Rico y sin saberlo. En el mes de mayo de 1901 el barco de carga holandés “Tambora”, chocó con un arrecife y se hundió frente a una isla.
Los habitantes de la isla rescataron los restos. Un isleño llegó después y no encontró nada, sólo unos papeles de color, según comentó; los tomó y los llevó a su casa para decorar las paredes.
Algunos meses después, un mercader chino visitó la isla. El isleño deseaba comprar agujas y unos carretes de hilo. El comerciante le preguntó qué tenía para cambiar; “bueno, una valiosa espina de pescado”, contestó. El isleño lo invitó a la choza, para que la viera. Al entrar, cuál no fue la sorpresa del comerciante, al ver las paredes de la choza tapizadas con billetes holandeses, por una cantidad equivalente a $40,000.00 (Dlls.). El isleño vivía en medio de una fortuna, pero sin saberlo. Ese dinero carecía de valor, porque el hombre aquel lo desconocía.
Una vez que hemos entregado lo que Dios ha identificado como suyo, el diezmo; y hemos entregado la proporción que nosotros hemos decidido dar en calidad de ofrendas, hemos de avocarnos a atender nuestras necesidades y responsabilidades financieras, teniendo en cuenta dos cosas:
1. Los recursos que han quedado en nuestras manos también son de Dios, y la forma en que administremos estos recursos también puede ofender u honrar a Dios.
2. Dios ha prometido una bendición especial. “Cuando se le devuelve a Dios lo que él pide, el resto será santificado y bendecido para nuestro propio uso. Pero, cuando un hombre roba a Dios reteniendo lo que él requiere, su maldición recae sobre el conjunto” (El hogar adventista, 334).
Ahora hemos de tomar en cuenta algunos elementos al administrar estos recursos.
I. Vámonos de compras
A. Pensamientos
Isaías 55: 2 “¿Por qué gastáis el dinero...?”
“Los hábitos de complacencia propia, o la falta de tacto y habilidad... pueden ser una carga constante para la tesorería;... por eso puede ser que una familia necesite para su sostén dos veces más que otra igualmente numerosa” (El hogar adventista, p. 339).
Todos los gastos deben anotarse con exactitud.
Kenny Luck, en su libro 52 maneras de estirar su dinero, pág. 73, dice: “El presupuesto de muchas familias está pasando por un endurecimiento de las arterias. Se han acostumbrado a una serie de cosas o lujos, que de abandonarlos, podrían ahorrarles mucho dinero. La reducción de la grasa y el ejercicio de la autodisciplina y la creatividad en el gasto, mejorarán la salud financiera”.
B. Consideraciones
Quienes han observado el comportamiento de los compradores en el escenario de las decisiones, dicen que éstos, por su manera de actuar, se dividen en tres:
1. Los que piensan en necesidades reales. Que son aquellas que tenemos todo: alimento, vestido, salud, techo, etc.
2. Los que piensan en necesidades imaginarias. Estos son aquellos que consideran tener al ver algunos artículos que les gustaría comprar; aunque pueden pasarla sin ellos.
3. Antojos y/o deseos. El comprador reconoce no tener necesidad de algo, sin embargo, porque está en oferta, porque se ve bien, porque su vecino(a) lo compró, también le gustaría tenerlo.
C. Sugerencias útiles
1. En las compras de mayoreo siempre encontrarás mejores precios que en las de menudeo.
2. De acuerdo al tipo de mercancía o producto, puedes hacer compras anuales, mensuales, semanales o diarias.
3. El precio de tu mercancía puede ser afectada por la distancia que has recorrido para obtenerla.
4. Antes de salir de compras a las tiendas, elabora una lista de tus necesidades; ¡no te expongas! Toma en cuenta que cada tienda vende el mismo producto, con su propia marca; esa mercancía siempre es más económica.
II. Ahorros
“Usted no sabe emplear el dinero económicamente ni aprende a restringir sus deseos dentro de los límites de sus entradas... tiene intenso deseo de obtener dinero, para gastarlo libremente en lo que dicte su inclinación, y su enseñanza y ejemplo han sido una maldición para sus hijos” (El hogar adventista, p. 340).
“Me fue mostrado que ustedes hermano mío y hermana mía, tienen mucho que aprender. No han vivido de acuerdo con sus recursos. No han aprendido a economizar” (El hogar adventista p, 341).
“Debiera usted aprender a reconocer cuándo hay que ahorrar y cuándo hay que gastar... Las pequeñas salidas que usted no considera dignas de mencionarse suman al fin una cantidad considerable” (El hogar adventista, p. 344).
Ideas útiles y prácticas:
- Gastar menos y ahorrar más requiere: paciencia, disciplina y tiempo.
- Ahorre en el consumo de agua, luz, gas y teléfono. Mentalice a todos los miembros de su familia, de que disminuir su consumo, puede ser muy ventajoso.
- Evite las compras compulsivas. Son las que más gastos innecesarios generan.
- No gaste hoy el dinero que recibirá mañana; además nunca lo gaste todo.
- Cuando salga a comprar lleve una lista con las necesidades especiales. No se exponga...
III. Deudas y crédito
A. Deudas
“El rico se hace dueño de los pobres y el que toma prestado se hace siervo del que presta... No seas de aquellos que se comprometen, de los que salen fiadores de deudas ajenas” (Proverbios 22: 7, 26).
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley” (Romanos 13: 8).
“Cuando uno se queda endeudado, está en una de las redes que Satanás tiende a las almas... Niéguese mil cosas antes que endeudarse. El contraer deudas ha sido la maldición de su vida. Evítelo como evitaría la viruela” (El hogar adventista, p. 357, 358).
Las deudas producen ansiedad, tensión emocional, fatiga mental continua, periodos de llanto y depresión, quejas y reclamaciones, la búsqueda de culpables y enfermedades nerviosas.
B. Uso de crédito
Hace algunos años, tener una tarjeta de crédito era una distinción especial; no cualquiera podía llenar los requisitos para tenerla. Hoy en día los bancos las envían hasta sin pedirlas...
En el contexto de nuestro estudio, alguien pregunta: ¿qué debo hacer con mi tarjeta de crédito? Y en forma gráfica, otro contestó: tomar una tijera y partirla en dos.
- Aunque una tarjeta de crédito es un instrumento que puede ser muy útil en un determinado momento, para muchas personas representa una trampa que produce caídas y raspones en el presupuesto familiar.
- Una tarjeta de crédito requiere de su poseedor: capacidad de análisis, serenidad y mucha sabiduría.
- El crédito es una mercancía demasiado cara.
- Ahorra primero y gasta después.
“Cuídense los centavos y se ahorrarán los pesos” (El hogar adventista, p. 358).
CONCLUSIÓN
Así como hay parejas que la falta de administración de las finanzas les ha provocado serios problemas, aún el divorcio, hay otras que habiéndose puesto de acuerdo, y confiado la tarea de la administración al que tenga más idoneidad para hacerlo, han logrado grandes cosas para su hogar y su familia.
Muchos padres, desde que sus hijos están pequeños han comenzado a ahorrar para la etapa de la universidad.
MI DECISIÓN
Ser responsable al comprar, ahorrar y evitar las deudas, no solo para salir adelante, sino en agradecimiento a Dios por todo lo que nos ha dado.
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