Por Claudia Chicahuala de Boleas
TEXTO BÍBLICO
“Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.” (Lucas 18:15 al 17)
INTRODUCCIÓN
Esta reflexión está inspirada en uno de los relatos más tiernos narrados en el Nuevo Testamento. Está registrado en Lucas 18:15 al 17, y dice así: “Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discí- pulos, les reprendieron. Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él”.En cierta oportunidad, mientras leíamos con un grupo de amigos estos pasajes, oí a una de las madres presentes decir con profundo anhelo:
“¡Qué daría por tener hoy ese privilegio de llevarle mis niños a Jesús! ¡Qué hermoso sería verlo acariciar la cabecita de nuestro travieso Juanchi, o recibir con una sonrisa las florcitas que, seguramente, querría llevarle Inés! Si hoy se me presentara esa oportunidad, haría todo lo que fuera necesario y aún más, con tal de llevarlos a los pies de mi amado Señor, aunque solo fuera por un momento”.
De inmediato pensé “¡Tienes esa posibilidad, hoy!”, pero sin darme cuenta, una ola de entusiasmo se había agitado en mi propio corazón y me había impulsado a decir estas palabras en voz alta. Todos me miraron sorprendidos y tuve que continuar:
“Creo que todos los padres en la actualidad tenemos la posibilidad de llevar a nuestros hijos a Jesús, cada día. En eso consiste, precisamente, la práctica del culto familiar”.
Acerca del encuentro que Jesús tuvo con los niños y sus madres aquel día, la Biblia presenta algunos detalles que encierran valiosas orientaciones, para todos los padres y las madres que luchan para mantener vibrante en el hogar la experiencia del culto familiar. “PARA QUE LOS TOCASE”
Dice el relato que esas madres piadosas “Traían a él los niños para que los tocase…” (vers. 15), y esta es una de las claves del éxito para los cultos que celebramos en nuestro hogar cada día:
El culto familiar debe ser una ocasión de feliz encuentro con Jesús. Así considerado, el culto no será, simplemente, la hora de leer historias o de cantar cantos lindos y orar; será mucho más que eso: la oportunidad de oír lo que Jesús tiene para decirnos y de pasar un tiempo especial en su tierna cercanía. Así, cada miembro de la familia podrá sentir su toque amoroso. Por eso, al planificar ese encuentro cotidiano, latirá en nuestra alma el mismo entusiasmo e ilusión que habrá agitado el corazón de aquellas madres que, con cada paso que daban, se encontraban más cerca de recibir la bendición. A veces, podemos caer en el error de hacer del culto una ocasión formal, una manera de cumplir con un compromiso religioso al que le asignamos un valor positivo, pero que a su vez, carece de brillo y alegría. Si algo de eso nos llegara a suceder, pensemos en la algarabía, los cantos y las risas que habrán llenado el aire de alabanza esa mañana, mientras las preciosas familias caminaban para encontrarse con Jesús. Cada día, a la hora fijada para el culto, él se hace presente en nuestros hogares. Su presencia es tan real hoy, como lo fue esa mañana en Galilea. “DEJAD A LOS NIÑOS VENIR A MÍ…”
Este pedido de Jesús, “Dejad a los niños venir a mí” (Mateo 19:14), estaba relacionado con su preocupación acerca de que se interpusieran entre él y los niños y jóvenes cuestiones irrelevantes, que les impidieran ver la belleza de su amor.
“Jesús tomó a los niños en sus brazos y descendió al nivel de los jóvenes. Su gran corazón lleno de amor podía comprender sus pruebas y necesidades, y se gozaba en su felicidad. […] La Majestad del cielo condescendía a responder sus preguntas y simplificaba sus importantes lecciones para ponerlas al alcance de su entendimiento infantil” (Ibíd).
Así define el consejo inspirado el clima que debe reinar en los encuentros espirituales en el hogar. Al leer la Biblia, cada miembro debe sentirse libre y feliz de participar con sus reflexiones y preguntas, por simples que éstas sean. Y al orar, cada preocupación debe ser presentada al que no se cansa de oír y anhela dar su bendición.
“NO SE LO IMPIDÁIS”
En aquella ocasión fueron las palabras ásperas de los discípulos las que estuvieron a punto de impedir que aquellas familias necesitadas de él llegaran a Jesús; pero podría suceder que hoy, dentro de nuestros contextos particulares, haya cosas que nos estén impidiendo llegar con nuestros hijos al encuentro diario con Jesús.
“¿Qué nos está impidiendo hoy, a nosotros como familia, tener nuestro encuentro diario con Jesús?”.
Considerar esta pregunta en el círculo de la familia puede ser un hecho muy revelador.
Tanto los niños como los jóvenes tienen la virtud de ser muy sinceros y sus comentarios pueden resultar muy orientadores. Los cultos largos no son aconsejables, tampoco lo son un clima oscuro y monótono o poco participativo. Pudiera ser que alguno de estos rasgos esté convirtiendo el culto en una actividad “aburrida” o poco estimulante para los niños. Por otra parte, pudiera ser que el cansancio o la prisa nos estén impidiendo encontrar el momento adecuado, pero es tan bueno recordar la experiencia de las familias que fueron a ver a Jesús aquel día, porque tanto los niños como las madres resultaron bendecidos:
“Jesús dirigió a las madres palabras de aliento […] ¡cuánto alivió así sus ánimos! [...] Las misericordiosas palabras de él habían quitado la carga que las oprimía y les habían infundido nueva esperanza y valor. Se había desvanecido todo su cansancio” (Ibíd. p. 248).
“PORQUE DE LOS TALES ES EL REINO DE LOS CIELOS”
Jesús cerró su declaración en esa oportunidad con una visión del conflicto entre el bien y el mal. Ese día, él señaló a un grupo de los vencedores: ¡aquellos niños que tienen unos padres que los llevan al encuentro de Jesús! “El alma del pequeñuelo que cree en Cristo es tan preciosa a sus ojos como los ángeles que rodean su trono. Los niños deben ser llevados a Cristo y educados para él. […] Los hijos son herencia del Señor, y el plan de redención incluye la salvación de ellos tanto como la nuestra. Pero han sido confiados a sus padres […] a fin de que sean preparados para hacer su obra en este tiempo y en la eternidad” (Ibíd. P. 253)
TEXTO BÍBLICO
“Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.” (Lucas 18:15 al 17)
INTRODUCCIÓN
Esta reflexión está inspirada en uno de los relatos más tiernos narrados en el Nuevo Testamento. Está registrado en Lucas 18:15 al 17, y dice así: “Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discí- pulos, les reprendieron. Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él”.En cierta oportunidad, mientras leíamos con un grupo de amigos estos pasajes, oí a una de las madres presentes decir con profundo anhelo:
“¡Qué daría por tener hoy ese privilegio de llevarle mis niños a Jesús! ¡Qué hermoso sería verlo acariciar la cabecita de nuestro travieso Juanchi, o recibir con una sonrisa las florcitas que, seguramente, querría llevarle Inés! Si hoy se me presentara esa oportunidad, haría todo lo que fuera necesario y aún más, con tal de llevarlos a los pies de mi amado Señor, aunque solo fuera por un momento”.
De inmediato pensé “¡Tienes esa posibilidad, hoy!”, pero sin darme cuenta, una ola de entusiasmo se había agitado en mi propio corazón y me había impulsado a decir estas palabras en voz alta. Todos me miraron sorprendidos y tuve que continuar:
“Creo que todos los padres en la actualidad tenemos la posibilidad de llevar a nuestros hijos a Jesús, cada día. En eso consiste, precisamente, la práctica del culto familiar”.
Acerca del encuentro que Jesús tuvo con los niños y sus madres aquel día, la Biblia presenta algunos detalles que encierran valiosas orientaciones, para todos los padres y las madres que luchan para mantener vibrante en el hogar la experiencia del culto familiar. “PARA QUE LOS TOCASE”
Dice el relato que esas madres piadosas “Traían a él los niños para que los tocase…” (vers. 15), y esta es una de las claves del éxito para los cultos que celebramos en nuestro hogar cada día:
El culto familiar debe ser una ocasión de feliz encuentro con Jesús. Así considerado, el culto no será, simplemente, la hora de leer historias o de cantar cantos lindos y orar; será mucho más que eso: la oportunidad de oír lo que Jesús tiene para decirnos y de pasar un tiempo especial en su tierna cercanía. Así, cada miembro de la familia podrá sentir su toque amoroso. Por eso, al planificar ese encuentro cotidiano, latirá en nuestra alma el mismo entusiasmo e ilusión que habrá agitado el corazón de aquellas madres que, con cada paso que daban, se encontraban más cerca de recibir la bendición. A veces, podemos caer en el error de hacer del culto una ocasión formal, una manera de cumplir con un compromiso religioso al que le asignamos un valor positivo, pero que a su vez, carece de brillo y alegría. Si algo de eso nos llegara a suceder, pensemos en la algarabía, los cantos y las risas que habrán llenado el aire de alabanza esa mañana, mientras las preciosas familias caminaban para encontrarse con Jesús. Cada día, a la hora fijada para el culto, él se hace presente en nuestros hogares. Su presencia es tan real hoy, como lo fue esa mañana en Galilea. “DEJAD A LOS NIÑOS VENIR A MÍ…”
Este pedido de Jesús, “Dejad a los niños venir a mí” (Mateo 19:14), estaba relacionado con su preocupación acerca de que se interpusieran entre él y los niños y jóvenes cuestiones irrelevantes, que les impidieran ver la belleza de su amor.
“Jesús tomó a los niños en sus brazos y descendió al nivel de los jóvenes. Su gran corazón lleno de amor podía comprender sus pruebas y necesidades, y se gozaba en su felicidad. […] La Majestad del cielo condescendía a responder sus preguntas y simplificaba sus importantes lecciones para ponerlas al alcance de su entendimiento infantil” (Ibíd).
Así define el consejo inspirado el clima que debe reinar en los encuentros espirituales en el hogar. Al leer la Biblia, cada miembro debe sentirse libre y feliz de participar con sus reflexiones y preguntas, por simples que éstas sean. Y al orar, cada preocupación debe ser presentada al que no se cansa de oír y anhela dar su bendición.
“NO SE LO IMPIDÁIS”
En aquella ocasión fueron las palabras ásperas de los discípulos las que estuvieron a punto de impedir que aquellas familias necesitadas de él llegaran a Jesús; pero podría suceder que hoy, dentro de nuestros contextos particulares, haya cosas que nos estén impidiendo llegar con nuestros hijos al encuentro diario con Jesús.
“¿Qué nos está impidiendo hoy, a nosotros como familia, tener nuestro encuentro diario con Jesús?”.
Considerar esta pregunta en el círculo de la familia puede ser un hecho muy revelador.
Tanto los niños como los jóvenes tienen la virtud de ser muy sinceros y sus comentarios pueden resultar muy orientadores. Los cultos largos no son aconsejables, tampoco lo son un clima oscuro y monótono o poco participativo. Pudiera ser que alguno de estos rasgos esté convirtiendo el culto en una actividad “aburrida” o poco estimulante para los niños. Por otra parte, pudiera ser que el cansancio o la prisa nos estén impidiendo encontrar el momento adecuado, pero es tan bueno recordar la experiencia de las familias que fueron a ver a Jesús aquel día, porque tanto los niños como las madres resultaron bendecidos:
“Jesús dirigió a las madres palabras de aliento […] ¡cuánto alivió así sus ánimos! [...] Las misericordiosas palabras de él habían quitado la carga que las oprimía y les habían infundido nueva esperanza y valor. Se había desvanecido todo su cansancio” (Ibíd. p. 248).
“PORQUE DE LOS TALES ES EL REINO DE LOS CIELOS”
Jesús cerró su declaración en esa oportunidad con una visión del conflicto entre el bien y el mal. Ese día, él señaló a un grupo de los vencedores: ¡aquellos niños que tienen unos padres que los llevan al encuentro de Jesús! “El alma del pequeñuelo que cree en Cristo es tan preciosa a sus ojos como los ángeles que rodean su trono. Los niños deben ser llevados a Cristo y educados para él. […] Los hijos son herencia del Señor, y el plan de redención incluye la salvación de ellos tanto como la nuestra. Pero han sido confiados a sus padres […] a fin de que sean preparados para hacer su obra en este tiempo y en la eternidad” (Ibíd. P. 253)
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