By Pablo Millanao
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” Hebreos 1:1, 2.
INTRODUCCIÓN
Dios siempre ha buscado darse a conocer. Antes de que el pecado colocara una barrera entre él y nosotros, la comunicación con Dios era personal y directa.
INTRODUCCIÓN
Dios siempre ha buscado darse a conocer. Antes de que el pecado colocara una barrera entre él y nosotros, la comunicación con Dios era personal y directa.
La última vez
que ese tipo de comunicación ocurrió fue en ocasión de la entrada del pecado al mundo.
Dios salió al encuentro de la primera pareja en el huerto del Edén y les anunció las consecuencias
de su desobediencia (Gén. 3:8-11).
Nunca más el ser humano gozaría tal grado de
intimidad con Dios al comunicarse con él. ¿O tal comunicación sería, de alguna manera,
nuevamente posible?
Un hombre tomó la peor decisión de su vida, al perder la comunicación
con Dios cara a cara, producto del pecado
¿Será que a través de otro hombre podría
restablecerse la comunicación con Dios?
Varios siglos pasaron y la Biblia registra la experiencia de un hombre que gozó de una comunicación sumamente íntima y directa con Dios. Su nombre fue Moisés.
Varios siglos pasaron y la Biblia registra la experiencia de un hombre que gozó de una comunicación sumamente íntima y directa con Dios. Su nombre fue Moisés.
De él se nos
dice:
“Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo,
se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a
cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué
hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo” Éxodo 33:10, 11.
Luego de la muerte de Moisés, es probable, que el mismo Josué, agregara lo siguiente
a la biografía de este gran líder:
“Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés,
a quien haya conocido Jehová cara a cara” Deuteronomio 34:10.
Dios conoció a Moisés cara a cara
y, en esa experiencia, Moisés también conoció a Dios.
El modo de comunicación entre ellos era muy simple y directo. Ellos hablaban. ¿Te imaginas?
¡Hablar con Dios como habla cualquiera con su compañero!
En diversas oportunidades,
la Biblia nos señala que Dios tomo la iniciativa para llamar y hablar a Moisés,
además de responder a sus inquietudes.
DESARROLLO
Luego de huir de Egipto, Moisés pasó 40 años en el desierto de Madián. Atrás habían quedado los días de la realeza y de su poder en la corte egipcia.
Deben haber sido años
difíciles: marcados por un pasado con errores y un futuro como pastor de ovejas que contrastaba con el potencial que alguna vez tuvo. No desconocía la triste condición de Israel
en Egipto, pero ya nada podía hacer. Ahora era un mero espectador de su propia vida. Al
menos, eso pensaba él.
Sin embargo, llegó el día en que,
“Lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés,
Moisés! Y él respondió: Heme aquí” Éxodo 3:4.
Perfectamente, él pudo rechazar el llamado
de Dios e incluso se sintió no merecedor de tan honrosa invitación a servirle, el tomó la
mejor decisión de su vida, a partir de ahí todo cambiaría.
Desde aquel día, los diálogos entre Dios y Moisés fueron muchos y profundos.
Hubo
ocasiones en las que algunas personas acompañaron a Moisés en el trayecto a sus entrevistas
con Dios, sin embargo, era solo Moisés el que se acercaba y dialogaba con él (Ej.:
Éxo. 24:1, 2).
Sin lugar a dudas, esas entrevistas a solas con Dios deben haber marcado
profundamente la vida de este líder. Sin embargo, podríamos preguntarnos ¿cómo tendría
el resto del pueblo de Israel una experiencia cercana con Dios?
Hubo momentos importantes en la experiencia del pueblo, en los que Dios no solo le
habló a Moisés, sino que además le pidió que compartiera sus palabras y vivencias por
escrito con el pueblo.
Algunos episodios fueron muy positivos, otros bastante lamentables
de parte del pueblo. Con todo, Dios invitó a Moisés a que guardara un registro como
memoria de su misericordia y fidelidad. De ahí en adelante Moisés sirvió al Señor.
Necesariamente, cuando tenemos una relación estrecha con él, somos su voz para quienes nos
rodean.
Veamos algunos ejemplos:
• Éxodo 17:14. El pueblo acababa de molestarse con Moisés y con Dios. Dudaban de la presencia de Jehová en medio de ellos debido a que sentían sed y no hallaban agua (vers. 7).
• Éxodo 17:14. El pueblo acababa de molestarse con Moisés y con Dios. Dudaban de la presencia de Jehová en medio de ellos debido a que sentían sed y no hallaban agua (vers. 7).
La intervención divina fue sorprendente, y todo el pueblo
fue testigo de cómo brotaba agua desde una peña en Horeb. A pesar de su
rebeldía, Dios mantuvo su fidelidad proveyendo para su necesidad.
Poco después
de ese incidente los amalecitas salieron a pelear con Israel. Moisés recibió
instrucciones directas de Dios y, mientras las siguieron lograron vencer
a los de Amalec. Jehová los había librado.
Sin embargo, el incidente del agua
nos demuestra cuán rebelde y olvidadizo podía ser el pueblo. Por esta razón
Dios le indicó a Moisés:
“Escribe esto para que sea recordado en un libro” Éxodo 17:14.
Es significativo pensar que estos relatos están en nuestra Biblia hoy
debido a que Moisés siguió esta instrucción divina.
Nos sirven como recordatorio
constante de la fidelidad y paciencia de Dios.
La palabra de Dios que
hoy tenemos sin duda es el mejor registro de un hombre que tomó la mejor
decisión de su vida: tener una vida conectada con su Señor.
¿Tienes una Biblia?
Consigue una, es la mejor manera que tenemos de comenzar una relación íntima
con nuestro Dios. A través de estas líneas lo conocerás profundamente.
• Éxodo 24:4, 7. En este episodio se registra el optimismo del pueblo. Pretendían guardar todas las indicaciones de Dios (caps. 20-23).
• Éxodo 24:4, 7. En este episodio se registra el optimismo del pueblo. Pretendían guardar todas las indicaciones de Dios (caps. 20-23).
Estas habían quedado
escritas en “el libro del pacto” (vers. 7).
Este libro probablemente fue
creciendo con el tiempo hasta que fue colocado al lado del arca del pacto
en donde estaban las tablas de la ley (ver Deut. 31:9-11, 26).
El optimismo del
pueblo sirve de telón de fondo para la narración que sigue.
Moisés sube al
monte para recibir más instrucciones de parte de Dios respecto a la forma
en que Dios se revelaría a ellos en el Santuario (caps. 25-31).
Sin embargo, cuando Moisés regresa al campamento, halla al pueblo quebrantando todo lo
que habían prometido: el famoso episodio del becerro de oro (cap. 32).
¡Qué
contraste!
El libro escrito por Moisés y escuchado por el pueblo era un testigo
poderoso en contra de ellos mismos.
Sin embargo, qué hermoso es ver cómo
el diálogo íntimo entre Dios y Moisés le brinda una nueva oportunidad al pueblo:
“Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor
en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra
iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad” Éxodo 34:9.
CONCLUSIÓN
La comunicación íntima entre Dios y Moisés dan forma a lo que conocemos hoy como el Pentateuco: los 5 primeros libros de la Biblia.
Como tales, son un testimonio
irrefutable de nuestra debilidad como seres humanos pero, al mismo tiempo,
proclaman cuán grande es el amor de Dios hacia nosotros.
Su Palabra nos recuerda las maravillas que él nos ha prometido. Tal como actuó
en el pasado lo hará con nosotros en el presente; sin embargo ¡cuán fácilmente se
nos olvida que tenemos a un Dios poderoso de nuestro lado!
Debemos permitir que
la Biblia refresque nuestra memoria y nos invite a confiar en las victorias que Dios
nos dará.
Al mismo tiempo, cuán reconfortante es poder repasar las vivencias del pueblo de
Dios.
Nada se oculta: tanto lo bueno, pero especialmente lo malo se nos relata con
total honestidad.
La Biblia no busca esconder las imperfecciones y, al hacerlo, nos
permite entender que Dios está dispuesto a relacionarse con gente imperfecta.
Dios
es un Dios de oportunidades; cada error nuestro es una oportunidad en la que él nos
muestra su gracia y fidelidad. La Biblia da testimonio de eso.
La vida de Moisés no fue perfecta. Estuvo marcada por luchas, por el desánimo,
el cansancio y, en ocasiones, la frustración.
Sin embargo, tomó la mejor decisión de
su vida, en todo momento el diálogo íntimo con su Dios lo sostuvo y supo perseverar.
LLAMADO
LLAMADO
¿Qué dificultades enfrentas hoy?
¿Necesitas hablar pero no hay quien escuche?
¿Te da
miedo contar lo que solo podría acarrearte problemas o prejuicios de los demás?
Hay un
Dios que escucha y que habla a todo aquel que está dispuesto a ese diálogo íntimo. La
Biblia es el resultado de ese diálogo y está a tu disposición.
El secreto de Moisés fue sencillo: él hablaba con Dios.
Tú tienes la misma oportunidad.
Puedes vivir la vida con esperanza al confiar en la Palabra de Dios.
Recuerda:
“Porque
las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de
que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” Romanos 15:4.
¿Aceptarás las palabras de Dios?
¿Permitirás un diálogo honesto con Dios?
¿Quieres
ser testigo de cómo la Palabra de Dios te guía?
Entonces vive al lado del Dios que habla y
que escucha.
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