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Esperanza Viva - Un Reposo Verdadero

Introducción

Sin dudas, usted ya habrá pasado por semanas en las que el trabajo y las demás actividades diarias agotan sus fuerzas. ¿Cuál fue su mayor deseo en esos momentos de cansancio? ¿Quería continuar trabajando o descansar? ¿Usted cree que el ser humano necesita un día semanal de reposo? 

En el mensaje de hoy comprenderemos mejor la razón por la que Dios instituyó un día para que el hombre pudiera descansar, recuperar sus fuerzas y mantener una relación más profunda con él y con los demás seres humanos.

I. EL ORIGEN DEL DÍA DE DESCANSO 

El sábado, el séptimo día de la semana, es el día de reposo. Según la Biblia, es el único recordatorio de la actividad creadora de Dios, cuando el amoroso Creador hizo el mundo en seis días y descansó el séptimo: 

“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:1-3). El sábado es un día santificado. La bendición de Dios reposa sobre él de una manera que lo separa de los otros seis días. 

Ese día nos recuerda a aquel que hizo originalmente todas las cosas y las declaró muy buenas: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto” (Génesis 1:31) 

El sábado es una señal del poder creador y redentor de Dios; señala a Dios como la fuente de vida y saber; nos recuerda la gloria original del hombre y testifica así del propósito de Dios al crearnos de nuevo a su propia imagen. Cuando el pueblo hebreo estaba por entrar en alianza con Dios, después de la liberación del cautiverio, Dios les hizo recordar una verdad que casi estaba olvidada entre ellos: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas” (Éxodo 20:8- 10). 

Aunque el sábado fue confirmado a Israel en los Diez Mandamientos dados en el Sinaí, el plan era que fuera una bendición para todas las naciones. Esta Ley divina es inmutable en sus exigencias. El sábado fue instituido antes de que el hombre pecara y continuará en la Tierra Nueva: “Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová” (Isaías 66:23). 

II. EL PROPÓSITO DEL DÍA DE REPOSO 

En vez de ser un día de tristeza, el sábado es un día de alegría y deleite: 
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:13 y 14). 

Jesús afirmó que el sábado es un día para beneficio del ser humano: 
“El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Marcos 2:27). 

Al crear un día de reposo, el propósito de Dios era hacernos felices al olvidarnos de las preocupaciones de la semana, y ofrecernos así un descanso para la mente y el cuerpo. 

Su intención era ver a la familia reunida y feliz en el deleite del sábado. El sábado y la familia fueron instituidos en el Edén, y en el propósito de Dios se encuentran indisolublemente unidos uno al otro. En este día, más que en cualquier otro, nos es posible vivir la vida del Edén. En el sábado, debemos meditar en las obras y maravillas del poder de Dios. 

Ya que el sábado es un recordatorio del poder creador de Dios, es el día en el que, más que en todos los otros, debemos familiarizarnos con Dios a través de sus obras. En el sábado, debemos meditar en la naturaleza, sacar lecciones preciosas de la Palabra de Dios, y guardarlas en lo profundo del corazón. 

Es un día en el que nos alejamos de los trabajos, las preocupaciones y las actividades comunes, para dedicarnos a la fiesta espiritual que Dios nos preparó. Descansamos en él, nos reunimos para el culto (Hebreos 10:25), nos edificamos unos a otros en comunión (versículo 24), y atendiendo a quienes están en necesidad, de acuerdo con el ejemplo de Jesús (Juan 5:1-17). De esa manera, el sábado nos da un anticipo de nuestra morada eterna con Dios. 

Aprendemos cuál será el sentimiento de los redimidos de todas las edades cuando nos reunamos alrededor del trono celestial y cantemos alabanzas por la salvación en Jesucristo 

"Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras" (Hebreos 10:18-24). 

Es también un símbolo de nuestra libertad en Cristo. Como él nos liberó del dominio del yo y del mal, entramos en su día de descanso. Cuando seguimos a Cristo y buscamos obedecer su voluntad, el mandamiento del sábado no es pesado. Cristo, el Señor del sábado, habita en nosotros por su Espíritu Santo, escribiendo los requisitos de su Ley eterna sobre las tablas de carne de nuestro corazón: 

“He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel. Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo." (Jeremías 31: 31-33)

III – LA IMPORTANCIA DEL DÍA DE DESCANSO COMO SEÑAL DE DIOS 

En el último mensaje divino de advertencia a la humanidad, simbolizado por los tres ángeles de Apocalipsis 14:6- 12, hombres y mujeres serán llamados nuevamente a reconocer a Dios como Creador de todas las cosas y, al mismo tiempo, el llamado es también para que guarden sus mandamientos. “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:6 y 7). 

De esta manera, en el tiempo del fin, el sábado surge con mayor significado al convertirse en una prueba específica de la lealtad a Dios en una época de profunda apostasía 

"Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano" (Apocalipsis 14:9)

"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.(Apocalipsis 14:15). 

En la Creación, Dios separó el sábado y lo bendijo (Génesis 2:1-3). Ahora él nos separa como su pueblo y nos bendice (1 Pedro 2:9 y 10). “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). 

Semana tras semana, al celebrar el sábado, tenemos la seguridad de que ese día santo es una señal entre Dios y nosotros, para que sepamos que somos su pueblo.

CONCLUSIÓN 

De acuerdo con descubrimientos recientes de la ciencia, el cuerpo humano necesita un día de descanso después de una semana de trabajo. Y Dios, el mayor científico, al crear al ser humano separó el séptimo día para restaurar y bendecir a sus hijos. 

Vea las bendiciones de guardar el sábado: 

El sábado es el día de restauración física, mental y espiritual (Juan 5); 
El sábado es el día de la familia (Juan 9); 
El sábado es el día de cura y reconciliación (Mateo 12); 
El sábado es el sello de Dios (Apocalipsis 7:1-3; Ezequiel 20:20); 
El sábado es el día del Señor (Mateo 12:8; Apocalipsis 1:10); 

Guardar el sábado trae paz al corazón, armonía a la familia, esperanza para la vida y fortalece la comunión con Jesús. De acuerdo con Isaías 66:22 y 23, los salvos guardarán el sábado por toda la eternidad. Pruebe guardar el sábado, reciba las bendiciones de Dios y sea más feliz. 

El sábado es un día especial, único, con un propósito bien definido desde su creación. Es un día para que recordemos nuestros orígenes, para unirnos con más fuerza a nuestro Creador y Padre, para fortalecernos y para que ayudemos a otros a fortalecerse en la promesa de la redención que se acerca. 

LLAMADO FINAL 

La Palabra de Dios es la única fuente realmente digna de nuestra confianza. En la Biblia encontramos un único día de reposo: el sábado. Confíe en lo que Dios nos dejó escrito. Escuche la voz de Dios que lo invita a disfrutar de su compañía y amistad durante esas horas sagradas. Usted también sentirá que el sábado es un día de deleite, digno de honra. Al descansar en el Señor, recibirá las bendiciones que Dios prometió.

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