Introducción
En un reportaje del año 2013, en un programa de variedades en la TV se presentó un tema sobre los pequeños gestos. El reportaje trataba acerca de las miles de cámaras de vigilancia que monitorean nuestras vidas. Los centros de las ciudades están llenos de “ojos electrónicos”, destacó la presentación, que trabajan para nuestra seguridad. Pero esas cámaras no graban solo delitos y accidentes. A veces, registran momentos de solidaridad. In fraganti el bien. En la ciudad de Victoria, capital de Espíritu Santo, Brasil, se pudo ver una escena increíble de un auto prendiéndose fuego en la calle. Desde una ventana del primer piso, un hombre usa una manguera de bombero para apagar el incendio. Después de un temporal, en la ciudad de Porto Alegre, un conductor de camión ayuda a sacar a otro conductor de un lugar inundado. Quien ayuda parece no tener otra motivación sino hacer el bien. Una mujer que pasa por la calle no puede seguir con indiferencia y lleva al mendigo hasta un restaurante, le compra comida y se despide con un apretón de manos.
Mucha gente anónima se dedica a eso: saciar el hambre de quien no tiene techo, de quien no tiene sustento. En la capital de Pernambuco, Recife, todos los jueves, voluntarios distribuyen 400 comidas. Entre ellos está el Sr. Francisco de Assis, que hizo de la solidaridad un compromiso. “Me siento renovado, aunque cansado, pero renovado”, dice el comerciante.
Gestos que se esparcen en una cadena de fraternidad. Siempre hay alguien dispuesto a ayudar a un ciego a cruzar la calle. Si la persona en silla de ruedas no logra subir a la calzada, un voluntario aparece para ayudarlo. Un motociclista se cae y la ayuda viene de inmediato. Un hombre está lastimado y recibe cuidados y atención de dos vendedores ambulantes. Una mujer le avisa a la familia de la víctima.
Las cámaras que filman las 24 horas del día terminan mostrando un lado diferente de la ciudad. La ciudad más generosa, más solidaria y repleta de gestos de cortesía que muchas veces no percibimos gana otra dimensión cuando vemos los detalles que muestran las cámaras de seguridad. Y lo mejor es que este nuevo foco dirigido al bien no termina de sorprender. En seis meses se registraron más de mil casos de bien.
Una explicación para tantas buenas acciones es que las propias cámaras ayudaron a reducir la violencia donde fueron instaladas, y hay más espacio para registrar el lado bueno de los habitantes. “Existe otra ciudad que solo logramos ver cuando observamos con cuidado. El bien está allá y está brotando como nunca”, afirma Ricardo Fentes, gerente general del centro de monitoreo.
Navidad es siempre un momento donde los pensamientos se orientan a la solidaridad. En esas épocas grandes organizaciones disponen servicios sociales a fin de aliviar el sufrimiento. El hecho es que, ocasionalmente, todos nos preguntamos si nuestros esfuerzos están haciendo la diferencia. Es fácil desanimarse pensando que nuestras acciones de bondad son mínimas o insignificantes. Necesitamos entender, de cierta manera, que cualquiera que sea nuestra acción, independientemente del tamaño, es importante. La Madre Teresa de Calcuta declaró: “sea fiel en las cosas pequeñas porque en ellas reside su fuerza”. El libro de Zacarías, capítulo 4:10 (DHH) dice: “Aquellos que no tomaron en serio los pequeños comienzos, ahora se alegrarán viendo a Zorobabel terminar las obras”. El pueblo hebreo enfrentó un problema cuando volvieron del cautiverio babilónico y comenzaron a reconstruir Jerusalén, al ser víctimas de la desesperación. Las personas estaban desanimadas porque sus números eran pequeños y sus esfuerzos parecían débiles cuando los comparaban con las conquistas de sus antepasados. Cuando comenzaron a reconstruir el templo, solo miraron cuán deficientes serían sus contribuciones y dejaron de trabajar.
En este capítulo 4, el ángel le dio a Zacarías el significado, “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu’, ha dicho Jehová de los Ejércitos” (v. 6). El Señor estaba diciendo que la reconstrucción del templo no se realizaría por el poder del ser humano, sino por el poder de Dios. Cuando Zorobabel y Josué se depararon con la situación y la compararon con el templo construido por Salomón, había un gran contraste. La función que ellos establecieron para la construcción era mucho menor. Salomón tenía grandes recursos de trabajadores, de oro, plata y bronce. Ellos no tenían nada. Jamás podrían estar a la altura de los muebles del templo de Salomón. Él había tenido paz y la ayuda de sus vecinos, mientras ellos tenían oposición constante. Bajo la perspectiva humana la reconstrucción del templo era una obra imposible de realizar.
El mobiliario del templo de Salomón, lleno de simbolismo, ya no estaba, pero las realidades simbolizadas por el mobiliario no habían desaparecido. Dios no se había ido, estaba con ellos. “No tomen en serio los pequeños comienzos”, es el mensaje para los que se disponen a trabajar para su reino. “La montaña de dificultades quedará superada y se colocará la piedra angular, concluyendo lo que fue comenzado”.
Reflexionando sobre hacer el bien sin desanimarse, el apóstol Pablo escribió a los gálatas: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. (Gálatas 6:9-10). El hecho es, que no importa el tamaño de la acción, sino la intención de quien la hace y la respuesta de quien la recibe. La escritora Elena de White nos desafía diciendo que: “En su vasto plan, el Señor tiene un lugar para cada uno. No ha dado talento alguno que no sea necesario. ¿Es el talento pequeño? Dios tiene un lugar para él, y si es usado con fidelidad hará precisamente aquello para lo cual Dios lo dio”.
No es nuestra responsabilidad estar preocupados con lo que Dios producirá de nuestros actos de amor hacia otros. Nuestra responsabilidad solo es actuar sin conocer el fruto. Debemos “amar a nuestro prójimo”. Cuando vemos a alguien en necesidad, sea responsable o no, debemos mostrar compasión. Jesús declaró: “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Elena de White fortalece la necesidad de ser intencionales e integrales en la presentación del evangelio, yendo más allá de una mera presentación cognitiva del mensaje. Ella afirma: “Con la labor de defender los mandamientos de Dios y reparar las brechas que se han hecho a la ley de Dios, hemos de unir la compasión por la humanidad doliente”. Ese texto deja claro que necesitamos presentar los mandamientos (conocimiento), pero dentro de un ropaje de compasión para con los que sufren, aunque parezca ser un comienzo pequeño de solidaridad práctica.
Jesús alimentó a cinco mil personas con cinco pequeños panes de cebada y dos pequeños peces (Juan 6:10-11). El niño que había traído su merienda jamás imaginó que eso podría beneficiar a tanta gente. Lo que parecía poco se hizo mucho en las manos de Dios. Necesitamos extraer algunas lecciones para nuestras vidas, aunque nuestras acciones parezcan pequeñas (a los ojos humanos), o aunque las personas no las noten.
La fe da sentido a pequeños actos de servicio. Confiar en Dios significa que creemos que Dios puede realizar todo lo que él quiere a través de nuestras vidas, por más insignificante que pueda parecer a los ojos de las personas (pequeñas o grandes). Tal vez aquí no logremos ver cuánto Dios ha usado nuestras vidas a través de pequeños gestos. Solo en la eternidad podremos entender cuán importantes fueron nuestras acciones en la vida de otras personas. El Señor es capaz de tomar las semillas de pequeños actos de amor, fe y verdad, y multiplicarlos significativamente. Jesús dijo: “Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20). La fe nos ayuda a ver como Dios puede usar nuestra pequeña confianza para realizar mucho para sus propósitos. No subestime el poder de un pequeño acto de fe. ¿Usted cree que nuestro Dios puede usar su pequeño acto de amor para cambiar la vida de alguien? Recuerde, no siempre verá el resultado de sus acciones. Aun así, no deje de actuar.
La fidelidad en las pequeñas cosas nos conduce a mayores responsabilidades. Jesús dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Lucas 16:10). Las personas que dejan de ser confiables en demostrar amor, bondad y servicio en pequeñas oportunidades no tendrán mayores responsabilidades en el futuro. Quien quiera que sirva a Dios donando un poco de tiempo, de talentos y de los recursos que posee, recibirá más bendiciones. La persona que esconde sus talentos, recursos o habilidades nunca mejorará, sino quedará estancada. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos bendiga más si no lo servimos con lo que él nos dio? Alguien cierta vez dijo: “Use o pierda”. Elena de White afirma que:
“El que cumple fielmente los pequeños deberes, estará preparado para responder a la demanda de mayores responsabilidades. El hombre que es bondadoso y cortés en la vida diaria, que es generoso y tolerante en su relación con su familia, cuyo constante propósito es hacer feliz su hogar, será el primero en negarse a sí mismo y hacer sacrificios cuando el Maestro lo demande”.
¿Usted está siendo fiel en las pequeñas responsabilidades que Dios le dio?
No subestime a ningún individuo. Jesucristo buscó a las personas más sencillas, aparentemente insignificantes y débiles del mundo y las usó de manera poderosa. Pablo escribió: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:26-29). El Señor no ve a las personas como nosotros las vemos. Él es un juez justo.
Cierta vez, se le preguntó al gran misionero Hudson Taylor “¿Por qué cree usted que Dios lo eligió para comenzar una Misión en China? Y él respondió: “Dios eligió a alguien tan débil para que entendiera que si no fuera por su poder no podría haber hecho nada”. Dios sabía que Hudson confiaría en él y solo en él. Dios desprecia a los orgullosos, pero da gracia a los humildes de corazón. Usa a las personas que reconocen que son pequeñas. Nunca descuide a ninguna persona, porque ella puede ser usada por Dios de una manera excelente para cumplir sus designios. Jesús eligió al pequeño Zaqueo, y le dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:9-10)
Jesús usa a cualquiera que reconoce que lo necesita en cada momento de cada día. La palabra clave es “atención”. Necesitamos estar atentos a nuestra necesidad de ser útiles en la causa de Dios.
“A cada uno de los que se ofrecen al Señor para servir, sin retener nada, se le concede poder para el logro de resultados sin medida”. SC, 318.
Tenemos una gran obra que realizar, pero necesitamos entender que las grandes realizaciones comienzan con pequeñas acciones. Este año, la campaña Más amor en Navidad tiene nuevamente el tema Podemos hacer más. Creo que Dios nos está desafiando a salir de nuestra zona de comodidad y a través de los kilos de alimentos, acciones humanitarias y espirituales, para llevar el reino de Dios a las personas de diversos lugares de este país. La campaña Más amor en Navidad es una iniciativa de la Iglesia Adventista en Sudamérica que finaliza las actividades de la Iglesia durante el año y motiva a iniciar el nuevo año mirando hacia afuera, hacia las necesidades de la ciudad.
Volviendo a la historia de las cámaras de vigilancia, imagine si en su iglesia se instalaran algunas de ellas, ¿cuáles serían los relatos? ¿Presentaríamos acciones relevantes en la comunidad? La verdad es que tenemos una gran oportunidad de cambiar la historia de nuestras iglesias, y este es el momento para hacerlo. Separar algunos alimentos, cada familia hace un poco, incentivar a la iglesia a tener una mirada solidaria hacia la comunidad, es el desafío de nuestra campaña. Definitivamente, “podemos hacer más”. Si nos involucramos, aunque represente un pequeño comienzo, haremos mucho más en la vida de las personas. Vamos a ser diferentes, vamos a hacer la diferencia y tener resultados diferentes. Amén.
Pr. Everaldo Carlos
Graduado en teología y posgraduado en misiología
Pastor Distrital del Espacio Nuevo Tiempo Penha e Anália Franco
Asociación Paulista Este – UCB
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