Era uno de los show más importantes de la noche. Un festival de música pop, lleno de gente. La banda entró al escenario y comenzó a cantar sus canciones, hasta que cantaron una de las más famosas, donde la letra dice: “Vivimos esperando días mejores, días de paz, días más que no dejaremos atrás. Vivimos esperando el día cuando seremos para siempre, días mejores para siempre”.
En medio de la música el cantante hizo un llamado pidiendo que “levanten la mano quienes creen en esa presentación”.
Y todos levantaron la mano y gritaron juntos, confirmando el anhelo por días mejores.
Esa letra no es de una banda cristiana, y ese episodio no sucedió en una iglesia,
sino que es una clara descripción de nuestro mayor deseo: el cielo.
Ese es el mayor deseo del corazón humano, vivir la eternidad en un lugar mejor. El sueño por días mejores alcanza a todos. Días donde no tendremos más tragedias, donde no tendremos más dolor, no más sufrimiento,
¿Pero será que ese día llegará?
¿Será que puedo creer en días mejores?
En Juan 14:1-3, Jesús hizo una de las mayores promesas de la Biblia:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Juan 14:1-3.
I. LA CENA CONFUSA
Ese versículo se usa para dar ánimo a las personas en diferentes situaciones. Si entendemos el contexto en el que fue escrito, comprenderemos que es más especial todavía de lo que parece.
El capítulo 13 del evangelio de Juan muestra que Jesús dijo esas palabras cuando los discípulos estaban con él en lo que llamamos Santa Cena, la última comida de Jesús con ellos antes de morir. Si miramos los cuadros pintados de esa cena nos parece que fue un momento lindo y especial, pero la verdad es que fue muy extraño y confuso, por varios motivos.
El primero fue que cuando llegaron, se dieron cuenta de que no había ningún
siervo para lavarles los pies. Para los judíos de esa época, que comían sentados en el piso, lavarse los pies era un acto de higiene, lo equivalente a lavarse las manos hoy en día. Estaba prohibido para ellos comer sin lavarse los pies.
A causa de las disputas egoístas de los discípulos sobre quién era el más importante, nadie quiso humillarse y lavar los pies de sus “rivales”, al final, esa era la tarea de los siervos.
En ese momento apareció Jesús y comenzó a lavar los pies de los discípulos, uno a uno.
Eso fue tan sorprendente, el Hijo de Dios estaba haciendo lo que ninguno de ellos quería hacer, que impulsivamente “Pedro dijo: ‘No me lavarás los pies jamás’.
Jesús le respondió: ‘Si no te lavare no tendrás parte conmigo’. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza” (Juan 13:8, 9).
Jesús entonces lavó los pies de Pedro y de los discípulos.
Después de eso hubo otro momento confuso: Jesús miró a los discípulos y afirmó que uno de ellos, que eran sus fieles seguidores, lo entregaría: “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar”. Juan 13:21.
- “¿Cómo puede ser eso?” pensaron los discípulos
- “¿Quién de nosotros haría una cosa así?”
A continuación una tercera “bomba”: Jesús anuncia que va a un lugar donde los discípulos no podrán ir:
“Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir” (Juan 13:33).
Ya era demasiado, los discípulos deben haber pensado:
- “¿abandonamos todo para seguirlo y ahora nos abandonará, se va a un lugar donde no podemos ir con él?”. Difícil de entender.
Como si no fuera suficiente, Jesús le avisa a Pedro, uno de los discípulos más cercanos, que lo negaría: “Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrías por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces” (Juan 13:38).
Si Pedro, uno de los discípulos más “allegados” a Jesús, lo negaría, ¿qué harían ellos?
Para nosotros es difícil entender cuán confuso fue todo esto para ellos. De un momento a otro todo lo que creían y defendieron, todos sus planes de ver a Jesús como un gobernante judío, todas sus esperanzas de un futuro tranquilo y seguro, todo eso, cayó por tierra.
Como dijo un comentarista bíblico: “Los discípulos tenían en su corazón una mezcla de emociones. Estaban tristes por la perspectiva sombría de la partida de Cristo, avergonzados por haber demostrado su propio egoísmo y orgullo; perplejos por la predicción de que uno traicionaría al Maestro y el otro lo negaría y que todos serían escandalizados por causa de él; y finalmente, su fe vacilaba, probablemente con el pensamiento: “¿Cómo puede ser el Mesías alguien que está próximo a ser traicionado?” (Backer, Comentario del Nuevo Testamento).
En nuestra vida también pasamos por momentos embarazosos, cuando de un
momento a otro toda nuestra seguridad se viene abajo. Parece que nada ni nadie
es digno de nuestra confianza. Algunas personas intentan ser comprensivas y nos dicen expresiones (muchas veces vacías) “no te preocupes”, “todo saldrá bien”.
Pero Jesús fue mucho más al fondo, además de darnos esa orden nos muestra que debemos permanecer fieles, debemos CREER.
II. LA PALABRA DE ALIENTO
Y en ese contexto, en ese momento de confusión y preocupación, Jesús dice: “No se turbe vuestro corazón”. En otras palabras: “No se preocupen”. Y el secreto para que suceda lo dice en seguida: Crean en Dios, crean en Jesús.
El posmodernismo cree que existen diversos “dioses”, pero la Biblia indica que existe solo un Dios. Cuando Jesús dijo “creéis en Dios” les recordaba a los discípulos todos los hechos de ese Dios poderoso.
Debemos creer en ese Dios. El Dios que creó todas las cosas. El Dios que libertó a su pueblo de la esclavitud de Egipto. El Dios que abrió el Mar Rojo. El Dios que dio a su propio hijo por amor a nosotros. “No tenemos nada que temer por el futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido” (3 Mensajes Selectos, 183).
Nosotros también debemos creer en Jesús. Porque Jesús conoce nuestros desafíos, Jesús vivió en esta tierra, sanó a los enfermos, ayudó a los necesitados, murió en una cruz por amor a nosotros.
Ese es el secreto, no mirar a las circunstancias de nuestro mundo, sino mirar al Dios de nuestro cielo. Y por hablar de cielo, en ese momento, después de decirles a los discípulos que no estén preocupados y confíen en Dios y en Jesús, les dice el mayor motivo para esa confianza y calma.
III. LA PROMESA DE DÍAS MEJORES
Juan 14:2-3 completa: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Jesús intentó ampliar la mente de los discípulos para que ellos no vieran solo ese momento incómodo, sino que observaran el Cielo que los está esperando. Ese es nuestro desafío también. Dejar de mirar solo las cosas de esta tierra, sean buenas o malas, y mirar las cosas del Cielo, las cosas eternas. Pero, al final ¿qué cosas eternas
son esas?
Primero, como dice el versículo dos, Jesús fue a prepararnos un lugar. Al decir esto, Jesús alentaba a los discípulos que estaban con temor pensando en la separación que vendría, y les mostraba que él iba a preparar un lugar especial para ellos. Y en el versículo tres, Jesús dice que no solo va a preparar un lugar, sino que volverá a buscarlos y llevarlos a vivir con él.
Los sueños de Dios siempre son mayores que los nuestros. Para los discípulos que soñaban con un lugar de honra durante pocos años de vida en esta tierra, ¡Dios les ofreció la eternidad! Esa es la promesa que les hizo a los discípulos, y que nos hace hoy a nosotros también. Jesús volverá, ¡sí, volverá!
Nos llevará al cielo, pondrá un punto final a nuestros problemas, y también nos
dará una hoja en blanco para escribir una historia nueva y feliz, que no tendrá fin.
El teólogo Deisseman mostró que el ánimo que contiene especialmente el versículo tres, los cristianos primitivos lo usaban en sus momentos de mayor dolor e inseguridad. Y también puede animarlos a ustedes.
CONCLUSIÓN
Sé que a veces es difícil creer porque a veces parece que nada sucede.
Saben, el énfasis de la expresión “Jesús pronto vendrá” no es cronológica sino cualitativa. ¿Qué quiere decir eso?
Vean el ejemplo: En algunos lugares de América latina existen piedras grandes y pesadas que están fijas al suelo por solo una base pequeña y fina. Ustedes ya deben haber visto algunas de esas piedras en Internet, aparentemente imposibles de permanecer en pie, pero que están allá casi en equilibrio para no caer.
El profesor Rodrigo Silva comentó cierta vez que los geólogos son claros en decir
que esas piedras se caerán, es un hecho. Por la posición en la que están, en cualquier momento pueden derrumbarse. Pero ese “pronto” y ese “cualquier momento” puede ser de aquí a unos días o de aquí a decenas de años, pero el tiempo no altera el hecho de que con seguridad sucederá. Con el regreso de Jesús sucede lo mismo. Jesús volverá, ¡es un hecho! Solo que muchas veces nos concentramos más en el tiempo y nos olvidamos de que el tiempo no importa, lo que importa es que sucederá.
Jesús pronto vendrá. No importa cuánto tiempo ese ‘pronto’ demore, no espero
a Jesús por miedo a que me tome por sorpresa, sino por el privilegio de vivir la
eternidad con alguien que me ama mucho. Esa es la cuestión. Yo no soy fiel porque Jesús puede volver mañana, o puedo morir cuando salga de la iglesia, sino porque lo amo y no veo la hora de estar con él. Por eso predico, y por eso espero, y les digo a todos que se preparen, porque él pronto vendrá. Porque está por volver.
Espero a Jesús porque lo amo y no porque tengo miedo de que regrese mañana.
En los momentos más inciertos debemos creer en las promesas de un Dios que
nos ama al punto de entregarse para morir por nosotros. Debemos creer que Jesús prometió que está preparando un hogar para nosotros, y con ese hogar en vista, nos preocuparemos menos con las situaciones adversas de nuestra vida diaria.
LLAMADO
Hoy, en este último mensaje quiero invitarlos a marcar un encuentro con Jesús cuando vuelva en las nubes del cielo.
Queremos el fin de este mundo triste de pecado. Ya no aguantamos más el tener solo lapsos de felicidad, fuimos creados
para más, ¡fuimos creados para la eternidad!
Quiero invitarlos a que hoy, después de escuchar este mensaje, y todos los mensajes de esta semana, a entregar su corazón a Jesús. Dejen de romperse la cabeza intentando ser felices solos, dejen de sufrir buscando aceptación en las fuentes equivocadas, dejen de contentarse con migajas de felicidad, Dios los creó para más, mucho más.
¿Quieren aceptar a Jesús como Señor y Salvador de su vida?
¿Quieren tener una vida transformada y plena?
Acepten a Jesús hoy, y comiencen de nuevo la historia de su vida.
¿Cuántos de aquí quieren hacerlo ahora mismo? Quiero orar con ustedes.
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