel 4:34
CONCLUSIÓN
Inmediatamente al volver a sí, él volvió los ojos al cielo y declaró su fe en el Dios eterno. La verdadera grandeza del Rey se vio en el momento en que reconoció su error y se sometió la voluntad de Dios. El orgulloso monarca se sometió y reconoció la soberanía y el poder de Alguien más grande que él.
Su declaración de fe es una de las más bellas de toda la Biblia:
"Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo; porque todas sus obras son verdad, y sus caminos juicios, y puede humillar a los que andan en la soberbia." Daniel 4:37
El Señor veía en el arrogante monarca uno de sus hijos.
Como el Buen Pastor salió para recogerlo. Dios hizo lo posible por la salvación de Nabucodonosor. El reconocimiento de su error y su cambio de actitud, su conversión, mostraron que había aprendido la lección.
Nuestro Dios busca a sus hijos donde estén. De las pequeñas chozas en el oscuro bosque a los edificios lujosos de las grandes ciudades Dios llamando y buscando su rebaño. Sus ovejas oyen su voz.
¿Se identifica usted en algún aspecto con Nabucodonosor?
¿Por qué muchas veces necesitamos sufrir las consecuencias de nuestras elecciones equivocadas para sólo entonces volver a Dios?
Hoy Dios te invita a tomar una decisión muy importante en su vida, entregar su corazón a Jesús mientras hay tiempo.
¿Cuántos hemos entendido que Dios quiere darnos vida, que él desea librarnos de todo mal y que anhela lo mejor para nosotros?
Entonces, al igual que los primeros cristianos que predicaban que Jesucristo es el Señor ¿Te gustaria aceptarlo y reconocerlo como el Señor y soberano de tu vida?
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