"Dijo pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera. Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura”… “Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación.” (Génesis 6:13-15; 7:1).
INTRODUCCIÓN
¿Te imaginas construir algo sin nada de experiencia? ¿Te imaginas armar una bicicleta, un auto, una casa, un avión, una nave espacial sin haber aprendido a hacerlo?
¿Crees poder construir alguna de estas cosas a la edad de tu abuelito? Sabes, la Biblia nos enseña que, con la ayuda de Dios, un hombre pudo hacer esto realidad.
Todos conocemos la historia de Noé y el arca. Es una gran historia de cómo Dios dio a un hombre la esperanza de la vida al construir un arca jamás vista antes.
Era muy raro construir un arca en los tiempos de Noé, lejos de cualquier mar o río para que pudiera flotar. De modo que, como nunca antes había llovido, nadie se imaginaba siquiera un diluvio. Sin embargo, Noé estaba más preocupado por obedecer a Dios que de que lo tomaran por loco.
Hoy veremos que con la ayuda de Dios podemos ser constructores de esperanza.
DIOS, CONSTRUCTOR DE ESPERANZA
Fue Dios quien busco a Noé, le dijo exactamente como tenía que hacer el arca, y no lo dejó ni decir: “¿Será que podríamos hacerlo de esta manera?”.
El diseño de Dios era perfecto y todo funcionó.
¿Qué hubiera pasado si Noé hubiese construido el arca de una manera diferente a lo que Dios había especificado?
El arca hubiese sido destruida con el resto del mundo.
Así como Dios diseñó un arca, también diseñó un plan de salvación.
Dios diseñó un plan para que cada uno de nosotros pudiera ser restaurado de una vida de pecado a una vida eterna. Creo que el secreto es hacer exactamente la voluntad de nuestro Dios, pues la historia del arca de Noé nos muestra que al final todo salió como Dios lo había anunciado.
Por muchos años, Dios fue paciente con la gente que vivió durante los días de Noé, dándoles tiempo más que suficiente para que se arrepintieran de su maldad e hicieran la voluntad de Dios. No habría una segunda arca por la cual podrían ser salvos, y no importaba si la gente creía que Noé estaba loco al creer que solamente el arca en la que él se encontraba se salvaría. El hecho es que Dios solamente autorizó un arca para que su plan de salvar a Noé y su familia funcionara. De la misma manera, si hubiese habido otras embarcaciones durante los días de Noé, todas aquellas que no estaban autorizadas, diseñadas y construidas por la persona elegida por Dios, se habrían hundido.
Para poder entrar al arca se tenía que pasar por la única puerta que éste tenía. Nadie podía decir "yo estoy dentro del arca" a menos que hubiera pasado por la puerta. Podemos ver que si alguien aseguraba estar dentro del arca sin haber pasado por la puerta, esa persona estaría demente.
El arca estaba completamente sellada y la única fuente de luz provenía de la única ventana que Dios autorizo.
Por eso tenemos muy claro que Dios es nuestra única esperanza; que construye en nosotros cada día nuestra salvación.
NOÉ, CONSTRUCTOR DE ESPERANZA
Noé tenía 500 años cuando él comenzó a tener niños. Sus tres hijos llamados en la Biblia son: Sem, Cam y Jafet. Él murió cuando él tenía 950 años.
Noé en el hebreo significa "Reposo".
Noten la descripción dada acerca de Noé: varón justo, perfecto (sin reproches) en sus generaciones, Noé caminaba con Dios.
Pero eso no le daba las habilidades de ser un constructor de arca.
Construir un arca no era un trabajo para cualquier persona, porque esa arca salvaría a los fieles a Dios.
Noé tenía 600 años cuando Dios le pidió que construyera el arca. Nadie debe sentirse viejo, a pesar de que alguien diga que su tiempo ya pasó, y que a su edad ya no puede hacer algo que valga la pena.
El tamaño aproximado del arca era de 150 metros de largo, 25 de ancho y 15 de alto. Era algo muy grande y vistoso para su tiempo y la gente se burlaba de eso.
No debemos olvidar que el arca es el medio por el cual las personas tenían una solución para escapar de la destrucción que sobrevenía a este mundo por causa del pecado.
Recordemos que el arca fue construida por un novato, sin experiencia y después de que terminó, luego de 40 días y 40 noches, se mantuvo firme hasta el final, que comparado con el Titanic que fue construido por profesionales y se hundió en su primer viaje.
Noé fue salvo por su gran fe en Dios.
Cada uno de nosotros puede llegar a ser constructores de esperanza; escuchando al Señor y construyendo lo que él nos dice que hagamos. Hoy, eso equivaldría a la predicación de su Palabra.
Debemos construir medios, situaciones, oportunidades para que otros acepten a Jesús.
Entonces podemos decir que Dios nos puede usar aun viejos, sin experiencia; pero transformándonos para ser constructores de esperanza.
JESÚS, CONSTRUCTOR DE ESPERANZA
De la misma manera, hoy también tenemos un constructor, en este caso es Jesucristo (Mateo 16:13-18).
Dios, al construir el plan de salvación por el cual entregó a su hijo amado, Jesucristo, construyó la oportunidad de que podamos ser parte de este plan de rescate.
Así como Noé construyo un arca, Jesús es el arca de salvación para nosotros hoy.
Solo hay una forma de construcción: Jesús
Solo hay una puerta de entrada: Jesús.
Solo hay una ventana que da luz: Jesús.
Solo hay un puerto de desembarque: Jesús.
CONCLUSIÓN
El arca se construyó en la Tierra y aunque no había agua terminó navegando en el mar.
Nadie puede negar que solamente Dios diseñó un arca, y que solamente se construyó una, y que solamente había una forma de entrar; y solamente aquellos que se encontraban dentro de ella se salvaron del diluvio.
Igualmente usted no puede negar que las Escrituras enseñan claramente que Dios entrego solo un Hijo, y que la única forma de salvarse es entrando por él; que solamente serán salvos son aquellos que se encuentran con él.
¡Jesús mi constructor de Esperanza!
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