INTRODUCCIÓN
Saludo:
Texto Base:
“Respondió Jesús y le dijo:
Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).
Al leer estos versículos nos preguntamos: ¿Qué
agua ofrece Jesús? ¿a qué se refiere cuando dice: “no tendrá sed jamás”? y ¿Por
qué su ofrecimiento es “para vida eterna”? Recordemos que las palabras de Jesús
siempre ofrecen esperanza. Al punto que todo ser humano puede encontrar en
Jesús el verdadero sentido para su vida y así calmar su sed para siempre.
Proposición: Por eso el estudio
de hoy mostrará que así como el ser humano necesita beber agua para mantenerse
vivo y cuidar su cuerpo; también necesita con suma urgencia beber diariamente
del “Agua Viva” que es Jesús.
I. EL AGUA, UN ELEMENTO VITAL
El agua es uno de los elementos vitales del
planeta Tierra. Sin agua no habría vida. El 71% de la superficie terrestre es
agua.
Los seres que habitan el planeta
necesitan del agua para su existencia. Por ejemplo el 70% del cuerpo humano es
agua; mientras que en el caso de las algas el porcentaje aproximadamente es el
90%.
En el ser humano el consumo de
agua es el principal lubricante, es el mayor componente de la sangre, evita que
las arterias se obstruyan, vitaliza y energiza las células y neuronas. Viva
bebiendo el Agua de Vida. Por eso es
saludable beber de 6 a 8 vasos de agua por día siguiendo la secuencia de un
vaso cada dos horas. Sólo de esta forma, se logrará la restauración y
desintoxicación del organismo.
Lo mismo sucede, externamente, al
bañarse todos los días.
Sin duda, el agua es una
bendición para nuestra vida. Por eso no deberíamos consumir otras bebidas como
las “gaseosas” que dañan la salud humana. Porque no fueron creadas por Dios
sino por aquel que quiere destruir la vida y la creación.
La educadora Elena de White
afirma: “Estando sanos o enfermos, el agua pura es para nosotros una de las más
exquisitas bendiciones del cielo…Es la bebida que Dios proveyó para apagar la
sed de los animales y del hombre” (CSRA, 504).
Conector temático:
Jesús sabía de los beneficios
maravillosos del agua. El mismo le dijo a la mujer samaritana: “Dame de beber”
(Jn 4:7). Pero viendo la profunda necesidad espiritual de aquella mujer,
utilizó la figura del agua para exponer su mensaje de salvación.
II. JESÚS, EL AGUA VIVA
La Biblia dice: “Si conocieras el
don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te
daría agua viva” (Juan 4:10).
A.
Jesús busca salvar
Jesús había salido de Judea en dirección a
Samaria (Juan 4:3). Y en lugar de elegir el camino que iba por el valle del
Jordán rodeando Samaria, decidió ir directamente atravesando Samaria.
Recordemos que los judíos y samaritanos vivían enemistados entre sí por eso
habían hecho el camino que rodeaba Samaria. Sin embargo para Jesús no existe
contienda humana ni problema humano que le impida brindar salvación.
En su trayectoria, como al medio
día (la hora sexta), llegó a Sicar, una ciudad de Samaria. Allí estaba el pozo
de Jacob. Entonces, dice la Biblia, que Jesús, “cansado del camino, se sentó
junto al pozo” (Juan 4:6).
A esa hora, una mujer vino a
sacar agua. La mujer ni se imaginaba con quien se encontraría.
Pero así como en el Edén Dios
descendió para buscar a Eva y Adán; así también Jesús fue para buscar a aquella
mujer. Y de la misma manera, hoy Jesús quiere encontrarse contigo.
En aquel pozo donde, siglos
antes, Dios había bendecido a Jacob proveyéndole de agua; ahora se había
dirigido para encontrarse con aquella mujer y proveerle la más grande
bendición: el “agua viva”.
¿Quieres hoy encontrar la más
grande bendición? ¿Cuántos quieren encontrarse hoy con Jesús? (Que levanten la
mano)
B.
Jesús cambia tu óptica
Jesús le dijo a la mujer: “Dame
de beber” (Juan 4:7). Inmediatamente la mujer respondió: “¿Cómo tú, siendo judío,
me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” (Juan 4:9).
La respuesta de la mujer
evidencia el problema socio-cultural entre los judíos y samaritanos. Pero el
sentido de sus palabras demuestran sorpresa. Es posible observar a una mujer
sorprendida por el trato de Jesús. Un hombre judío que no la insultaba ni la
menospreciaba sino que por el contrario le hablaba amablemente.
Quizá ningún hombre judío la
había tratado como Jesús lo estaba haciendo en ese momento. Aquel hombre,
Jesús, quebró sus conceptos y sus prejuicios formados desde su niñez. Una luz
iluminaba su mente y una nueva óptica o perspectiva de la vida se empezó a
formar en su interior.
En el fondo ella se preguntaba:
¿Quién es éste? Y probablemente, hoy al encontrarte con Jesús, tú también estés
preguntándote: ¿Quién es Jesús? ¿Podrá ayudarme? ¿Podrá devolverme la vida o la
pureza que he perdido?
Por eso Jesús le dijo: “Si
conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva” (Juan 4:10).
A todas tus dudas e incógnitas,
él te ofrece “Agua Viva”. Porque así como el agua natural limpia el organismo;
el agua que Jesús te ofrece puede limpiar tu vida para siempre.
¿Cuántos desean recibir el “Agua
Viva”? ¿Cuántos anhelan ser limpios para siempre? (Levanten la mano).
III. JESÚS BRINDA PLENA SATISFACCIÓN ETERNA
Jesús le dijo a la mujer:
“Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).
A.
Jesús sacia tu sed
La mujer samaritana había
preguntado: “¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que
nuestro padre Jacob?” (Juan 4:11,12).
Ante esas preguntas, Jesús se
presentó como la única respuesta. Él era el agua viva. Él era superior a Jacob.
El creador del agua que nos sacia físicamente ahora le ofrecía el agua viva que
sacia eternamente.
Por eso le dijo: “Señor, Dame esa
agua, para que yo no tenga sed, ni venga aquí a sacarla” (Juan 4:15). Esta “agua
viva” saciaría su sed espiritual y cambiaría su vida para siempre.
Pero, súbitamente, Jesús cambió
de tema y le dijo: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”. Ante eso, la mujer
respondió: “No tengo marido”. Inmediatamente Jesús replicó: “Bien has dicho: No
tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu
marido” (Juan 4:16-18).
Las palabras de Jesús penetraron
lo profundo de su ser. Jesús develó las páginas secretas y oscuras de su vida.
Pero no la criticaba sino que le ofrecía su gracia perdonadora. Ella comprendió
la sed de su alma.
Ella entonces le dijo: “Señor, me
parece que tú eres profeta” y “sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo”
(Juan 4:19,25). Inmediatamente Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:26).
“Al oír la mujer estas palabras”,
dice Elena de White, “la fe nació en su corazón, y aceptó el admirable anuncio
de los labios del Maestro divino” (DTG, 160).
Hoy ¿Cuántos quieren tomar la
decisión de aceptar al Salvador? (levanten la mano).
B.
Jesús satisface eternamente (llamado)
Jesús te dice: “el agua que yo te daré será en
ti una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).
El ser humano, por el pecado,
vive sediento de fama, de placeres, de diversiones, de moda, de riquezas, de
venganza, de poder. Pero obtener todo ello no saciará para siempre tu sed, sino
por el contrario aumentará tu sed.
Cada vez más y más buscas saciar
tu sed con lo que el mundo te ofrece. Y cuando te das cuenta, ya estas sumergido
en lo peor del pecado. Ya destruiste tu vida, tu familia, tus hijos e inclusive
la vida de otros.
“El que trate de aplacar su sed
en las fuentes de este mundo, bebe tan sólo para tener sed otra vez. Por todas
partes, hay hombres que no están satisfechos. Anhelan algo que supla la
necesidad del alma. Un solo Ser puede satisfacer esta necesidad”. Lo que tú
necesitas es Cristo. “La gracia divina, que él solo puede impartir, es como
agua viva que purifica, refrigera y vigoriza al alma” (DTG, 157).
¿Cuántos quieren recibir en sus
vidas el “agua viva” que es Cristo? (Levanten la mano) Repite después de mi: -
“Hoy decido aceptar a Cristo, el agua viva, como mi Salvador”.
Si aún no te has bautizado, me
gustaría orar por la decisión que estas tomando hoy. Por favor, levanta tu mano
o ponte de pie; queremos orar por ti.
Oración:
Padre nuestro. Hoy traemos
nuestras vidas delante de ti.
Venimos tal como estamos.
Porque así como aquella
mujer samaritana, hoy también nosotros necesitamos del “agua viva”. Necesitamos
que Cristo sacie para siempre la sed de nuestra alma.
Por eso hoy decidimos
aceptar a Jesús como nuestra “agua viva”. Hoy podemos decir: Gracias Jesús por
venir a buscarnos.
Gracias Maestro por devolvernos la vida. Gracias por
perdonarnos.
Todo esto oramos, en el nombre de Jesús, Amén.
Comentarios
Publicar un comentario