Una declaración del famoso físico británico Stephen Hawking tuvo repercusión mundial.
El tema no fueron los agujeros negros ni las teorías sorprendentes sobre universos múltiples. El tema fue el más común y completamente “de este mundo”: la depresión.
En realidad, Hawking, quien vive confinado a una silla de ruedas, hace décadas, debido a una enfermedad neurológica degenerativa, les dio consejos a personas que sufren de depresión. Después de hablar sobre los agujeros negros, el científico comparó a la depresión con esos fenómenos y destacó que, no importa cuán oscuros sean, es posible escapar de ellos.
Hawking dijo: “El mensaje de esta presentación es que los agujeros negros no son tan negros como parecen. No son las prisiones eternas que pensábamos. Las cosas pueden escapar de los agujeros negros y hasta pueden irse a otros universos. Entonces, se puede salir de un agujero negro. No se rinda. Hay una salida”.
Tal vez estas palabras de ánimo de Hawking no logren hacen la diferencia para alguien que esté viviendo en un “agujero negro” de depresión, ansiedad, traumas y hasta pensamientos suicidas.
¿Existe realmente una salida para estos problemas? ¿Hay esperanza? ¿Cómo se puede salir de los agujeros negros que nos presenta la vida?
LECTURA BÍBLICA: Mateo 26:69-75; Juan 21:15-19
La historia del apóstol Pedro ilustra bien el hecho de que lo que pensamos de nosotros mismos y nuestra relación con Dios determinan nuestras actitudes y reacciones, y pueden llevarnos a un agujero negro de depresión y desesperación.
Antes de entregarle totalmente la vida a Jesús, Pedro fue un hombre impetuoso e inestable. No se conocía bien a sí mismo, ni sabía el tipo de reacción que podría tener delante de una situación difícil. Eso fue hasta que negó vergonzosamente a Jesús, aunque había prometido con orgullo que nunca haría eso. Desesperado después del suceso, el discípulo lloró amargamente y, como se consideraba indigno de la gran misión que Cristo tenía para él y sus amigos, volvió con tristeza a su antigua vida de pescador.
Pero Jesús fue al encuentro de Pedro, en el agujero en el que estaba atrapado. El Salvador arrancó de sus labios la declaración de amor que lo rehabilitó a la función de pescador de personas, de pastor y líder espiritual.
Después de pasar por la verdadera conversión, el apóstol se convirtió en un hombre manso, sumiso frente a Dios, amoroso, decidido y valiente. Cuando se encontró con Jesús y consigo mismo, comenzó a sentir paz y equilibrio emocional. Salió de las tinieblas hacia la luz del autoconocimiento y el conocimiento de su Salvador.
SOMOS LO QUE PENSAMOS
Somos dueños de nuestros pensamientos.
Y, como tal, con mayor o menor dificultad, podemos nutrirlos, dirigirlos, expandirlos, reducirlos o rechazarlos. Muchas personas saben qué hacer cuando sienten algún malestar, un resfriado, dolor de cabeza o de estómago.
Sin embargo, pocos saben qué hacer cuando se sienten ansiosos o están preocupados, nerviosos, enfadados o impacientes. Son estados de ánimo tóxicos que deben ser combatidos.
Una manera de conseguir el estilo de pensar optimista es rechazar los pensamientos negativos y substituirlos por opciones positivas. Los pensamientos pesimistas suelen sorprender a la persona de manera automática y sin ninguna lógica. Por lo tanto, es importante identificarlos y cambiar ese tipo de razonamiento. El pensamiento optimista debe ser una constante, un estilo de actividad mental. Debe extenderse también a todos (o casi todos) los aspectos de la vida. Estas son las áreas a considerar:
Pensamiento positivo de sí mismo: intente no formar su auto concepto comparándose con personajes de la televisión y de la vida pública. Todos presentan una imagen irreal. Reconozca sus limitaciones y haga algo para mejorar. Principalmente, no se olvide de destacar sus valores y habilidades. Bloquee y rechace los pensamientos autodestructivos. Descubra motivos para agradecer, porque usted es una obra de Dios y “formidables, maravillosas son sus obras” (Salmos 139:14).
Pensamiento positivo sobre el pasado: el pasado no se puede cambiar. Debe aceptarlos, a pesar de los acontecimientos desagradables que puedan haber ocurrido. No culpe al pasado por las dificultades del presente. Eso es totalmente inútil. Nunca se preocupe por lo desagradable que haya sucedido. Olvídese de “lo que queda atrás” y avance “a lo que está delante”, pues existe un gran propósito para su vida (Filipenses 3:13, 14).
Pensamiento positivo para el futuro: el futuro puede cambiar. Su actitud de hoy afecta el éxito de mañana. Si piensa con confianza y esperanza en el mañana, aumentará la probabilidad de un futuro más feliz. Y, si sucede algo negativo, haga planes ahora para prevenirlo, en vez de angustiarse. Alguien se interesa por usted y por sus necesidades (1 Pedro 5:7).
Pensamiento positivo en relación al ambiente y a las personas: coloque los “lentes de tolerancia” y observe alrededor. Aunque no todo sea perfecto, existen también momentos bellos y experiencias agradables. No juzgue a las personas, sino confíe en ellas y respételas. Aprecie lo que hacen bien. Intente entender sus problemas y ayúdelos. De esta manera, su actitud causará satisfacción. Esas actitudes promueven una nueva experiencia en las relaciones (Filipenses 2:3; 1 Tesalonicenses 5:11).
SER FELIZ ES UNA OPCIÓN
Algunos creen que la alegría y la felicidad son cosas casuales, producto de las circunstancias, o incluso “cuestión de suerte”. Sin embargo, por encima de lo imprevisible está la elección personal. Ser feliz es una opción. Parece que algunos prefieren ser infelices, pero es posible elegir ser optimistas y disfrutar de una vida razonablemente feliz. Las decisiones sencillas, si se las toma con determinación, pueden proporcionar gran entusiasmo y prevenir el desánimo. Vea algunos ejemplos: “Decidí que seré feliz”, “hoy estaré contento y no permitiré que el desánimo se apodere de mí”, “Miraré el lado positivo de las cosas”.
Ser feliz y disfrutar de la vida con alegría y optimismo es un objetivo deseable que viene por iniciativa propia y no de manera casual. El pensamiento optimista es una opción excelente para conservar la salud mental y alcanzar metas, pero no debemos creer que todo se resuelve con el pensamiento. El optimismo, aunque es útil, está limitado a ciertas circunstancias: la muerte de un familiar, una catástrofe natural o un diagnóstico médico grave. En la práctica, es imposible tener un pensamiento optimista cuando estamos muy amargados o en una situación crítica.
El pensamiento positivo puede volverse engañoso y, en algunos casos, hacer con que perdamos la visión de ciertas realidades tristes. Hay “agujeros negros” de los cuales aparentemente es imposible escapar, por más que personas como Hawking traten de razonar esta cuestión.
LEITURA BÍBLICA: Gálatas 5:22, 23
“El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”.
La alegría es uno de los frutos que Dios cultiva en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra mente. El apóstol Pedro descubrió eso cuando tuvo un encuentro verdadero con Jesús. Y esa experiencia transformadora por la cual él pasó puede ser también la suya, si usted tiene un encuentro personal con Jesús y abre la mente y el corazón al Salvador.
LLAMADO
¿Se siente oprimido por los problemas? ¿Cree que no logrará vencerlos y se siente depresivo?
No se centre en sus problemas, no se lamente constantemente por tener que pasar por situaciones difíciles y desesperadas, ya que eso no ayuda en nada. Recuerde que Dios está siempre a su lado. Busque la ayuda en Aquel que puede transformar todo, en el Dios que lo ama y que quiere su bienestar. Si usted desea que Dios lo tome de la mano y lo conduzca en medio de las dificultades, levántese y vamos a orar a Dios por usted.
Ahora que usted está de pie, quiero pedirles a los amigos de esas personas que se pongan de pie también y coloquen las manos en los hombros de esos amigos, por favor. Quiero invitarlos a que se adelanten, pues vamos a poner su vida y todos sus problemas en las manos del Dios todopoderoso.
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