“Usted dice que le gusta la lluvia, pero abre su paraguas cuando llueve. Usted dice que le gusta el sol, pero busca una sombra cuando el sol brilla. Usted dice que le gusta el viento, pero cierra las ventanas cuando el viento sopla. Por eso es que tengo miedo. Usted también dice que me ama” (William Shakespeare).
Amores contradictorios. Parece que es de eso de lo que Shakespeare tiene miedo en esta cita. ¿Cómo te puede gustar la lluvia y abres el paraguas cuando llueve? Ahora piensa en tu relación con Dios: ¿Cómo puedes decir que lo amas y quieres más de él, pero impides que su amor venga con más fuerza e intensidad en tu vida?
Veamos el Salmo 63:1:
“¡Señor, tú eres mi Dios! De madrugada te busco. Mi alma tiene sed de ti, mi cuerpo te anhela, como tierra seca, agotada y sin agua”.
Si reconocemos nuestra necesidad y deseamos tener más de él, permitiremos que su amor caiga sobre nosotros como lluvia. Cuanto más se acerca el día del gran encuentro, más se llena el corazón de la novia. Y el amor es tanto que parece que desborda.
Pero la novia vivirá su mayor momento de desborde y amor por Jesús en un tiempo especial antes de su regreso. Será el momento cuando se cumpla la profecía de Joel 2:28: “Después de esto, derramaré mi espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos e hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones”.
En Hechos 2:17 Pedro habla claramente que los discípulos en el Pentecostés vivieron el cumplimiento de esa profecía. Sin embargo, sabemos que eso sucederá una vez más antes del regreso de Cristo, solo que con más fuerza. ¿Estás preparado?
DESARROLLO
En el siglo primero, en el tiempo en que las personas vivían básicamente de la agricultura, la primera lluvia que caía era la “lluvia temprana”. Esta lluvia preparaba el suelo para sembrar las semillas y preparaba los granos para que brotaran. La última lluvia antes de la cosecha, para que madure lo plantado, se llamaba “lluvia tardía”.
En términos espirituales, la primera lluvia fue el Pentecostés en el tiempo de los discípulos. Ellos fueron llenos de poder e hicieron cosas increíbles, predicaron en varios idiomas sin haberlos estudiado antes. Hablaron de Jesús con una valentía nunca visto, bautizaron a miles de personas, hicieron milagros por el poder de Dios.
La profecía de Joel 2:28 también se aplica a la última lluvia del Espíritu. El libro Eventos de los últimos días deja claro que “la lluvia tardía será más abundante” (p. 190), pues será fundamental para revestir a la iglesia/novia de Cristo con fuerza y valor para que lleve el mensaje a todo el mundo. Pero vean el detalle:
“La lluvia pondrá en acción a los mensajeros, pero no los preparará. Estar sin preparación para la lluvia tardía es como perder el tren que lo llevaría a la jornada del tiempo del fin. Estar sin preparación para la lluvia tardía es quedar atrás”1.
CÓMO ESTAR PREPARADO PARA LA ÚLTIMA LLUVIA
Si es tan importante, te debes estar preguntando: ¿Cómo puedo estar preparado? Vean estos textos de Eventos de los últimos días:
Orar fervorosamente
“Debiéramos orar tan fervientemente por el descenso del Espíritu Santo como los discípulos oraron en el Día de Pentecostés. Si ellos lo necesitaban en aquel entonces, nosotros lo necesitamos más hoy en día” (p. 192).
Pedir ahora
“El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo, y el cielo está esperando conceder- lo” (p. 192).
Insistir
“No estamos suficientemente dispuestos a importunar al Señor con nuestras peticiones y pedirle el don del Espíritu Santo. El Señor quiere que lo importunemos con este asunto. Quiere que insistamos con nuestras peticiones ante el trono” (p. 193).
Despejar el camino
“No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios despeje el camino quitando todo impedimento, de modo que el Señor pueda derramar su Espíritu [...] Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés” (p. 197).
Someterse al Espíritu
“No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo ‘así el querer como el hacer, por su buena voluntad’ (Filipenses 2:13). Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu” (p. 196).
¿QUÉ SUCEDERÁ DESPUÉS DE LA ÚLTIMA LLUVIA?
La última lluvia viene para capacitar al pueblo de Dios a:
1) Permanecer firme en el gran tempo de angustia,
2) Llevar al mundo la última invitación.
Solo inundados de poder, bautizados por el Espíritu Santo, podremos dar ese mensaje con un sonido alto.
El mundo oirá sobre la justicia de Cristo que se ofrece gratuitamente para salvar a los pecadores.
El libro Eventos de los últimos días deja claro que “la mayoría de los verdaderos discípulos de Cristo” (p. 202) todavía se encuentra esparcida en varias denominaciones y movimientos religiosos que no tienen la verdad completa.
En Apocalipsis 18:4 vemos registrado el llamado al pueblo de Dios, que está en Babilonia, para abandonar el falso camino y juntarse a la iglesia/novia.
Vean algunos textos que detallan lo que sucederá durante el fuerte clamor:
Poder, milagros y señales
“Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán a los creyentes” (p.207).
Personas sencillas y hasta niños
Muchos, aun entre los indoctos, ahora proclaman las palabras del Señor. Los niños son impulsados por el Espíritu para ir y declarar el mensaje del cielo. El Espíritu se derrama sobre todos los que cedan a sus indicaciones, y arrojando de lado toda maquinaria humana, sus reglas limitativas y métodos cautelosos, declararán la verdad con el poder del Espíritu” (p. 210).
Alcance mundial
“Durante el fuerte clamor, la iglesia, ayudada por las interposiciones providenciales de su exaltado Señor, difundirá el conocimiento de la salvación tan abundantemente que la luz será comunicada a toda ciudad y pueblo” (p. 212).
Miles se convierten
“Muchas almas diseminadas entre las congregaciones religiosas respondieron al llamamiento y salieron presurosas de las iglesias sentenciadas, como Lot salió presuroso de Sodoma antes de la destrucción de esa ciudad” (p. 214).
“Habrá miles convertidos a la verdad en un día, los cuales, en la undécima hora, verán y reconocerán la verdad y los movimientos del Espíritu de Dios” (p. 216).
“Muchos que se han extraviado del redil regresarán para seguir al gran Pastor” (p. 215).
CONCLUSIÓN
Cierra el paraguas. Prepárate para recibir la lluvia que Dios quiere enviar. Más que eso: necesitamos pedirla insistentemente. ¿Lo estamos haciendo todos los días?
Necesitamos cerrar el paraguas que nos impide recibir el Espíritu Santo en su plenitud. Si lo que nos espera en el futuro es mayor de lo que los discípulos experimentaron, imagina el tamaño de la lluvia que está por venir.
Vivamos como dice 2 Pedro 3:12, “esperando y acelerando”. No existe forma mejor de acelerar que buscar el bautismo del Espíritu Santo.
LLAMADO
¿Por qué no orar ahora para pedir la plenitud del Espíritu Santo sobre nuestras vidas? Necesitamos pedir, pedir más. ¡Pidamos ahora!
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