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La Fuerza más Poderosa

By Benjamín Vargas

Texto: Juan 15:7

INTRODUCCIÓN

La historia nos dice que el hombre siempre ha tratado de descubrir las fuerzas poderosas de la naturaleza. Primeramente descubrió el fuego; luego inventó la pólvora; más tarde Alejandro Nobel, inventó la dinamita, pero cuando el hombre pudo desintegrar el átomo e inventó la bomba atómica creyó haber descubierto la fuerza más poderosa del mundo.

Hoy voy a hablarles de la fuerza más poderosa del mundo. No les voy hablar de la bomba atómica, sino de la oración.

Les contaré una historia verídica acerca de un científico ateo devoto. (Un ateo es una persona que no cree absolutamente en Dios). Este científico ateo estaba haciendo investigaciones en un laboratorio de biología junto con un grupo de médicos, y estaba tratando de averiguar la medida de las ondas cerebrales del cerebro humano. (Tal vez algunos de ustedes saben, que el cerebro humano emite ondas eléctricas) y este grupo de científicos habían descubierto que hay un canal de ondas cerebrales y que cada persona tiene una medida de esas ondas, e incluso la medida de esas ondas sirve mejor como medio de identificación que las huellas digitales.

El grupo de médicos quería descubrir qué es lo que sucede con esas ondas emitidas por el cerebro en el momento en que una persona se está muriendo.
Los investigadores encontraron una señora que padecía una enfermedad que la tenía totalmente incapacitada y con muy poco tiempo de vida pero su mente estaba completamente bien. Sus familiares no querían cuidar de ella, la había abandonado y no querían ni siquiera verla. Esta mujer fue aceptada para este experimento.

Le conectaron cables y electrodos e incluso instalaron un pequeño micrófono muy cerca de ella. Los médicos se instalaron en una habitación contigua y a través de un vidrio podían observarla.
Cuando los últimos momentos de la muerte llegaban, la mujer comenzó a orar y alabar al Señor; y estos científicos quedaron tan absortos observándola en el momento de esa inesperada oración y alabanza, que se olvidaron de su experimento, y hasta algunos de ellos empezaron a llorar. El jefe de ese experimento, el científico ateo dijo después: “Jamás había llorado desde que era un niño”. 

Mientras los médicos observaban el momento agonizante de esa mujer, empezaron a escuchar un sonido como el tic-tac de un reloj, pero en una forma rápida intermitente y se dieron vuelta y vieron allí un instrumento que tenían para medir la potencia de las ondas cerebrales de esa mujer y que antes había sido usado para medir la potencia de las ondas radiales de un trasmisor de 50 kilovatios de una emisora que trasmitía mensajes alrededor del mundo.
En ese instrumento había un tablero con una aguja que marcaba el cero en el centro, y a la derecha 500 puntos positivos, y a la izquierda 500 puntos negativos.
Cuando ese instrumento fue usado para medir la potencia del transmisor de la emisora de radio, nunca había registrado más de nueve puntos positivos, pero en el momento de la muerte de esa mujer, cuando ella estaba orando al Señor, esa aguja estaba llegando a los 500 puntos positivos y trataba de elevarse más.

Si necesitamos una prueba del poder de la oración, creo que es evidente en una instrumentación científica que hay un canal de poder abierto entre nosotros los hijos de Dios y nuestro Padre Celestial, la oración. 

I. Qué es la oración

Tal vez muchos no entienden qué es la oración y quiero compartir con ustedes lo que la Biblia nos dice acerca de este poderoso canal de comunicación que Dios ha provisto para que el hombre pueda comunicarse con El, de este poder espiritual que Dios ha puesto a nuestro alcance.

Primeramente quiero dar una definición de lo que es la oración.
Hay muchas definiciones de lo que es la oración, pero la que más me gusta es el que la escritora cristiana Elena de White nos da en un hermoso libro titulado “El Camino a Cristo” página 93: 
“Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo”.

Los problemas que el hombre tiene que afrontar son cada vez más difíciles y complejos. Las cargas de la vida pesan más cada día. Pareciera que el pan de cada día tuviera sabor a lágrimas. La enfermedad atormenta el cuerpo y la preocupación amarga el espíritu.
En tales circunstancias el ser humano debe poder confiarle a alguien sus preocupaciones, debe abrirle el corazón a quien pueda comprenderlo y estimularlo.
En tales situaciones, qué hermoso es saber que podemos dirigirnos directamente a Dios por medio de la oración y presentarles todos nuestros problemas y preocupaciones.

Cuando Cristóbal Colón descubrió América, una carta enviada desde España a nuestro continente, tardada de cuatro a seis meses en llegar, pero hoy día, gracias a los grandes avances de la ciencia de la comunicación y el sistema de mensajería instantánea en internet nos llega en segundos.
Si el hombre moderno puede hacer eso con aparatos imperfectos de comunicación, como la radio y la televisión, cuánto más Dios, que es Todopoderoso y Omnisciente.
Él puede oírnos desde su morada en los cielos, no importa dónde estemos, ni en qué momento lo hagamos. 

Alguien dijo:
“Entre el corazón humilde y contrito y la Majestad del cielo no hay barreras; el único pasaporte es la oración”.

Otra definición dice: 
“La oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia”. CC, 93.

“La oración mueve el brazo del Omnipotente”.

¿Cuántos de nosotros aprovechamos ese poder?
Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Pedid y se os dará” (Mateo 7:7).
“Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” (Juan 15:7).
Cuando nosotros pedimos algo a Dios que esté de acuerdo a su voluntad, el Señor está dispuesto a dárnoslo.

Me gusta leer biografías de persona que han trabajado para Dios, y una de ellas es la de George Muller.
El nació en Alemania en el siglo XIX, y desde muy niño fue llevado a Inglaterra. El conoció a Cristo, lo aceptó como su Señor y Salvador y dedicó su vida a ayudar a los huérfanos de la ciudad de Bristol, y con mucha fe y oración construyó un orfanato que llegó a ser el hogar de dos mil niños desamparados.
El dinero para mantener esa institución y otros servicios auxiliares, lo obtuvo únicamente como respuesta a sus oraciones. 

De este milagro Muller escribió: “Siete millones y medio de libras esterlinas (Aproximadamente al cambio de hoy serían unos diez y medio millones de dólares) me han sido enviados como respuesta a la oración. Nosotros necesitamos como mínimo doscientos cincuenta mil dólares al año, y todo lo hemos recibido cuando lo necesitamos. Ninguna persona puede decir que yo he pedido un solo centavo. Nosotros no tenemos una junta para recolectar dinero, no hacemos recolección, ni tampoco tenemos deudas. Todo ha venido como respuesta a la oración”.

En la revista Selecciones de abril de 1997 se publicó un artículo sobre la oración titulado “El poder curativo de la oración” llamó la atención, especialmente por tratarse de una revista que no es religiosa, y quiero compartir a lo menos uno de los casos mencionados por el Doctor Larry Dossey, autor de ese artículo. 

Relata él, que mientras hacía su residencia médica en un hospital de la ciudad de Dallas, Texas, en los Estados Unidos, atendía un paciente de cáncer incurable en ambos pulmones por lo cual él recomendó no se sometiera al paciente a ningún tratamiento.

Durante sus visitas diarias a los pacientes del hospital, cada vez que pasaba por el cuarto de ese enfermo, estaba siempre rodeado de miembros de su iglesia que cantaban y oraban con fervor. 

Dice el doctor, que pensaba: “Haced bien, porque pronto van a cantar y rezar en su entierro”.
Un año más tarde, él estaba trabajando en otro hospital y un ex compañero lo llamó y le preguntó si le gustaría ver a su antiguo paciente. ¿Verlo? Pensó el médico, asombrado. No podía pensar que estuviera vivo. 

Cuando examinó las radiografías se quedó pasmado. Sus pulmones estaban completamente limpios y no había el menor rastro de cáncer.

“Nuestro Padre Celestial está esperando para derramar sobre nosotros la plenitud de su bendiciones.” 
“Dios está pronto y dispuesto a oír la oración sincera del más humilde de sus hijos” cuando oramos para hacer su voluntad.
¡Sí! Hay poder en la oración.

Otra definición nos dice:
“La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a él”.
Todo estudiante de física sabe que Sir Isaac Newton, científico inglés enunció las leyes de la gravedad y el movimiento, pero pocos saben que pasaba más tiempo estudiando la Biblia y orando que estudiando las estrellas. El dijo: 
“Cada uno de mis descubrimientos fue una respuesta a una oración. Con mi telescopio puedo penetrar millones de kilómetros en el espacio; pero a solas en mi habitación, orando, puedo acercarme más a Dios y al Cielo que con la asistencia de todos los Telescopios de la Tierra”.

Otra persona dijo: “Un hombre nunca está más alto que cuando está arrodillado”.
En una iglesia del sur del estado de Texas, en los Estados Unidos, la junta estaba buscando un nuevo pastor para su iglesia. Todos sabemos como son los texanos: grandes y fuertes; y todos los varones son así, grandes y fuertes, y el presidente de la Asociación les pregunto: ¿Y qué tan grande quiere que sea su pastor? 

Los miembros de esa junta eran también grandes espiritualmente, y uno de ellos dijo: “¿Queremos un pastor que cuando esté arrodillado pueda llegar hasta el cielo”.
Esta es la clase de jóvenes que necesitamos hoy, que cuando estén arrodillados puedan llegar hasta el cielo.

No estoy hablando de un sentimiento simplemente, sino de algo práctico. La oración no es repetir y repetir frases y palabras una y otra vez, sino que es un estilo de vida que nos eleva hacia Dios.

II. CONDICIONES PARA EL DIALOGO CON DIOS

La Biblia nos enseña que hay ciertas condiciones según las cuales podemos esperar que Dios oiga y conteste nuestras oraciones y son:

1. Necesidad de ayuda

Una de las primeras es que sintamos necesidad de su ayuda. El nos ha hecho esta promesa: “Porque derramaré agua sobre tierra sedienta y corrientes sobre el secadal” (Isaías 44:3).Los que tienen hambre y sed de justicia, los que suspiran por Dios, los que anhelan tener una comunión íntima con el Creador, pueden estar seguros sus peticiones serán contestadas a plenitud.

El corazón debe estar abierto a la influencia del Espíritu Santo. De otra manera no puede recibir las bendiciones de Dios.
Un profesor de una universidad fue a visitar a un maestro de Zen (Zen es una religión oriental de meditación) y ese profesor tenia su mente llena de muchas cosas. El maestro le invitó a sentarse y le sirvió té.

El maestro empezó a llenar la taza del profesor y le fue echando más y más té hasta que la taza se llenó y empezó a rebozar. El profesor le dijo: “Pero ya esta llena, no puede llenarla más”. El maestro de Zen le dijo entonces: “Usted es como esa taza, yo no puedo enseñarle Zen hasta que usted se haya vaciado de todas sus especulaciones y opiniones.”

Nosotros somos iguales. Estamos llenos de muchas cosas, y no precisamente con las cosas de Dios.

Hasta que nos vaciemos de toda nuestra suficiencia propia, de todo nuestro orgullo, de todos nuestros propios pensamientos, el Señor no puede llenarnos con lo suyo.
Hay que vaciarnos para encontrar ésa perspectiva de las cosas importantes y permitir que el Señor nos llene de su Santo Espíritu.

2. Confesar nuestro pecados.

“Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me oye.” (Salmo 66:18).
Si estamos apegados a algún pecado conocido el Señor no nos oirá. Dios no contesta oraciones de personas que tienen corazones impuros.

El pecado sin confesar es una barrera para que Dios oiga nuestras oraciones.
No solamente los actos malos son pecado si no también los malos hábitos que perjudican nuestro cuerpo son pecados, porque la Biblia dice que nuestro es el templo del Espíritu Santo.

En una ocasión un joven entró a la iglesia. Era un joven bien vestido, elegante, bien peinado, bien afeitado, hasta incluso le llamaría guapo. Me dijo: “Necesito hablar con alguien del pecado en mi vida”. Empezamos a hablar, y me mencionó pecados de la carne que había en su vida. El me decía: “he llegado a un estado tal, que ya ni siquiera puedo orar”.

Después de hablar un rato, llegamos a la conclusión que la causa de su inhabilidad de hablar con Dios era el pecado conocido en su vida que no estaba dispuesto a dejar.
Si queremos estar cerca de Dios, hay que quitar ese pecado. ¿Cómo? Hay que confesar ese pecado, hay que arrepentirnos y hay que dejar ese pecado, entonces podemos tener esa relación cerca con el Señor.

Cuando hayamos confesado nuestros pecados con corazón contrito todos nuestros pecados conocidos, podremos esperar que Dios conteste nuestras peticiones.
¿Quieren ustedes que Dios conteste sus oraciones? ¿Quieren que sus oraciones tengan poder? Limpien los canales de oración en su vida. 

3. Tener fe.

La oración eficaz tiene otro elemento: La fe.
“Porque es preciso que el que viene a Dios crea que existe y que se ha constituido remunerador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
La oración llena de dudas no es oída ni es contestada por el Señor. Hay muchas personas e incluso muchas iglesias que ponen signos de interrogación a grandes verdades de la Palabra de Dios, como el nacimiento virginal de Cristo, sobre la segunda venida de Cristo, sobre la expiación de la sangre de Cristo e incluso dudan de la inspiración de la Biblia.

El apóstol Santiago dice: 
“Pero pida con fe, no dudando nada porque el que duda es como la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. No piense pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”. (Santiago 1:6,7).

¿Creemos al pie de la letra todo lo que se nos dice en la Biblia? ¿Cree usted en Dios? Tal vez todos me dirán: “¡Sí, yo creo en Dios!” ¿Pero cuántos oran y leen cada día la Biblia y la ponen en práctica en su vida?

Cuando nosotros creemos lo que el Señor nos dice en su Palabra y lo ponemos por obra, El escucha y responde a nuestras oraciones. Jesús dijo a sus discípulos: 
“Todo cuanto pidiereis en la oración, creed que lo recibiréis ya; y lo tendréis” (Marcos 11:24).

El Señor no contesta las oraciones dudosas.

En el evangelio de San Mateo hay un relato de un hombre que tenía un hijo poseído por el demonio, y vino a Jesús pidiendo que le ayudara porque su hijo se echaba al fuego, al agua, y los discípulos de Jesús no tenían el poder de la oración para librar a su hijo de ese poder maligno. 
El Señor Jesús dijo:
“Por vuestra poca fe, porque de cierto os digo que si tuvieses fe como un grano de mostaza diréis a este monte pásate de aquí allá y se pasará y nada os será imposible, pero este género no sale sino con oración y ayuno” (Mateo 17:14-20).

La fe no es solamente un aceptación intelectual de algo. No es solamente decir,: “¡Oh si!, yo creo, yo lo acepto, estoy de acuerdo”.

En cierta ocasión un hombre iba a cruzar las cataratas del Niágara caminando sobre un cable de acero de una orilla a otra y llevando una carretilla. Antes de comenzar ese acto preguntó a los espectadores que esperaban ver su hazaña: ¿Creen ustedes que yo puedo pasar con esta carretilla a la otra orilla de las cataratas? La gente respondió a gritos: “Sí creemos, creemos que puedes hacerlo. ¡Vaya, hágalo!”.

Entonces le preguntó a uno de los espectadores: “Señor, quiere sentarse en la carretilla?” El interrogado respondió: “¡Oh, yo no! Yo creo que usted puede cruzar, pero yo no me voy a sentar en esa carretilla”.
¡Fe es cuando nos sentamos en la carretilla de Dios y dependemos de El y no de nosotros y nuestros medios!

¿Se ha sentado usted en la carretilla de Dios? ¿Está dependiendo de Dios, o solo está diciendo: “Sí yo creo en Dios, yo creo que El va a salvar a esta ciudad, yo creo en Dios, yo creo que Dios va a salvar a mi marido, yo creo que Dios va a hacer la obra necesaria para que yo encuentre trabajo, para que yo pueda entrar en la universidad y esto y lo otro?

¿Te has sentado en la carretilla, has demostrado con hechos que estás dependiendo de Dios, y cuando oras das gracias por anticipado al Señor aún antes que pase lo que estás pidiendo?
Eso es tener fe: Sentarse en la carretilla de Dios y depender de El. ¡Recuerde, Dios solo contesta oraciones de fe!.

4. Peticiones espirituales

Hay un principio que deberíamos emplear cuando oramos: Orar por las cosas espirituales y trabajar por las cosas materiales.
¡Muchas veces hacemos oraciones egoístas! Solo pedimos al Señor cosas materiales para nuestro propio beneficio, que muchas veces ni siquiera necesitamos.

El apóstol Santiago dice:

“Pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestro deleites” (Santiago 4:3).
Cuántos de nosotros oramos: “Señor yo te pido que me des un carro nuevo. Quiero que me ayudes a que me den un ascenso en mi trabajo, y pedimos mil cosas más para nuestra propia vanagloria. Eso es pedir mal.
Debemos evitar el peligro de caer en el materialismo. Es decir, caer en el peligro de querer tener más y más y nunca estar satisfechos con lo que tenemos.

Dios nos ha prometido que El contestará nuestras oraciones si nos deleitamos en Él.
“Deleitate así mismo en Jehová y él te contestará las peticiones de tu corazón”. Salmos 37:5.
Esto quiere decir que estamos buscando primeramente hacer la voluntad de Dios en todas las cosas.

5. Tener un espíritu perdonador

Cuando imploramos misericordia y perdón de Dios debemos tener un espíritu de amor en nuestro propio corazón.
¿Cómo Dios va a perdonar a personas que no perdona?

Jesús dijo:
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno y si vosotros no perdonáis tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestra ofensas” (Marcos 11:25).
Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas debemos perdonar a otros como esperamos ser perdonados nosotros.

Si usted tiene rencor contra alguien en su corazón, si usted no está dispuesto a perdonar, la Biblia dice que Dios no escuchará sus oraciones y que sus oraciones tampoco tienen poder. Dios tampoco quiere nuestras ofrendas si tenemos algo en contra de otra persona. “Por tanto si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda, anda reconcíliate primero con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda”. (Mateo 5:23,24).

Nosotros necesitamos aprender a perdonar y no guardar rencor, porque Dios nos perdona de la misma manera que nosotros perdonamos. Jesús dijo:
“En cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos pequeños, a mi lo hiciste. (Mateo 25:40). 
Si tú estás guardando rencor contra un hermano, entonces estás guardando rencor contra Cristo y Dios no contesta las oraciones de personas rencorosas que no perdonan.

6. Perseverancia

En la Biblia se nos dice que la perseverancia en la oración es una condición para recibir respuesta a nuestras peticiones.Debemos ser “Perseverantes en la oración” (Romanos 12:12). 
“Perseverantes en la oración, velando en ella con acciones de gracia” (Colosenses 4.2).

“Orando en todo tiempo y súplica en el Señor y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). 
“Orar sin cesar es mantener una unión no interrumpida del alma con Dios, de modo que la vida de Dios fluya a la nuestra, y de nuestra vida la pureza y la santidad refluyan a Dios”.

Muchos piensan que la oración es una actitud de postura física, o que Dios pretende que nos volvamos ermitaños o monjes, o que nos retiremos del mundo para dedicarnos a la oración.
Nosotros podemos orar en nuestro trabajo, en el bus, cuando vamos de regreso a casa, y aún mientras corremos, cuando salimos al parque a hacer ejercicio.

7. Orar en el nombre de Jesús

Jesús dijo: “Pediréis en mi nombre y os digo que yo rogaré al Padre por vosotros; porque el Padre mismo os ama”. (Juan 16:26,27).
“Yo os elegí a vosotros... para que cuando pidiereis al Padre en mi Nombre, él os lo dé”. (Juan 15:16).

“Orar en el nombre de Jesús es más que una mera mención de su nombre al principio y al fin de la oración. Es orar con los sentimientos y el espíritu de Jesús, creyendo en sus promesas, confiando en su gracia y haciendo sus obras.”

CONCLUSIÓN

Repasemos los siete puntos para orar con poder: 

1. Necesidad de ayuda
2. Confesar nuestro pecados
3. Tener fe 
4. Oraciones espirituales
5. Tener un espíritu perdonador 
6. Perseverancia
7. Orar en el nombre de Jesús

Hay personas aquí que necesitan experimentar el poder de la oración.
Para empezar a tener el poder de la oración hay que recibir a Cristo como el Señor y Salvador, dejando que él limpie nuestras vidas. Necesitan sentir necesidad de ayuda y abrir su corazón a Dios como a un amigo; necesitan confesar sus pecados, necesitan sentarse en la carretilla y dejar que Dios cruce esas cascadas dependiendo de El. Necesitan tener un espíritu perdonador, sin odio, sin rencores. Necesitan perseverar cada día, cada momento, sin desmayar. Necesitan invocar el nombre de Jesús, no solamente mencionándolo de labios, sino con su vida, con hechos para que el mundo sepa que hay poder en la sangre de Cristo.

LLAMADO

Dios te invita a hablar con él. En la Biblia encontramos el número de su teléfono: Jeremías 33:3
“Clama a mí y yo te responderé”.

Su teléfono nunca está ocupado y él siempre contesta personalmente. El no tiene una máquina con un mensaje grabado que nos diga “Gracias por llamar al cielo pero en éste momento no puedo atenderle, pero en cuanto pueda le llamaré”. 
La Biblia nos dice que: “Sus oídos están atentos al clamor de sus escogidos”. El que oye con profundo interés cada palabra de cada alma sincera que lo invoca y contesta sus oraciones y atiende nuestras súplicas y nos ofrece la salvación eterna.
¿Desea usted comunicarse con Dios?
Sólo tiene que dar tres pasos fáciles:
A. Reconoce que eres pecador, porque Dios oye a los humildes y a los que le buscan.
B. Confiesa tus pecados porque el pecado es como una pared que no permite que podamos comunicarnos con él.
C. Acepta a Jesucristo como tu único salvador. El nos ha prometido que todo lo que pidamos al Padre en su nombre, El nos lo concederá. Una vez que hayas tomado esta decisión, entonces deje que el Señor Jesús controle tu vida.

Un hombre que iba a una iglesia diariamente y pasaba allí horas. Un día cuando ese hombre salía de la iglesia, un amigo muy intrigado le preguntó: ¿Qué haces allí tanto tiempo?.El hombre contestó simplemente: “Yo lo miro a El y el me mira a mi; y cuando yo lo miro a El, lo veo por lo que es, y cuando El me mira a mi, no me ve solamente por lo que soy sino por lo que puedo ser a través de Cristo.”

Les invito a ejercer ese gran privilegio de poder ir con confianza, acercarse al trono de la gracia en oración.
Les invito postrarse de rodillas, y con la cabeza inclinada, cantar las palabras que yo voy a decir:

Oh, que amigo no es Cristo 
El sintió nuestra aflicción 
y nos manda que llevemos todo a Dios en oración. 
¿Vive el hombre desprovisto de consuelo y protección? 
Es porque no tiene dicho Todo a Dios en oración. 
¿Vives débil y cargado De temor y tentación?
A Jesús, tu amigo eterno, 
Cuenta todo en oración. 
¿Te desprecian tus amigos? 
Dilo a él en oración:
En sus brazos cariñosos 
Paz tendrá tu corazón.

ORACIÓN

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