Cierto día en la iglesia, Tom y Jean estaban tratando de persuadir a su hijita Amanda, de cuatro años de edad, para que colocara una moneda en el platillo de las ofrendas. Pero Amanda apretaba la mano firmemente y no quería soltarla. Avergonzados por la actitud de su hijita y por las risas que se escuchaban a su alrededor, finalmente tuvieron que retirar cuidadosamente cada uno de los dedos de la moneda, hasta que ésta cayó en el platillo.
Esa misma tarde, Jean oyó que Amanda jugaba en el columpio del patio trasero de la casa, y cada vez que Amanda se elevaba lo más alto posible, en el columpio, gritaba con todas sus fuerzas: “¡Señor, quiero que me devuelvas mi moneda! ¡Señor, quiero que me devuelvas mi moneda!”.
¿Alguna vez hemos sentido como Amanda? ¿Alguna vez hemos tenido dificultades para ofrendar a Dios? Nosotros también podemos llegar a ser dadores alegres, sin que nadie tenga que forzar nuestros dedos para soltar lo que estamos sosteniendo con fuerza.
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo para que pudiésemos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? Porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos” (1 Crónicas 29: 14).
I. Además del diezmo, ¿debo dar ofrenda?
Cuando le hemos entregado el diezmo a Dios, ¿cuánto le hemos dado? ¡Nada! Pues esa es la parte que Dios se ha reservado. ¿Espera Dios ofrendas de nuestra parte?
“Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda...” (Éxodo 25: 2).
“Tres veces cada año parecerá todo varón delante de Jehová... Y no parecerá vacío delante de Jehová” (Deuteronomio 16: 16).
“Cada uno dé como propuso en su corazón...” (2 Corintios 9:7).
“Así como recibimos continuamente las bendiciones de Dios, así también debemos dar constantemente. Cuando el Benefactor celestial deje de darnos, sólo entonces se nos podrá disculpar, porque no tendremos nada para compartir” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 20).
“Después de apartar el diezmo hay que separar los donativos y las ofrendas, ‘según haya prosperado’ Dios” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 86).
“Venid al Señor con corazones rebosantes de agradecimiento por sus misericordias pasadas y presentes, y manifestad vuestro aprecio por los beneficios de Dios llevándole vuestras ofrendas de gratitud, vuestras ofrendas voluntarias y vuestras ofrendas de expiación” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 209).
“En reconocimiento de que todas estas cosas procedían de él, Jehová mandó que una porción de su abundancia le fuese devuelta en donativos y ofrendas para sostener su culto” (Patriarcas y profetas, p. 564).
II. Cuánto dar
“Hay quienes reparten, y les es añadido más;... (Proverbios 11: 24).
“Cada uno con el don de su mano,... conforme a la bendición de Jehová tu Dios...” (Deuteronomio 16: 17).
“Cada primer día de la semana... guardando lo que por la bondad de Dios pudiere... (1Corintios 16:2).
Ejemplo del pueblo de Israel:
“A fin de fomentar las reuniones del pueblo para los servicios religiosos y también para suplir las necesidades de los pobres, se le pedía a Israel que diera un segundo diezmo de todas sus ganancias” (Patriarcas y profetas, p. 570).
“A fin de fomentar las reuniones del pueblo para los servicios religiosos y también para suplir las necesidades de los pobres, se le pedía a Israel que diera un segundo diezmo de todas sus ganancias” (Patriarcas y profetas, p. 570).
Un segundo diezmo
“Las contribuciones que se les exigían a los hebreos para fines religiosos y de caridad representaban por lo menos la cuarta parte de su renta o entradas” (Patriarcas y profetas, p. 566).
Cuarta parte= 25%
“Unos pocos, de conciencia sensible, devolvían a Dios alrededor de la tercera parte de todos sus ingresos para beneficio de los intereses religiosos y para los pobres. Estas exigencias no se hacían a una clase particular de la gente, sino a todos, siendo lo requerido proporcional a la cantidad que se poseía” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 547).
Una tercera parte= 33%
NOTA: Si aún no hemos decidido dar en forma sistemática y proporcional, decidámoslo ahora. Algunos dan otro 10% como ofrenda, otros dan más. Cada uno decide, algunos comienzan dando un 8% o 5% de ofrenda.
III. Cómo y para qué dar
“Todos los que tuvieron corazón voluntario... trajeron ofrenda voluntaria a Jehová” (Éxodo 35: 29).
“... Y ellos le traían aún ofrenda voluntaria cada mañana...”(Éxodo 36: 3).
“Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre” (2Corintos 9: 7).
“Dios ha establecido el sistema de la beneficencia para que el hombre pueda llegar a ser semejante a su Creador, de carácter generoso y desinteresado y para que al fin pueda participar con Cristo de una eterna y gloriosa recompensa” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 17).
“El espíritu de liberalidad cristiana se fortalecerá a medida que se lo ejercita, y no necesitará estimulación malsana. Todos los que poseen este espíritu, el espíritu de Cristo, con gozosa presteza llevarán sus donativos a la tesorería del Señor. Inspirados por su amor a Cristo y por las almas por quienes él murió, sienten una intensa urgencia por desempeñar fielmente su parte” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 34, 35).
Aunque las ofrendas que damos son utilizadas para atender necesidades específicas de la iglesia, el principal objetivo al dar, es desarrollar un carácter semejante al de Jesús, generoso y desinteresado.
IV. Cómo se administran las ofrendas
La iglesia tiene un plan para beneficiar todos los niveles:
El 60% de todas las ofrendas, quedan en la tesorería local para apoyar la operación de la iglesia en todos sus departamentos, incluyendo el programa misionero.
El 20% va a la Asociación/Misión para incrementar el plan de desarrollo de todo el territorio (templos, escuelas, proyectos, etc.).
El 20% es enviado a la sede de la iglesia, para incrementar el fondo misionero mundial.
V. El plan de Dios es abundancia y prosperidad
Con frecuencia pensamos, como pensaba el pueblo de Israel en antaño: “Dios nos pide demasiado, ¿nos quiere dejar pobres?”
Notemos:
“Parecería que tan ingente leva (muy grande proporción) de los recursos del pueblo hubiera de empobrecerlo; pero, muy al contrario, la fiel observancia de estos reglamentos era uno de los requisitos que se les imponía para tener prosperidad” (Patriarcas y profetas, p. 566).
“Dios habría podido salvar a los pecadores sin la colaboración del hombre; pero sabía que el hombre no podría ser feliz sin desempeñar una parte en esta gran obra” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 15).
CONCLUSIÓN
“Nunca debemos olvidar que se nos ha puesto a prueba en este mundo a fin de determinar nuestra aptitud para la vida futura. No podrá entrar en el cielo ninguna persona cuyo carácter haya sido contaminado por la fea mancha del egoísmo. Por lo tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos posesiones temporales a fin de que el uso que hagamos de ellas demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 24).
MI DECISIÓN
Cristo, tú eres mi Salvador; saca de mi corazón la fea mancha del egoísmo (repetir todos).
Esa misma tarde, Jean oyó que Amanda jugaba en el columpio del patio trasero de la casa, y cada vez que Amanda se elevaba lo más alto posible, en el columpio, gritaba con todas sus fuerzas: “¡Señor, quiero que me devuelvas mi moneda! ¡Señor, quiero que me devuelvas mi moneda!”.
¿Alguna vez hemos sentido como Amanda? ¿Alguna vez hemos tenido dificultades para ofrendar a Dios? Nosotros también podemos llegar a ser dadores alegres, sin que nadie tenga que forzar nuestros dedos para soltar lo que estamos sosteniendo con fuerza.
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo para que pudiésemos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? Porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos” (1 Crónicas 29: 14).
I. Además del diezmo, ¿debo dar ofrenda?
Cuando le hemos entregado el diezmo a Dios, ¿cuánto le hemos dado? ¡Nada! Pues esa es la parte que Dios se ha reservado. ¿Espera Dios ofrendas de nuestra parte?
“Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda...” (Éxodo 25: 2).
“Tres veces cada año parecerá todo varón delante de Jehová... Y no parecerá vacío delante de Jehová” (Deuteronomio 16: 16).
“Cada uno dé como propuso en su corazón...” (2 Corintios 9:7).
“Así como recibimos continuamente las bendiciones de Dios, así también debemos dar constantemente. Cuando el Benefactor celestial deje de darnos, sólo entonces se nos podrá disculpar, porque no tendremos nada para compartir” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 20).
“Después de apartar el diezmo hay que separar los donativos y las ofrendas, ‘según haya prosperado’ Dios” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 86).
“Venid al Señor con corazones rebosantes de agradecimiento por sus misericordias pasadas y presentes, y manifestad vuestro aprecio por los beneficios de Dios llevándole vuestras ofrendas de gratitud, vuestras ofrendas voluntarias y vuestras ofrendas de expiación” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 209).
“En reconocimiento de que todas estas cosas procedían de él, Jehová mandó que una porción de su abundancia le fuese devuelta en donativos y ofrendas para sostener su culto” (Patriarcas y profetas, p. 564).
II. Cuánto dar
“Hay quienes reparten, y les es añadido más;... (Proverbios 11: 24).
“Cada uno con el don de su mano,... conforme a la bendición de Jehová tu Dios...” (Deuteronomio 16: 17).
“Cada primer día de la semana... guardando lo que por la bondad de Dios pudiere... (1Corintios 16:2).
Ejemplo del pueblo de Israel:
“A fin de fomentar las reuniones del pueblo para los servicios religiosos y también para suplir las necesidades de los pobres, se le pedía a Israel que diera un segundo diezmo de todas sus ganancias” (Patriarcas y profetas, p. 570).
“A fin de fomentar las reuniones del pueblo para los servicios religiosos y también para suplir las necesidades de los pobres, se le pedía a Israel que diera un segundo diezmo de todas sus ganancias” (Patriarcas y profetas, p. 570).
Un segundo diezmo
“Las contribuciones que se les exigían a los hebreos para fines religiosos y de caridad representaban por lo menos la cuarta parte de su renta o entradas” (Patriarcas y profetas, p. 566).
Cuarta parte= 25%
“Unos pocos, de conciencia sensible, devolvían a Dios alrededor de la tercera parte de todos sus ingresos para beneficio de los intereses religiosos y para los pobres. Estas exigencias no se hacían a una clase particular de la gente, sino a todos, siendo lo requerido proporcional a la cantidad que se poseía” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 547).
Una tercera parte= 33%
NOTA: Si aún no hemos decidido dar en forma sistemática y proporcional, decidámoslo ahora. Algunos dan otro 10% como ofrenda, otros dan más. Cada uno decide, algunos comienzan dando un 8% o 5% de ofrenda.
III. Cómo y para qué dar
“Todos los que tuvieron corazón voluntario... trajeron ofrenda voluntaria a Jehová” (Éxodo 35: 29).
“... Y ellos le traían aún ofrenda voluntaria cada mañana...”(Éxodo 36: 3).
“Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre” (2Corintos 9: 7).
“Dios ha establecido el sistema de la beneficencia para que el hombre pueda llegar a ser semejante a su Creador, de carácter generoso y desinteresado y para que al fin pueda participar con Cristo de una eterna y gloriosa recompensa” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 17).
“El espíritu de liberalidad cristiana se fortalecerá a medida que se lo ejercita, y no necesitará estimulación malsana. Todos los que poseen este espíritu, el espíritu de Cristo, con gozosa presteza llevarán sus donativos a la tesorería del Señor. Inspirados por su amor a Cristo y por las almas por quienes él murió, sienten una intensa urgencia por desempeñar fielmente su parte” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 34, 35).
Aunque las ofrendas que damos son utilizadas para atender necesidades específicas de la iglesia, el principal objetivo al dar, es desarrollar un carácter semejante al de Jesús, generoso y desinteresado.
IV. Cómo se administran las ofrendas
La iglesia tiene un plan para beneficiar todos los niveles:
El 60% de todas las ofrendas, quedan en la tesorería local para apoyar la operación de la iglesia en todos sus departamentos, incluyendo el programa misionero.
El 20% va a la Asociación/Misión para incrementar el plan de desarrollo de todo el territorio (templos, escuelas, proyectos, etc.).
El 20% es enviado a la sede de la iglesia, para incrementar el fondo misionero mundial.
V. El plan de Dios es abundancia y prosperidad
Con frecuencia pensamos, como pensaba el pueblo de Israel en antaño: “Dios nos pide demasiado, ¿nos quiere dejar pobres?”
Notemos:
“Parecería que tan ingente leva (muy grande proporción) de los recursos del pueblo hubiera de empobrecerlo; pero, muy al contrario, la fiel observancia de estos reglamentos era uno de los requisitos que se les imponía para tener prosperidad” (Patriarcas y profetas, p. 566).
“Dios habría podido salvar a los pecadores sin la colaboración del hombre; pero sabía que el hombre no podría ser feliz sin desempeñar una parte en esta gran obra” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 15).
CONCLUSIÓN
“Nunca debemos olvidar que se nos ha puesto a prueba en este mundo a fin de determinar nuestra aptitud para la vida futura. No podrá entrar en el cielo ninguna persona cuyo carácter haya sido contaminado por la fea mancha del egoísmo. Por lo tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos posesiones temporales a fin de que el uso que hagamos de ellas demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 24).
MI DECISIÓN
Cristo, tú eres mi Salvador; saca de mi corazón la fea mancha del egoísmo (repetir todos).
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